- CAPÍTULO XII: Diversos Experimentos



CAPÍTULO XII

DIVERSOS EXPERIMENTOS

- W. J. Crawford -


Experimento 83.- Prueba del choque eléctrico.

Coloqué una pequeña bobina de inducción en el suelo y la conecté con una pila seca en medio del círculo, y puse en la mano derecha del médium uno de los electrodos tubo de metal de 5 cm. de largo.

El otro electrodo lo hice que descansase en el piso. Pedí a los operadores que aplicasen la fuerza psíquica al electrodo apoyado en el suelo y que lo tocasen y moviesen, y me pareció que me atendieron.

Resultado. El médium dijo que en una ocasión había sentido un a modo de débil choque eléctrico en el brazo derecho y que notó una sacudida en la muñeca. Aunque era indudable que había sentido el choque, también lo es que en el experimento hay mucho margen para la autosugestión. Cierto que me cuidé de que no viese el aparato antes de la prueba, pero a pesar de eso, no me dejó convencido y sólo la cito a título informativo.

Experimento 84.- Fosforescencia.

Llevé al cuarto de las sesiones una pequeña pieza de cartón, cubierta por una cara con polvos de sulfuro de calcio substancia que tiene la propiedad de fosforecer varias horas después de expuesta a la luz del sol. Antes del experimento el cantoncito había estado guardado en un bolsillo durante veinticuatro horas, por lo que no era luminoso. Apagué la luz del gas y dejé la habitación completamente a obscuras. Coloqué el cartón en el suelo, dentro del círculo, preparé su cara superior y pedí a los operadores que aplicasen a él la fuerza psíquica, tocándola y golpeándola. Creo que lo hicieron, a juzgar por los ruidos. Entonces lo cogí con los dedos y pedí que procurasen quitármelo. En efecto, noté varios tirones.

Resultado.- No hubo ninguna señal de fosforescencia.

Experimento 85.- Fluorescencia.

Traje también al cuarto de sesiones una pantalla de rayos X fluorescente (platino-cianuro de bario) y pedí a los operadores que la tratasen como al cartón preparado del experimento 84, lo que aparentemente hicieron.

Resultado. – Tampoco hubo señales de fluorescencia. Era la única vez que la estancia se hallaba sumida en una completa obscuridad, y al fin de los experimentos los operadores se aprovecharon para demostrar todo lo que podían hacer en tales condiciones. El resultado fue que sentimos como un pequeño temblor de tierra. No necesito añadir detalles; baste decir que nadie pudo sujetar la mesa, por mucha que fuese la fuerza muscular que para ello desplegase, y que el mueble se volvió del revés, se elevó y efectuó toda clase de contorsiones. Los golpes dados en el piso fueron tan terribles y el estrépido tal, que me apresuré a encender el gas.

Experimento 86- Delicadeza en la acción de la fuerza psíquica en el médium.

En el experimento 78 se hallará un relato de lo que ocurrió con el peso del médium, a poco de empezar una sesión, en la que los fenómenos tardaban en producirse, cosa rara en nuestro círculo. Algún tiempo después de que los fenómenos iniciados en ese experimento habían terminado y de que el médium hubiera recobrado su peso, realicé una prueba, cuyos resultados son, a juicio mío, significativos e interesantes.

El médium estaba sentado en la báscula y la tara era de 62 kg. 100.

Dije a los operadores: “Hagan el favor de disminuir en 1 kg., o cosa así, el peso del médium, mantengan en el peso que resulte el equilibrio de la báscula y golpeen con toda la fuerza de que dispongan.”

Casi en seguida de que expresé mi deseo, el peso del médium sufrió una evidente reducción, como lo demostró el que la romana no tardó en bajar; pero comprobando el hecho, resultó que le habían quitado más del kilo pedido por mí. Entonces rogué a los operadores que le añadiesen el peso necesario, lo que cumplieron inmediatamente, aunque se pasaron de la medida aquella vez por exceso. Fue interesante ver la facilidad con que los operadores mantuvieron el peso reducido en cuanto lo obtuvieron. Luego me avisaron con los raps de costumbre. Con la disminución del kilo, los raps eran muy débiles, y a mi pregunta de si eran los más fuertes que podían dar, me contestaron afirmativamente. Entonces les pedí que quitasen del médium un peso de unas 4 libras, y tras los tanteos de la primera vez, se consiguió por último el equilibrio de la báscula. Volvieron a golpear, y a la sazón los golpes fueron más fuertes. Repetí la prueba, haciendo que disminuyesen el peso del médium en 7 y 10 libras, respectivamente, y a medida que disminuía el peso, aumentaba la intensidad de los raps, de suerte que con las 10 libras de menos, oímos en el suelo verdaderos golpes. Continué reduciendo más el peso del médium, pero observé que no porque se le siguiese mermando, a partir de la cantidad de 10 libras, se acrecentaba la intensidad de los raps. La parte más notable del experimento fue el modo como los operadores, a petición mía, quitaron o añadieron al médium pequeñas cantidades de peso, incluso de cuarto de libra y de menos, fin de establecer el equilibrio en la cifra deseada, y como estabilizaba el peso requerido en cuanto lo obtenían.

Experimento 87. Una fotografía.

Voy ahora a describir una fotografía psíquica. La sacó un amigo mío, bajo mi dirección, la tarde del sábado 23 de octubre de 1915, en mi propia casa. No entra en el cuadro de mis otros experimentos, porque no soy competente en fotografía y porque otra manos sacaron y revelaron el cliché. Sin embargo, aunque no haya estado sometido a los requisitos habituales, se trata de un trabajo totalmente auténtico. En mis artículos en Light dejé la descripción de la fotografía psíquica para el final de las series, porque esperaba obtener otras y corroborar los resultados alcanzados, pero por desgracia, y a pesar de mis desvelos y de los del círculo, no he sido capaz de duplicarla. He repetido con gran frecuencia la mayoría de mis experimentos, algunos hasta una docena de veces, y me preparo en la actualidad a realizar otros con seguridad de éxito, claro que contando con la colaboración de los operadores y de los asistentes. Con la fotografía me ha sucedido una cosa muy distinta. Sin embargo, insisto en que es una prueba perfectamente auténtica, que ha despertado enorme expectación en los hombres de ciencia, amigos míos, que la han examinado, pues no me consideraba con derecho a reservarla, dado que probablemente sea la única de su clase.

Haré una breve historia  de su obtención. El círculo se había reunido con el objeto d sacar fotografías al magnesio de la mesa levitada. Durante todo el día, la señorita Kathleen Goligher, la médium principal, se quejó de que le dolía la garganta y pensé aplazar la sesión;  pero encontrándose a la tarde mejor de su dolencia, no quiso que se aplazase. Se formó el círculo como de costumbre, con el médium en el extremo superior de la habitación. Coloqué el aparato lejos y enfrente del médium, enfocando a la mesa. Decidí hacer la fotografía cuando estuviésemos a la mitad de la sesión. Tuvimos de todo, raps, levitaciones, etc. al cabo de media hora cesaron los fenómenos y dije a los operadores que golpeasen cuando estuvieran listos para la fotografía. Durante el rato de espera, los operadores nos hicieron varias preguntas acerca de la altura a la que deseábamos  que elevasen la mesa, del modo de proceder con el magnesio, etc. Por último, levitaron la mesa normalmente y la mantuvieron en el aire varios minutos, dándonos la impresión de que se ejercitaban. Siguió un instante de detención y luego nos pidieron que aunque la mesa no estaba levitada, produjésemos el resplandor fotogénico, a fin, supuse de ver el efecto de esa  poderosa claridad en las condiciones psíquicas del equilibrio. Acordamos destapar el objetivo en el momento del fogonazo aunque no esperábamos ningún resultado. El círculo se había ensanchado algo y el joven Goligher y la señorita Loly se hallaban un poco distanciados, aunque tenían cogidas las manos como de costumbre. La mesa se apoyaba en el suelo. Hicimos la fotografía y a poco los operadores nos manifestaron que no podían seguir trabajando aquella tarde a causa del estado del médium. Ni por asomo pensaba que hubiera nada interesante en la placa expuesta; júzguese de mi sorpresa cuando la revelé. Creo que el asunto merece ser descrito detalladamente.

Es indudable que esta clase de experimento no ofrece le mismo grado de certeza que las pruebas ordinarias con aparatos para pesar, etc. Nuevas fotografías pueden aportar discrepancias a algunas de mis conclusiones y el lector debe tener eso muy presente. La figura número 41 le permitirá comprender más fácilmente mi explicación. He aquí mi análisis e interpretación:

Se ve salir del centro (A) del antebrazo izquierdo del joven Samuel Goligher (en estado de catalepsia) una columna vertical de substancia blanquecina, traslúcida, de unos 10 cm de diámetro. Parte de su brazo formando con él un ángulo recto, se eleva en el aire 30 cm., se dobla en forma de arco (B) (precisamente enfrente del médium) (k) para unirse desde K a una columna (D) de igual diámetro, o un poco más ancha que la primera, pero análoga a ésta, que sube verticalmente hasta 1 m. 50 encima del suelo. Esta columna en el punto E aumenta en densidad y blancura; se ve bien a través de ella el dibujo del papel que decora la pared; desde E se hace opaca, por lo que no permite ver el papel del cuarto; desciende formando zig-zags, toma una posición horizontal y penetra en el punto E de la columna en la parte superior del pecho del médium.











(Coloreada por esta web)



La opacidad en lo alto se debe quizás a que la mirada encuentra una columna doblemente densa, las porciones ascendente y descendente, y al hecho de que la substancia psíquica haya agotado su velocidad en ese sitio. En el descenso sus límites no son uniformes, sino sinuosos, y su espesor muy irregular, por lo que se desvanece detrás de la columna ascendente. Supongo que debe haber en lo más bajo de la columna una bifurcación que no se ve a causa de la posición de los asistentes y la mesa. También presumo que existe otra rama de la columna que sale en dirección opuesta al médium y que se introduce en el pecho de la señorita Ana Goligher (F).

Me parece que la fotografía de que trato sirve para demostrar en parte el mecanismo  de la levitación, porque especialmente se deduce de ella la circulación del fluido psíquico. Se diría que ese fluido es enviado por el arco que está en la base de la columna y proyectado verticalmente hacia la altura, donde su energía kinética se agota y luego desciende detrás de la columna recta hasta salirse del pecho del médium donde a continuación de formar una corriente horizontal es absorbido por el cuerpo de éste. Durante algún tiempo sospeché que eso era algo de lo que ocurría. Si el lector busca el experimento 66 hallará un cuadro, según el cual, al cabo d una sesión de hora y media, el médium sólo había perdido 50 gramos de peso. Toda la fotografía sugiere la idea de que la médium no es en realidad más que una bomba psíquica con un completo sistema de presión.

Quizás, en el curso de la levitación, la columna vertical esté debajo de la mesa, en cuyo caso la presión sería mucho mayor que la que ahora mostramos. En el presente ejemplo, el fluido psíquico parce haber perdido su energía, debido a tener que vencer su propio peso, casi como un chorro vertical de agua.

El domingo, 31 de octubre de 1915, interrogué a los operadores con respecto a la fotografía. Me informaron positiva y rotundamente, por medio de raps, que habían a propósito preparado lo de la fotografía para explicarme el mecanismo de la levitación; que el fluido psíquico circula como yo he descrito y que mi descripción del fenómeno en general era exacta. Además declararon que un arco sale de cada persona de las que forman el círculo, siendo el del médium el más fuerte y poderoso, y que el fluido, al descender, no sólo vuelve al médium , sino, que entra por todas las ramas en cada asistente si bien la más importante es la del médium. También me participaron que la columna está debajo de la mesa durante la levitación y que los fenómenos que he bosquejado se hallan todavía en actuación aunque en escala más intensa.

La Realidad de los Fenómenos Psíquicos