LA INFESTACION DE
NEURIED EN ALTA BAVIERA
Albert Freiherr von Schrenck-Notzing
Publicado por primera vez en “Zeitschrift für Parapsychologie”, enero
1926
Desde mediados de octubre (1925) , en una parte de Alta
Baviera ubicada al sur del lago Starnberger, comenzaron a circular rumores
sobre casos de infestación que tuvieron lugar en una casa de campo en el pueblo
de Neuried del partido de Weiheim, situado en la zona de lagos Oster.
Se señala a la hija de 15 años del minero Grönauer del
pueblo Peissenberg, como la causante de los misteriosos sucesos, consistentes
en el golpeteo, el raspado, los cambios de lugar de los objetos y su
desaparición.
Cuando la joven visita a su tía, la jornalera Ledermann, en
el pueblo de Neutried, los fenómenos aumentan de intensidad de tal modo, que
los habitantes de la casa los sienten como una molestia. Semejante
recrudecimiento en la intensidad de los sucesos parece producirse especialmente
cuando Anna Grönauer está reunida con su prima Käthe Ledermann, de 23 años, de
tendencias algo histéricas, y también una sobrina de la señora Ledermann, que
comparte la casa con ella.
En general las manifestaciones se presentan durante el
anochecer, en especial en la cocina o en el dormitorio, es decir, en los
lugares en los cuales las muchachas pasan la mayor parte del tiempo.
El fenómeno básico consiste en un ruido como de rasguños y
un golpeteo a veces muy fuerte, que parece hallarse ligado con el organismo de
Anna, ya que se produce únicamente en su presencia y en el ambiente donde ella se
encuentra.
Esa supuesta infestación, desde hace semana, es el tema
diario de conversación en ese lugar , y se la presentó terriblemente
magnificada por la fama, como es habitual en esos casos. Numerosas personas
ávidas de saber, o simples curiosos, peregrinaban hasta la casa de la señora
Ledermann.
Por un lado, deseaban presenciar las manifestaciones de
poltergeist, y por el otro lado , trataban a la muchacha de 15 años como si
fuese una leprosa, apartándose de ella al encontrarla, o corriéndose hacia un
lado si en la iglesia se sentaba a su lado. Se creía ver en esas
manifestaciones inexplicables la mano de los malos espíritus y se las
relacionaba con algunos casos de fallecimiento.
De acuerdo con la versión de Staltach-Neurieder, la
infestación se produce en relación directa con la muerte de un campesino allegado a la señora Ledermann, que se
suicidó a mediados de octubre. Conforme con la interpretación de la gente de
Peissenberg las manifestaciones comenzaron con la muerte del hombre a quien
pertenecía la casa en que vivían los padres de Anna. Es necesario destacar que la infestación comenzó ocho días
antes de la muerte del propietario de la casa; por cierto éste se hallaba
entonces gravemente enfermo.
Los organismos públicos, en este caso, sólo veían jugarretas
groseras y malas pasadas de tipo histérico cuya autora era Anna, que hacía esto
para fastidiar a los habitantes de la casa. Aunque no se efectuó ninguna
denuncia, una tarde se hicieron presentes altos funcionarios de policía
uniformados. En total, eran cuatro hombres que se hicieron ofrecer en la
oscuridad un concierto de golpeteo, por Anna Grönauer. De pronto, el sargento
primero encendió la luz, mas no pudo establecer la causa de los fenómenos
acústicos.
El párroco del lugar actuó en forma mucho más inteligente.
Anna, que experimentaba sus propios fenómenos como una tortura, le pidió que
rezara una misa.
El sacerdote la consoló, señalándole que en su caso no se
trataba de espíritus y fallecidos, sino tan sólo de manifestaciones, de energía
magnética, aún desconocidas. Sólo e mala gana accedió a rezar la misa
requerida, para restablecer la paz interior de la joven.
La infestación se interrumpió por tres días, para retomar
luego su inquietante juego.
Con ello la situación quedó sin aclarar, hasta que el médico
Dr. Deichstätter, que vivía y ejercía en Staltach, y a quien fuera ver la
familia Ledermann en busca de consejo, se dirigió al autor de esta obra, en
Munich, para pedirle el esclarecimiento e investigación el caso.
Siguiendo su invitación, la comisión para el estudio de las
infestaciones de la Sociedad de Munich de la Investigaciones Metafísicas,
compuesta por el profesor Gruber, el escritor Hildebrandt y el autor, se
dirigió a casa de los Ledermann en Neuried y comenzaron por examinar a los participantes.
Anna Grönauer, hija del minero Xaver Grönauer en
Peissenberg, de 15 años, con amenorrea, hija única. Sus padres viven. Se trata
de una muchacha mentalmente normal.
Desde hace más o menos cinco semanas se producen en su
presencia o mientras está ausente, los fenómenos telecinésicos con objetos a
los que no se toca. Anna es sobrina de la jornalera Ledermann y la visita con
frecuencia.
En casa de la señora Ledermann los fenómenos se desarrollan
en presencia de otra sobrina suya: Käthe Ledermann, de 23 años, y constitución
especialmente fuerte.
La supuesta agente de los misteriosos sucesos, Anna
Grönauer, tiene aspecto sano, floreciente, un bello rostro de tipo algo
italiano, dentadura buena y cuidada, cabello castaño claro, ojos grandes y
oscuros de expresión algo soñadora. En cuanto a su altura y desarrollo
corporal, impresiona como si tuviera unos 17 años. usa ropa limpia, y calza
buenos zapatos. Contesta en un dialecto d la Alta Baviera a nuestras preguntas.
Evidencia cierta timidez comprensible. Hija única, en su infancia o sufrió
ninguna enfermedad de importancia.
Según la señora Ledermann, parece haber tenido anteriormente
estados sonambúlicos. Una vez se despertó, durante una de sus andanzas
nocturnas, al chocar contra un ropero.
Los siguientes datos fueron suministrados y recopilados por
los miembros de la familia. Estuvieron presentes durante la consulta la señora
Ledermann, jornalera de unos 50 años, que ofrece la impresión de poseer una
gran inteligencia y vivacidad; su hijo , un mozo campesino, recio, sano y bien
parecido, de unos 25 años, y también, además de la agente Anna, su prima Käthe
Ledermann, de 23 años, con un habitus nervioso que salta a la vista.
Las declaraciones de los diferentes miembros de la familia
se completan con los datos proporcionados por ellos, parcialmente confirmados y
verificados, de manera que surge un cuadro bien claro de la situación. En la
casa reinan la limpieza y el orden. En ninguna parte se ven cosas tiradas. Eso,
no solo en cuanto a la habitación grande y bien amueblada, con su estufa
enlozada y el banco junto a ella, sino que lo mismo se observa en los
dormitorios, con las camas hechas cuidadosamente o la cocina en la que no se ve una sola
vasija sin limpiar.
El dormitorio está situado encima de una escalera mientras
que la cocina y la habitación están a nivel del suelo.
La sencillez de los
fenómenos a describir hace superfluo el esbozo de un plano.
Las primeras manifestaciones que atrajeron la atención y que
se produjeron en la casa paterna en Peissenberg, aproximadamente a mediados de
octubre, se caracterizaron por el golpeteo y el sonido de raspar de diferentes
intensidades, que acompañaban a la muchacha, y que parecían depender de su
organismo.
Cuando Anna, poco tiempo después del comienzo de estos fenómenos
fue a casa de su tía en Neuried, hubo cuatro días de calma, mas ya en la quinta
tarde, también en ese lugar, comenzó la infestación con una intensidad todavía
mayor.
El fenómeno principal era de naturaleza acústica y se
presentaba en forma de ruidos, golpeteo y rasguños. A veces duraba toda la
noche con breves interrupciones. Esos fenómenos se producían en general al
anochecer, con la entrada de la oscuridad.
Anna comparte su dormitorio con una prima que parece ser
para ella una especie de médium auxiliar, aunque los fenómenos no estuviesen
ligados en forma directa con su presencia.
Se informa también acerca de diferentes cambios de sitio por
parte de los objetos, como por ejemplo
el transporte de los jarros de barro cocido desde sus repisas hasta el
suelo o las camas. Resulta extraño el hecho de que jamás ninguno de estos
jarros se haya roto, lo que sería de esperar, tratándose de una altura de 2 m.
Sólo un plato, arrojado desde un soporte, se estrelló en el suelo. Ése fue el
único perjuicio que causó la infestación en aquella casa.
En la habitación, algunas fotografías, dentro de unos marcos
livianos, se descolgaron de los clavos y se depositaron en el antepecho de la ventana.
Al lado se pasó la vasija con el agua bendita, que, como se acostumbra en el
campo, se hallaba junto a la puerta de la entrada. Todas esas manifestaciones
se comprobaron a la luz del día, y según parece se produjeron durante la
ausencia de Anna. No fue posible establecer más detalles sobre ese punto.
Otros sucesos de características similares tuvieron lugar en
la concina. Allí la fuerza misteriosa parece haber tomado como meta una vasija
de latón con una capacidad aproximada de un litro. Repetidas veces se levantó
de la mesa en presencia de los habitantes de la casa y de extraños, para luego
depositarse sobre el hogar o en el piso. En una oportunidad, cuando Anna
abandonó la cocina, la vasija voló en pos de ella como si alguien procurase
alcanzarla desde atrás con ese proyectil.
Esos lanzamientos de objetos en pos de los agentes es un
fenómeno típico que pudo comprobarse hace poco por testigos intachables, en
otros dos casos de médiums de infestación.
El señor Horn, administrador de la estancia de Malaisé en
Neuried, trató e provocar una tarde, en la oscuridad , el transporte de la
mencionada vasija en forma experimental, sosteniendo a Anna de la mano. La
vasija se puso realmente en movimiento y se apoyó sobre el lugar.
Los presentes informaron luego acerca de las renombradas
manifestaciones de aporte y la desaparición y el retorno de las llaves. Así,
por ejemplo, un traje del hijo del señor Horn se desplazó desde el ropero
cerrado de la habitación hasta el dormitorio, y se depositó sobre una de la camas.
Una vez, cuando la señora Ledermann se hallaba de visita en
Peissenberg, una puerta distante unos 3 m del médium se abrió despacio varias
veces, cerrándose luego.
Käthe Ledermann dice , que una noche una mano le tocó en la
cabeza. Dice haber oído simultáneamente un fuerte golpeteo en dirección de la
mano.
De acuerdo con el informe del Dr. Deichstätter, se
observaron a la luz del día ciertos fenómenos (proyecciones y golpeteos).
Mediante las conversaciones con los miembros de la comisión
se logró despojar paulatinamente a Anna Grönauer de su desconfianza , de manera
que por fin aceptó de buena gana realizar una sesión en una habitación habitual
con calefacción, junto a una mesa de roble de 64 pro 76 centímetros.
Los participantes ocupaban un banco colocado a lo largo de
las paredes con ventanas. Anna Grönauer se ubicó entre el autor y el profesor
Gruber; al lado de este último estaba Käthe Ledermann y a continuación
Hildebrandt, y a su lado la secretaria encargada de los informes. El Dr.
Deichstätter tomó asiento en una silla frente a ellos. El médium Willy
Schneider, que nos acompañó por su
interés en el asunto, al principio tomó asiento en el banco junto a la estufa.
Los pies y las manos de las muchachas estaban bajo control.
La mesa se apartó a una distancia que hacía imposible que aquellas la tocaran.
Luego se apagó la luz.
Esperamos diez minutos, hasta que se oyeron sonidos
semejantes a un “tik”, dentro de la mesa. Era como si la cabeza de un alfiler
grande golpeara contra la cara interna de la misma. Paulatinamente los sonidos
fueron en aumento y el “tik” se convirtió en un franco y pujante golpear. El
relator procuró entonces entrar en raport
con aquella fuerza invisible, considerada como causante de estos sucesos,
pidiéndole que repitiera ciertos ritmos de golpeteo y que respondiera a las
preguntas del siguiente modo: dos sonidos , sí; un sonido , no. Así aconteció,
aunque entre pregunta y respuesta se
producía a veces una pausa de 40 a 60 segundos. Se hicieron preguntas
sencillas, como por ejemplo sobre las cualidades mediumnísticas de Anna, si
ella estaba en condiciones de realizar otros fenómenos en forma de golpeteo,
etc.
El sonido cambió de manera que el golpeteo (“tik2) similar
al producido por el cabeza de un alfiler cesó totalmente, cediendo su lugar a
un ruido parecido al que se producía con los nudillos de los dedos contra el
tablero de la mesa. Simultáneamente se percibía una especie de roce con la
palma de la mano, ruido de rasguños y, en forma aislada, un tamborileo como el
producido por cinco dedos. Ese redoble se volvió a repetir de pronto con toda precisión. Los
sonidos se parecían a los que se
producen con los nudillos de los dedos, sin que se oyera ruido de uñas.
Esos fenómenos acústicos tenían lugar esporádicamente con
intervalos de algunos minutos, después de cada serie.
Käthe Ledermann tuvo que abandonar el círculo a causa de un
repentino malestar, pero los fenómenos prosiguieron durante su ausencia. Pronto
regresó a la habitación y volvió a ocupar su sitio.
Durante todos esos fenómenos, Anna, daba la impresión de un
ser apático; su cabeza se inclinaba hacia adelante y parecía apoderarse de ella
una especie de estado de somnolencia o de semi-trance; respondía sólo
pesadamente, como entorpecida y experimentaba una sensación de rigidez en la
nuca.
Más tarde comenzó a quejarse de náuseas. Por lo que puede
juzgarse a primera vista, mostraba síntomas claros de entorpecimiento. No pudo
comprobar una pérdida total de conocimiento. Un estado de excitación, cierta
contracción sincrónica de los músculos o acaso los intentos de tocar la mesa
con los miembros de manera que la totalidad de los integrantes de la comisión ,
lo mismo que el Dr. Deichstätter, quedaron convencidos del carácter genuino de
las manifestaciones de golpeteo en el caso de Anna Grönauer.
Käthe Ledermann parecía estar bajo el influjo del miedo y la
curiosidad. Tampoco en su caso pudieron comprobarse síntomas de acción auxiliar
del consciente o del inconsciente, para la producción de los fenómenos.
Consideramos nuestro deber no guardar silencio respecto del
comportamiento del médium Willy Schneide durante los fenómenos acústicos.
Willy, sentado en su banco junto a la estufa, sumióse en un estado de angustia
excitación; luego se sentó junto al autor y se aferró a su brazo derecho como
buscando protección. A pesar de la oscuridad, su mirada estaba dirigida hacia
debajo de la mesa. Antes de que comenzaran las series de golpeteos aseguró con
voz firme que una masa gris nebulosa se movía y se tendía en el piso como una
serpiente hacia el interior de la mesa. Willy exclamó: “ ¿No lo ve acaso
barón?” “¡Ahora está junto a al señor Hildebrandt, ahora sube!” Inmediatamente
después de la exclamación, comenzó a resonar el golpeteo, junto a Hildebrandt.
Luego Willy dijo : “¡Ahora viene hacia nosotros! ¡Está junto al señor barón!
¡Ahora vuelve a subir!” Se oyó de nuevo el golpeteo, esta vez directamente
frente al autor. Luego Willy comentó: “Ahora no veo nada”.
Sus indicaciones concordaban exactamente con las pausas y
reapariciones de los fenómenos. De manera que Willy podía predecir cualquier
nueva serie de golpeteo mejor que nosotros, pues nuestros ojos, en la
oscuridad, no podían realizar las comprobaciones que él hacía.
A los 45 minutos aproximadamente, se encendió la luz y se
hizo un intervalo.
Queríamos hacer un ensayo en el dormitorio, bastante frío
(sin calefacción). Nos pusimos nuestros sobretodos y nos dirigimos con las dos
muchachas al piso superior. Ambas se introdujeron vestidas en las camas. Los
participantes formaron un semicírculo en torno a ellas, tomándose de las manos.
Reinaba una oscuridad absoluta. Esperamos un cuarto de hora pero como no se
produjeron fenómenos de ninguna naturaleza, nos dirigimos nuevamente hacia la
habitación templada de abajo y proseguimos con la sesión.
Apenas transcurrieron dos minutos después del
oscurecimiento, comenzó el golpeteo; la mesa se desplazó algo de su sitio y
golpeó fuertemente contra el suelo. Es necesario aclarar que dicha mesa descansaba
firmemente sobre el piso. Después de transcurrir otros 25 minutos y comprobarse
los mismos fenómenos que en la primera parte, se dio término a la sesión.
Anna Grönauer, al despertar de su estado de semitrance, se
sentía bien y recordaba plenamente lo sucedido. Si uno se forma un cuadro sobre
la base de los informes verbales, sinceros y de buena fe, complementándolos con
la propia experiencia, se llega a la conclusión de que Anna Grönauer posee la
capacidad de producir fenómenos parafísicos. En este caso no se trata de una
infestación local, sino de procesos típicos en médiums, con ciertas condiciones
para manifestaciones acústicas, telecinésia y aporte.
En el caso de Anna no pudieron comprobase otras
manifestaciones de mediumnidad física, como por ejemplo fenómenos luminosos,
materializaciones, fenómenos térmicos y eléctricos. Por ende la palabra “infestación” o poltergeist, puede aplicarse en su caso tan
solo en un sentido limitado, pues los logros indudablemente están en conexión
con su propio organismo. Estos se producen ya sea en su proximidad inmediata, o
en el sitio que acaba de abandonar. Depende de la luz y la oscuridad y la
acompañan de un lugar a otro.
Ni bien Anna abandona Neuried, la infestación cesa allí,
para volver a presentarse a su regreso a la casa paterna en Peissenberg.
También el comportamiento psíquico de Anna, su estado
pasivo, la facilidad con que se nubla su consciencia durante la acción, son
bien típicos en el comportamiento de esos sensitivos. La muchacha, además,
parece ser también psíquicamente blanda e irritable. Dado lo provisional de
nuestras investigaciones y el poco tiempo disponible, no se pudo realizar un
estudio exacto de su estado mental.
Lo que resulta de importancia fundamental es su edad (15
años) así como su amenorrea. También en el caso de los hermanos Schneider, los
primeros indicios de sus condiciones se presentaron a los 15 y 16 años. con
todo ello, no parece quedar lugar a dudas con respecto a la pronunciada
disposición de Anna Grönauer para la mediumnidad física. Esta capacidad merece
estudiarse y desarrollarse en bien de la ciencia.
Problemas Básicos de la Parapsicología