CAPÍTULO
16: CONCLUSIÓN
- T. Glen Hamilton-
Los productos del trance de Stead nos devuelve al punto de partida
de este informe, porque sus palabras reafirman la corriente subterránea de la
actividad intencional que ha sido mostrada en las características de los
fenómenos de Elizabeth M. y de Mary M. en todas sus variedades.
Queda terminar con la declaración de Stead de la creencia y la intención.
Es la culminación de muchas semejanzas pronunciadas por Walter, Lucy, Spurgeon,
por Katie y John King, Doyle, Stevenson, por Livingstone y otras personalidades
del trance. Tales expresiones han apoyado constantemente su principal intención
– demostrar una existencia continua más allá de la muerte – de lograr que ellos
trabajen para producir incesantemente fenómenos psíquicos para el registro.
Que ellos han conseguido este propósito noble es indudable.
Repetidas veces los controles del trance han demostrado el conocimiento previo
de la existencia de las formas teleplasmáticas. Ellos predijeron el momento y
el tipo de apariencia. Ellos describieron con certeza razonable la ubicación,
las condiciones y las funciones de los varios plasmas. En las sesiones, las
placas fotográficas reveladas confirmaron la certeza de tales descripciones, de
esta manera los controles del trance mostraron ser ellos mismos individuos
enteramente seguros y fiables.
A causa de la incapacidad del agente encarnado de mostrar el
conocimiento para producir el estado de las efusiones teleplasmáticas, nosotros
postulamos la teoría de la supervivencia para justificar los fenómenos. La
teoría de la supervivencia, en sí misma, no indica nada absolutamente con
respecto a la naturaleza intrínseca del teleplasma; todavía se sabe poco de la
biología del teleplasma. Y es sabido poco de la posición metafísica de una
personalidad que puede existir sin un cuerpo físico, y su funcionamiento en
otro lugar distinto del entorno físico.
Sin embargo, nosotros tenemos la teoría de la supervivencia como
válida en la justificación de cada hecho conocido con respecto a las
personalidades del trance. Justifica sus opiniones indicadas por aquellos que
fueron verdaderamente difuntos (desencarnados). Admite la posibilidad de que
ellos, como personas desencarnadas, compartieron de alguna manera la
intercomunicación que les permitió planear, cooperar y confiarles las
actividades organizadas en el cuarto de las sesiones que se extendieron durante
muchos años.
Cuando los hechos son examinados sin predisposición a la teoría de
la supervivencia se ve que no es apresurada ni desacertada. Más ciertamente
merece todas las pruebas científicas ideadas.
Mientras una indagación como la presente utiliza, lo más posible,
los métodos científicos, sin embargo queda limitada cuando se roza los reinos
del pensamiento reservado generalmente a las consideraciones religiosas. Uno
puede entonces contar con que tal investigación será coloreada algo por una
inclinación religiosa. Esto no se puede evitar completamente y cualquier
investigación científica digna de nombre debe reconocer este hecho. Teniendo
consideración completa y reflexiva por todos los hechos observados por la
investigación de Hamilton, nuestra conclusión principal predice que nunca será
posible eliminar enteramente una tendencia religiosa del estudio de los
fenómenos psíquicos. Forzosamente debemos utilizar los métodos de investigación
que no tratan de dirigir los fenómenos hacia ciertos fines preconcebidos. Es
decir, nosotros somos forzados a concluir que los campos de investigación
psíquica son determinantes y forman sus propios fines.
Más que cualquier otro hecho esto es de importancia inmediata para
los que estén interesados en las investigaciones psíquicas, aunque todavía no
estén preparados para aceptar la teoría de la supervivencia. Es de importancia
porque niega al investigador el derecho de restringir su observación de los
fenómenos psíquicos a menos que él haga una cooperación con las inteligencias
del trance. Parece claro ahora que la razón por la que algunos observadores no
han podido obtener resultados constantes, puede ser debido al hecho de que no
tuvieron una cooperación completa con las personalidades del trance. Cuando uno
considera los resultados de la investigación del Dr. Hamilton, el contraste es
llamativo. Ofrece razones de peso para los que trabajan en este campo para
hacer una pausa y reflexión sobre la conveniencia de este procedimiento.
Es cierto que la aceptación de esta auto-determinación de la
fuerza coloca al experimentador en la posición de un técnico, antes que en la de
un científico que tiene todo el control de su campo de operaciones. Es verdad
también que debe aceptar el tono y las prácticas religiosas que casi
inevitablemente algunas inteligencias del trance adoptan. ¿Pero esto importa?
Los resultados logrados por la cooperación pesan enormemente más que las
desventajas de introducir en medio de de la reunión himnos y cantos religiosos,
y de tener que aceptar ocasionalmente las declaraciones de las personalidades
del trance con respecto a su propio estado de existencia, que tienen una
tendencia religiosamente definida. A los que no están interesados en los
aspectos religiosos de la indagación, estos asuntos pueden ser cortésmente y diplomáticamente
ignorados.
Al reconocer completamente las muchas implicaciones que una prueba
de supervivencia ha tenido para la religión, el Dr. Hamilton, poco antes de su
muerte en 1935, expresó la opinión de que la relación entre religión,
metapsíquica e investigación psíquica no fueron suficientemente bien definidos,
ni fueron un tema suficientemente enfatizado este aspecto, como las entidades
del trance solicitaron. Por otro lado, él estuvo bastante dispuesto, después de
varios años de modificar su escepticismo, para trabajar armoniosamente con
estas inteligencias y para otorgarles audiencia. Él sentía que su tarea
inmediata fue acumular datos. El aceptó la hipótesis de la supervivencia
provisionalmente, por lo que escribió:
“Lejos estoy de hacer ninguna demanda a la infalibilidad. Mi
equipo para esta investigación fue en muchos sentidos mucho menor de lo que
debería haber sido. Nadie está más seguro de este hecho que yo mismo. Pero de
una cosa estoy casi seguro, nadie se acercó a ella con menos orgullo intelectual
y de logros, nadie fue movido más que por una curiosidad innata profunda para
descubrir la verdad por sí sola, impasible por ninguna tendencia emocional;
nadie vino con una determinación más fija que no fuera el camino marcado por la
ciencia. Ejercité una opinión sin límites en los temas de los médiums
observados, y efectué un constante control total de las condiciones físicas de
cada experimento en las cuales participamos. Utilicé en la mayor medida posible
mis facultades críticas en la examinación y la evaluación de los resultados; y
sobre todo, sosteniendo una fija determinación de repetir sesiones productivas
una y otra vez, hasta que los fenómenos fueran establecidos no sólo una vez,
sino muchas veces. Solamente con esta actitud que yo tuve, pueden mantener su
salud estos temas”.
“Todavía de otra cosa estoy seguro: este estándar de ejecución lo
mantuve siempre. Comenzamos con hechos y con hechos hemos terminado. Comenzando
con experimentos de telepatía en 1918, en 1921 pasamos a la telekinesia, esos
movimientos asombrosos de objetos materiales sin ninguna causa física visible o
conocida. Estos fueron estudiados de vez en cuando durante muchos años. Fueron
encontrados ser verdaderas ocurrencias, el producto de una combinación de
fuerzas superiores a lo normal y que no se abren por lo general a su estudio.
Pasamos a los fenómenos subjetivos producidos espontáneamente por la apariencia
del trance profundo en nuestros primeros médiums. A esto también le dimos una
cercana atención, no sólo una vez sino cientos de veces. En esto se encontraron
igualmente ciertas manifestaciones de una naturaleza psíquica, viniendo de una
región en el organismo humano colocado más allá del alcance de un ser normal”.
“Después de esto vino la entrada inesperada al campo del
teleplasma. Durante cinco años, desde 1928 hasta 1933, hicimos este estudio. A
través de todas estas etapas las inteligencias nos llevaron, dirigieron,
cooperaron con nosotros, e hicieron lo mejor para mantener las condiciones
rigurosas de la técnica en la sesión según lo demandado por los difuntos. Al
igual que la mayoría de los investigadores en el pasado, reacios a encarar al
principio a estos asombrosos agentes y hacerles caso en sus demandas igualmente
asombrosas, fuimos forzados – si así los fenómenos eran asegurados y los hechos
dispuestos a afrontar el examen, entonces valía la pena – a capitular y caminar
humildemente frente a su mayor conocimiento en estos asuntos. No hago ninguna
apología por esta situación. No puedo porque no estaba en nuestros planes.
Ellos llegaron y ese fue el final del asunto. O trabajábamos con ellos o nos
retirábamos atemorizados por el asunto; escogimos lo primero. Para los que
creen que mis conclusiones son demasiado increíbles para sus creencias, o
demasiado excepcionales o extrañas para su gusto, les recuerdo con toda
cortesía estos hechos no son míos sino de la naturaleza. Y como naturaleza,
pueden aceptarla o rechazarla. ¿Y como Madre de todos nosotros, se puede dudar
de su integridad? Yo, por ejemplo, sabiendo lo que hago, no puedo hacerlo. Yo
estoy dispuesto a observar lo que ella me ofrece. Pero si elijo, puedo llevar
mi tiempo acerca de decidir con respecto al valor de estos hechos para la
ciencia y para mí personalmente. Y éste es también el privilegio para el
lector.
“Poco equipados para una aventura tan grande, espero que mi
trabajo haya llegado más lejos de lo esperado por nosotros para los diferentes
fenómenos que tuvimos el privilegio de presenciar. Hemos dado lo mejor de
nosotros, que es lo máximo que ningún hombre puede dar.
“La verdad camina a la intemperie sin mucha ropa. A primera vista,
todas las prendas de ropa pueden no parecer igualmente hermosas; pero, al
quitarlas, ella se coloca delante, erguida y pura, con su mano señalando las
trayectorias que nos llevan a lugares de mayores descubrimientos, que la
ciencia no pensó posibles. Mi esperanza es que nuestra pequeña acción puede
llevar a los mayores descubrimientos. No puedo aventurarme a suponer cuán
distantes estamos de esos grandes días, pero ellos vendrán, de eso estoy seguro
...” (1)
POSDATA
La filosofía materialista mecanicista de finales del siglo XIX,
basada en la ley newtoniana de la física, consideró al hombre como una suma de
procesos biológicos ordenados, y a la mente como una función única del cerebro
y perecedera por la muerte. Este punto de vista materialista ha chocado con un
nuevo pensamiento, el quantum y la física teórica. La teoría de Einstein de la
relatividad ha demostrado la equivalencia entre la materia y la energía, y su
aplicación en la fisión nuclear. La búsqueda del último componente de la
materia dirige a la ciencia a considerar algo más allá del átomo, del electrón,
del neutrón, del neutrino; la respuesta bien puede ser energía pura.
Ya en 1930 Sir James Jeans, físico, astrónomo, filósofo y músico
amateur, en las páginas 148 y 149 de su libro The Mysterious Universe, especuló:
“… Hoy en día existe un amplio grado de acuerdo, casi unánime, que
el aspecto físico del enfoque de las ciencias se encamina a una realidad no
mecánica: el universo empieza a parecerse más a un pensamiento que a una gran
máquina... El viejo dualismo mente y materia... parece probablemente que
desaparecerá... a través de la materia sustancial está la solución en sí misma,
una creación y manifestación de la mente...”
Desde el final de la tecnología de la Segunda Guerra Mundial, los
científicos han dado pasos gigantes hacia delante para ayudar al hombre a
aprender más sobre su posición en el universo exterior, y sobre las
profundidades insondables de su ser interior. Los hombres se han disparado
hasta la superficie de la Luna y volvieron sanos y salvos a la Tierra. Naves
espaciales no tripuladas están actualmente explorando las atmósferas y las
superficies de los planetas distantes de nuestro sistema solar y transmitiendo
la información importante a la Tierra. Gracias a los satélites mundiales nos
ponemos en contacto de forma casi instantánea con los acontecimientos que
suceden en otras partes de la superficie de nuestro planeta.
La parapsicología, una vez fue el patito trasero de la ciencia por
su conducta, ha sido reconocido recientemente como una verdadera disciplina por
la American Association for the Advancement of Science [Asociación Americana
para el Avance de la Ciencia]. Utilizando el equipo más sofisticado y sensible
para vigilar y medir las corriente eléctricas muy pequeñas descargadas por
todos los seres vivos y las actividades en todas partes, esta nueva ciencia ha
mostrado que el asunto en muy complejo. Literalmente miles de experimentos
cuantitativos han establecido preguntas más allá de la realidad de la
telepatía, la clarividencia, la clariaudiencia, la psicokinesis, la
psicometría. Aunque se considere tales trabajos de magia en el reino de la
superstición, estas capacidades anteriormente dudadas de la mente humana, ahora
han demostrado que existen, y también han capaces de funcionar más allá de la
estructura física de la vida del cerebro humano.
Desafortunadamente la Parapsicología, como ciencia, no tiene una
investigación extensa en esta área de los fenómenos psíquicos conocidos como
Materializaciones o Teleplasmas.
Más trabajos de los pioneros como Crookes, Crawford, Mme Bisson,
Schrenck-Notzing, Richet, Osty y Geley, establecieron firmemente la realidad de
las Materializaciones sobre una base experimental.
Lo mismo puede ser dicho de muchos fenómenos físicos verificados y
observados entre 1920 y 1930 por el Dr. L. R. G. Crandon y sus socios en
Boston, U.S.A. con el médium “Margery” (nombre durante las sesiones para Mina
Crandon, mujer del Dr. Crandon).
Este informe de los experimentos de Hamilton ha presentado una
exposición de verdaderos fenómenos, inextricablemente ligado a fenómenos
psíquicos, mentales y complejos, todo parece a instancias de personalidades
invisibles, racionales e integradas, que ha demostrado el trabajo en un
principio espiritual benéfico como motivo principal, no una vez sino muchas
veces.
Validado repetidas veces bajo las condiciones más exigentes de
control, la prueba de la existencia de estos fenómenos y las inteligencias
sorprendentes que afirman haberlos producido, es sin duda de una gran
importancia a la ciencia en su conjunto, señalando como un nuevo concepto de
masa y energía, donde las dos has demostrado ser intercambiables.
El hecho de que muchos fenómenos psíquicos físicos han sido
vistos, sentidos, analizados, fotografiados por hombres y mujeres de integridad
e instrucción científica sana, de una generación anterior, constituye un
desafío para la Parapsicología actual para llegar donde estas zonas fueron
colonizadas por investigadores que llegaron tan lejos. Mucho más debe ser
conocido de la fuente de la energía que puede aparecer como una nube, una
sustancia semisólida, una imitación de una mano o asumir la semejanza de una
cara humana ¿Está basado en la energía nerviosa de algún tipo? ¿Si es eso, qué
clase de energía y de dónde viene? ¿Está basado en algún tipo de campo
eléctrico o magnético, que rodea o sale del cuerpo físico de la persona
psíquicamente talentosa a la que llamamos médium? ¿Cómo relaciona su existencia
y efusión a la imaginación o a la voluntad de la personalidad del trance? Estas
son algunas de las preguntas que uno podría hacerse sobre la sustancia
misteriosa.
Hace alrededor de cuarenta años, en una carta privada de noviembre
de 1933 al Sr. Stanley de Brath (por entonces Editor de British Psychic Science Quarterly), con respecto a la cara de
‘Katie King’ en el fenómeno del abril de 1932, el Dr. Hamilton escribió:
“Podemos interpretar razonablemente los fenómenos aquí establecidos
como la prueba de existencias distintas a la nuestra. Creo que estas
existencias están vinculadas entre sí por la energía de una u otra forma, los
habitantes de cada ser particularmente adaptadas a sus peculiaridades del
ambiente.
El trabajo del “Fenómeno de Katie King”, publicado en 1934 en el
the B. P. S. Quarterly, el Dr.
Hamilton se extendió aún más en este concepto:
“Sin duda es un hecho que muchos de nosotros hemos crecido más o
menos acostumbrados a la idea de que los rostros de los difuntos pueden
reflejar, o mejor dicho, representarse por la sustancia teleplasma. Nos resulta
mucho más difícil acostumbrarnos a encontrar otros objetos como el cabello,
prendas de vestir y velos. Estamos estupefactos por lo que estos fenómenos
implican.
“Los lectores familiarizados con el trabajo de la Escuela Francesa
de investigadores recordarán las declaraciones del catedrático Charles Richet,
científico y ganador del eminente Premio Nobel de medicina en 1913 por su
trabajo en Anafilaxia. En su monumental libro Thirty Years of Psychical Research indica: ‘Hay pruebas amplias
relacionadas con experimentos de materialización (Teleplasmas) que debe tomarse
como hecho científico’. Y el lector también puede recordar que este mismo
investigador define ‘teleplasma’ como ‘la formación de objetos diversos... que
toman la apariencia de la realidad material, ropa, velos y cuerpos vivos’. De
ahí la aparición en Winnipeg de velos y pelo producidos por medios
sobrenaturales, está en consonancia con los fenómenos ya observados en Europa
por un prestigioso e incuestionable científico.
“Es de recordar sin embargo que los
fenómenos observados por Richet y otro sabios continentales fueron solamente el
producto del organismo del médium. Las materializaciones de ‘Katie’ y ‘Lucy’ que
hemos fotografiado aquí son el producto aparente de diversos médiums,
funcionando con su organismo más o menos al mismo tiempo. Tomados en conjunto
como es el hecho de que nuestros diversos controles muestren un conocimiento
antes de que suceda nada sobre la naturaleza y características principales de
cada teleplasma fotografiado, este hecho hace que sea necesario que los
experimentadores en Winnipeg admitan dos posibilidades:
1.
Que las inteligencias del trance de ‘Alba’,
‘Ewan’ y ‘Mercedes’ existan aparte de las de ellos.
2.
Que sean conscientes de las realidades
objetivas determinadas, en apariencia muy similares.
“Reflexionando
sobre nuestras teorías actuales sobre la materia y la energía, y recordando que
todas nuestras percepciones sensoriales dependen una de la otra de diversas
formas de energía (energía asociada en todos los casos con formas fijas a las
que llamamos ‘elementos’ o ‘materia’) no tenemos mucho que añadir para aceptar
esta hipótesis como razonable.
“Podemos postular realidades objetivas constituidas
de energía estabilizada de otro orden diferente a nuestro equipo sensorial que
no suele detectar. De esta manera, la realidad objetiva del mundo invisible es
una posibilidad lógica.
“¿Asumir la realidad de energía-formas
de otro mundo, que vienen a manifestarse momentáneamente (o reflejarse) en
nuestro mundo?
“En mi opinión, la respuesta es que el
teleplasma es un estado visible de otro estado invisible presumido. Baso mi
suposición en un estudio de la masa de sesenta fotografías hechas durante los
últimos cinco años (1928-1934). Yo considero el teleplasma como una sustancia
sumamente sensible, que responde a otras energías y al mismo tiempo visible en
nuestro mundo físico. Por lo tanto, constituye una sustancia de intervención
por medio del cual las inteligencias trascendentales están habilitadas, por
procesos desconocidos ideoplasmáticos u otros, para transmitir su concepción de
ciertas energías, formas que aparecen objetivas a ellas, en los términos de
nuestro mundo y de nuestra comprensión...
“Como en cada rama de la indagación
humana en su principio, los misterios que confronta son profundos. No obstante,
aquí como en otra parte, nosotros encontraremos la ley natural sostenida en su
dominio inviolable...”
“Los signos están aumentando rápidamente,
señalando el hecho de que antes de esta larga investigación, la Investigación
Psíquica, ocupará su lugar entre las ciencias reconocidas. La utilidad que dará
a la humanidad nadie puede predecirlo. Ya sabemos que hemos descubierto una
nueva fuerza psíquica, o la telekinesis, y una nueva sustancia, el teleplasma,
y verdaderamente como en la prueba indiscutible de la supervivencia de la
personalidad humana después de la muerte. E incluso como Myers vio hace unos
treinta años, por su estudio de fenómenos psíquicos, nosotros vislumbramos “una
última incandescencia donde la ciencia y la religión se funden en una”,
rudimentario y provisional pero que hará satisfacer la verdad final buscada por
la mente del hombre” (De Myers, en su libro: La Personalidad Humana y la
Supervivencia de la Muerte Corporal [Human
Personality and its Survival of Bodily Death ])
La solución del misterio entre la
energía y la vida es la tarea más grande que tenemos que solucionar. Nunca será
resuelto completamente; pero el descubrimiento de cada nueva ley nos acerca un
paso más por el laberinto. Somos turistas, exploradores, si usted quiere.
Permítanos hacer nuestra tarea alegremente, enérgicamente, y con ese grado de
cooperación y buena voluntad que sólo se encuentra en hombres de mentes
abiertas y receptivas”.
MARGARET LILLIAN HAMILTON
Winnipeg, Manitoba, Canada.
1
de Marzo, 1976.
REFERENCIAS
(1) T. G. Hamilton. No Publicado.
INTRODUCCIÓN, PREFACIO, CONTRAPORTADA, C1, C2, C3, C4, C5, C6, C7, C8, C9, C10, C11, C12, C13, C14, C15, C16, C17