- APÉNDICE A - Los Experimentos del Dr GELEY (El Mensaje Vital)





 - APÉNDICE A -

LOS EXPERIMENTOS DEL DOCTOR 

GELEY






No podría imaginarse nada más fantástico ni más singular que los experimentos del Dr. Geley en Francia. Ante tales resultados el cerebro, aun el e un hombre entrenado en los estudios psíquicos, permanece aturdido, en tanto que el del sabio ortodoxo que no ha prestado importancia a estos fenómenos se queda absolutamente desconcertado. En el informe que presentó en enero del año pasado al Instituto General Psicológico de París, el Dr. Geley escribe: “No digo únicamente que no ha habido fraude: digo que no ha habido posibilidad de fraude. En casi todos los casos las materializaciones se han efectuado ante mis propios ojos, y yo he observado toda su génesis y su desarrollo.” A esto añade que en el curso de los experimentos más de cien peritos, en su mayor parte médicos, comprobaron los resultados.


Estos resultados pueden exponerse brevemente como sigue. Una sustancia particular y blanquecina emanaba del sujeto, una joven llamada Eva. Una parte de esta sustancia le salía de la piel; otra, en particular de la boca. Esta sustancia fue fotografiada en cada período de su producción, y las fotografías han sido incluidas en el libro impreso. Lo suficientemente sólida para poder ser tocada y fotografiada, esta sustancia ha sido llamada ectoplasma. Constituye una nueva especie de materia, emanada visiblemente del mismo sujeto y reabsorbiéndose en él al terminar el experimento. Se desprende en abundancia suficiente para cubrirle a veces por entero como un delantal. Es blanda y pegajosa al tacto, pero variable en la forma y hasta en el color. Su producción causa sufrimientos al sujeto y le arranca quejidos. Toda violencia para con ella parece repercutir igualmente sobre él. Un brote brusco de luz, como en la fotografía al magnesio, puede motivar o no una reacción del ectoplasma; pero siempre le causa un espasmo al sujeto. Cuando se ha reabsorbido, los vestidos que ha atravesado no conservan rastro alguno de ella.


Si esto no es maravilloso, ¡cómo será lo que queda por decir! La propiedad más notable del ectoplasma, puesta en absoluto de manifiesto por la fotografía, es que se agrega o se coagula en forma de miembros humanos, de dedos, de manos, de rostros completamente esquemáticos y rudimentarios al principio, pero que rápidamente se funden y se desarrollan hasta que ya no se los puede distinguir de los seres vivos. ¿No es éste el fenómeno más extraño, más inexplicable que hayan observado nunca los seres humanos? Por lo general, esto rostros o estos miembros son de tamaño natural; pero a veces sucede que parecen verdaderas miniaturas. Otras veces empiezan por ser miniaturas y luego adquieren todo su desarrollo. En su primera aparición en el ectoplasma, el miembro sólo tiene una dimensión: no es nada más que un plano de materia que rápidamente se hincha hasta que adquiere las tres dimensiones y resulta completo. Puede no ser más que un simulacro, como una mano de cera, o bien puede hallarse dotado de la facultad absoluta de coger otra mano y tener todas las articulaciones en perfecto estado de funcionamiento.


Los rostros tan singularmente obtenidos son dignos de estudio. Parece ser que nunca han reproducido las facciones de una persona que el Dr. Geley conociera en vida (El Dr. Geley me escribe que estos rostros tampoco son conocidos de la médium). La impresión que yo he sacado después de haberlos examinados es que probablemente serán conocidos del sujeto, pues son caras de jóvenes que ofrecen el tipo  de la pequeña  burguesía francesa, tales como las que yo supongo que Eva acostumbraba a tratar. Debe añadirse  que Eva aparece también en las fotografías al mismo tiempo que estos simulacros de humanidad. Las figuras son, en suma, bonitas y atrayentes a la vez, aunque de un carácter un tanto frívolo y poco refinado. Este último epíteto no podría aplicarse a la mayor y la más perfecta de las fotografías, pues representa a una joven bellísima cuyo rostro tiene una expresión de verdadera espiritualidad. Algunas de las figuras sólo aparecen formadas en parte, lo que les da un aspecto grotesco y repelente.


¿Qué debemos inferir de tales fenómenos? ES inútil que los engañemos diciéndonos que puede tratarse de un error o una ilusión. No se trata de ninguna de estas dos cosas. Estos resultados particulares, además de que han sido comprobados rigurosamente, corresponden estrictamente a los de Lombroso en Italia, Schrenk-Notzing en Alemania y otros observadores escrupulosos. Al considerarlos debemos tener en cuenta una cosa: su anormalidad. Puede calcularse que entre un millón de personas no hay una sola que posea semejantes poderes, si es que pueden calificarse de poder a una cosa que se halla fuera de nuestra volición. El mecanismo del médium materializador ha sido explorado con penetrante inteligencia e infatigable celo por el Dr. Geley, y aun cuando se suponga, como puede suponerse justamente, que para conseguir resultados todos los médiums materializadores pasan por estados semejantes, no resulta menos cierto que tales médiums son sumamente raros. El Dr. Geley menciona como un fenómeno análogo de orden material los quistes dermoides, esa formaciones misteriosas que nacen a modo de pequeños tumores en cualquier parte del cuerpo , especialmente por encima de las cejas y en los que el cirujano encuentra al abrirlos cabellos, dientes o embriones de hueso. La analogía señalada no es dudosa, pero el quiste dermoide se encuentra al menos en el mismo plano natural de carne y de sangre que el feto que puede contener, en tanto que con el ectoplasma nos hallamos ante una formación enteramente nueva y extraña.


No es posible definir exactamente lo que pasa en el caso del ectoplasma. A causa de su relación vital con el médium y de su naturaleza evanescente, no ha sido separado, ni siquiera sometido al más sucinto análisis susceptible de demostrar si se compone de los elementos terrestres que nosotros conocemos. ¿Se tratará más bien de cierta coagulación del éter, que introduce en nuestro mundo una sustancia nueva? Esta hipótesis parece la más probable, pues una comparación con las sustancia análoga examinada en las sesiones del Dr. Crawford, en Belfast – sustancia que, aun que apenas visible, es capaz de levantar un peso de ciento cincuenta libras -, permite creer en algo completamente nuevo en el dominio de la materia.


Pero dejando a un lado, como ajena a la presente especulación, la cuestión de saber cuáles pueden ser el origen y la naturaleza del ectoplasma, me parece que los experimentos de Geley pueden ser el punto de partida de ideas muy sugestivas en la dirección de las otras manifestaciones de la actividad psico-material.


En primer término, consideremos los clásicos experimentos de Crookes con Katie King. Si durante mucho tiempo fueron un resultado único, aislado de los demás, hoy día puede abordárselos tras progresos intermitentes, pero definidos. Así, podemos suponer que durante los largos períodos en que Florrie Cook se hallaba tendida en plena oscuridad en el laboratorio, períodos que en algunas ocasiones duraban una hora o más, el ectoplasma se desprendía de ella como de Eva. Luego se agregaba en nube o en columna viscosa cerca de su cuerpo. Después, del modo que ya he dicho, se desprendía de esta nube la forma de Katie King. Por último, se rompía la ligadura y el cuerpo, completo ya, iba a presentarse a la puerta de comunicación entre las dos habitaciones, mostrando una persona que no tenía de común con la médium nada más que el sexo y que, sin embargo, se hallaba formada en todo o en parte de elementos extraídos del cuerpo de ésta. Hasta aquí, los experimentos de Geley arrojan una viva luz sobre los de Crookes, y en este punto el espiritista debe prepararse , a mi parecer a tropezar con una objeción más formidable que los absurdos alegatos de fraude o de ilusión óptica. Esta objeción es la siguiente: si el cuerpo de Katie King, espíritu, se deriva del cuerpo de Florrie Cook, médium, ¿qué seguridad tenemos de que el principio vivo que contiene no sea en realidad una de las personalidades de que esté formado el ser complejo llamado Florrie Cook? Esta cuestión ha de ser examinada con cuidado. No bastaría decir que la naturaleza de Katie King es notoriamente superior, pues suponiendo ue Florrie Cook represente el tipo medio de cierto número de personalidades puede ser de un nivel mucho más elevado que el conjunto. Sn penetrar en el fondo del problema, puede decirse únicamente que las declaraciones hechas por el mismo espíritu acerca de su personalidad deben tenerse en cuenta, y asimismo que un fenómeno aislado debe ser considerado en relación con todos los demás fenómenos psíquicos cuando se busca una explicación exacta.


Ahora consideremos la idea de un ser humano que tiene el poder de emitir una sustancia visible con la que se forman rostros que parecen representar individualidades distintas y que en los casos extremos se desarrollan hasta convertirse  en formas humanas completas e independientes. Tomemos este hecho extraordinario y veamos si por una extensión o una modificación del resultado adquirido no llegamos a obtener algunas indicaciones sobre el modus operandi en los demás fenómenos psíquicos. A mi parecer, podemos obtenerlas, no análogas a una certeza, es cierto, pero sí equivalentes a una  probabilidad, con relación al modo de producirse ciertos resultados hasta entonces inexplicables. En todo caso es una especulación provisional, que puede sugerir una hipótesis que los observadores futuros destruirán, modificarán o confirmarán.


He aquí lo que yo quisiera sugerir. Desde el momento en que un médium materializado potente puede emitir una nube de una sustancia visible, ¿no podrá emitir un médium menos potente una nube similar, con propiedades análogas, insuficientemente opaca para ser vista por ojos ordinarios, pero susceptible de impresionar al mismo tiempo la placa sensible de la máquina fotográfica y la facultad del clarividente? Si es así, y no parece que la proposición sea muy aventurada, tenemos en el acto la explicación de las fotografías y de las visiones de la clarividencia. Cuando hablo de explicación, me refiero al método superficial de la formación de esta nube y no a las fuerzas que obran detrás, las cuales no dejan de ser menos misteriosas, aun cuando admitamos con el Dr. Geley que son “ideoplásticas”.


Aquí tenemos, creo yo, una especie de ensayo de generalización que podría servir para hacer salir de este caos algunos síntomas de orden. Es concebible que la emanación más tenue percibida por el clarividente se extienda mucho más que el material y espeso ectoplasma, pero que tenga la misma propiedad de moldearse sobre la vida, aunque  sus formas vivas sólo sean visibles para el clarividente. Así, cuando Mr. Tom Tyrrell, o cualquier otro que esté autorizado, se instala en el estrado, su emanación llena toda la sala. En esta emanación, como en el ectoplasma visible de los experimentos de Geley, se recortan los rostros y las formas de los seres del Más Allá, que son atraídos por su simpatía hacia los diversos miembros de la concurrencia. Estos rostros y formas son vistos y descritos por Mr. Tyrrell, que , con sus sentidos puestos finamente al diapasón y cuidadosamente mantenidos (pues apenas come y bebe los días de la sesión), puede oír la imperceptible voz de arriba, que anuncia sus nombres, da sus antiguas direcciones y transmite sus mensajes. Asimismo, cuando Mr. Hope y Mrs. Buxton se colocan con las manos juntas por encima de la máquina fotográfica, proyectan realmente un ectoplasma vaporoso, del que se elevan las formas que aparecen en la placa. Es posible que yo tome una analogía por una explicación; pero aventuro la teoría por lo que pueda valer.


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