EL SEXTO SENTIDO DE LOS
GATOS
Se habla del sexto sentido porque, como es sabido, existen
cinco sentidos principales: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto,
aunque es bien cierto que se conocen otros más como, por ejemplo, el del
equilibrio. Así que se atribuye al sexto sentido todas aquellas capacidades,
que demuestran poseer algunos animales, como sentido de la orientación,
telepatía, premonición, psicocinesis, etc. algunas de ellas, que en otros
tiempos parecían increíbles, están hoy ampliamente explicadas: es el caso del sentido
de orientación de las aves y de otros animales migratorios. Otras capacidades
todavía se resisten a nuestra comprensión, aunque tanto los científicos como
los parapsicólogos han efectuado numerosos intentos de encontrarles
explicación.
Reencontrar a su amo
En lo que al gato concierne, el primero de estos poderes es
la capacidad para regresar a su amo. De vez en cuando los diarios informan
sobre la pasmosa aventura de un gato (o de un perro) que ha recorrido
centenares de kilómetros para reencontrar a su amo.
Los ejemplos son numerosísimos. En abril de 1977, en
Francia, un gato llamado Pompon apareció de nuevo ante su amo, residente en
Fontainebleau: al parecer había partido dos años antes de Sanary, en el
departamento de Var, situado nada menos que a 900 kilómetros de distancia.
En 1978, y de nuevo en Francia, cerca de Vierzon, otro gato,
Minouche, se escapó del automóvil de su propietario y regresó a su casa, en
Dôle, situada a más de 400 kilómetros; el pobre Minouche estaba depauperado y
tenía las uñas completamente consumidas.
En Australia, hará unos doce años, parece ser que un gato
recorrió nada menos que 2400 kilómetros para regresar a la casa de su amo,
quien lo había perdido mientras estaba de camping; éste relató: “Estaba muy
sucio y espantosamente flaco, pero apenas lo llamé por su nombre sus ojos se
iluminaron y empezó a ronronear”.
Estos episodios adquieren notable importancia cuando se
considera que el gato no es, bajo ningún concepto, aficionado a efectuar largas
caminatas. Una de las historias más veces contadas sobre este tema es la del
persa Sugar, que vivía en California con sus amos. Un día estos señores
decidieron trasladarse a Oklahoma y partieron tras instalarse a Sugar en la
parte posterior del automóvil. Sólo después de varias horas de viaje se dieron
cuenta de la desaparición del gato: evidentemente, saltó por una ventanilla que
había quedado abierta. Resignados, los propietarios de Sugar continuaron el
viaje hasta alcanzar su nueva residencia. Pasaron algo así como catorce meses y,
cierto día, vieron entrar un gato por la ventana de la cocina; lo primero que
hizo el animalito fue saltar a los brazos de la dueña de la casa: era Sugar, al
que se identificó por la malformación de la cadera. ¡Había recorrido cerca de
2500 kilómetros!
En su libro L´ âme des
animaux (el alma de los animales) el escritor Jean prieur refiere la
sorprendente aventura de la gata Amado, que apenas recorrió 25 kilómetros, pero
cuya gesta no es menos excepcional teniendo en cuenta que estaba ciega.
La gatita pertenecía a una vieja campesina de Provenza,
quien, sintiéndose próxima a morir, la había confiado a una amiga residente a
25 kilómetros de distancia, en la otra orilla del Ródano. Quince días después,
la ex propietaria de Amado oyó un maullido ante la puerta de su casa; corrió a
abrir y reconoció a su Amado, reducida a condiciones lamentables, delgadísima,
completamente enlodada y con las patas ensangrentadas. ¿Cómo pudo esta gata ciega
hallar el camino de regreso teniendo en cuenta que en la zona, en un tramo de
20 kilómetros, no existe un solo puente que atraviese el Ródano?
Los citados ejemplos – unos cuantos entre los muchísimos
existentes -, obligan por tanto a admitir que el gato posee la capacidad de
volver a encontrar a su amo.
El caso más frecuente, el del gato que regresa a su anterior
domicilio, es quizás el más explicable: el animal quiere recuperar a su amo impulsado
por el hambre, la inquietud, el afecto y el deseo de volver a tener cuanto
perdió y entonces, mediante un proceso aún misterioso, busca la dirección
aproximada que debe tomar.
A partir de entonces, el gato recurre a un método de
aprendizaje por tanteos y errores, avanzando mediante una serie de asociaciones
visuales, olfativas, acústicas o cualquier otro género. Busca un sonido
familiar, como por ejemplo, el de las campanas; olores conocidos, caminos que
antes recorrió. En otras palabras: el gato pone en funcionamiento su memoria
asociativa. De indicio en indicio, volviendo , si es preciso, sobre sus propios
pasos, termina por alcanzar la meta… Esta explicación resulta menos convincente
cuando el gato recorre enormes distancias, o bien cuando se reúne con su amo en
un lugar en el que nunca estuvo antes.
Los gatos médiums
El teósofo sueco Emanuel Swedenborg (1688-1772) afirmaba que
los animales eran “brújulas vivientes” gobernados por “campos de acción absolutamente
desconocidos para el hombre”; hoy, algunos no temen hablar de los gatos médium,
y a tal efecto se han propuesto atrevidas explicaciones introduciendo en el
juego un sentido desconocido: el llamado “psitrailing”. Según esta teoría,
existiría una especie de comunicación telepática entre el gato y su dueño o
entre el gato y determinadas personas, que guiaría al gato perdido por medio de
vibraciones que éste sería capaz de percibir. Los egipcios ya creían en este
tipo de telepatía: en un papiro descubierto en Saqqâra se puede leer: “Cuando
tú piensas, él (el gato) te comprende aun si tus labios no se mueven ni tu boca
pronuncia palabra alguna. Él lee en ti con la mirada de los dioses.” También en
la Edad Media los brujos llegaron a ser acusados de comunicarse con sus gatos
por vía telepática.
Algunos investigadores han tratado de probar la existencia
de contactos telepáticos entre hombres y animales. Por ejemplo, el octor Karlis
Osis, miembro de la Sociedad Americana para la Investigación Psíquica, cree
haber demostrado la capacidad de transmisión de pensamiento entre el hombre y
el gato con el siguiente experimento: el animal debe elegir entre dos cuencos
de comida colocados en el extremo de una caja en forma de T; el experimento
intenta, mediante la transmisión del pensamiento , inducir al gato a elegir un
cuenco en vez del otro, y en la mayoría de los casos se cumple el intento.
Por su parte, un investigador alemán, H. Schmidt, ha ideado
un dispositivo capaz de poner de relieve la existencia de una cierta
psicocinesis en los animales, es decir, de una capacidad del cerebro de influir
sobre sus sistemas físicos, por ejemplo, moviendo objetos o modificando su
estado físico sin el concurso de las actividades motoras anormales. El dispositivo
está formado por un “generador de casualidad” que envía corriente, al azar a
dos lámparas de rayos infrarrojos, alternativamente y sin que sea posible
predecir cuál de las dos se iluminará. En su conjunto y en un determinado
período de tiempo, ambas se iluminará idéntico número de veces. Una de las
lámparas se coloca en un recinto no especialmente caldeado y donde se introduce
un gato. De pronto, tras la incorporación del animal, el funcionamiento del generador
se vuelve anómalo: la lámpara emplazada en el recinto donde se encuentra el
gato se ilumina, en efecto, con más frecuencia que la ora, como si el cerebro
del animal, deseoso de mayor calor, fuese capaz de influir en el funcionamiento
del generador.
Apenas el gato se aleja del recinto todo vuelve a la
normalidad, y ambas lámpara vuelven de nuevo a encenderse con la misma
frecuencia. De todos modos, se ha constatado que estos poderes, denominados “efecto
Schmidt” son temporales y se extinguen al cabo de seis días.
Meteorología felina
Otra de las notorias capacidades del gato es la predicción
del tiempo, según una creencia popular, si un gato, en el momento de efectuar
su aseo, pasa una pata sobre una de sus orejas, es señal de que la lluvia, o la
tormenta, está muy próxima.
En realidad se cree que el gato se pone nervioso porque su
piel se carga de electricidad, y se excita a causa de laspequeñas descargas que
se producen cuando toca un objeto cualquiera; por eso comienza a arañar los
tejidos y a trepar por las cortinas. Cuando rasca el suelo, en cambio, establece
la dirección de donde va a soplar el viento. Para anunciar buen tiempo el gato
ronronea y no se frota la nariz durante su aseo. Desde luego, esta meteorología
felina no siempre es fiable, como tampoco lo es, por lo demás, la humana.
El tiempo de morir
¿Anuncia el gato su propia muerte? Sobre el tema se han
efectuado distintas observaciones más o menos válidas. En algunas ocasiones se
han encontrado muerto un gato que la tarde anterior había requerido
insistentemente acariciado largo tiempo por su amo, o bien que había ido a
refugiarse durante mucho rato debajo de un mueble.
En su Autobiografía
espiritual (1948) el filósofo ruso Nicolaj Berdjaev cuenta que su gato
Mourry, sintiendo próximo su fin, se arrastró hasta la habitación de una
persona gravemente enferma, saltó sobre su cama y, súbitamente murió.
El gato podría ser capaz de sentir la próxima muerte de un
ser humano; muchos afirman que los gatos acuden a los lechos de los enfermos
que van a morir en el término de escasas horas. Se cuenta que en París un gato,
cuyo propietario estaba muy enfermo, comenzó a maullar desesperadamente y a
agitarse hacia las tres de la madrugada: era el momento en el que su amo
agonizaba… Después, el gato rehusó penetrar en la estancia antes ocupada por su
amo.
Parece, además, que los gatos se percatan del abandono
definitivo que significa la muerte, y se sabe de gatos que se han negado a
abandonar la tumba de su amo.
El comportamiento del gato es, desde luego, extraordinario:
es un universo aún en gran parte inexplorado, más extremadamente interesante.
El Gato- Planeta De Agostini,
Volumen 1, fascículo 2
********* Anexo externo al artículo por esta web:
Voy a relatar un
suceso parecido al aquí expuesto, ocurrido hace años, cuando mi perra, viviendo
muchos años, cerca de 24 años, había vivido en la casa de arriba con sus dueños,
muertos ellos, acabó en el piso de abajo con los hijos de estos, así vivió
muchos más años. El día antes de su muerte (la de la perra), fue encontrada,
por de noche, intentando subir las escaleras, para subir, pese a que llevaba
mucho tiempo sin intentarlo, ya que estaba muy vieja y había desechado
cualquier intento de subir un escalón, que por otro lado era da su misma
altura, pero esa misma noche, estaba en el primer escalón, intentando subirlo,
rascando y resbalándose, ya que no podía poner las patas de delante en el
escalón. Cuando la vi, me sorprendió mucho que a estas alturas y en mitad de la
noche intentara subir. A la mañana siguiente la perra apareció muerta. Creo que
ella vio que iba a acabar y quería terminar en el mismo sitio donde pasó la
mayor parte de sus primeros días, y donde tuvo sus primeros amos, aunque no lo
consiguió, la idea quedó bastante clara.
F.P.