Fotografía 28, M. Frondoni Lacombe


M. Frondoni Lacombe

Fotografía 28


Sesión del 18 de diciembre de 1914. A las nueve de la noche.- Animada de estos propósitos, nos reunimos en casa de la condesa la señora Pousa, mi esposo, la señora Furtado y yo.

La señora Furtado, accediendo a mis ruegos, cerró el piano con llave, quedando alumbrado éste por la luz roja, colocada sobre él. Ambas hicimos la minuciosa inspección de costumbre, y cerramos herméticamente todas las puertas.

Consultamos el velador y se presentó un nuevo personaje. Era, al parecer, el marido de la señora Furtado, y nos dijo que no quería dejarse fotografiar porque no se acordaba de cómo era su rostro; pero que le reemplazaría su compañera. El señor Furtado se había separado de su esposa, y murió luego de haber hecho vida común con una amante, cuya suerte ignoraba la señora Furtado. Ninguno de nosotros conocía entonces este detalle.

Todos sentados y con las manos enlazadas, apague la luz, y la sesión continuó con la señal para la fotografía.

Hizo explosión de magnesio y nada vimos a su resplandor, pero casi inmediatamente apareció delante de la luz roja un fantasma vestido de gris, se deslizó por delante del piano e inmediatamente y después de su paso sonaron dos notas dentro del instrumento, que todos veíamos perfectamente.

La señora Furtado, al ver la aparición, quedó tan impresionada que se agarró medrosa al brazo de mi esposo, y, para tranquilizarla, la condesa exigió que se diera la luz;  pero, accediendo a mis ruegos, continuamos, sin obtener más fenómeno que el del velador que se nos escapó pasando por encima de la cabeza de la condesa.

Oímos a continuación la señal para terminar, y vimos que una caja colocada en la gran mesa había sido trasladada a lo alto de una de las bibliotecas, y que un ramito de mimosa colocado por mí en la misma mesa había atravesado las paredes, porque lo encontramos en el fondo del corredor, lejos de las puertas que daban acceso a la sala de las sesiones, y que estaban todas cerradas con llave.

Al revelar la placa en mi casa apareció el retrato de una mujer que desgraciadamente, se había tapado el rostro con el brazo (véase lámina XVI).

Es de notar en esta sesión que se presentaron dos fantasmas: el uno vestido de blanco, que es el fotografiado, y el otro de gris oscuro, que apareció delante de la luz roja y que tanto asustó a la señora Furtado, que ya no quiso asistir a más sesiones. Se trata, sin embargo, de una mujer muy inteligente, conocidísima en Lisboa, y una de nuestras mejores artistas.

Estamos de más en más intrigados. La noche en que tuvo lugar esta sesión había cenado yo en casa de la condesa como suele ocurrir con frecuencia siempre que tenemos sesión. Conozco a fondo toda la casa, y circulo por ella con la misma facilidad que por la propia. ¿Dónde se ocultan tan bien esos fantasmas, y de dónde sacan la paciencia de esperar a que el capricho de mi amiga comience la sesión, cosa que siempre ocurre varias horas después de mi llegada?

Puede sospecharse que esas personas llegan a última hora, sin que yo me dé cuenta; pero en tal caso sería preciso que vinieran ya vestidos de fantasmas, y en tal caso, no pasarían desapercibidos para la portera. ¿Y si es que se visten y se mudan en la casa, cómo se las arreglan para no dejar rastro alguno, y, sobre todo, por dónde entran en la sala en que tiene lugar las sesiones? Los criados de la casa no son más discretos que la generalidad, y aunque  algunos han sido despedidos, jamás han revelado nada sobre este particular.

Observamos que en esta sesión, hecha con luz roja, a pesar de que la señora Furtado vigilaba el piano, cuya llave conservaba, resonaron las notas después del paso del fantasma, no obstante haber luz y que la tapa permanecía cerrada. Nuestra amiga pudo, pues, cerciorarse de que no había fraude de ninguna especie, y así lo certifica más adelante.

Obsérvese también la rareza de la entidad que dice llamarse Furtado, y que no recuerda cómo era su rostro. Esto podría pobar a nuestra débil razón que, para materializarse, las entidades tienen necesidad, no sólo de recordar los rasgos que les permitan  hacerse conocer, sino también conservar o haber adquirido algunas nociones de dibujo. Todo esto es muy vago para nuestra concepció, y por el momento tenemos mucho que aprender sobre las causas y leyes que rigen estas manifestaciones.

¿Por qué la entidad, que se ve es una mujer, como demuestra su talle y el mechón de cabellos (lámina XVI), ha ocultado su rostro?¿Es que también ha olvidado sus rasgos?¿Es que no ha querido mostrar su rostro delante de una rival?¡No juzguemos!

  Madeleine Frondoni Lacombe - Maravillosos Fenómenos del Más Allá-


Fotografía 29, M. Frondoni Lacombe