- ¿Llamadas telefónicas de los muertos?




¿Llamadas telefónicas de los muertos?

- Rogo Scott –



La esposa de Ronald Beard había muerto. La fecha era en el mes de marzo de un año impreciso de la década de 1960 y Beard, escritor profesional, había viajado a Roma para intentar recuperarse del trauma emocional de su pérdida. Pero aunque el cuerpo de su esposa yacía seguramente sellado en un cementerio británico, esto no sería lo último que Beard (literalmente) oiría de ella. El incidente ocurrió una mañana mientras se encontraba todavía dormitando en su hotel de Roma. El teléfono sonó en forma inesperada y, buscando a tientas el auricular, Beard se sintió pasmado al oír la voz de la operadora de larga distancia que anunciaba una llamada persona a persona de su esposa. Momentos después, una voz fantasmal se dejó oír en la línea. Era ciertamente la voz de su esposa que recitaba las palabras de uno de sus propios poemas. La voz desapareció gradualmente hasta que sólo se oyó un silencio en el auricular.


Este pequeño argumento juega un papel central en la novel de Anthony Burgess, Las mujeres romanas de Beard, escrita en 1976. Burgess, más conocido como autor por La naranja mecánica y Poderes terrenales, estructura su novela alrededor del dilema del personaje principal que se enfrenta a un aserie de llamadas telefónicas fantasmagóricas de su esposa fallecida. El libro es interesante y entretenido, más se trata, no obstante, de una novela. Pero ¿es eso simplemente?


Cuando al principio me enteré del libro de Burgess me sentí intrigado. Habiendo concluido varios años de trabajo sobre la controversia acerca de “las voces de espíritus grabadas”, Raymond Bayless y yo comenzamos a tomar con mayor seriedad todos aquellos informes que habíamos oído y descartado de personas que con convicción creen que verdaderamente han recibido llamadas telefónicas de los muertos. Fue así como la novela de Burgess me impulsó a preguntarme si las experiencias de “Ronald Beard” eran pura ficción o si las había modelado basándose en un incidente que había oído. O quizá, pensé, incluso podía haberse basado en una experiencia personal. Le escribí a Burgess. Pasaron varias semanas y, en una breve nota enviada desde su casa en Mónaco, Burgess confirmó mis suposiciones. Admitió que las llamadas telefónicas psíquicas le habían ocurrido a él mismo exactamente como lo informaba en la novela. De hecho, la novela era en realidad una especie de autobiografía disfrazada. Burgess además describió la fantástica serie de llamadas telefónicas como una “maldita tontería”, revelando el mismo tipo de ambivalencia personal acerca de los contactos psíquicos que “Beard” sentía en la novela.


A pesar de la actitud más bien cínica de Burgess sobre las llamadas que recibió de su esposa fallecida, la mayoría de las personas que han recibido “llamadas telefónicas de los muertos” sufren reacciones que van de pavor a la conmoción. Probablemente ésta sea la razón por la que pocas personas informan acerca de estas llamadas a los parapsicólogos. Por lo tanto, fue una gran sorpresa para mí cuando descubrí a media que comencé a reunir cada vez más casos de “llamadas telefónicas de los muertos”, cuán comunes – y diversas – pueden ser.


Investigando “las llamadas telefónicas de los muertos”


Por primera vez oí hablar acerca de estas llamadas fantasmagóricas hace siete años, en 1967, cuando ingresé en el campo de la parapsicología. Una persona conocida me comentó acerca de una amiga de ella que en una oportunidad recibió una llamada por demás enigmática. La mujer declaraba que la persona que llamó hablaba con la voz exacta de su hijo muerto, que había fallecido en un accidente de motocicleta un par de meses antes. La voz sólo había pronunciado el nombre de su madre y el suyo antes de cortar la comunicación.


En ese momento no tomé la historia con demasiada seriedad. No me pareció muy diferente de las otras docenas de “historias exageradas”. Durante los diez años siguientes me enfrenté con una cantidad cada vez mayor e esos informes y descubrí mi completa incapacidad para explicarlos o justificarlos.


Por ejemplo, en abril de 1977, mi colega y amigo Raymond Byless recibió una llamada de un tal doctor John Medved, prominente médico de Los Ángeles. Para la época en que se puso en contacto con nosotros, se había comunicado con varios parapsicólogos con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera ayudarlo a comprender el extraño drama en el que estaba participando. Raymond aseguró a Medved que por cierto nos habíamos enterado de que existían personas que recibían llamadas telefónicas de los muertos y, quizá tranquilizado por nuestra sincera confirmación, el doctor relató su experiencia en detalle.


El episodio había ocurrido en julio de 1974, unos pocos días después de la muerte de su madre. Siempre había deseado ser enterrada en el pueblo natal de la familia, en Idaho, y Medved había viajado allí para colaborar con los arreglos para el funeral. Al día siguiente de su regreso a casa, recibió una llamada de su madre a las seis  y media de la mañana: “Eran exactamente las seis y media y pensé que no era un horario para que mi central telefónica estuviese molestándome”, nos explicó Medved. Saltó de la cama y corrió hacia la mesa del teléfono del vestíbulo donde siempre tenía un anotador y un lápiz. “Cuando dije: ‘Hola’ – continuó -, la voz en el teléfono dijo: ‘Johnny’. Era un sonido raro y pensé que era una de mis hermanas. Sonaba un poco acongojada, como si estuviese llamando a causa de un problema”.


Nuestro testigo preguntó a la persona que llamaba si había algún inconveniente, pero la voz sólo repitió su nombre, alargando extrañamente las sílabas: “John-n-n-n-y-y”, dijo. Medved prosiguió relatándonos:


“Repetí: ‘¿Qué sucede?¿Quién es?’ No sé si la voz dijo ‘Johnny’, nuevamente, pero comencé a sentirme bastante nervioso.”, preguntó a continuación: ‘¿Eres tú, Johnny, querido?’. Para entonces ya no sabía si alguien me estaba haciendo una broma o algo por el estilo; alcé el tono de mi voz: ‘¿Qué sucede?’, dije. ‘¿Quién es?’ Seguía repitiendo lo mismo y la voz dijo: ‘Tu madre’.”


Luego de concluir su fantástica historia, el doctor Medved nos explicó que la voz hablaba, ¡con el timbre exacto de su madre! No podía haber ningún error al respecto. Medved nos dio además el nombre de un invitado de la casa a quien le había relatado la experiencia después de que la llamada tuviese lugar. Buscamos a este testigo y en verdad nos contó que Medved le había comentado acerca de la fantástica llamada y que se veía visiblemente perturbado por ella.


Por supuesto que si uno es cínico hasta lo más profundo de su ser, puede que quiera descartar la llamada del doctor Medved tomándola como una burla. Puede que alguien que lo conociera y estuviera al tanto de su duelo hubiese imitado la voz de su madre en la línea para jugarle una broma cruel y un tanto retorcida. Pero ¿cómo se puede explicar una llamad telefónica fantasmal en la que la voz no sólo habla con el timbre exacto del difunto sino que también utiliza frases o imparte mensajes típicos de esas personas?


Un caso de este tipo, en el que logré conversar a fondo con el testigo tres años después del incidente, me fue confiado por un ama de casa de Oklahoma, la señora Mary Meredith, quien me había visto en televisión disertando acerca de episodios de este estilo. Todavía se sentía nerviosa por el hecho de relatar su extraña historia a alguien, pero acabó por enviarme un informe completo sobre un incidente que le había ocurrido después de una operación en 1977. Ésta es la historia que en un principio relató la señora Meredith:


“Fui sometida a una cirugía el 22 de agosto de 1977. Volví a casa una semana después y, por supuesto, tenía cartas en abundancia esperando por mí. Una de ellas era una carta de mi adre, que viene de Kentucky, informándome sobre la muerte de mi prima Shirley. Ella vivía en Louisville, Kentucky. El teléfono sonó mientras estaba en la cocina, así que lo atendí y una voz en la línea dijo: ‘Hola, Mary, soy Shirley Jean’. Pregunté: ‘¿Quién?’, y la voz me dijo nuevamente: ‘Soy Shirley Jean’. Esta voz se parecía demasiado a la de mi prima, que hablaba con un suave acento sureño. Luego, por supuesto, me desconcerté. En un principio pensé que realmente se trataba de ella pero luego entendí que no podía ser cierto. Así que respondí: ‘¿Qué clase de persona es usted?¿Está usted enferma?¿Qué clase de  persona podría hacerle esto a alguien?’ Después colgué.


Me encontraba tan trastornada que me levanté y me tendí en la cama. Pero el teléfono volvió a sonar y, recobrando la calma, respondí. Era la misma voz y dije: ‘Quiero saber quién es usted’. Y la voz respondió: ‘Mary, soy Shirley Jean. ¿Te encuentras bien?’


Intenté no perder la cabeza pregunté: ‘Sí, ¿cómo sabías que había esto enferma?’. Ella respondió: ‘Estuve en el hospital contigo’. Lo negué pero ella insistió en que había estado.


Todo el tiempo que estuve hablando – ambas veces – pude oír su voz, alta a intervalos para luego desvanecerse. Me encontraba muy perturbada por todo el hecho. Entonces mi prima dijo: ‘Te llamaré otra vez, Mary’. Pareció producirse un trastorno en la línea y eso fue todo con respecto al incidente. Ella simplemente se desvaneció.


Me puse a pensar en el episodio después. Nadie en Oklahoma sabía que tenía una prima llamada Shirley Jean o algún primo allí en Kentucky. Todos mis parientes vivían en Kentucky. Así que intenté hacerlo pasar por algo extraño que me había sucedido.”


La señora Meredith no volvió a pensar en el incidente hasta que vio por televisión la entrevista en la que describía nuestro trabajo con Raymond. Encontrar a alguna persona con quien pudiera hablar del episodio era un alivio para ella y fue así que se puso en contacto conmigo. Cuando conocí a Mary Meredith algunos meses después me confirmó que su prima y ella habían estado muy unidas y que no había forma de que hubiera identificado erróneamente la voz del teléfono. Confesó que la llamada había tenido lugar – lo cual era bastante significativo – en el mismo momento en que estaba leyendo acera de la muerte de su prima. Esta “coincidencia”, impresionante no podía de ninguna manera deberse a la casualidad. Mostraba cierto tipo de coincidencia o propósito por parte de la persona que llamaba.


Otro caso sorprendente nos fue revelado por una notable actriz de Hollywood, quien nos ofreció la historia en forma confidencial y nos pidió que no reveláramos su identidad. El incidente ocurrió cuando la señorita Adams (así la llamaremos) tenía ocho años y vivía en Texas. En el Día de Acción de Gracias se encontraba de vacaciones con sus padres y hermanos, en la casa de una amiga de la familia. La ocasión era un poco tristona, sin embargo, debido a que dos años antes la hija de la amiga, quien siempre volvía a su casa en el Día de Acción de Gracias, había muerto en un accidente de automóvil mientras se encontraba en la universidad. Todos lo estaban pasando bien, a pesar de ello, cuando el teléfono sonó. La señorita Adams respondió. Nos contó lo siguiente:


“Yo… oí a la operadora de larga distancia decir: ‘Tengo una llamada por cobra’. Mencionó en nombre de la amiga de mi madre y el nombre de su hija.  [En otras palabras, la llamada estaba dirigida a la amiga y la operadora le dijo a la señorita Adams que la llamada provenía de su hija fallecida.] El hecho me perturbó un poco siendo una niña y dije: ‘Espere un minuto’. Fui a buscar a la amiga de mi madre. Vino al teléfono. Me detuve a observarla porque había oído el nombre y pensé que quizás alguien estuviera haciéndole una broma a ella o a mí o algo por el estilo. Ella escuchó, se volvió completamente blanca y se desmayó.


Después me enteré de lo sucedido. Mantuvieron el asunto en secreto pero supe que había oído a su hija que le hablaba. Dijo lo mismo que siempre decía antes de regresar a casa: ‘Mami, soy yo; necesito veinte dólares para volver a casa.”


Su madre siempre le enviaba veinte dólares para la buena suerte. Ella dijo que reconoció la voz. Llamó a la compañía telefónica pero ellos no habían registrado ninguna llamada.”


El hecho de que esta supuesta llamada de larga distancia no fuese cobrada a la familia es una característica perturbadora del caso. Indica que las llamadas no son llamadas telefónicas “normales” en el sentido literal del término. En otras palabras, parece que no son registradas en los teléfonos de los testigos por la central telefónica, tal como siempre se registran las llamadas normales entre dos personas. En cambio, parece como si las llamadas se produjesen manipulando el teléfono específico donde se recibe la llamada.


El fenómeno está mejor ilustrado en un caso que recogimos de un hombre de mediana edad de Ohio, que fue testigo de una de estas llamadas fantasmales de niño, cuando vivía en una pequeña granja con su abuela. Debido a que el teléfono de la granja a menudo era utilizado sin permios por muchos de los vecinos, la abuela de nuestro testigo un día lo desconectó. A la tarde siguiente, sin embargo, el teléfono sonó. Era una llamada de larga distancia de una amiga de la familia de West Virginia que decía que “todo estaría bien”, que ella se “estaba yendo” y que el testigo “oiría más en unos cuantos días”.


“La voz parecía hueca – nos comentó el testigo- y lejana.”


Naturalmente, la abuela de nuestro testigo estaba perpleja por la llamada y se puso en contacto inmediatamente con la compañía de teléfonos local para quejarse porque el aparato no había sido desconectado como habían pedido. “El reparador de la línea llegó esa tarde – explicó el testigo-. Señaló a mi abuela el nuevo cable blanco enroscado alrededor del poste que no estaba conectado. Luego subió a la casa y descubrió que tampoco el cable de allí lo estaba”.


El resultado final de esta extraña y aparentemente “imposible” llamada llegó, como había sido predicho por la voz, días después, cuando recibieron una carta que anunciaba la muerte de la amiga de la familia. Había muerto en el mismo momento en que había tenido lugar la llamada.


Este fenómeno, donde la llamada se produce aproximadamente a la misma hora de la muerte real del fantasma que llama, aflora también en varios otros de nuestros casos…, incluso en aquellos que llegan desde países distintos a los Estados Unidos. Esto indica que algunos de los patrones que hemos encontrado son universales con respecto al fenómeno de las “llamadas telefónicas de los muertos”.




Informes reunidos por otros investigadores


A principios de octubre de 1980, dos de nuestros colegas nos escribieron para ponernos al tanto de su investigación sobre las experiencias relatadas por italianos. El doctor G. M. Rinaldi y su esposa, de Bolzano, Italia, habían comenzado a toparse con casos de llamadas telefónicas muy similares a aquellos que habíamos estado reuniendo en este país desde 1977. Él y su esposa habían investigado en forma personal el caso de la señora Emma Portocalschi de Turín, Italia, que había recibido una llamada telefónica fantasmal el 18 de agosto de 1977. La mujer informó a los investigadores que su esposo había muerto de cáncer de páncreas ese mismo día. Su muerte ocurrió a las cuatro de la mañana, así que se encontraba de vuelta en casa cuando se produjo la llamada a las siete. Todavía no se había ido a acostar y estaba completamente despierta y alerta cuando el teléfono sonó. La voz de su esposo apareció en la línea inmediatamente. “Emma – le dijo en un tono perplejo-, ¿por qué estás todavía en casa? Te estoy esperando.” La pobre mujer se encontraba tan conmocionada que colgó sólo para luego lamentar su impulsiva acción. El significado de la llamada radica en el hecho de que era un hábito en ella visitar y ayudar a la enfermera con su esposo a las siete todas las mañanas en el curso de su hospitalización. Nótese nuevamente cómo los mensajes durante estas llamadas, no importa su brevedad, son significativos tanto para el que llama como para el testigo.


¿Podía alguien haberle jugado una broma cruel a la señora Portocalschi? Parece poco probable. El doctor Rinaldi nos explicó en su informe sobre el caso que la testigo: “… asegura que oyó una voz clara y normal, inconfundiblemente la voz de su esposo. Estaba sola en su casa y no había nadie que pudiese estar hablando o molestando mientras oía por el teléfono”.


Debemos reconocer que todas las llamadas fantasmales citadas hasta ahora han sido bastante triviales. Las voces no han podido articular  más que unas cuantas palabras y lo que decían escasamente podía ser esclarecedor. Pero no todas las llamadas telefónicas de los muertos son tan fragmentadas. En ocasiones tendrá lugar una conversación fluida y el diálogo en su totalidad sorprenderá al testigo como perfectamente normal. Este tipo de llamadas puede continuar por más de media hora. Son, pero, mucho más raras que el tipo de interacción breve de los casos citados anteriormente, pero muestran un aspecto sorprendente del misterio de las llamadas telefónicas fantasmales, que no puede ser pasado por alto.


El mejor de nuestros casos no fue reunido por nosotros sino que fue publicado por primera vez por Susy Smith en su libro El poder de la mente. La señorita Smith, autora célebre por varios libros acerca de lo paranormal, entrevistó en persona a dos testigos que dialogaron con una voz fantasmal. Los testigos, Bonnie y C. E. MacConnell, de Tucson, Arizona, incluso suministraron a la señorita Smith una declaración autorizada sobre el incidente. (Ambos han muerto.) El caso es algo complicado.


Los MacConnel durante mucho tiempo habían tenido una amiga llamada Enid Jonlson, escritora y filántropa. Desafortunadamente, cuando le sobrevino la vejez, su generosidad le había ocasionado una pérdida inmerecida en recursos. Habiendo regalado gran parte de su fortuna, se halló totalmente incapaz de hacer frente a las cuentas médicas resultantes de su trastorno de salud. El resultado de este apuro era de esperar. Terminó siendo rechazada de un hospital a otro. Su única esperanza era poder escribir otro libro, una idea en que la señora MacConnell la respaldaba de corazón. Pero el libro nunca fue escrito y la señora MacConnell acabó por perder todo contacto con la dama.


Varios meses después, una tarde de domingo de 1971, los MacConnell supieron nuevamente de Enid al recibir una llamada de ella. Se sorprendieron de tener noticias suyas y su sorpresa fue mayor por el hecho de que su voz sonaba tan joven y vibrante como la Enid de veinte años atrás. Enid explicó que había sido transferida al Sanatorio Judío Handmaker, en Tucson. La señora MacConnell recordó en el curso de la conversación que el cumpleaños de Enid era sólo unos días después y se ofreció a llevarle una botella de vino como regalo. “No lo necesito ahora”, fue la contestación de la voz. Enid siguió hablando acerca del tipo de cuidado que estaba recibiendo, acerca del libro que no había terminado y , por último, admitió “que nunca se había sentido  más feliz”. Toda la conversación, en la que tomaron parte ambos miembros del matrimonio MacConnell, duró aproximadamente media hora.


El viernes de esa misma semana, la señora MacConnell decidió llamar nuevamente a Enid, así que llamó al Sanatorio Handmaker. Fue entonces cuando sobrevino la conmoción. La operadora a cargo de la centralita le explicó que Enid Johlson había fallecido el domingo anterior a las 10:30 de la mañana. Eso fue varias horas antes de que los MacConnell recibieran su llamada. No puede existir error alguno con respecto a la hora de su muerte ni tampoco acerca de la hora de la misteriosa llamada.



Explorando la naturaleza de las llamadas

Cuando comenzamos a encontrarnos con casos similares de llamadas telefónicas fantasmales de larga duración, en un  principio nos sentimos pasmados. ¿Por qué, por ejemplo, tenían que ser tan poco frecuentes?


El caso de los MaConnell es sólo uno de casi media docena de llamadas prolongadas que hemos logrado reunir. Sentíamos además curiosidad por saber por qué estos fantasmas que llaman por teléfono como la señora Johlson, jamás hacen mención a sus propias muertes. Estas entidades telefónicas a menudo parecen inducir deliberadamente a sus testigos a creer que están vivas, que respiran, “Enid” no admitió que estuviese muerta pero sin embargo desechó la sugerencia de la señora MacConnell de que se reunieran para su cumpleaños.


Las respuestas a estos interrogantes llegaron sólo algunos meses después de que comenzáramos a reunir seriamente casos de llamadas telefónicas fantasmales. La clave llegó cuando notamos que los MacConnell no sabían que Enid Johlson estaba muerta al recibir su llamada. En este punto el caso contrasta sorprendentemente con los relatados por Medved y Patricia Adams. En estos ejemplos, los testigos estaban al tanto de que repentinamente se hallaban en comunicación directa con los muertos. Con esta clave en mente, volvimos a evaluar los casos de nuestros archivos (más de cincuenta en ese momento) y descubrimos un patrón bastante constante que diferenciaba las “llamadas de la muerte” fragmentadas de las prolongadas. Si el testigo sabe que está hablando con una entidad fallecida, las llamadas serán invariablemente cortas y malogradas. Pero si el testigo desconoce que está recibiendo una llamada telefónica fantasmal, la conversación puede durar hasta treinta minutos.


El caso que recibimos de Mary Meredith nos llamó un poco la atención. Fue informado después de que habíamos concluido nuestro análisis: no parecía ajustarse al tipo de intercambio breve que habíamos notado cuando el testigo sabe que el que llama está muerto, aunque tampoco se había tratado de una llamada demasiado extensa. Quizás había sido prolongada debido a que la señora Meredith prácticamente se había negado a reconocer que la llamada provenía de una muerta.


El patrón que descubrimos acerca de la duración de estas llamadas puede explicar con facilidad por qué en los casos de contacto telefónico prolongado estas voces fantasmales nunca “revelan” sus propias muertes. Parece razonable asumir que las llamadas telefónicas de los muertos sólo pueden ocurrir cuando entran en juego varios factores psíquicos en las mentes del que llama y el testigo. Por ejemplo, todos los testigos cuyos casos hemos citado tenían un estado de ánimo pasivo: dormían, sólo caminaban, estaban relajados en sus hogares por la noche, etc., cuando se produjeron las llamadas. En otra palabras nuestros testigos estaban tranquilos, tanto mental como físicamente, al recibir las llamadas. Este factor puede haber contribuido a que se hiciera posible el contacto psíquico en primer lugar. Los parapsicólogos han sabido desde hace mucho que los estados mentales tipificados por la relajación y la ausencia de preocupación propician las percepciones extrasensoriales. Esto puede valer para el estado de ánimo en que uno debe encontrarse antes de que tenga lugar una llamada telefónica de los muertos. La razón por la cual la mayoría de las llamadas telefónicas de los difuntos son tan cortas puede deberse al hecho de que los testigos, por lo general, se agitan demasiado al notar lo que está sucediendo. Esta agitación mental puede destruir las condiciones psíquicas que han hecho posible el comienzo del contacto.


Ahora bien, esta agitación no ocurre en aquellos casos en los que el testigo no sabe del fallecimiento del que llama. Es así como pueden continuar durante varios minutos. Los fantasmas que hacen las llamadas pueden, por tanto, retener la información con respecto a sus muertes para que puedan prolongarse los contactos psíquicos. En uno de nuestros casos, de hecho, la llamada se interrumpió en el momento en que el testigo instigó al que llamaba a que admitiera su propia muerte.


Me enteré de este caso por los testigos, el señor Joe Bonneau y su esposa, muy poco después de que hubo sucedido, así que el incidente estaba fresco en sus mentes cuando me lo relataron. Había ocurrió en una tarde de domingo, el 18 de noviembre de 1979, en su casa de Porland, Oregón. La señora Bonneau se encontraba en la concina preparando una gran cena para el Día de Acción de Gracias, mientras el señor Bonneau, que tomó la llamada, estaba sentado a la mesa del comedor haciendo algunas llamadas telefónicas. La primera pista de que algo inusual estaba a punto de suceder tuvo lugar cuando el teléfono emitió un corto sonido que se interrumpió enseguida. No volvió a sonar, pero el señor Bonneau, de todos modos, levantó el auricular impulsivamente…, incluso después de esperar varios segundo. Lo que oyó lo agitó en forma tremenda. La voz de su hermana muestra estaba en el teléfono, preguntando por él. Antes de que pudiera recobrar la razón, le preguntó a su hermana cómo estaba. Se produjo la siguiente conversación:


- Estoy bien. ¿Eres tú, Joe? – respondió la voz.

- Sí, soy Joe. ¿Quién eres tú? – fue la conversación de Joe.

La voz pronunció su nombre propio a modo de respuesta:

- Soy Mary.

En ese momento, el señor Bonneau se dio cuenta de lo que le estaba sucediendo. “¡Oh, Dios – dijo-, qué agradable escuchar tu voz. ¿Dónde estás?¿Qué estás haciendo?”


Pero en este punto hubo un trastorno en la línea. El testigo le explicó a la voz que no podía oírla pero la voz sólo respondió. “Lo sé. Tengo que irme, pero en verdad deseo hablarte”. La voz se desvaneció pero no se oyó que colgara el auricular en la horquilla cuando advirtió que la conversación no se prolongaría. El señor Bonneau explicó después que la voz era clara y plena, pero tan pronto como intentó hacer que la voz explicara desde dónde llamaba y se identificara, los parásitos interrumpieron la comunicación. Bonneaur está completamente convencido de que la voz era la de su hermana, muy fácilmente reconocible. Pero incluso en el presente se encuentra intrigado acerca de por qué el teléfono sólo sonó una vez… y por qué levantó el auricular después de que el timbre se hubo interrumpido.” (Hemos reunido varios casos en los que estas raras llamadas son anunciadas por extraños timbres de una clase u otra.)


Nuestra teoría acerca de que estas llamadas a menudo se interrumpen debido a la conmoción y excitación creciente de los testigos, es por cierto, hipotética y elaborada a posteriori. Pero explica por qué parece haber dos clases diferentes de llamadas telefónicas de los muertos, y por qué las últimas sólo ocurren cuando los testigos desconocen la naturaleza de las llamadas. Si la señora MacConnell no hubiese llamado al Sanatorio Judío Handmaker unos días después de Enid hubo llamado, podría no haberse dado cuenta nunca de que había tomado parte de una manifestación psíquica extraordinaria.



Problemas en las pruebas


¿Cómo podemos estar seguros de que estas “llamadas telefónicas de los fantasmas” realmente provienen de los muertos y no de alguna otra fuente? Ésta puede parecer una pregunta bastante extraña pero es importante. Hay en realidad dos explicaciones posibles muy diferentes para estas llamadas fantasmales. La primera es simplemente que los muertos pueden, en ocasiones, establecer contacto con los vivos manipulando equipos electromagnéticos. Pero existe además otra posible explicación. ¿Podría ser que, a través de los poderes de nuestra mente, nosotros mismos estuviésemos produciendo las llamadas?


Sabemos que la mente posee extraordinarias habilidades psicocinéticas (o “de la mente sobre la materia”). Tiene el poder de mover objetos físicos, alzar mesa, curar a los enfermos, y – de acuerdo con recientes descubrimientos – producir ataques de espíritus. Y a veces podemos utilizar estas facultades inconscientemente. Un ataque de este tipo, por ejemplo, parece ocurrir cuando alguien en una familia perturbada comienza a utilizar la mente sobre la materia en forma inconsciente para producir todo tipo de disturbios “fantasmales”: los muebles se mueven espontáneamente, se producen golpes violentos, los objetos aparecen y desaparecen misteriosamente en la casa. Si este “agente” es separado de la familia o se duerme, el hechizo cesará. Sin embargo, la persona rara vez se da cuenta de que está produciendo los fenómenos, ya que es dirigida por una porción de la mente enterrada profundamente en el inconsciente.


A la luz del hecho de que poseemos habilidades psicocinéticas casi innatas, existe una posibilidad real de que nuestras mentes puedan tener la habilidad de manipular electromagnéticamente y psíquicamente un sistema telefónico para producir una llamada telefónica fantasmal.


Quizás esta idea parezca forzada pero existen incluso algunas pruebas de que nosotros, los vivos, podemos producir llamadas fantasmales en ocasiones. Puedo certificar este hecho a partir de la experiencia personal, ya que yo mismo produje en una oportunidad una de estas llamadas.


El incidente ocurrió en 1975. Eran las cuatro en punto de una soleada tarde de jueves y me encontraba recostado en el sillón de la sala pensando en hacer una llamada telefónica al Instituto Neuropsiquiátrico de la Universidad de Los Ángeles, en California. Si bien mi intención era hacer la llamada, no llegué a hacerla. Alrededor de las seis me llevé el susto de mi vida cuando me llamaron del Instituto y de la oficina de la misma psicóloga que había pensado en llamar. La llamada provenía de su asistente de investigación que decía que estaba “respondiendo mi mensaje”. Le pregunté de qué estaba hablando y me respondió que a las cuatro de la tarde yo los había llamado. ¡El que les habló les había dado mi nombre y había pedido que me llamaran! Un colaborador voluntario había contestado y tomado nota del mensaje.


No tenía aclaro qué hacer con respecto a esta experiencia en 1975 ya que había tenido lugar poco antes de que comenzara a interesarme seriamente en el misterio de las llamadas telefónicas fantasmales. Pero a medida que comencé a estudiar las “llamadas telefónicas de los muertos” empecé a encontrar varios casos similares al mío. Jerome Clark, editor asociado de la revista Fate y amigo mío, me informó sobre un suceso de este tipo:


“El incidente ocurrió en junio de 1975, un sábado por la tarde. Mi amigo el doctor Benton Jamison, y yo estábamos sentados en mi apartamento en Moorhead, Minnesota, mientras conversábamos. El teléfono sonó. Yo respondí. La persona del otro lado, cuya voz reconocí inmediatamente, se identificó como Mary, una amiga de mi esposa. Mi esposa, Penny, cuidaba a los dos niños de Mary de vez en cuando, y Mary le pedía si podía hacerlo esa noche porque quería salir. Le expliqué que Penny había ido a visitar a sus padres y que no regresaría hasta el día siguiente. Mary expresó su decepción y ese fue el fin de la conversación.”


Cuando la esposa de Jerry volvió a asa se enteró de la llamada e inmediatamente se comunicó con Mary. “Mary estaba pasmada – escribió Jerry – y negó que hubiese realizado la llamada. Admitió, sin embargo, que pensó en hacerlo durante toda la tarde pero que finalmente decidió lo contrario. Cuando Penny le explicó que la “Mary” del teléfono había expresado su decepción, la verdadera Mary dijo que jamás habría hecho tal cosa. Yo estoy de acuerdo. En el momento de la conversación telefónica, de hecho, su reacción me sorprendió un poco.”


Jamison corroboró todo el episodio personalmente.


A la luz de esos “casos por intención”, como hemos decidido llamarlos, no podemos suponer automáticamente que las llamadas telefónicas de los muertos son lo que parecen ser. Si una persona viva puede producir una voz fantasmal que se asemeja a la propia en un sistema telefónico distante, parece posible, desde el punto de vista teórico al menos, que podríamos crear las voces de los muertos en nuestros propios teléfonos también. Cuando con Raymond Bayless comenzamos a estudiar las “llamadas telefónicas de los muertos” en realidad no pensamos que lograríamos resolver este problema. No obstante, a medida que reuníamos cada vez más relatos, descubrimos que nos suministraban las claves sobre la naturaleza de las “llamadas telefónicas de los muertos” que indicaban que estas llamadas son, en verdad, iniciadas por los difuntos y no por un uso inconsciente del poder psíquico de los vivos.



Las llamadas telefónicas de los muertos y los argumentos a favor de la supervivencia


Para comenzar, la mayoría de estas llamadas fantasmales son realizadas a personas que saben que el que los llama está muerto. Muchos de nuestros casos ocurrieron cuando la persona que llamaba ya llevaba más de seis meses muerta. Un total de 22% de nuestros casos entraba en esta categoría. Nos parece que no habría prácticamente razón psicológica alguna por la que una persona estuviese inconscientemente motivada para producir una llamada telefónica fantasmal de este tipo después de un período tan largo. Otros casos, por contraste, eran similares al que nuestro corresponsal de Ohio informó, donde la llamada ocurría en el mismo momento en que la persona que llamaba estaba experimentando su propia muerte. Conjeturamos que en estos ejemplos, los testigos había recibido inconscientemente un mensaje telepático acerca de la muerte y habían producido  psicocinéticamente la “llamada de la muerte” para traer esta información a su atención consciente. Pero estas teorías simplemente no pueden explicar la razón por la cual una gran proporción de “llamadas telefónicas de los muertos” tiene lugar meses después de la muerte de la persona que llama y cuando sólo la persona muerta podría tener algún motivo para producir un contacto semejante.


Verificamos otra clave acerca de la fuente de las llamadas cuando nos dimos cuenta de que los muertos manifiestan una cierta preferencia por llamar en los días en que tenían (o tienen) una significación psicológica, ya sea para ellos mismos o para su amigos o parientes vivos. El 10% de nuestros casos ocurrió en días emocionalmente significativos.


Uno de nuestros ejemplos más sorprendentes sobre este fenómeno nos fue suministrado por la señora Mary Cahill, un ama de casa de Nueva York, que el Día de la Madre de 1943 había recibido una llamada telefónica de su hija muerta, seis meses después de que falleciera la muchacha. La señora Cahill había informado previamente acerca del incidente a la revista Fate, pero logramos conseguir una declaración independiente del episodio. La llamada había ocurrido esa noche mientras las señora Cahill estaba relajada escuchando un programa de radio. La voz, que inmediatamente reconoció como la de su hija muerta, sólo pudo decir: “Hola, Ma! ¿Me oyes?¿Cómo estás? Hola, ¿Mami?”. Después la línea se vio interferida por el murmullo de varias voces adicionales. La señora Cahill pudo oír la voz de su hija a pesar de los parásitos, preguntando si se la podía oír, y entonces hubo un silencio en la línea.


Estos casos “de aniversario” sugieren que las llamadas no son producto de la casualidad sino comunicaciones cuidadosamente planeadas dirigidas por las mismas personas que llaman. Indican además un conocimiento y una motivación definidos, aunque esto puede aplicarse tanto a la persona que recibe la llamada como a la que la produce.


El relato de la señora Cahill es además interesante debido a que oyó varias voces mezcladas hablando en la línea cuando se produjo la llamada de su fantasma. Esta característica aparece en varios de nuestros relatos aunque no con mucha frecuencia. El extraño fenómeno puede indicar también que estas llamadas emanan del mundo de los muertos, muchas inteligencias intentarían establecer contacto a través  de éste. Al mismo tiempo, parece no existir razón para que una persona viva produjese una llamada imaginaria, para luego “contaminarla” con interferencias de voces fantasmales adicionales.


Nuestro estudio acerca de las “llamadas telefónicas de los muertos” se encuentra todavía en sus inicios. En realidad no podemos afirmar que hemos resuelto muchos de los misterios que presentan estos contactos enigmáticos. Ignoramos, por ejemplo, la forma exacta en que se realizan las llamadas, quién es más propenso a recibirlas y cuando es probable que tengan lugar. Pero una cosa es segura: estas llamadas no son tan poco frecuentes como se piensa. Se ha informado acerca de muchos casos desde la década de 1920, y una cantidad cada vez mayor de personas están dispuestas a registrar sus experiencias. Desafortunadamente, hasta la fecha, pocos han sido los parapsicólogos dispuestos a estudiar este fenómeno increíble. Puede parecer que la mayoría de ellos resulten demasiado fantásticos, aunque en realidad no son más peculiares que cualquier otro tipo de manifestación psíquica.



La existencia después de la muerte.