1918
Cuando, en 1918, a la edad de 44
años, comenzó sus primeras experiencias provisionales en el campo de lo
psíquico, fue muy escéptico de las cosas que observó.
Así – justo en este punto, la
investigación era conocida entre un grupo pequeño de gente, aunque sí era
conocido su otro trabajo conocido y bien hecho.
Así – justo en ese punto, el cómo y
el por qué de la investigación fueron
generalmente reflejados en noticias a un pequeño público a excepción de cierta
tendencia a disminuir su otro trabajo bien hecho.
Era otoño, Septiembre de 1918, cuando
el interés del Dr. Hamilton en los fenómenos psíquicos afloró en el sermón del
domingo en su iglesia que dio uno de sus amigos, Dr. W.
T. Allison
Con la luz del sol que inundaba la
iglesia por las vidrieras de colores, el Dr. Alison habló con voz vibrante, con
convicción, recordando la profundidad del amor de Dios, aunque a veces se sufre
y se conoce el dolor, y la muerte y el sufrimiento.
También recordó a sus oyentes esa mañana que
Dios había derramado sobre la humanidad un gran regalo de mentes, talentos y
conocimientos. Dijo que al esforzarnos poderosamente nosotros podríamos ampliar
estos dones y así llegar a ser verdaderamente hijos e hijas de Dios.
Dios envió a su hijo para mostrar a
la humanidad el modo de vivir , y por su muerte y resurrección demostró que
aquella vida continuaba. Hay una vida más allá de la muerte donde encontramos
otra vez a quien queríamos; y allí podemos aprender los nuevos modos de servir
a Dios y a la humanidad. Muchos esa mañana fueron enormemente impresionados por
la apasionada energía con la que el Dr. Allison describió esta posibilidad.
El Dr. W. T. Allison por entonces era
catedrático de Literatura Inglesa en Wesley College, Winnipeg. Más tarde se
convirtió en Catedrático de la Universidad de Manitoba. Él también estuvo
graduado en la Universidad de Toronto en Arts and
Theology además de obtener su doctorado en Yale. Escribió ensayos periódicos
que fueron publicados en Ryerson Press de Toronto. Fue uno de los maestros más
conocidos y queridos además de los mejores escritores de su época. Fue ordenado
en el ministerio, predicó de vez en cuando, dirigió la tendencia literaria de
Winnipeg Tribune durante muchos años. Durante casi dos décadas él también habló
sobre libros en la radio, y ayudó a fundar Canadian Authors' Association –
incluso fue Presidente Nacional a la misma vez.
Más tarde, ese mismo domingo comió
con los Hamiltons en su casa, y contó sus experiencias que motivaron su excepcional sermón.
A principios de ese verano, mientras
estaba de docente en una Universidad de los Estados Unidos, participó en una
sesión de espiritismo en la casa de John y Pearl Curran de St. Louis. Aquí había
reunido un Patrimonio de conocimiento, con paciencia , gracias a las personalidades
desencarnadas que pretendía llegar a través de la Ouija.
Él estuvo asombrado con el ingenio y la
agudeza mental del comunicador que pretendía llegar a través de la Ouija. Estuvo
en apuros para mantener el ritmo de la conversación, para empezar, y estuvo
sorprendido de la capacidad creativa del
comunicador: la habilidad para retratar personajes y la trama que podría
rivalizar con Dickens. Él pensó, en parte que era un notable poeta. Muchos de
sus poemas expresaban el amor a Dios y a la humanidad que sólo había encontrado
escrito en la literatura clásica.
La Sra. Curran había sido educada en la
escuela secundaria, así que simplemente era improbable que los materiales
hubieran llegado a su mente. Pero entonces ¿de dónde habían surgido? ¿Hubo una
personalidad muerta que sobrevive, como Patience insistía y seguía la creatividad literaria más allá de
la muerte física?
Él había bajado del lado de los ángeles,
según dijo, y ahora sentía que la personalidad se llamaba Patience Worth, y era un conocimiento que había sobrevivido a la
muerte de la vida “más allá del mar” en 1694. Fue capaz de dar detalles sobre
la vida en Inglaterra que correspondía favorablemente con lo que se conocía de
aquel lugar y de aquella época.
Así, en Octubre y Noviembre de 1918,
el Dr. Hamilton, pastor de la Iglesia King Memorial
Church en Cobourg Avenue, con el Reverendo D. N. McLachlan, comenzó a realizar
experimentos de transmisión de pensamientos.
El Dr. Hamilton dibujaría figuras
complejas, escribiría palabras o frases, o expresaría ideas sobre un bloc y en una habitación separada, y el Reverendo McLachlan reproducía estas de una manera muy precisa.
Se realizaron experimentos que incluyeron a
una niña de diez años, Lucy, la hija del otro clérigo que vive en Winnipeg, y sus
habilidades salieron a la luz mientras jugaban con el tablero de Ouija que le
había sido regalado a ella por un vecino en Navidad.
En
una ocasión el Dr. Hamilton tomó un talonario de recetas médicas y escribió la
palabra, “Lily” (Lirio) , sobre una hoja de papel del bloc. Esto era una
abreviatura del nombre de Lillian Hamilton. La palabra fue cubierta por varios
pliegues de un pañuelo, y Lucy leyó la palabra con exactitud a pesar de todo.
Su respuesta fue “Oh, un hermoso lirio, que
bonito lirio que flota encima del agua”.
Pero ella hablaba ahora como “Bluehide”, el
presunto difunto que vivió como un
americano nativo que fue enterrado entre esa misma vegetación, en los lagos del
norte.
Éste fue uno de los primeros encuentros de
Hamilton con una voluntad aparentemente externa a la médium – el médium en este
caso fue un niño que no formaba parte de ningún ambiente espiritista y que no sabía nada de los fenómenos psíquicos.
En
otro experimento con Lucy, el catedrático Allison escribió la palabra 'pigs' y
el Dr. Hamilton puso su mano sobre la tablita de la Ouija para permitir que se
escribiera de forma automática. No hubo resultados visibles.
Se llamó a Lucy para que se uniera al
juego, ella colocó su mano en el dorso de la mano del Dr. Hamilton, y de
inmediato marcó la palabra con el indicador “pigs”. Esta vez la entidad se hizo
llamar supuestamente 'Philip'.
Esta vez la entidad llamada 'Philip'
pretendió ser un verdadero comunicador.
Después de mucha experimentación, los
investigadores se convencieron de que la telepatía era una realidad viva.
Ahora que su curiosidad se había
despertado completamente, los Hamiltons adquirieron y leyeron la literatura de Patience Worth y todo lo que pudo encontrar sobre los temas
“psíquicos”.
Una
noche en 1918, durante los experimentos telepáticos entre el Dr. Hamilton y Mr.
McLachlin como receptor, una profecía apareció, el tema iba sobre que “mi hijo
iba a ser nombrado jefe de Social Service Agencies de la Iglesia General de Canadá”.
El padre de Mr. McLachlin sería el pretendido comunicador.
Cuando la unión entre las iglesias de los Metodistas y
Presbiteranos se llevó a cabo hace unos
cuatro años, éste pronóstico se cumplió.
Una segunda profecía vino durante el
mismo otoño 1918. Mientras el Dr. Hamilton redactaba unas frases cortas de la
mano de Mr. McLachlan para ser reproducida, de repente
escuchó unas palabras en su propia mente, y que él sintió de manera extraña
decirlas en alto. No hay notas que registren las palabras exactas, pero fueron
en el sentido de una gran revelación de la vida después de la muerte que
saldría a través de su trabajo, sería conocido su trabajo en muchos países y
que su mujer sería bendecida entre las mujeres porque este trabajo caería en
parte sobre sus hombros.
Aquí se encontraba el Dr. Hamilton –
tranquilo, prudente, científico – hablando de esta fantástica manera.
Este sobresalto de la mente y la
agitación del alma, casi trajo el fracaso de la empresa prometida.
Casi.
[ Foto del Dr. más tarde en vida – Sin fecha]
Hamilton no tenía ni el pensamiento
más leve o intención de hacerse conocido como investigador en este campo tan
difícil y oscuro de la investigación.
Estos experimentos fueron realizados
sólo con amigos íntimos, y lo fueron estrechamente cautelosos. Esto lo harían
simplemente por intereses de los Hamiltons, ya que tales actividades serían
ridiculizadas y consideradas sospechosas en caso de haber sido conocidas por la
más amplia comunidad.
La publicidad era una idea tan
detestable al Dr. Hamilton, que la única explicación que Mr. McLachlan y él encontraban
era que aquellas malas influencias de algún modo invadirían su círculo y les
influenciarían, de manera que la empresa perseguida sería abandonada
inmediatamente.
Un estado de excitación llegó al Dr.
Hamilton: él no podía dormir, temía por su cordura, y sólo se recuperó después
de tres días en reposo en la cama con la aplicación de fuertes sedantes.
Ahora él pensó que la investigación psíquica no era segura
para él: sintió que esta tarea era peligrosa para su integridad física y salud mental,
y parecía estar también preocupado por la salud de su alma.
Así terminaron las aventuras en el
reino de lo psíquico en 1918. Para el
Dr. Hamilton esto era absolutamente el final.
En aquel momento nadie estaba
dispuesto a admitir la posibilidad de la comunicación entre los dos estados de
existencia; nadie estaba dispuesto a admitir que tal estado era una realidad.
Entonces, en los últimos meses de
1918, los cuatro niños de Hamilton pillaron la gripe que invadía el mundo
entero.
Al comenzar el año siguiente, el 27 de Enero
de 1919, Arthur Lamont Hamilton, uno de los gemelos nacidos en 1915, murió de
neumonía gripal.
El Dr. Hamilton estaba casi inconsolable.
Él era un estricto y severo presbiteriano,
y creía que su gran amor por su pequeño hijo le había sido retirado como
castigo.
El
Dr. Hamilton decidió poner fin a todas las tonterías psíquicas, fue una
decisión firme y definitiva: no habría más investigaciones por su parte.
Pero para su esposa Lillian, el camino
todavía estaba abierto. Ella tuvo un interés profundo y apasionado por estos
fenómenos, y obtuvo un gran consuelo en la creencia de que su pequeño hijo Arthur se encontraba desencarnado, pero consciente y
feliz.
[ Foto de Lillian Hamilton – Sin fecha ]
El Dr. Hamilton había comprado un libro
escrito por Myers, titulado ‘Human Personality and Its Survival
of Bodily Death'.
La Sra. Hamilton leyó el libro y vio
en él la respuesta a todo el problema. La vida realmente continuaba. Había una
posible comunicación entre los encarnados y ciertas partes de los desencarnados
existentes. El método de comunicación – que había sido demostrado para trabajar
entre las mentes encarnadas en la tierra – también debía ser posible entre las
mentes en los cuerpos de esta tierra y las mentes sin cuerpos físicos que
existían en alguna parte de la esfera desconocida. Esto también siguió con que
las mentes desencarnadas se comunicaban la una con la otra de esta manera,
mediante viajes a planos de otra vida.
Ella no implantó sus ideas en nadie-
no aún en su marido- pero para ella el problema fue encajar: la fe religiosa, ya no era una cosa aislada, sino que podía
cogerse a la mano de la ciencia. Esto era un grupo de creencias que le ayudó a
separarse del pequeño Arthur sin lágrimas y con una alegría interior en la creencia
de que uno de sus pequeños y queridos estaba allí, moviéndose en el otro lado,
en el otro mundo.
Se ha dicho mucho del Dr. Hamilton y
su dedicación a su trabajo extenso de llevar y difundir la verdad de la vida
eterna y la admiración por él es bien merecida, pero muy poco se ha dicho de su
señora que realzó su creencia.
Sin ella, lo más probable es que la importante
labor del Dr. Hamilton no se hubiera producido.
Esta señora estaba en una torre de
fuerte tranquilidad, siempre dispuesta, sin darse cuenta de la gran importancia
de su propia obra.
Muchos años después, uno de los comunicadores
desde el otro lado de la vida, expresó su creencia en la importancia para el
trabajo diciendo que estuvo alrededor de su trabajo psíquico y fue necesario
para su desarrollo. Ella trajo energías haciendo posible los sobresalientes
logros del grupo de Hamilton.
Ella fue la dinamizadora.