Elizabeth J. Compton
English text lower down
Elizabeth J. Compton (Después, Sra. Marker), una lavandera
de Havanah, Nueva York, madre de nueve hijos, que en el año 1875, a la edad de
45 años fue descubierta como médium poderosa por el Col. H. S. Olcott en People
from the Other World, describe las sesiones con sorprendentes
descubrimientos. Ella se quitó sus pendientes y pasó hilos a través de las
perforaciones en las orejas y el hilo fue sellado a la parte posterior de la
silla. En el sello se impresionó un sello privado y la silla también fue sujetada
con hilo y cera al suelo de manera que quedó firmemente convencido de que el
gabinete era seguro, el más mínimo movimiento de la médium sería suficiente
para romper alguno de los hilos.
Una chica joven que se hacía llamar Katie Brink salió del
gabinete. Ella fue bastante sustancial, su peso variaba entre 77 y 52 libras
(la médium pesaba 121), se sentó en las rodillas de Olcott, lo acarició y le
dio permiso para entrar en el gabinete mientras ella estaba fuera. Su única
condición fue que no debía tocar la silla de la médium en la que estaba
sentada. Olcott entró, encontró la silla, pero tanto la médium como las
fijaciones habían desaparecido. Después de la aparición y la salida de otro
fantasma, un guerrero indio, Olcott fue de nuevo. Él dice en su libro: "Entré
en el gabinete con la lámpara y encontré a la médium en el mismo lugar y modo
en que la dejé en el comienzo de la sesión, cada hilo sin romper, cada sello
inalterado. Sentada allí con la cabeza apoyada contra la pared, su piel tan
pálida como el mármol, sus globos oculares estaban debajo de los párpados, la
frente cubierta con humedad semejante a un cadáver, sin aliento proveniente de
sus pulmones, sin pulso en la muñeca. Cuando cada una de las persona examinó
los hilos y los sellos, se cortaron con un par de tijeras, levantándola en la
silla por el respaldo y sentada llevaron a la mujer en estado cataléptico al
aire fresco fuera del gabinete. Estuvo así inanimada durante dieciocho minutos,
la vida poco a poco llegaba de nuevo a su cuerpo, hasta que la respiración, el
pulso, la temperatura se volvieron normales."
Sin embargo, el cuerpo del espíritu era el de la Sra.
Compton. La transfiguración, sin embargo, cambió por completo su estatura y
peso. Ella era alargada de diversas maneras, se transformó en corpulenta, o delgada,
y su personificación de los difuntos era tan perfecta que la presencia del
espíritu fue aceptada tanto más como el conocimiento íntimo de la situación
personal de la persona que representaba en cada caso.
De vez en cuando se intentó desenmascararla y fue capturada.
En tales casos ella volvía a su forma original, en un segundo se transformaba
en la Sra. Compton. Este tipo de ataques, sin embargo, fueron seguidos de una
postración severa.
Enciclopedia de Ciencias Psíquicas - Nandor Fodor
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COMPTON,
ELIZABETH J., (later Mrs. Marker) a washerwoman of Havanah, New
York, mother of nine children, who in 1875, at the age of 45, was discovered as
a powerful medium. Col. H. S. Olcott in his People from the Other World, describes
remarkable seances with surprising discoveries. He removed her earrings, passed
sewing thread through the perforation in her ears and sealed the ends to the
back of her chair. He impressed his private signet on the seals, fastened her
chair to the floor with thread and wax and left the cabinet firmly convinced
that the slightest movement of the medium would be sufficient to snap the
threads. A young girl who called herself Katie Brink soon stepped out of the
cabinet. She was quite substantial, her weight varied between 77 and 52 pounds
(the medium weighed 121), she sat on Olcott's knee, caressed him and gave him
permission to go into the cabinet while she was out. Her only condition was
that he should not touch the chair in which the medium was sitting. Olcott went
in, found the chair, but both the medium and the fastenings had disappeared.
After the appearance and departure of another phantom, an Indian warrior,
Olcott went in again. He says in his book: "I went inside with a lamp and
found the medium just as I left her at the beginning of the seance, with every
thread unbroken and every seal undisturbed. She sat there with her head leaning
against the wall, her flesh as pale as marble, her eyeballs turned up beneath the
lids, her forehead covered with a deathlike dampness, no breath coming from the
lungs, and no pulse at her wrist. When every person had examined the threads
and seals, I cut the flimsy bonds with a pair of scissors and, lifting the
chair by its back and seat, carried the cataleptic woman out into the open air
of the chamber. She lay thus inanimate for eighteen minutes, life gradually
coming back to her body, until respiration and pulse and the temperature of her
skin became normal."
Dr. J. B. Newbrough reported a similar
experience. He used shoemaker's wax-end in fastening her to the chair, nailed
the ends to the wall and her dress to the floor. The medium, dress, and nails
were found gone during the appearance of a phantom outside. When she was
discovered in her chair again careful measurements revealed that the nails were
in new places, the knots had been changed or untied and seals removed and
returned to their places. Humanly it was just as impossible to achieve this
feat as to mistake the spirit with Mrs. Compton. Yet the body of the spirit was
Mrs. Compton's. The transfiguration, however, involved complete change of
stature and bulk. She was variously elongated, compressed, became thin,
corpulent and her personation of the departed was so perfect that the presence
of the spirit was accepted, so much more as very intimate knowledge of personal
circumstances was displayed in every such case.
Now and again, in an attempt at
exposure, she was seized. In such cases she resolved into her original form,
was Mrs. Compton in a second of time again. Such seizures, however, were always
followed by severe prostration.
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Elizabeth J. Compton
Col. H. S. Olcott
Gabinete de la Sra. Compton
Los hilos pasaban por los agujeros de sus orejas y eran unidos con un sello de cera al respaldo de la silla
Los espíritus fueron pesados en cada ocasión
Diferencia de pesos de los espíritus con la media