CAPÍTULO 13: LA
MEDIUMNIDAD DE ELIZABETH M.
- T.
Glen Hamilton -
La
Sra. John Poole (Elizabeth M.), la señora que colocó sus facultades mediúmnicas
incondicionalmente a disposición del Dr. Hamilton, fue una mujer pequeña, inculta
y maternal que había conocido a nuestra familia varios años antes que sus dotes
psíquicos se hicieran patentes. Con su marido y tres niños llegaron a Canadá
desde Escocia en 1904, y se había asentado en una modesta casa de nuestro
vecindario. La Sra. Poole era una excelente enfermera, y fue su habilidad en la
enfermería con los niños recién nacidos y niños pequeños por lo que mi padre se
dirigía a menudo para visitar sus servicios, especialmente en sus casos obstétricos.
En poco tiempo llegaron a ser amigos íntimos. Durante la epidemia de gripe de
1918-1919 ella dio generosamente sus servicios de enfermería a nuestra familia-
y en muchas otras ocasiones también – con lo cual ganó nuestro profundo cariño
y duradera gratitud.
Hubo
una propagación extensa por el interés de las materias psíquicas al final de la
Primera Guerra Mundial, que llevó a mucha gente, de quien mi padre fue uno, “a
probar suerte” con las “mesas parlantes”, lo que se convirtió en un juego de
salón popular. El interés discreto del Dr. Hamilton se convirtió en una
verdadera curiosidad cuando él encontró que en presencia de Elizabeth la mesa
se comportaba de una manera muy extraña. Como se ha mencionado ya antes (ver capítulo 2) acompañó el desarrollo en
una de las médiums telekinéticas más poderosas de ser estudiada bajo
condiciones de rigurosa prueba (1),
después llegaron los productos mentales del trance que deben ser discutidos en
esta sección.
Para
valorar sus productos del trance, es de suma importancia la evaluación de su
desarrollo y nivel intelectual. La Sra. Poole fue una persona activa e
intensamente práctica: ocupaba completamente su tiempo en el cuidado de su
familia y su casa, y de sus deberes frecuentes de enfermería. Por lo que
podemos decir, sólo tenía tiempo o interés para ella una mirada rápida de la
prensa diaria u ocasionalmente de un artículo en una revista de carácter
popular. Ella admitía que nunca había leído o discutido sobre los viajes de
Livingstone, o de las obras literarias de Stevenson, o de hecho, de cualquier
otro autor clásico de prestigio.
Por lo que se podía juzgar, su educación debe
haber sido del tipo más elemental. El Dr. Hamilton escribió:
“Es
un hecho para aquellos que la conocen bien, que Elizabeth fue y es una mujer
que puede considerarse como ligeramente por encima del analfabetismo, y también
nuestra médium y nuestra amiga. Sus cartas hablan por sí mismas. Ahora cito dos
cartas, una escrita a mi esposa en 1923, poco después de que el fenómeno
comenzara, y una más reciente (1930) escrita en una ciudad cercana donde había
ido de vacaciones. La ortografía, la puntuación, el uso de las mayúsculas y todo
lo demás, son exactamente como la original”.
“Estimada Sra. Hamilton
Te gustaría saber lo que sé sobre R.L.S. Well yo no sé nada de él
nunca he leído de su trabajo no tengo libros en mi casa. La primera vez que oí
de él fue a través de mi ministro Sr. MacLachlin” 1917”
Y:
“ ...
recibí su carta la semana pasada y también el Libro... el Domingo fue el
Desfile de Soldados aquí yo vine a los servicios de los Arsenales a la gran
reunión que estaba muy contenta de que la hiciera en un Ministerio de Inglés de
la iglesia que tomó los servicios cuando él estaba a punto de dar su sermón y
la luz fue apagada y otros fueron bajados he marcado el Salmo que fue cantado
por mí que es una cosa que usted no hace. Bien la primera cosa que sucedió fue
que una de las chicas se desmayó y ellos la llevaron al cabo pero yo no pienso
que fuera débil estoy segura que fue un trance que no que estuvo muy débil
cuando la levantaron nunca vi una imagen de tantas caras aguapadas de todas
clases en el aire... yo no hablé con cualquier persona como hice con algunos de
ellos. Así que todavía tengo la vista en mi memoria, yo mismo veo que tiene
espiritualimo que encuentra en algún lugar no tomo interés en que ella lo
encuentren cuando usted lea este papel verá que yo no estuve sola en el
encierro del programa... bien pienso que terminaré para recordarlo esta vez...
su Elizabeth...”
Una de
las cualidades que ayudaron indudablemente a que Elizabeth M. fuera una gran
médium fue la completa confianza que ella mostró a quien ella quiso. Esta
actitud parece principalmente responsable de los sacrificios dispuestos en su
tiempo de permitir que el Dr. Hamilton inspeccionara con cuidado sus innegables
dotes psíquicos. Esta confianza pareció haberla conservado también en su estado
de trance. Para ella las entidades psíquicas fueron sus amigos. Ella se fió de
ellos completamente, y disfrutó generalmente de muchas de sus experiencias
psíquicas, aunque a veces sufriera de agotamiento físico y de unos pocos
momentos cuando sus experiencias mentales de trance fueron aborrecibles hacia
ella. Esta confianza no fue un asunto de ingenuidad. El hecho de que sus
actividades de enfermería fueran emprendidas para dar y conseguir ofrecer
ventajas educativas a los niños que ella misma no había tenido, muestra su
fuerte cariño y una fibra moral resaltable.
PLACA
36a: Rigidez catatónica de Elizabeth M. 1927
PLACA
36b : Disminución de la rigidez catatónica de
Elizabeth M. 1927 (Foto de Walter Falk (c))
PLACA 36c : Elizabeth M. pasa de rigidez catatónica a relajación completa. 1927 (Foto de Walter Falk (c))
PLACA 36d : Elizabeth M. en profundo trance realizando escritura automática.
1927. (Foto de Walter Falk (c))
Ya
hemos indicado como Ewan intervino y como se mofó de los productos mentales del
trance de su propio mediumnismo, debido en gran parte a una curiosidad y
escepticismo intelectual sumamente desarrollado. Así como estos factores lo
hicieron un agente pobre en productos mentales de trance, la ausencia de estos
mismos factores fue aparentemente una de las mayores razones por las que
Elizabeth M. llegó a ser una gran médium. En su caso la ausencia de alguna
facultad crítica dejó abierto el pórtico a las personalidades del trance y abstraída
de todo escepticismo, duda o curiosidad.
Desde
el principio de las investigaciones bajo la vigilancia del Dr. Hamilton, ella
no expresó nociones preconcebidas ni tuvo objeciones con respecto a los
fenómenos psíquicos. Ella aceptó las experiencias como venían, y transmitió
toda la información tan pura como ella pudo.
Teniendo
en cuenta su carácter, su educación y sus intereses, nosotros ahora
examinaremos su estado de trance, y llevaremos a cabo un estudio general de sus
productos.
Los
fenómenos mentales de Elizabeth M. de 1923-1927 recibieron cierto estudio. En
ese periodo de cinco años, 388 sesiones fueron realizadas, se observaron 591
estados de trance, conteniendo 977 productos de trance puramente mental; 477 de
estos productos fueron asociados con el reclamo psíquico de la personalidad del
difunto Robert Louis Stevenson, literato escocés; 218 referidos a la vida y
viajes de David Livingstone, el explorador misionero de África. Unos 212 fueron
reclamados ser W. T. Stead, escritor e investigador psíquico; 77 tuvieron que
ver con el difunto Camille Flammairon, el astrónomo francés e investigador
psíquico.
El
Dr. Hamilton escribe sobre el trance de Elizabeth:
“El
síndrome del trance de Elizabeth M. fue notablemente constante una vez que hubo
alcanzado su completa complejidad; y es mi propósito presentarlo como tal. Su
trance puede considerarse que consta de cuatro etapas, que se entiende mejor
con el gráfico que adjunto (gráfico de la Figura 2) (ISS: desafortunadamente la
Figura 2 no está disponible actualmente), lo que indica el progreso general del
trance y algunas de sus características sobresalientes.
Como
muestra el gráfico, el sujeto en el punto A está en estado normal de consciencia
N.C. Ella continúa en este nivel durante algunos minutos en el punto B. donde
empieza a entrar en el trance del sueño, caracterizado por cambios que se
indicarán más tarde. Después de cuatro o cinco minutos, el trance se profundiza
hasta el punto C. El trance propiamente empieza ahora. El trance continúa hasta
el punto E, y en este intervalo son observados dos períodos claros, por tener
características bastantes diferentes. Desde E la médium vuelve a un nivel
apenas por debajo de la consciencia completa. De F a G (otra vez al estado
normal) es la etapa post-trance.
Cada
una de las cuatro etapas del trance tiene características típicas, objetivas y
subjetivas mostradas en las secciones 1 y 2 del gráfico. En la sección 1 notamos
que en B (el punto donde la médium comienza a perder el conocimiento) pasa un
periodo de entusiasmo. Esto (mostrado en la sección 2) es debido a varias paraestesias
como una sensación de electrificación del pelo o una sensación de telaraña en
la cara. Ella objetiva estas sensaciones y trata de quitarlas soplando por la
boca y haciendo movimientos con las manos, cepillándose con ellas.
La
clarividencia y clariaudiencia parece que puede comenzar ahora; la médium
parece ver y oír las entidades psíquicas que parecen tener presencia objetiva
para ella y parece que van acercándose. Por un solo sentido o por otros parecen
tratar de atraer su atención.
Cuando
pasa el tiempo, continúa una disminución del conjunto psicomotor. Los movimientos de las
manos y brazos van más despacio y por último se paran. Los movimientos toman
una flexibilidad cerosa o rígida cataléptica. Ella ya no responde a estímulos
sensoriales. Esta condición pronto pasa completamente a lo opuesto, de
relajación total de la musculatura del cuerpo (Placa 36c). Esto marca
aparentemente el punto en el que los últimos vestigios del control voluntario
desaparece para la médium (pero no sin protestas).
Con
la presencia de la relajación total, la médium ahora tiene que ser sujetada en
su silla, y entra en trance profundo. Muestra la piel anestesiada, el pulso y
la respiración por debajo de lo normal. Al observador le parece no ser más que
un sueño profundo, pero nosotros encontramos luego un pico de la receptividad
mental de la médium. Durante el periodo CD ella está receptiva, telepáticamente
o de otro modo, visiones alucinatorias de las personalidades del trance que
dormían en aquel momento. A lo largo de la totalidad del médiumnismo de
Elizabeth M., el periodo de reposo del trance fue seguido por un automatismo
motor, cuya naturaleza y complejidad cambiaba. Durante los siete primeros meses
(de abril a noviembre de 1923) consistía en golpes de la mano del médium en
sincronía con la convocatoria del alfabeto. Más tarde se convirtió en una
motivación de la mano derecha para escribir en papel, y en ocasiones tomó la
forma de discurso de trance.
Debido
a la profundidad del trance (o a otras causas todavía no conocidas) a través
del periodo entero de al mediumnidad de Elizabeth, la mano escribió de una forma
extraordinariamente extraña. Pareció ser dirigida con un solo propósito,
establecer la escritura. Pero fue una manera ciega y confiada que supone la
cooperación del observador. No se muestra ninguna conciencia al final del
trabajo, o con el lápiz roto, o la eliminación del papel. En todos estos casos
la mano escribía constantemente, independientemente de cualquier circunstancia
que se produjera durante el automatismo. A fin de facilitar este tema, la médium
fue sujetada a su silla ( Placa 36d) y su brazo se levantó al final de cada
línea y regresó al punto de partida en la hoja de papel.
La
naturaleza ciega del automatismo en la escritura refleja claramente la
respuesta paralela e irracional tan frecuentemente observada en relación con la
acción hipnótica.
En
general, la escritura era difícil de leer, en algunas líneas las palabras
tenían que ser omitidas durante la transcripción debido a su completa
ilegibilidad. Esto, sumado al hecho de que los comunicadores, en su mayor
parte, emitían breves frases telegráficas o grupos de frases, hizo la mayor
parte de las escrituras, según se muestra, de naturaleza artificial.
PLACA 37a :
Ejemplo de escritura de Elizabeth M. en trance. (Foto de Walter Falk (c))
PLACA 37b :
Ejemplo de escritura normal de Elizabeth M. (Foto de Walter Falk (c))
Ahora
mientras todos los fenómenos de la escritura del trance fueron caracterizados
por las percepciones mencionadas, había diferencias entre las escrituras de
varias inteligencias del trance, que sugirió una relación más cercana entre el
agente y el sujeto que una mera percepción a una máquina recepción-entrega. En
su estado normal Elizabeth escribió lentamente y formó sus cartas con ese
cuidado tan a menudo encontrado en personas que escriben con esfuerzo ( ver
Placa 37b). Cuándo ella estuvo durmiendo y funcionando bajo la influencia de
Stevenson, la mano escribió generalmente en un arranque, precipitadamente, con
estilo nervioso (ver placa 37a línea 2). Los mensajes de Livingstone fueron
escritos lentamente y con la imperturbabilidad manifestada (Placa 37a línea 3).
La escritura asociada con Stead reveló alguna impetuosidad (Placa 37a línea 4).
Así como mostraba estas diferencias entre sí, estas escrituras variaban en
esencia a la propia de Elizabeth, aunque en muchos casos la escritura de Elizabeth
fuera todavía discernible en una forma modificada. La escritura de Livingstone
es pequeña y ordenada; los caracteres de Stead son grandes, mientras que los de
Stevenson son los más grandes y más redondos de todos, traicionando más que los
otros (especialmente más que la de la propia médium) a esta apariencia que
llamamos “cultivada”.
Volviendo
ahora al progreso del trance de Elizabeth, nosotros encontramos el
automatismo-motriz seguido de etapas de semi-recuperación. Este mostró
invariablemente las características del comienzo pero a la inversa: un período
muy breve de catalepsia, seguido de excitación. El tono de la musculatura
regresa, y cuando despierta del sueño profundo, la médium ahora viene en sí
misma casi completamente y entra en la etapa post-trance.
Durante esta última estampa ella describe la visión que había visto durante su sueño del trance. Investigaciones subsiguientes mostraron que estas visiones y el tema del mensaje escrito estaban invariablemente relacionados, por lo tanto parecía probable que la experiencia de la visión ocurriera durante el periodo de quietud que precedió a la escritura. Se puede considerar una relación paralela en su experiencia extra-sensorial con la ejecución post-hipnótica cuando se le dan las instrucciones a un sujeto en estado hipnótico.
Una
vez que la médium ha relatado su experiencia, vuelve rápidamente a su plena
consciencia y en poco tiempo ha olvidado por completo sus recuerdos del trance.
En caso de que la memoria estuvo presente, no duró más de unas pocas horas,
aunque hay algunas pruebas que indican que había un recuerdo de sus visiones
anteriores, mientras ella estaba en estado de post-trance.
Amnesia
total se encuentra siempre en relación con el automatismo, lo que indicó que su
percepción de los sentidos era muy normal pero completamente bloqueada en la
profundidad de su trance, ya que los automatismos, especialmente el de la mano,
golpeaban de manera muy vigorosa.
Otro
aspecto interesante del caso fue el aumento gradual del número de trances que
aparecen de golpe y su división entre las entidades comunicantes. En 1924 dos
trances ocurrían a menudo, ambos utilizados por Stevenson. En 1925 cada período
de trance a menudo mostró dos divisiones, la primera dada a las escrituras de
Stevenson y sus visiones, y la segunda una comunicación con Livingstone. En
abril de 1926, en mayo, una tercera división apareció: Livingstone y Stevenson
se manifiestan en el mismo trance, mientras que un segundo trance dio muestras
de una tercera inteligencia, W. T. Stead, quien había reclamado comunicarse
muchas veces por otros mediums, más anterior en nuestro trabajo.
El periodo del sueño ahora mostró tres o cuatro comunicaciones por cada lado. Esta ocurrencia de varios comunicadores en un mismo estado de trance tuvo el efecto de unir varios trances prolongados, uno detrás de otro.
Junto con la escritura, cada entidad dio a la
médium una percepción extrasensorial que ella luego relacionó. La corriente de
recuerdos e ideas de cada comunicador fue bien definida y diferenciada de
cualquier otra entidad. Todavía entre el cambio de una entidad a otra la médium
quedaba dormida, haciendo pequeños indicios y movimientos inquietos que fueron
interpretados como esfuerzos de reintegrarse. Aunque menos marcado, un efecto
semejante fue observado cuando había un cambio de tema por uno de los
comunicadores. Por ejemplo, si Stevenson presentó dos mensajes no relacionados
en un trance, entre la escritura que refiere al primer tema y la visión que
refiere al segundo, la médium mostraba los mismos signos de esfuerzo por volver
al conocimiento.
Todo
esto es así, es aparente, especialmente al médico y al psicólogo, que desde el
principio del trance mostrado por esta mujer, reveló una zona mental que
manifiesta ciertas características que parecen ser observadas en la histeria
médica y otras condiciones psicopáticas. A mi juicio, tales características
surgieron fuera del temor subconsciente de la médium de manera desconocida,
fuera de la influencia y temor del paso a través de un estado mental normal.
Estas son inhibiciones mentales que tienden a prevenir, el comienzo del trance
para retener la integración normal de la personalidad.
Con
Elizabeth. M. parecía posible que pasase rápidamente y segura a través de las
diferentes etapas, por inmersión en un profundo sueño, donde asumió estas
percepciones espiritistas diferenciadas del trance de una médium con histeria o
hipnosis médica, y luego regresa a la conciencia de todos los días, sin daño a
su normal personalidad. De hecho, tanto en el caso de Elizabeth y otros médiums
que he observado, ha sido mi experiencia de que hay que tener en cuenta todas
estas características de inhibición reducidas a un mínimo, los productos del
trance mental revelan menos confusión.
Los
paralelismos entre el trance y la hipnosis de Elizabeth sugieren y apoyan en
gran medida la teoría de lo que puede denominarse “control de hipnosis por una
personalidad desencarnada”. En este punto de vista, el “control” o
“personalidad psíquica” es el factor activo en la elaboración del estado de
trance, con el propósito de colocar el soporte en una condición sugestionable,
lo que le permitiría recibir telepáticamente las ideas del comunicador y
reproducirlas. En resumen, el sueño del trance con Elizabeth se redujo a un
bloqueo de la percepción normal, hasta que el estimulo de las fuentes
ordinarias (sonidos, olores, luces, sensibilidad, etc.) estaban por debajo del
umbral de los estímulos recibidos por las fuentes extrasensoriales ... (2)
REFERENCIAS:
(1) Ver
American Journal for Psychical Research, Vol. XXV, No. 9, Sept. 1931, artículo
sobre los fenómenos físicos observados con Elizabeth M.
(2) Inédito.
(2) Inédito.
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