CAPÍTULO 12: HIPÓTESIS ESPIRITISTA
- T. Glen Hamilton -
SECCIÓN 1
El
argumento para la validez de la hipótesis espiritista sigue estas líneas:
primero será mostrado que los fenómenos teleplasmáticos deben ser considerados
teniendo como origen lo psicológico antes que lo biológico; segundo, será
mostrado que las personalidades del trance demuestran las características de la
inteligencia consciente y racional. La ciencia de la conducta se basa en que
toda acción racional inteligente se basa en aprender y experimentar. Sin
embargo, si las personalidades del trance demostraran una comprensión del
teleplasma, que excede toda comprensión de alguna inteligencia conocida viva
sobre teleplasmas, entonces se sigue que la inteligencia del trance ha surgido
de una fuente de una o de otra manera desencarnada. Es por lo tanto necesario
postular una inteligencia desencarnada, un agente no-material (en el sentido que
no es de nuestro mundo). Ésta el la hipótesis espiritista.
SECCIÓN 2
Admitamos
la realidad de los fenómenos. Una vez que éstos son aceptados, hay poca
dificultad para colocarlos en su posición correcta.
Los
criterios a nuestro juicio en cuanto a si pertenecen al campo de la biología o de
la psicología son descriptos en un pasaje del Dr. J.S.Haldane, fisiólogo
ingles. Aquí él define la diferencia entre estos dos campos. Él dice:
“La
interpretación biológica que nosotros asumimos es el mantenimiento y la
reproducción de formas específicas de la vida, cada vida que es una unidad que
expresa el mantenimiento de coordinación de su estructura y actividades
detalladas. Esta unidad es interpretada como el mantenimiento constante y
regenerativo, pero haciendo esto sin previsión o retrospección, es decir
ciegamente. Cuanto se retrospecta y se prevee o aprende de la experiencia, se
habla de personificación. Si nosotros estudiamos percepción o acción voluntaria
en el comportamiento, nosotros lo interpretamos psicológicamente, o sólo lo
interpretamos fisiológicamente si dejamos la retrospeción y la previsión de
lado, sin tenerlas en cuenta...” (1)
El
teleplasma muestra las características de una materia guardada biológica
verdadera, precisamente en esos puntos donde la actividad psicológica sería
esperado que interviniera. En sus formas hay una unidad de estructura detallada
con el funcionalismo de coordinación entre las partes. El profesor Driesch ve
esto como “organización asimilada en un campo prolongado. De hecho la
organización normal y la asimilación constructiva como parece ocurrir por
ejemplo en la regeneración tendría que ser amplificada sólo con respecto a sus
pequeños efectos (“pequeños” y “grandes” son siempre nociones relativas). La materialización
sería al mismo tiempo embriología supernormal…”. (2)
Sin
embargo, la unidad del teleplasma no es mantenida constantemente. Su duración
es transitoria y está relacionada directamente con las entidades del trance.
Esta intención es demostrada por la predicción, descripción y por otras formas
de actividad consciente y racional. Bajo tales bases, por lo tanto, los
fenómenos teleplasmáticos deben ser considerados como psicológicos.
SECCIÓN 3
Posteriormente procuramos determinar los niveles de conocimiento demostrado por las entidades del trance que participaron en la existencia y el estado de los fenómenos psico-fisiológicos llamados teleplasmas. Encontramos que las entidades del trance exhibieron el conocimiento de los teleplasmas en varios niveles claramente discernibles.
El
primer nivel de conocimiento está registrado en las sesiones. De ellos nosotros
tenemos evidencias de que las entidades psíquicas fueron conscientes del estado
del desarrollo y/o madurez de la masa teleplasmática. (Ver placa 3). La
evidencia en este primer nivel está basada en el hecho de que ellos supieron cuándo
dar las señales para la exposición de las placas fotográficas, y conocían cuándo
la sustancia era exteriorizada y cuándo estaba en su punto óptimo del
desarrollo. Este primer nivel de conocimiento está apoyado aún más cuando
Walter dio la descripción del tercer teleplasma de Spurgeon, donde el plasma
fue deteriorado por una demora prolongada en la exposición. En aquella ocasión,
el conocimiento de Walter indicando el cambio morfológico sufrido por la masa
diferenciada del teleplasma, fue comprobado más allá de la evidencia
fotográfica.
En el
segundo nivel estaba el conocimiento de las propiedades y características
funcionales de los diferentes tipos de plasmas. Por ejemplo, Walter produjo una
masa imitativa, con toscas líneas con una cubierta sobreprotectora, encontrando
muchas más masas distinguidas. La indicación de un conocimiento similar debe ser
encontrado con respecto a la segunda cara de Spurgeon. Se recordará que Walter dijo
específicamente que una mesa limpia fuera colocada delante de la médium. La
fotografía demostró una cápsula sobre la mesa. Los márgenes de esta forma eran
completamente de material no diferenciado que rodeaba la cara en miniatura. La
inferencia es clara: Walter había intentado deliberadamente llevar la atención
a la presencia de esta capa protectora, demostrando así su conocimiento de una
función de la masa sobre la mesa. (Ver placa 13)
En un
tercer nivel, las personalidades psíquicas parecían haber ejercitado una
selección deliberada de material para su utilización en la producción del
teleplasma imitativo. La mayor parte de este material demostraba una textura
apretadamente entretejida que permitió contornos firmemente moldeados. En
contraste directo con tales contornos, nosotros notamos lo que debe ser
considerado como una elección deliberada de un material atenuadamente fino para
crear un “nudo del amante” o un efecto de “arco” para el teleplasma de “W.E.G.”
(Ver placa 18a)
Ahora
bien, este tipo de consciencia, la aparición y la madurez no tiene que ser de
un orden muy elevado. Si esto fuera todo lo que había que considerar, sería
posible mantener la teoría animista y suponer que el médium sólo podría
producir de forma espontánea el tipo adecuado de materiales, y
subconscientemente reconocer su madurez. Así, el animal herido sin saber por qué
se esconde hasta que el proceso normal de regeneración logra que aparezcan los
tejidos. Una vez hecho esto, el animal instintivamente reconoce que la
reparación está terminada.
Pero en
niveles más altos de la percepción, las personalidades del trance muestran un
conocimiento de una naturaleza mucho más compleja. Ellos predijeron futuros
teleplasmas con detalles descriptivos, que fueron validados completamente por
los registros fotográficos subsiguientes. Esto es percepción y la predicción en
un nivel totalmente consciente.
Con
menos frecuencia los directores del trance exhibieron un tercer tipo de
conocimiento, en el que los fenómenos plasmáticos fueron ligados a un concepto
puramente mental o puramente abstracto, que añadió sustancialmente al
significado implicado del experimento. La cita de Walter de uno de los sermones
de Spurgeon fue obviamente pensado para ser asociado con la semejanza de la
miniatura de Spurgeon conseguido en la misma sesión. El uso de tales ideas
abstractas, ligadas a fenómenos físicos particulares, añade otra dimensión más
a la percepción del director del trance del teleplasma. Refuerza el concepto de
la actividad racional, integrada y consciente del desencarnado.
El
cuarto y más alto tipo del conocimiento fue exhibido por el mediumnismo físico
del grupo. Hay evidencia que en varias ocasiones Alba, Mercedes y las
personalidades del trance de Ewan estuvieron enterados simultáneamente de la
existencia de un teleplasma que apareció subsiguientemente con Alba. Además,
cada entidad individual estuvo enterada que cada una de las otras entidades
estaban también enteradas de la existencia del teleplasma.
Para
resumir, los cuatro niveles de conocimiento o de percepción fueron demostrados
por las propias personalidades del trance:
1)
Un
conocimiento del tipo, estado y salida de cada teleplasma.
2)
Un
conocimiento de las propiedades funcionales diferentes, y de la aplicabilidad
de ciertos términos descriptivos a varias masas.
3)
Un
conocimiento del valor de establecer ciertas llamadas características
subjetivas que podrían ser consideradas contribuyentes al significado de las
manifestaciones totales.
4)
El
conocimiento simultáneo por dos o más médiumsdel teleplasma con los tres
niveles anteriores.
SECCIÓN 4
No
puede caber duda de la actividad intencional del mediumnismo físico del grupo y
las personalidades asociadas al trance, siendo consciente y racional. El punto
más importante del asunto está en las siguientes preguntas:
Cuándo
la actividad es consciente, cuando exhibe memoria, cuando es capaz de previsión
racional ¿debe esta actividad en el nivel abstracto basarse siempre en el
aprendizaje y la experiencia? Este es invariablemente el caso normal de la
personalidad y la acción del grupo. Siempre ha sido el punto de vista de la
psicología de que cada una de nuestras percepciones y cada una de nuestras
acciones consisten en aprender de la experiencia. En el campo anormal, la
psicología ha reconocido una larga consideración para explicar las acciones
irracionales mediante el recurso de alguna experiencia previa y olvidada o
subliminal. Entonces, ¿qué vamos a decir para la acción intencional de las
personalidades del trance que son racionales y predecibles y para los que no podemos encontrar ninguna
base de explicación en la historia pasada del medium, y de hecho, en el
conjunto de la comprensión humana? Como hemos demostrado, debe existir una
conexión muy íntima y real entre la voluntad demostrada de las inteligencias
del trance y la realidad de la probada sustancia teleplasmática. Cualquiera que
sea el proceso por el cual se produce esta conexión, es utilizada de manera
consciente y racional. Y todavía tenemos apenas una pequeña sospecha de lo que
está implicado.
Aquí
entonces aparece una contradicción. Según la psicología clásica, todo
comportamiento racional debe surgir del aprendizaje mediante la experiencia. La
actividad intencional representada en los teleplasmas supera a la experiencia y
el aprendizaje de cualquier organismo inteligente encarnado conocido. La introducción de una inteligencia – de alguna
forma de inteligencia – es
imprescindible y necesaria para cualquier explicación de los fenómenos. Por la
evidencia esto es ineludible. En nuestra opinión, esta incompatibilidad se
puede resolver mejor por la introducción de la teoría de los desencarnados o inteligencias
post-mortem. De la debida consideración de otros factores en los datos, hemos
llegado a la conclusión de que esta inteligencia desencarnada puede ser vista
mejor como una personalidad fallecida. Esta es la hipótesis espiritista.
SECCIÓN
5
Si esta
hipótesis es fuerte, nos ayudará en nuestra comprensión de otros hechos todavía
incomprensibles para la investigación. Pero debemos recelar por temor a que
nosotros aceptemos indudablemente que muchas implicaciones aparentes apoyan a
esta hipótesis. Una solución con respecto a la fuente de inteligencia de Walter
no explicaría los procesos orgánicos que crean los teleplasmas. Será
simplemente una solución especial para justificar la inteligencia que opera en
un caso particular. Tal solución no impide la posibilidad de que una
inteligencia viva pueda en algún futuro operar sobre la materia biológica y los
fenómenos producidos por teleplasmas. No se niega que la ciencia pueda algún
día desenredar el problema de la sustancia y conseguir verdaderamente hacer
esto independientemente del concepto espiritista. En el presente caso la
hipótesis espiritista satisface simplemente la necesidad de una inteligencia
directa, manifestada en el papel de una personalidad del trance, pero una
inteligencia, que por la evidencia, no puede haber surgido de una persona
encarnada ni viva.
Otra vez,
¿Qué implicaciones tiene la hipótesis espiritista con respecto a las caras en
miniatura? Por ejemplo ¿jugó Spurgeon un papel esencial en la producción de las
caras en miniatura de Spurgeon? Tal idea no debe ser excluida, y debe ser
considerada como una posibilidad. Pero la evidencia no ofreció ninguna
sugerencia que anule o afirme esta posibilidad.
Si
adoptamos la hipótesis espiritista ¿Son las caras en miniatura significativas
de las condiciones de la vida después de la muerte? No hay evidencia de mostrar
que estos fenómenos por sí, tengan nada en absoluto con el estado que suponemos
que se entra después de que una persona muera. En nuestra opinión es muy
absurdo suponer que lo sea. El único significado que puede ser asignado al
teleplasma de la formación de caras actualmente, está en su demostración de la
capacidad de las personalidades del trance de sugerir implícitamente la
intención principal que han intentado establecer, a saber, el concepto de vida después de la muerte. Solamente en
el sentido de esta implicación se pueden considerar las miniaturas de las caras
como un estado de una existencia personal después de la muerte. Y si las
personalidades del trance son de hecho personas difuntas que dominan y que
dirigen temporalmente los medios corporales y las funciones mentales, después
uno también buscaría y esperaría encontrar la evidencia de las opiniones, de
intereses y de las memorias de tales personas difuntas. Este por supuesto es el
tipo más común de evidencia que se ha utilizado para formular la hipótesis de
la supervivencia.
Hay una
objeción formal a la suposición de que los productos mentales del trance que
revelan las memorias de la vida de ciertos individuos constituyen motivo
suficiente para avanzar el concepto de supervivencia. El tropiezo de esto es la
evidencia de que tales memorias
surjan de las mentes de las personas vivas. Por lo tanto la mayoría de los
investigadores han adoptado la posición que si no es rigurosa y
demostrablemente necesaria una descripción de los fenómenos, entonces los
requisitos formales de la hipótesis más económica impide la suposición de la
supervivencia.
Lodge
ha hecho caso omiso a esta objeción y ha adoptado el punto de vista de la
evidencia dada por los productos mentales del trance, siendo acumulativa. En su
opinión, sus efectos justifican el concepto de supervivencia. Hay mucho para decir
sobre este punto de vista, ya que de ser aceptado el concepto espiritista es más
exitoso que cualquier otro punto de vista para explicar muchas características
de los fenómenos de la investigación psíquica, porque si se lo ignora cualquier
otra teoría explicativa se basará en explicaciones que lleven a posiciones
ridículas.
Los fenómenos espiritistas mentales del trance, cuando están vistos e interpretados como corolarios de algo que es causa para la hipótesis espiritista, no están en conflicto con esta hipótesis. Con su ayuda un grado aceptable de comprensión de los fenómenos puede ser asegurada.
Considerando
todas las fuentes, los registros de la investigación psíquica están saturados
con implicaciones de supervivencia. Siempre y donde se hallen verdaderas personalidades del trance,
nos encontramos con el reclamo de la inteligencia de una persona difunta. Esto
ha ocurrido en el trabajo de cada investigador desde el principio de este
estudio a mediados del siglo XIX. Todos los investigadores de acontecimientos
psíquicos, sean cristianos, agnósticos, o francamente ateos, han informado de
manifestaciones, de alguna u otra manera, sobre la idea de la supervivencia,
por entidades del trance. Cualquier teoría que procure justificar la realidad
de los fenómenos psíquicos debe explicar esta característica. Es obvio que la
hipótesis espiritista es la que menos dificultad tiene para hacerlo.
Los
productos del trance de la médium Elizabeth M. nos proporcionan una gran
cantidad de datos que relaciona a la memoria y la vida en la tierra de cierto
muerto conocido.
Vayamos
ahora hacia un examen de la mujer Elizabeth M. y su mediumnismo físico. Daremos
una evaluación de sus productos mentales del trance en función de la hipótesis
de la supervivencia.
REFERENCIAS:
(1) J. S. Haldane, C.H., F.R.S., "The Philosophical
Basis of Biology" (Hodder & Stoughton, 1931), p. 97.
(2) Hans Dreisch,
"Psychical Research", T. Besterman (traductor) (G. Bell & Sons,
Ltd., London, 1933), p. 119.
INTRODUCCIÓN, PREFACIO, CONTRAPORTADA, C1, C2, C3, C4, C5, C6, C7, C8, C9, C10, C11, C12, C13, C14, C15, C16, C17