- Pruebas Suplementarias de la Supervivencia




PRUEBAS SUPLEMENTARIAS DE LA SUPERVIVENCIA


- Sir William F. Barrett –


Las almas de los justos están en manos de Dios. A los insensatos les parece que mueren, que su partida es una desgracia, el abandonar la tierra una completa destrucción, pero ellas están en paz. SALOMÓN: De la Sabiduría, III, 1-3

Habiendo quedado establecido el carácter supernormal de muchas de las comunicaciones que recibimos por conducto del médium o automatismo, veamos ahora otras pruebas suplementarias de supervivencia, de identidad de inteligencia desencarnadas y de su condición después de la muerte.

Hace algunos años estuve hospedado en casa de un amigo, en el país que denominaré Hawthorn Manor, y supe que mi huéspeda Mrs. E. , esposa de un abogado que ocupaba un puesto oficial, muy sensata, religiosa y caritativa, había descubierto accidentalmente que de vez en cuando sentía en la mano el influjo de un poder que no le era dable dominar. Escribía así largos mensajes cuyo significado le era desconocido en aquel momento.

Lo curioso el  caso es que esta escritura se producía súbitamente; cuando hacía la anotación diaria de las cuentas de la casa, caía en un estado de ensoñación o semitrance y sentía que los dedos de una mano que pertenecían , al parecer, a una persona  invisible sentada enfrente de ella, se posaban en los suyos de la mano derecha, que empezaba a escribir con energía. Pero la escritura estaba al revés y cada renglón comenzaba por la derecha, siendo preciso invertir la hoja para leerla.

Mrs. E. me aseguró, y no hay razón para dudar de su aserto, que le era imposible escribir así en su estado normal. Quienquiera que lo  intente, verá lo difícil que es escribir e tal modo, sobre todo con letra caligráfica y clara, como la que nos ocupa.

Mrs. E. no era espiritista, ignoraba todo lo concerniente a ello y sentía más bien cierta aversión, por lo que no dio importancia alguna a esta escritura anormal, hasta que recibió un mensaje que contenía ciertas declaraciones totalmente ignoradas por ella y por su marido, que más tarde se descubrió  que se trataba de  incidentes completamente exactos, de la vida de un pariente fallecido, que afirmaba que estaba presente y guiaba la mano de dicha señora. Una noche después se produjo lo que estimo una prueba de identidad.

El caso de Chatham.

“Mrs. E no conocía al ente que comunicaba. Anoté las circunstancias siguientes: un primo de mi huéspeda, oficial de ingenieros, llamado B. , estaba de visita en Hawthorn Manor. Yo  no estaba presente, pero me comunicaron todos los detalles, de los que conocía alguno. B. Tenía un compañero el comandante C., que murió después que B, salió del Chatham, y solía ir al pabellón del comandante a tocar el piano pues ambos eran muy aficionados a la música. Me aseguró Mrs. E. que no sabía absolutamente nada de esto. En la sesión de referencia, ante el asombro de B., que ignoraba las cuestiones espiritistas, se comunicó inesperadamente el nombre y apellido del comandante y en seguida esta pregunta: ¿Qué se ha hecho de los libros? - ¿Qué libros? – se respondió.- los que me prestaron – replicó C. - ¿Quién se los prestó? – A. – respondió inmediatamente. Era el nombre de otro camarada, del que Mrs. E. no había oído hablar.- ¿Debo escribir a A. para saber si los tiene? – preguntó B. La contestación fue: - Sí.

Todos los presentes dieron su palabra de honor de que no sabían nada del préstamo, ni se acordaban de A. ni Mrs. E. lo había oído nombrar nunca.

Se escribió a A. preguntándole inicialmente por los libros, pero la contestación, que se recibió algún tiempo después, no hacía mención de ello. Sin embargo, dos meses más tarde B. encontróse con A., que en el curso de la conversación exclamó repentinamente: “Fue chocante lo que me preguntaba usted en su carta; me refiero al comandante C. y a los libros. Le presté algunos , pero ignoro lo que fue de ellos después de su muerte.”

Se puede argüir que B. pudo haber visto en casa del comandante C. libros pertenecientes a A. y haberlo olvidado y que esta memoria latente impresionara por telepatía a Mrs. E sin que nadie se diera cuenta; pero es evidente que esta explicación no basta para otros casos, alguno de los cuales he de citar. Para estos precisará inventar otras hipótesis más complicadas, esforzando nuestro ingenio cada vez más, ya que estos son casos aislados del cúmulo de pruebas a favor de la supervivencia, que aumenta incesantemente. Se han publicado muchos testimonios y conozco otros que exigirían una suposición absurda cada uno para intentar explicarlos normalmente. Sigamos esclareciendo la escritura obtenida automáticamente por Mrs. E., cuya facultad se reveló en la forma descrita. No sabía lo que escribía hasta que, invirtiendo el papel, podía leer el mensaje. No conozco ningún caso igual de escritura invertida, aunque puede haberlo. “La escritura por el espejo” no es rara y consiste en que para leer el mensaje hay que colocarlo ante un espejo, como algunas tarjetas postales, pero el arte de escribirlos es mucho más fácil que el de la escritura invertida.

Las comunicaciones siguientes no son tampoco del tipo usual, pero nos da un atisbo, si son verídicas, del estado del alma inmediatamente después de la muerte Mrs. E. me aseguró que eran completamente ajenas a sus pensamientos y que no era capaz de imaginarlas. En el invierno anterior perdió a un hermano queridísimo, que cursaba la carrera de ingeniero en un colegio próximo a Londres. Un amigo suyo, después de haber sufrido mucho, le precedió en la muerte, más Mrs. E. no pensaba en él una noche  en que su mano escribió:

“Quiero que crea que sus amigos viven y piensan en usted… Al abrir los ojos de mi cuerpo espiritual, me encontré el mismo, no tuve miedo: únicamente experimenté  al principio  una impresión extraña, después tranquilidad, el corazón fortalecido, el afecto, el compañerismo, las enseñanzas. Yo soy… (aquí su nombre sin omitir letra) el que escribe; pero su hermano (dio su nombre ) está aquí y necesita hablar a usted.”

Transcurrido un intervalo, Mrs. E. sintió el impulso para escribir y su mano trazó:

“Estoy aquí (dio su nombre, su hermano) y necesito hablarte de mi despertar en la vida espiritual. Al principio, percibía confusamente unas formas que se movían en la habitación y alrededor de la cama. Después cerraron la puerta y todo quedó en silencio. Entonces me apercibí de que no estaba en el lecho, sino que flotaba un poco por encima de él. Vi, a una luz nebulosa, mi cuerpo estirado con la cara tapada, y mi primera idea fue que podía volver a entrar de nuevo, pero pronto  se desvaneció este deseo: el lazo se había deshecho. De pie en el pavimento, miré por todo el cuarto en donde estuve tan enfermo, tan postrado, y donde, a la sazón, podía moverme con entera libertad. La habitación estaba ocupada; cerca de mí se encontraba mi abuelo (aquí el nombre exacto). Estuvo conmigo todo el tiempo. Estaban también otro que hoy quiero y antes no conocía bien. Salí del cuarto y entré en el contiguo, donde estaba mi padre y… (parientes que viven aún), intentando hablar con ellos. Mi voz era clara y potente, y , sin embargo, no prestaron atención a lo que dije. Atravesé las salas del Colegio; muchas tinieblas, poca luz. Después salí bajo los cielos libres. En otra sesión escribiré más… El poder es demasiado débil ahora. Buenas noches.” (Sigue su firma)

En otra sesión, una o dos noches después, apareció escrito del mismo nombre, tomando el hilo de la narración interrumpida, sin preámbulo alguno:

“Vi la tierra yacente, fría y obscura, bajo las estrellas a los primeros albores de una aurora invernal. Era un paisaje muy conocido, que había contemplado con frecuencia. De repente se me abrieron los ojos y vi al mundo espiritual irradiar sobre el real como la eclosión de una flor. No encuentro palabras para expresarlo. Nada podría decir que hiciese comprender esta revelación maravillosa, que un día será vuestra. Me sentía atraído por mis afinidades al mundo que ahora es mío, pero no estoy encadenado. Me atrae la tierra, no por lazos nefastos; me atraen los que amo, los lugares que me fueron queridos.”

Estos mensajes tiene profundo interés; algunos se escribieron en mi presencia y, como ya expuse, Mrs. E., en su estado normal consciente, estaba convencida de no haberlos podido componer. Pero el yo subliminal, en cuya manifestación percibió mr. Myers el origen del genio, tiene dones que sobrepujan los del yo normal y es posible, aunque en mi opinión sea improbable, que estas comunicaciones sean únicamente expresión dramatizada de poderes latentes e insospechados de Mrs. E. Esta explicación es, sin embargo, deficiente para los mensajes verídicos que transmitió, con informaciones desconocidas de todos los presentes, ni puede explicar otras muchas comunicaciones, obtenidas con distintos médiums, como las de los casos ya mencionados y los que citaremos más adelante.

Pero ¿será tan extravagante tomar en consideración la hipótesis más sencilla de que ocasionalmente el mundo invisible se revela al nuestro y que algunos que han penetrado en aquel pueden darnos a conocer la continuación de su existencia?¿ Por qué algunos solamente? ¿Por qué tan mezquina manifestación? ¿Hay algo mezquino en lo que manifiesta la vida?

La muda agonía que embarga el alma cuando se nos arrebata un ser querido, el horrible sentimiento de la separación que nos paraliza cuando contemplamos el cuerpo inerte, nos hace sentir el anhelo de una voz, de un indicio de ultratumba, y si en respuesta a nuestra súplica adquirimos la certeza de que nuestra fe no es vana, de que el ser querido vive todavía, si se dibujara una sonrisa o se movieran sus labios o alzara un dedo, ¿juzgaríamos mezquina la acción que nos asegurara que la muerte no es el fin de la vida, que la muerte no es la conclusión de todo?

Aunque sea no más que “una señal que se haga, una voz que parta de las tinieblas”, ¡no es una mezquindad! Sólo  no tiene importancia la muerte espiritual para los que nos aseguran que son “tardío de ánimo para creer lo que dijeron los profetas”, que el alma vive libre de la carne, que la memoria individual permanece, aunque la envoltura de cuerpo y cerebro desaparezca.

Precisamente  esta aspiración natural al ser humano hace que sea imparcial el examen de los hechos, y serena la crítica, tan difícil como indispensable. Así se procede hoy, con un rigor que aumenta con la experiencia y probidad tal, que nadie puede impugnar, como demuestra el caso siguiente

Los escritos de Mrs. Holland

Uno de los caos más interesantes de escritura automática, de los discutidos con sagacidad y espíritu crítico por el investigador de la S. P. R. , fue el de una distinguida dama que ocupó en la India elevada posición social. Esta señora no era espiritista y a la sazón no conocía a nadie de la Sociedad de Investigación Psíquica. Como su familia sentía aversión al psiquismo, adoptó el pseudónimo de “Mrs. Holland”. A su regreso a Inglaterra trabó conocimiento con elementos importantes de la Sociedad, que la tenían en gran estima. Llamó su atención la escritura automática, intentó el experimento y vio con sorpresa que su mano escribía en prosa y en verso. Independientemente de su voluntad. Los primeros mensajes se encabezaban por estos versos improvisados:

Cree en lo que no puedes ver
Hasta que la visión te llegue.


Mrs. Holland dice que está plenamente consciente mientras escribe, pero “mi mano va tan de prisa, que rara vez sé lo que escribo”. Despertóse su interés y leyó la obra monumental y póstuma de Mr. Myers. Aunque no llegó a conocer al autor, se concibe que muchos de sus escritos automáticos se crean inspirados en él. Un estudio detenido de estos mensajes nos induce, sin embargo, a admitir que el espíritu de Mr. Myers dictó algunos de ellos. El siguiente por ejemplo, es característico de tal procedencia:

“Creer que el mero hecho de la muerte permite al espíritu comprender todo su misterio, es tan absurdo como imaginar que el del nacimiento permite al recién nacido conocer el misterio de la vida. Yo tanteo aún, hago suposiciones, conjeturas… La experiencia es diferente para cada uno… Uno estaba aquí, hace poco, que no podía creer que había muerto: imaginaba estar en una nueva fase del tratamiento que seguía en su enfermedad.”

Viene a continuación, aunque no con exactitud, los dos primeros versos del poema de Mr. Myers, St. Paul, que según declara Mrs. Holland, no lo leyó nunca, ni  había oído nada de él. Es posible que viera citadas en alguna parte las líneas que se transcriben a continuación, aunque no lo recordará:

Sí, soy de Cristo y que su nombre os baste,
Como bastó su grandeza hasta para mí (1)

“Si fuera posible al alma morir para retornar a la vida terrestre yo moriría con el anhelo de volver para deciros que todo lo que hemos imaginado no es ni la mitad de la maravilla de la verdad; que la inmortalidad, en vez de ser un sueño encantador, es la única realidad, el hilo de oro resistente en el que todas las ilusione de la vida están ensartadas. ¡Si pudiera llegar hasta vos!¡Si os lo pudiera decir! Ansío este poder y todo lo que siento es un ansia infinita, una pena infinita. ¿Llegará a vos algo, llegará a alguien o me estoy lamentando como gime el viento, sin palabras y desatendido? (Proceedings de la S. P. R. , tomo XXI, pág. 233)

En otra ocasión escribió el guía Myers:

“Puede ser que los que mueren repentinamente no experimenten un obscurecimiento prolongado de la conciencia pero el estado de inconsciencia fue, para mí, de larga duración.”

Y después:

“La realidad es infinitamente más maravillosa que nuestras conjeturas más atrevidas. Verdaderamente, ninguna conjetura es atrevida.

(1)  Mr. Myers escribió así estos versos de St. Paul:
¡Cristo! Soy de Cristo y su nombre os basta.
Sí, para mí, hasta fue su grandeza.


La hipótesis de que estos mensajes son creación dramatizada del subliminal de Mr. Holland, es cada vez más difícil de admitir cuando los comparamos con otros completamente distintos, que emanan, al parecer , de Mr. Ed. Gurney y del honorable Roden Noel, ambos completamente desconocidos de Mrs. Holland. Durante su vida conocí personalmente a tan distinguidas personas y mantuve correspondencia frecuente con ellos, por lo que puedo afirmar, según mi leal saber, que estas comunicaciones son singularmente características de sus respectivos temperamentos.


Pero hay más: el guía Roden Noel, no solamente escribía versos libres muy notables, sino que mencionaba lugares y personas frecuentadas por él y desconocidas por Mrs. Holland. No sabía ella quién dirigía su mano cuando escribió:

“Yo fui siempre un investigador, pareciéndome a veces que la pesquisa era para mí más que el resultado , pero el alcance de mis investigaciones eran generalmente como el oro del arco iris, siempre allende y distante… no estoy acuciado por el deseo, que anima a algunos de nosotros, de compartir nuestro saber y nuestro optimismo con vosotros antes de tiempo. La solución del gran problema no sabría dársela; todavía estoy muy lejos. El conocimiento inmutable de la verdad y de la belleza, en las que se resuelven finalmente la inevitable fealdad de la existencia. Será vuestro a su hora.”

Precediendo a estas líneas llegaron las siguientes:

“Esto es para A. W. pregúntesele lo que la fecha 26 de mayo de 1894 significa para él, para mí y para F.W. H. No creo que les sea difícil recordarlo, peor si fuera así que lo pregunte a Nora.”

Observemos aquí que Mrs. Holland, que estaba entonces en la India no sabía nada del Dr. A. W. Verrall, representado por las iniciales A. W. ni que a Mrs. Sidgwick e la llamara Nora (su nombre era Leonor),  pero su texto sugirió a Miss Johnson (investigadora del S. P. R.), a quien se envió el escrito, que debía provenir de Roden Noel, que era conocido del Dr. Verrall, e Mr. F. W. Myers y de Mrs. Sidgwick. Miss Johnson añade: “Era pertinente que nos dijese que preguntásemos a Nora (Mrs. Sidgwick), si no lo descubríamos nosotros, porque  él (Roden Noel) era íntimo amigo del Dr. Sidgwick”. La fecha era, precisamente, la de la muerte de Roden Noel. Aunque Mrs. Holland creía haber leído algún poema de Mr. Noel, nada sabía de su persona ni la fecha de su muerte.

Es difícil invocar el fetiche del subliminal o la telepatía, y llega al absurdo cuando se lee una de las primeras comunicaciones recibidos por Mrs. Holland en la India, atribuida a Mr. Myers, que describe minuciosamente a un caballero de bastante edad y termina así:

“Es lo mismo que confiar un mensaje de importancia enorme a un apersona dormida. Procúrese una prueba, inténtela si cree que esto es perder  el tiempo. Envíe esto a Mrs. Verrall, 5, Selwyn Gardens, Cambridge.”

Cuando Miss Johnson recibió el escrito, reconoció en seguida que se trataba del Dr. Verrall, y la dirección dada de su señora era exacta. Además, cuando Mrs. Verrall leyó el escrito, dijo que la descripción era acertada y característica de su marido, que entonces vivía. Mrs. Verrall, que también ¡ay! Ha pasado a lo invisible, manifestó que no se había publicado ningún retrato ni descripción e su marido nunca, ni su dirección figuraba en Human Personality, que había leído Mrs. Holland. Al ser interrogada Mrs. Holland contestó que no había visto, ni tenía la menor idea, de la dirección de Mrs. Verrall. No pude caber duda del a buena fe de Mrs. Holland, pues ella era la más deseosa en descubrir si alguno de sus escritos automáticos procedía de su memoria subconsciente.
Otros casos muy notables de conocimiento supernormal en los escritos de Mrs. Holland, se describen en la extensa memoria de Miss Johnson, en los Proceedings de la S. P. R. Uno , en particular, es digno de consideración. Mrs. Holland escribió el 17 de enero de 1904, guiada por Mr. Myers:

“El sobre sellado no debe abrirse todavía. Yo soy incapaz de hacer que su mano trace caracteres griegos, por lo que no puedo dar el texto y si la referencia; I Cor., XVI, 13: ‘Observad, manteneos firmes en la fe, libertaos como hombres, sed fuertes…’ ¡Oh, mi ardor me debilita! ¡Cómo odría hacer que me reconocieran mejor! Es muy importante, aparte de los sentimientos personales de amor y deseo. Me falta la asistencia de Edmundo (Mr. Ed. Gurney), que no está conmigo ahora. Lo intento solo en medio de enormes dificultades…”

Precisa consignar que Mrs. Sidgwick pidió a Mrs. Verrall, que también era notable autómata, una prueba concerniente al versículo favorito de su marido y obtuvo una respuesta completamente satisfactoria. No sabía nada de esto Mrs. Holland, pero el mismo día 17 de enero de 1904, en que el escrito de Mrs. Verrall, en Cambridge, aludía a una carta sellada y a un versículo, Mrs. Holland, en la India, escribía automáticamente el mensaje antes citado. El versículo I Cor. XVI, 13, no era el que pedía Mrs. Sidgwick, es el que está inscrito en griego sobre la entrada del colegio Selwyn, en Cambridge, en el que estuvo constantemente Mr. Myers y que, debido a un ligero error en la inscripción, se lo había hecho notar más de una vez a Mrs. Verrall. Mrs. Holland no había estado nunca en Cambridge, ni tenía relación alguna con la Universidad y nada sabía de la inscripción griega de la portada del colegio de Selwyn.

Este incidente es un ejemplo de las “correspondencias cruzadas”, o sea que dos autómatas separados a gran distancia, dan respuesta algo semejantes o escriben una frase incomprensible hasta que se complementa por medio de otro autómata que no conoce el fragmento del mensaje recibido primeramente. Se supone que una personalidad invisible guía a los dos médiums para descartar toda idea de telepatía o del subliminal. Es punto interesante, como he indicado ya, que sólo desde la muerte de Mr. Myers y del Dr. Hodgson, familiarizados con este método, se han presentado numerosos casos de correspondencia cruzada entre autómatas independientes y separados por gran distancia.

En el Umbral de lo Invisible