El Misterio de las
Hadas
Arthur Conan
Doyle
THE COMING OF THE FAIRIES
INDICE
- Prefacio de Arthur Conan Doyle
- Capítulo I. Cómo ocurrió todo.
- Capítulo II. Primera publicación sobre las hadas. Strand Magazine, número de Navidad de 1920.
- Capítulo III. Reacciones a las primeras fotografías.
- Capítulo IV. Segunda serie de fotografías.
- Capítulo V. Observación de un clarividente en el pequeño valle de Cottingley, agosto de 1921.
- Capítulo VI. Testimonios objetivos sobre las hadas.
- Capítulo VII. Otros testimonios.
- Capítulo VIII. El punto de vista teosófico sobre las hadas.
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PREFACIO
La presente
obra contiene las reproducciones de las célebres fotografías de Cottingley y
todos los documentos que tiene que ver con el caso. El lector atento podrá,
casi con igual facilidad que o, forjarse una opinión sobre la autenticidad de
las fotos. Este relato no es un alegato de especialista persuadido de su
autenticidad, sino una simple reunión de hechos cuya interpretación podrá
aceptar o rechazar el lector.
No obstante,
a las personas escépticas les pido que no se dejen engañar por el sofisma
consciente de decir que, puesto que un profesional del fraude que sea diestro
en el arte de la falsificación puede reproducir un objeto semejante al
original, también éste, por consiguiente, se ha conseguido de manera
fraudulenta. Pocas cosas hay que no puedan simularse y, si hubiese que hacer
caso del citado razonamiento, por el hecho de que unos defraudadores estén en
condiciones de producir ciertos efectos con sus películas propias y
escenificaciones , habría que deducir entonces que análogamente resultados,
pero conseguidos en condiciones naturales por no profesionales, también están
trucados. Este razonamiento no puede influir en el público sagaz.
Añadiré
que el debate surgido en torno a la existencia objetiva de una forma de vida
subhumana no tiene nada que ver con la cuestión, más amplia y absolutamente
vital, del espiritismo. Deploraría que mis argumentos a favor del espiritismo
se vienen de algún modo afectados por la exposición de esta extrañísima
historia, que realmente no tiene nada que ver con la propagación de la vida en
el más allá.
Crowborough
Fotografía
sacada por Elsie. Día soleado y claro, julio de 1917. Cámara fotográfica “Midg”.
Distancia: 1,20 m. Tiempo de exposición 1/50º de segundo. Expertos en
fotografía certifican que el negativo original no tiene la menor huella de
montaje, retoque ni marca ninguna. La fotografía, hecha de una sola toma, al
aire libre y con luz natural, está ligeramente sobreexpuesta. La cascada y las
rocas están aproximadamente seis metros detrás de Frances, que está de pie,
apoyada sobre la orilla del riachuelo. Puede verse una quinta hada detrás de
las que están a la derecha. Los colores de las hadas, tal como los ha descrito
la chica, son rosa, verde, azul lavanda y malva muy pálido, más intensos en las
alas, y transformándose en blanco, casi
puro, en los miembros y las ropas de las hadas. Cada hada tiene su propio
color.
Fotografía
sacada por Frances. Día bastante claro, septiembre de 1917. Cámara fotográfica “Midg”.
Distancia: 2,50 m. Tiempo de exposición: 1/50º de segundo. El negativo original
ha sido examinado, ampliado y analizado tan detalladamente como la fotografía
A. esta placa está considerablemente sobreexpuesta. El gnomo saltaba en el
preciso momento en que Frances, que tenía la cámara fotográfica, apretó el
disparador. Se describe al gnomo con leotardos negros, jersey marrón tirando a
rojo y gorro rojo puntiagudo. Las alas, suaves y cubiertas de plumón. Cuando no
hay ruido, se oye de cuando en cuando la música de la flauta de Pan que tiene
en la mano izquierda, poco más que un tintineo. Parece ser que no pesa nada,
pero cuando se te posa en la mano desnuda, sientes como un “pequeño aliento”.
Fotografía
sacada por Elsie en agosto de 1920. Cámara fotográfica “Cameo”. Distancia: 1 m.
Tiempo de exposición: 1/50º de segundo. Este negativo, así como los dos
siguientes (D y E) fueron tan cuidadosamente analizados como los anteriores, y
tampoco muestran ninguna otra cosa que fotografías perfectamente auténticas. Proceden
de un lote de placas secretamente selladas sin que lo supiesen las chicas. El hada
salta desde las hojas que hay debajo y planea por un momento, cosa que hizo
tres o cuatro veces. Como el hada saltó un poco más arriba que las veces
anteriores, Frances creyó que iba a darle en la cara, e instintivamente echó
atrás la cabeza. El hada parece llevar unas mallas de color lavanda pálido.
Un
hada ofrece a Elsie un ramillete de jacintos silvestres. El hada permanece casi
inmóvil, posada sobre las hojas del arbusto. Tiene las alas con manchas
amarillas, y la parte superior del vestido es rosa muy pálido.
Esta
fotografía es particularmente notable. sería extremadamente difícil de realizar
un negativo como este por medio de trucajes; incluso imposible, según algunos
expertos. Además, la fotografía tiene un elemento en el que las chicas nunca se
habían fijado. No sabían en absoluto qué era este nido o capullo que aparece
entre las hierbas. Los amantes de las hadas de New Forest y otros lugares dicen
que es un baño mágico, que las hadas tejen con gran rapidez, y que lo usan
cuando hace un día gris, sobre todo en otoño. Los rayos de sol que pasan a
través del nido parecen magnetizar el interior, produciendo así un “baño” que
devuelve la vitalidad y la energía.
Mr. E. L. Gardner, Miembro del Ejecutivo de la Comunidad de la Sociedad Teosófica (Inglaterra)
A. Conan Doyle, retrato de H. L. Gates, 1933 (Sherlock Holmes Pub, Londres) |
Arthur Conan Doyle |
Elsie y Frances. Fotografiada tomada por el Sr. Wright en junio de 1917 con la cámara fotográfica "Midg" que acababa de comprar, la única que tuvo nunca. |
Escena de El sueño de una noche de verano de Francis Danby, 1832 (Oldham Art Gallery and Museum). |
Frances en 1920 |
Las dos muchachas cerca del lugar en el que en 1920 fue fotografiada el hada saltarina. |
La fotografía de Canadá |
Elsie en 1920, cerca del lugar donde se había sacado la fotografía del gnomo tres años antes. |
La disputa de Oberón y Titania, de sir Joseph Noël-Paton, 1849. (National Gallery de Escocia, Edimburgo) |
Vista del riachuelo en 1921 |
El riachuelo y el pequeño valle de Cottingley. A, B, C, D, y E: lugares donde se tomaron las fotografías. X la casa.
|
Sr. y Sra. Wright , con su hija Elsie |
Capítulo 1
CÓMO OCURRIÓ TODO
Es posible que los hechos que vamos a contar en este libro
saquen a la luz la estafa más fabulosa jamás hecha al público, pero tal vez el
futuro, por el contrario, muestre que estos hechos constituyen un hito en la
historia de la humanidad. Si verdaderamente conseguimos probar que, en la
superficie de nuestro planeta, existe una población tan numerosa como la de la
especie humana, que hace su vida como el place, y que se distingue de nosotros
por la simple diferencia de la frecuencia de sus vibraciones, las consecuencias
de nuestro descubrimiento son difíciles de imaginar.
Tan sólo podemos ver aquello que se encuentra dentro de los
límites del espectro luminoso. A un lado y a otro de ese espectro, hay
infinitas vibraciones que no pueden captar nuestros ojos. Si fuésemos capaces
de imaginar la variedad de seres hechos de una sustancia que emite vibraciones
más largas o más cortas que las nuestras, estos seres resultarían invisibles
para nosotros en la medida en que no pudiésemos “sintonizar” subiendo hasta
ellos o haciéndolos bajar hacia nosotros. Precisamente esta capacidad de saber
sintonizar con otras vibraciones distintas de las nuestras y mantenerse en
contacto con ellas es lo que hace al clarividente. A mi parecer, no hay nada
científicamente imposible en el hecho de que algunos vean lo que otros no ven.
Si tales seres existen realmente, y si las facultades inventivas del cerebro
humano se orientan hacia esta problemática, no cabe duda de que se inventarán
gafas parapsíquicas, actualmente inimaginables, que permitirán que todos se
abran a esta innovación. Si la electricidad de alta tensión adaptada a otros
usos, no se ve por qué razón, con un
mecanismo análogo, no podría hacerse lo mismo con las vibraciones del fluido
cósmico etéreo y las ondas luminosas.
Pero todo esto, desde luego son sólo especulaciones vayamos
a los hechos. A comienzos del mes de mayo de 1920, hablando con mi amigo el Sr.
Gow, redactor en jefe de la revista light,
tuve conocimiento de que alguien se enorgullecía de haber fotografiado hadas.
Mi amigo no había visto las fotografías, pero me encaminó hacia la Sra.
Scatcherd, una dama a la que yo respetaba mucho por su erudición y sus
opiniones. Conseguí verme con ella. Tampoco había visto las fotografías, pero
una amiga suya, la Sra. Gardner, había tenido conocimiento de su existencia. El
13 de mayo, la Sra. Scatcherd me escribió diciéndome que se acercaba al final,
y adjuntaba a su carta el extracto de una carta de la Sra. Gardne, del que
adjunto copia. En este punto de mi testimonio prefiero dar los documentos tal
cual, porque pienso que muchos lectores preferirán encontrar aquí informaciones
de primera mano sobre tan espectacular aventura. Hablando de su hermano, el Sr.
Gardner, dice:
“Ya sabe usted que Edward es teósofo desde hace muchos años
y que pasa la mayor parte del tiempo dando conferencias y haciendo otros
trabajos para la Sociedad Teosófica. Hacía años que yo lo consideraba un hombre
tan sumido en el error que no podía serle de ayuda ninguna oración por la
salvación de su alma, pero ahora tengo con él relaciones muy exaltantes. Doy
gracias al cielo por haberme encontrado presente en Willesden cuando se puso de
luto, pues pude comprobar hasta qué
punto lo sostenía y lo reconfortaba su fe. No cabe duda de que va a dedicar
cada vez más tiempo y energías a dar conferencias por todos los países, etc.
Me gustaría muchísimo que pudiese ver usted una foto que
tiene mi hermano. Él cree en las hadas, los duendes y los tragos. Ya sabe usted
que a veces los niños pueden verlos de verdad y jugar con ellos. Mi hermano ha
entrado en contacto con una familia de Bradford cuya hija Elsie y su prima
Frances suelen ir al bosque para jugar allí con las hadas. El padre y la madre no les hacen caso y no quieren saber
nada de esas “pamplinas”, como dicen ellos, pero una tía con la que ha hablado
Edward, en cambio, cree en lo que cuentan las niñas. Hace poco, Elsie dijo que
quería fotografiar a estas hadas y le suplicó a su padre que le prestase su
aparato de fotografía. Durante mucho tiemo se negó, pero finalmente la niña
consiguió que le dejase la cámara y una placa. Y he aquí que, junto con
Frances, se fue al bosque, cerca de una cascada. Frances las “captaba”, como
dicen ellas, y Elsie estaba preparada con la cámara. Pronto aparecieron tres
hadas y un duendecillo danzando en el aura de Frances. Elsie pulsó el
disparador rogando al cielo que todo saliese bien. El padre se lo tomó con mucha clama antes de revelar
la fotografía, pero finalmente se puso manos a la obra y, para gran
estupefacción suya, las cuatro adorables pequeñas formas aparecieron
maravillosamente bien.
Edward llevó el negativo a un especialista en fotografía
capaz de reconocer de inmediato un cliché trucado. Muy escéptico antes de
estudiarlo, el experto le propuso de inmediato cien libras al contado. Afirmó
que era una fotografía totalmente auténtica y notable. Edward la ha hecho
ampliar y la tiene colgada en la pared del recibidor de su casa. Este cliché le
interesa mucho, y piensa ir a Bradford a ver a las niñas lo antes posible. ¿Qué
le parece a usted? Dice Edward que las hadas están en la misma línea de
evolución que los insectos alados, etc. me temo que no soy capaz de comprender
todos sus argumentos, pero estaba segura de que a usted le interesaría
enormemente. ¡Cuánto me gustaría que pudiese ver usted esa fotografía, y
también otra de una de las niñas con el más adorable duendecillo que pueda
imaginarse.”
Esta carta me llenó de esperanzas, y redoblé los esfuerzos
para conseguir las fotografías. Supe que había dos, y que se habían enviado a
una amiga de la familia, la Sra. Blomfield, para un peritaje. Así que, mi
investigación prosiguió en esa dirección, y he aquí la respuesta que obtuve a
mi carta pidiendo información.
Los Mirtilos, Beckenham,
21 de junio de 1920
Muy señor mío,
Aquí tiene las fotografías de las hadas; son muy
intersantes. ¿no le parece?
Estoy convencida de que mi primo se alegrará mucho de que
usted las conozca. Pero me dijo (y lo confirmó posteriormente por escrito) que
por ahora no desea verlas difundidas. Pienso que tiene proyectos respecto a
ellas, y que están sometidas a derechos de copia, pero no en beneficio suyo,
por lo que sé. Todavía no ha terminado su investigación. Le he preguntado si
podía hacer un contratipo de las fotos con objeto de tener unos cuantos chichés
para amigos que pudiesen estar interesados, pero me ha escrito para decirme que
prefería que no nos movamos por ahora. Creo que mi primo no está en casa estos
días, pero se llama Edward L. Gardner y es presidente de una rama de la
Sociedad Teosófica (la lógica Blavatsky) y suele dar conferencias en la sala
Mortimer, en Mortimer Square de Londres. Hace unas cuantas semanas dio allí una
conferencia y proyectó en una pantalla las fotografías de hadas mientras
contaba lo que sabía de ellas.
Sinceramente suya,
E. BLOMFIELD
Dentro del sobre había dos fotografías notables que se
reproducen en este libro, la del gnomo que baila y la de las hadas en corro.
Lar reproducciones iban acompañadas de una nota técnica. Ni que decir tiene que
quedé absolutamente encantado con aquellas
maravillosas fotografías, y respondí a la Sra. Blomfield para
agradecerle su amabilidad y sugerirle que se emprendiese una investigación
profunda con el fin de probarme la autenticidad de los clichés. Agregué que, si
quedaba claramente sentada, estaría encantado de tener el privilegio de ayudar
a l Sr. Gardner a dar resonancia pública a su descubrimiento.
Obtuve la siguiente respuesta:
Lor Mirtilos,
Beckenham,
23 de junio de 1920
Apreciado Sir Arthur,
¡Qué feliz me siento de que le hayan gustado las hadas! Me
gustaría ayudarlo a usted al máximo, pero no hay gran cosa que yo pueda hacer.
Si las fotografías me perteneciesen (me refiero a los negativos), estaría
encantada de que se informase al público a través de usted, pero de momento es
mi primo quien debe dar su aprobación. Yo creo que él desea realmente difundir
la información, pero , como le dije, no estoy al corriente de sus proyectos y
no estoy segura de que sea el momento adecuado.
Después de mi primera carta, pensé que sería preferible
darle la dirección de su hermana. Es una persona sensata, que tiene los pies en
el suelo; está inmersa en el voluntariado social, y su naturaleza abierta y
práctica hace le salga bien todo cuanto emprende.
Ella cree realmente en la autenticidad de las fotografías de
las hadas. Edward es un hombre inteligente y bueno. Quienes lo conocen saben
que todo testimonio que venga de él es auténtico, tanto en el plano de la
veracidad como en el del juicio. Espero no molestarle con estos detalles, pero
he supuesto que saber un poco más de las personas que han descubierto las
fotografías le permitirán a usted remontarse a las fuentes. No veo nada que
indique uan estafa ni una broma. Dicho esto, la primera vez que vi las copias,
pensé que tenía que haber otra explicación distinta de la que creía ver. ¡Era
demasiado bonito para ser verdad! Pero hasta los menores detalles de que he ido
teniendo conocimiento me confirman que las fotografías son auténticas, aun
sabiendo que Edward es mi único informador. Él mismo espera obtener más
información de las propias niñas.
Sinceramente suya,
E. BLOMFIELD
Casi en el mismo momento, recibí una carta de otra dama que
estaba al corriente de este asunto:
29 Croftdon Road, Highgate Road, N. W.
24 de junio de 1920
Apreciado Sir Arthur,
Me alegra saber que se interesa usted por nuestras hadas. Si
las fotos son auténticas, y es lo que creo, lo que está en juego es ni más ni
menos que el descubrimiento de un mundo nuevo. No carece de interés el
mencionar que, cuando examiné las fotos con lupa, la artista que soy advirtió
que las manos de las hadas no son del todo como las nuestras. Estos pequeños
personajes tienen en todo apariencia humana excepto en las manos, que se
parecen a algo así (un croquis describía una especie de palma). Me parece que
la barba del pequeño gnomo evoca una especie de apéndice de insecto, pero sin
duda un vidente diría que es una barba. Me parece además que la blancura de las
hadas tal vez se deba a la ausencia de sombra, cosa que explica su aire
artificial y sin relieve.
Sinceramente suya,
MAY BOWLEY
Después de haber visto las fotografías y de que me hubieran
dicho que el Sr. Gardner era alguien digno de confianza, sano de espíritu y de
buena reputación, me sentí más seguro de mí mismo. De modo que le escribí,
valiéndome de las recomendaciones de unos y otros, y le expliqué lo mucho que
me interesaba el asunto, hasta qué punto me parecía esencial que se revelasen
los hechos al mayor público posible y que podía efectuarse una investigación
imparcial antes de que fuese demasiado tarde. He aquí la respuesta que recibí a
mi carta:
5 Craven Road,
Harlesden, N.W. 10
25 de junio de 1920
Apreciado señor,
Acabo de recibir su interesante carta del 22 de junio y
estoy a su total disposición. Por lo que se refiere a las fotografías, el
asunto es bastante largo y no he podido reconstituirlo más que avanzando paso a
paso. Las niñas en cuestión son muy
tímidas y reservadas…
Son las hijas de la familia de un obrero de Yorkshire y,
desde su más tierna infancia, según dicen, han jugado con hadas y duendes en el
bosque, cerca de su pueblo. No le cuento aquí toda la historia – tal vez
podríamos vernos para ello - , sin embargo, cuando finalmente pude ver las
copias, demasiado malas, quedé tan impresionado que insistí para que me dejasen
los negativos. Los sometí a dos expertos de primer orden, uno en Londres y otro
en Leeds. El primero , que nunca había tenido delante este tipo de temas,
¡afirmó que las placas eran totalmente auténticas pero inexplicables! El
segundo, que conocía el problema y que había hecho varias veces de experto para
demostrar trucajes parapsíquicos, también estaba convencido. Así pues, proseguí
mi investigación. Espero obtener otras fotografías, pero de momento es difícil
reunir a las dos chicas. Tienen once y diecisiete años, han empezado a trabajar
y viven a varios kilómetros la una de la otra. Espero poder conseguirlo, sin
embargo, y obtener así fotografías de otras variedades de hadas. Estos
espíritus de la naturaleza pertenecen a una variedad no individualizada y me
gustaría mucho obtener una huella de seres superiores. Pero unas niñas como
esas son raras de encontrar y temo que intervengamos demasiado tarde, pues sin
duda llegará lo inevitable; quiero decir que una de ellas se enamorarán y
entonces …¡todo se esfumará!
Añado que deseo enormemente evitar todo aspectos económicos
en este asunto. Tal vez no lo conseguiría, pero en todo caso no seré yo el
primero que hable de ello. Busco la Verdad, y nada enturbia más su camino que
el dinero. En todo caso, puede usted contar conmigo para darle toda la
información posible.
Sinceramente suyo,
EDWARD L. GARDNER
Esta carta me animó a trasladarme a Londres para conocer al
Sr. Gardner, un hombre tranquilo, equilibrado, reservado, ni excéntrico ni
iluminado. Me mostró bellas ampliaciones de las dos maravillosas fotografías y
me dio muchas informaciones que iré proporcionando aquí posteriormente. Ninguno
de los dos habíamos conocido a las dos chicas y nos distribuimos los papeles;
él se encargaría de los contactos personales, mientras que yo daría forma
literaria a los resultados de nuestra investigación. Acordamos ir al pueblo en
cuanto pudiésemos para ver a todas las personas implicadas. Entretanto, mostré
las copias y a veces también los negativos a varios amigos cuyos conocimientos
en materia de parapsíquica me inspiraba confianza.
Entre ellos ocupa un papel eminente Sir Oliver Lodge. Me
parece ver todavía su mirada asombrada e interesada mientras contemplaba las
fotografías que yo había puesto ante él en el salón del Atheneum Club. Prudente
como siempre, se negó a juzgarlas por las apariencias y emitió la hipótesis de
que se había sacado una foto de los danzantes del Californian Classic y se
había sobreimpreso sobre un paisaje rural inglés. Yo repliqué que teníamos la
certeza de que la fotografías las habían sacado las dos chicas de clase obrera
y que ese trucaje estaría fuera de sus posibilidades, pero no logré convencerle
y, por lo demás, todavía actualmente se pregunta al respecto.
Las críticas más graves salían de los espiritistas , para
quienes la existencia de los nuevos seres, tan alejados de los espíritus como de los humanos, no eran demasiado
plausibles y temían – sin duda con razón – que su aparición en este mundo
complicase el debate parapsíquico en curso tan crucial para muchos de nosotros.
Uno de los espíritus críticos era alguien a quien llamaré aquí el –Sr.
Lancaster, que – y esto es una paradoja bastante frecuente – combinaba
considerables poderes de vidente, tanto en el plano de la clarividencia como en
el de la clariaudiencia, al tiempo que
ejercía con gran competencia un oficio muy prosaico. Afirmaba que a menudo
había visto hadas con sus propios ojos, y por consiguiente su opinión era muy
valiosa para mí. Este caballero tenía un espíritu guía (puede usted sonreír,
lector escéptico), y le preguntó a él. Su respuesta me demostró tanto la fuerza
como la debilidad de las investigaciones parapsíquicas. En respuesta a mis
preguntas, me escribió en julio de 1920:
“Sobre las fotografías: cuanto más pienso en ello, menos me
gusta (me refiero a la fotografía de las hadas con cofia a a la pariense). Me
dice mi guía que la foto fue tomada por un hombre rubio, de baja estatura, con
el pelo peinado hacia atrás; tiene un estudio con un montón de cámaras
fotográficas, de las que algunas funcionan “con manivela”. No sacó la foto para
engañar a los espiritistas, sino para complacer a la chica; ésta escribía
cuentos de hadas que él ilustraba de este modo. Tampoco él es espiritista, y le
divertiría mucho si fuese si dijesen que lo es. No vive cerca de nosotros, y el
lugar donde vive es muy distinto, es decir, las casas, en vez de estar bien
alineadas, están colocadas de cualquier manera. Parece que no es inglés. Por la
descripción, tengo la impresión de que eso sucede en Dinamarca o en Los
Ángeles. Esa es mi opinión, si le vale.
Me gustaría mucho tener la lente que capta a la gente en
movimiento rápido con la nitidez de esa foto. Debe ser del F/4, 5, debe de
costar cincuenta guineas como mínimo; no el tipo de lente que tendrían las
hijas de un obrero en una cámara de aficionado. Dicho esto, dada la rapidez con
que se ha tomado la cascada en segundo plano, ésta se encuentra suficientemente
movida para justificar una exposición de un segundo como mínimo. Soy incrédulo
como santo Tomás, ¿verdad? El otro día me dijeron que, si por si la mayor de
las casualidades , subiese al cielo, sería preciso:
- que insistiese en clasificar a los ángeles por fichas;
- que montase una caseta de tiro con vistas a una posible
invasión procedente del infierno.
Dada la lamentable reputación que me ha dado la gente que
pretende que me conoce, no se tendrán demasiado en cuenta mis puntillosas
críticas, que se tomarán por trapacerías; al menos hasta cierto punto.”
Estas reflexiones y mensajes parapsíquicso suelen parecerse
a los de las personas que tienen esas visiones oscuras en un espejo que
contiene una extraña mezcla de verdad y falsedad. Cuando le mostré esta carta
al Sr. Gardner, éste me confirmó que estas palabras reflejaban realmente , a
grandes rasgos, al Sr. Snelling y su entorno, el mismo caballero que había
tenido en sus manos los negativos, los había sometido a peritaje y había sacado
ampliaciones. Así pues, era este incidente pasajero, y no el inicio del asunto,
lo que había impresionado al guía del Sr. Lancaster. Todo ello, por supuesto
puede no parecer evidente al simple lector, pero, como he dicho, juego con las
cartas sobre la mesa con todos los testimonios posibles.
La opinión del Sr. Lancaster era tan importante para
nosotros, y estábamos tan persuadidos de que había que poner todos los medios
para alcanzar la verdad, que sometimos las placas al examen de otros expertos.
Los detalles se encuentran en la siguiente carta:
5Craven Road, Harlesden, N.W. 10
12 de julio de 1920
Apreciado Sir Arthur,
Sólo unas palabras para contarle en qué estado nos
encontramos y para agradecerle su amable carta, así como el envío de la casa
Kodak.
Hace una semana, tras haber tenido conocimiento de la
opinión del Sr. Lancaster, decidí obtener un peritaje todavía más a fondo de
los negativos, si es que eso es posible. Así pues, fui a ver al Sr. Snelling en
Harrow y hablé largamente con él, insistiendo en la importancia que yo concedía
a un juicio definitivo. Creo que ya le dije que el Sr. Snelling está desde hace
treinta años en relación continuada, en varios planos, con la Compañía Autotype
y la gran fábrica de fotografía Illingworth. Tiene hechos excelentes trabajos
tanto en exterior como en estudio. Hace poco se instaló por su cuenta en
Wealdstone (Harrow) y tiene bastante éxito.
El peritaje el Sr. Snelling sobre los dos negativos es
categórico y totalmente decisivo. Dice que está perfectamente seguro de dos
cosas:
1.
No hay más que una sola toma;
2.
Todas las forma de hadas se movían durante la
toma, que era “instantánea”.
Cuando lo presioné sobre la posible utilización de siluetas
de papel o de cartón, de fondos reconstituidos o pintados y todos los
artificios realizables en un estado moderno, confirmó su opinión mostrándome
otros negativos y copias que le daban la razón. Añadió que todo aquel que
tuviese gran experiencia en este campo podía detectar de inmediato un fondo
negro y una sobre impresión en un negativo. Lo mismo ocurre en el caso de un
objeto en movimiento, me dijo ojeando fotografías d aviones. No es que yo esté
de acuerdo con todos sus argumentos,
pero reconozco que me convenció totalmente en cuanto a los dos puntos
mencionados más arriba, que , tomados simultáneamente refutan todas las
objeciones posibles. El Sr. Snelling está dispuesto, sin titubeos, a
certificarlas y a poner en juego su reputación en cuanto a la exactitud de lo
que asegura. Estaré ausente de Londres desde el próximo miércoles hasta el día
28 fecha en que iré a Bingley para una investigación de uno o dos días en aquel
lugar. Propongo enviarle los dos negativos, que puede usted conservar durante
unos quince días. Están cuidadosamente empaquetados y pueden enviarse por
correo con total seguridad. Si no desea usted tenerlos, los enviaré o los haré
llevar al Sr. West de la casa Kodak para que dé su opinión. Cómo usted, pienso
que eso vale la pena, dado que es un gran experto en la materia.
Tengo realmente muchas ganas de llegar hasta el final; pese
a que yo ya estaba seguro, tengo ahora más confianza que nunca tras la
entrevista del otro día.
Sinceramente suyo
EDWARD L. GARDNER
Tras haber recibido esta carta y los negativos, yo mismo los
llevé a las oficinas de la compañía Kodak en Kingsway, donde vi al Sr. West y a
otro experto de la casa Kodak. Estudiaron cuidadosamente las placas y ni uno ni
otro encontraron huellas de sobreimpresión ni de ningún otro artificio. En
cambio, eran de la opinión de que, poniéndose manos a la obra con toda su
técnica y todos sus recursos, podrían producir fotografías comparables de
manera natural. De modo que no podían afirmar que nuestras fotografías fuesen
de origen sobrenatural. Por supuesto, si las fotografías se examinan solamente
en el aspecto técnico, es un punto de vista razonable, pero eso se parece un
poco al viejo razonamiento antiespiritista, totalmente desacreditado, según el
cual,, puesto que un prestidigitador puede producir ciertos efectos, una mujer
o un niño que produzcan efectos semejantes también utilizará técnicas de
prestidigitación. Me parecía evidente que la investigación , a fin de cuentas,
tenía que llevarse a cabo alrededor de la personalidad y el entorno de las
chicas, más que sobre las fotografías. Yo ya había iniciado este contacto con
la mayor, mandándole un libro, y había recibido en respuesta estas pocas líneas
de su padre:
31 Main Street, Cottingley, Bingley
12 de julio de 1920
Apreciado Sir Arthur,
Espero que nos perdonará no haber respondido antes a su
carta y no haberle agradecido el bonito libro que tan amablemente le ha mandado
a Elsie. Está encantada y puedo asegurarle que apreciamos el honor que le ha
hecho usted. El libro llegó el último sábado por la mañana, una hora después de
que hubiésemos salido a pasar unos días de vacaciones en el mar, y no supimos
de su existencia hasta ayer por la noche. Hemos recibido al mismo tiempo una
carta del Sr. Gardner y nos propone venir a vernos a finales de julio. ¿Sería
para usted un problema esperar hasta entonces? En esa fecha podríamos contarles
todo cuanto sabemos.
Muy cordialmente
ARTHUR WRIGHT
Nos parecía evidente que debíamos ver las cosas más de
cerca, y con este objeto se fue al Norte el Sr. Gardner para entrevistarse con
toda la familia y llevar a cabo una investigación detallada sobre el terreno.
El resultado de su viaje se encuentra en el artículo que publiqué en el Strand Magazine, que cubre todo el
asunto (véase p. 43). Incluyo aquí simplemente la carta que me mandó a su
regreso de Yorkshire.
5 Craven
Road, Harlestden, N.W. 10
31 de Julio de 1920
Mi apreciado Conan Doyle,
Ya estoy aquí a su disposición, y como tan sólo he tenido
una hora para poner en orden las cosas, le escribo inmediatamente para que
reciba usted el paquete lo antes posible. Como debe usted de tener prisa, le
hago un resumen de lo más sencillo, y dejo a su albedrío el tomar en
consideración lo que le parezca necesario. Se lo mando todo, los negativos, las
pruebas de 8,2 cm x 10,8 cm y de 12 cm x 16,5 cm, las ampliaciones, así como
las diapositivas para su proyección.
Por otra parte, el martes tendré las copias de mis propias
fotografías de los paisajes del pequeño valle, incluidos los dos lugares que se
ven en los clichés de las hadas, así como unas pruebas de las chicas tomadas en
1917, descalzas, mientras juegan en el arroyo que hay detrás de su casa. También
tengo una fotografía de Elsie, que muestra la mano.
Para responder a sus preguntas:
1.
Tengo la autorización formal para utilizar estas
fotografías como me parezca. Se autoriza su publicación con la única condición de
que no se incluya ni nombre ni dirección alguna.
2.
Hay preparadas copias para Inglaterra y los Estados
Unidos.
3.
La gente de la casa Kodak, así como los de la compañía
Illingworth, no desean manifestarse sobre las fotografías. Sobre los primeros,
ya está usted al corriente. En cuanto a los de la casa Illigworth, argumentan
que son capaces de producir en estudio un negativo semejante empleando con
destreza maquetas y telas pintadas. El experto de otra compañía insistía en la
construcción de una “maqueta”, y sus afirmaciones se derrumbaron solas cuando
estuve en el lugar de los hechos. Peor nadie ha aceptado que se publiquen sus
dictámenes. Aparte del punto de vista de Snelling, está claro que las
fotografías hubieran podido producirse en estudio, pero que en los negativos no
hay ningún indicio que permita afirmarlo con certeza. (Agregaré que Snelling, a
quien volví a ver anoche, rechaza con
menosprecios que puedan producirse artificialmente unos negativos como esos. Afirma
que reconocería de inmediato uno falso.)
4.
Le adjunto mi informe. Puede usted utilizarlo
como mejor le parezca.
El padre, el Sr. Arthur Wright, me causó buena impresión. Lo
encontré totalmente abierto y disponible. Me explicó su punto de vista sobre
todo el asunto, a saber, que no entendía nada, pero asegura con firmeza que la
placa que sacó de la cámara fotográfica Midg es realmente la misma que había
introducido él aquel mismo día. Es electricista en una finca de los
alrededores. Es preciso y muy inteligente, y se muestra abierto y honesto. Comprendí
por qué la familia me trataba con gran consideración. Hace unos años, la Sra.
Wrigth se interesó por el pensamiento teosófico y cuenta que le resultó muy
benéfico.
Conocía mi relación con la Sociedad Teosófica y eso le dio
confianza en mí. De ahí la acogida tan
calurosa de la familia, que me había asombrado.
¡De hecho, creo que el guía de L. se topó con el pobre
inocente de Snelling! Anoche me di cuenta de que corresponde al retrato
esbozado. Es realmente él quién reveló los negativos de los que están sacadas
las pruebas que tiene usted en su poder, y trabaja realmente en una habitación
llena de máquinas extrañas con manivelas, y objetos que se usan para la
fotografía…
Sinceramente suyo,
EDWARD L. GARDNER
Espero que el lector reconocerá que hasta ahora no hemos
sido demasiado irreflexivos o crédulos y que hemos tomado todas las medidas
juiciosamente requeridas para verificar este asunto. Si queremos buscar la
verdad, sin ideas preconcebidas, no tenemos más remedio que proseguir nuestra
investigación y someterla al público para que otras personas, llegado el caso,
puedan descubrir el error que se nos haya escapado. Debo rogarle al lector que
me disculpe si algunos pasajes del siguiente artículo del Strand se han tratado
ya en este capítulo introductivo.
Prefacio C-1 C-2 C-3 C-4 C-5 C-6 C-7 C-8
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