- El Misterio de las Hadas


El Misterio de las Hadas

Arthur Conan Doyle



THE COMING OF THE FAIRIES



INDICE

- Prefacio de Arthur Conan Doyle

- Capítulo I. Cómo ocurrió todo.

- Capítulo II. Primera publicación sobre las hadas. Strand Magazine, número de Navidad de 1920.

- Capítulo III. Reacciones a las primeras fotografías.

- Capítulo IV. Segunda serie de fotografías.

- Capítulo V. Observación  de un clarividente en el pequeño valle de Cottingley, agosto de 1921.

- Capítulo VI. Testimonios objetivos sobre las hadas.

- Capítulo VII. Otros testimonios.

- Capítulo VIII. El punto de vista teosófico sobre las hadas. 
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PREFACIO

La presente obra contiene las reproducciones de las célebres fotografías de Cottingley y todos los documentos que tiene que ver con el caso. El lector atento podrá, casi con igual facilidad que o, forjarse una opinión sobre la autenticidad de las fotos. Este relato no es un alegato de especialista persuadido de su autenticidad, sino una simple reunión de hechos cuya interpretación podrá aceptar o rechazar el lector.

No obstante, a las personas escépticas les pido que no se dejen engañar por el sofisma consciente de decir que, puesto que un profesional del fraude que sea diestro en el arte de la falsificación puede reproducir un objeto semejante al original, también éste, por consiguiente, se ha conseguido de manera fraudulenta. Pocas cosas hay que no puedan simularse y, si hubiese que hacer caso del citado razonamiento, por el hecho de que unos defraudadores estén en condiciones de producir ciertos efectos con sus películas propias y escenificaciones , habría que deducir entonces que análogamente resultados, pero conseguidos en condiciones naturales por no profesionales, también están trucados. Este razonamiento no puede influir en el público sagaz.

Añadiré que el debate surgido en torno a la existencia objetiva de una forma de vida subhumana no tiene nada que ver con la cuestión, más amplia y absolutamente vital, del espiritismo. Deploraría que mis argumentos a favor del espiritismo se vienen de algún modo afectados por la exposición de esta extrañísima historia, que realmente no tiene nada que ver con la propagación de la vida en el más allá.


Crowborough
Marzo de 1922











Fotografía sacada por Elsie. Día soleado y claro, julio de 1917. Cámara fotográfica “Midg”. Distancia: 1,20 m. Tiempo de exposición 1/50º de segundo. Expertos en fotografía certifican que el negativo original no tiene la menor huella de montaje, retoque ni marca ninguna. La fotografía, hecha de una sola toma, al aire libre y con luz natural, está ligeramente sobreexpuesta. La cascada y las rocas están aproximadamente seis metros detrás de Frances, que está de pie, apoyada sobre la orilla del riachuelo. Puede verse una quinta hada detrás de las que están a la derecha. Los colores de las hadas, tal como los ha descrito la chica, son rosa, verde, azul lavanda y malva muy pálido, más intensos en las alas, y  transformándose en blanco, casi puro, en los miembros y las ropas de las hadas. Cada hada tiene su propio color.







Fotografía sacada por Frances. Día bastante claro, septiembre de 1917. Cámara fotográfica “Midg”. Distancia: 2,50 m. Tiempo de exposición: 1/50º de segundo. El negativo original ha sido examinado, ampliado y analizado tan detalladamente como la fotografía A. esta placa está considerablemente sobreexpuesta. El gnomo saltaba en el preciso momento en que Frances, que tenía la cámara fotográfica, apretó el disparador. Se describe al gnomo con leotardos negros, jersey marrón tirando a rojo y gorro rojo puntiagudo. Las alas, suaves y cubiertas de plumón. Cuando no hay ruido, se oye de cuando en cuando la música de la flauta de Pan que tiene en la mano izquierda, poco más que un tintineo. Parece ser que no pesa nada, pero cuando se te posa en la mano desnuda, sientes como un “pequeño aliento”.









Fotografía sacada por Elsie en agosto de 1920. Cámara fotográfica “Cameo”. Distancia: 1 m. Tiempo de exposición: 1/50º de segundo. Este negativo, así como los dos siguientes (D y E) fueron tan cuidadosamente analizados como los anteriores, y tampoco muestran ninguna otra cosa que fotografías perfectamente auténticas. Proceden de un lote de placas secretamente selladas sin que lo supiesen las chicas. El hada salta desde las hojas que hay debajo y planea por un momento, cosa que hizo tres o cuatro veces. Como el hada saltó un poco más arriba que las veces anteriores, Frances creyó que iba a darle en la cara, e instintivamente echó atrás la cabeza. El hada parece llevar unas mallas de color lavanda pálido.









Un hada ofrece a Elsie un ramillete de jacintos silvestres. El hada permanece casi inmóvil, posada sobre las hojas del arbusto. Tiene las alas con manchas amarillas, y la parte superior del vestido es rosa muy pálido.








Esta fotografía es particularmente notable. sería extremadamente difícil de realizar un negativo como este por medio de trucajes; incluso imposible, según algunos expertos. Además, la fotografía tiene un elemento en el que las chicas nunca se habían fijado. No sabían en absoluto qué era este nido o capullo que aparece entre las hierbas. Los amantes de las hadas de New Forest y otros lugares dicen que es un baño mágico, que las hadas tejen con gran rapidez, y que lo usan cuando hace un día gris, sobre todo en otoño. Los rayos de sol que pasan a través del nido parecen magnetizar el interior, produciendo así un “baño” que devuelve la vitalidad y la energía.






Mr. E. L. Gardner, Miembro del Ejecutivo de la Comunidad de la Sociedad Teosófica (Inglaterra)




























A. Conan Doyle, retrato de H. L. Gates, 1933 (Sherlock Holmes Pub, Londres)



Arthur Conan Doyle
Elsie y Frances. Fotografiada tomada por el Sr. Wright en junio de 1917 con la cámara fotográfica "Midg" que acababa de comprar, la única que tuvo nunca.
Escena de El sueño de una noche de verano de Francis Danby, 1832 (Oldham Art Gallery and Museum).



Frances en 1920
Las dos muchachas cerca del lugar en el que en 1920 fue fotografiada el hada saltarina.


La fotografía de Canadá
Elsie en 1920, cerca del lugar donde se había sacado la fotografía del gnomo tres años antes.
La disputa de Oberón y Titania, de sir Joseph Noël-Paton, 1849. (National Gallery de Escocia, Edimburgo)
Vista del riachuelo en 1921
El riachuelo y el pequeño valle de Cottingley. A, B, C, D, y E: lugares donde se tomaron las fotografías. X la casa.

Sr. y Sra.  Wright , con su hija Elsie









Capítulo 1



CÓMO OCURRIÓ TODO


Es posible que los hechos que vamos a contar en este libro saquen a la luz la estafa más fabulosa jamás hecha al público, pero tal vez el futuro, por el contrario, muestre que estos hechos constituyen un hito en la historia de la humanidad. Si verdaderamente conseguimos probar que, en la superficie de nuestro planeta, existe una población tan numerosa como la de la especie humana, que hace su vida como el place, y que se distingue de nosotros por la simple diferencia de la frecuencia de sus vibraciones, las consecuencias de nuestro descubrimiento son difíciles de imaginar.

Tan sólo podemos ver aquello que se encuentra dentro de los límites del espectro luminoso. A un lado y a otro de ese espectro, hay infinitas vibraciones que no pueden captar nuestros ojos. Si fuésemos capaces de imaginar la variedad de seres hechos de una sustancia que emite vibraciones más largas o más cortas que las nuestras, estos seres resultarían invisibles para nosotros en la medida en que no pudiésemos “sintonizar” subiendo hasta ellos o haciéndolos bajar hacia nosotros. Precisamente esta capacidad de saber sintonizar con otras vibraciones distintas de las nuestras y mantenerse en contacto con ellas es lo que hace al clarividente. A mi parecer, no hay nada científicamente imposible en el hecho de que algunos vean lo que otros no ven. Si tales seres existen realmente, y si las facultades inventivas del cerebro humano se orientan hacia esta problemática, no cabe duda de que se inventarán gafas parapsíquicas, actualmente inimaginables, que permitirán que todos se abran a esta innovación. Si la electricidad de alta tensión adaptada a otros usos, no se ve por qué razón, con  un mecanismo análogo, no podría hacerse lo mismo con las vibraciones del fluido cósmico etéreo y las ondas luminosas.

Pero todo esto, desde luego son sólo especulaciones vayamos a los hechos. A comienzos del mes de mayo de 1920, hablando con mi amigo el Sr. Gow, redactor en jefe de la revista light, tuve conocimiento de que alguien se enorgullecía de haber fotografiado hadas. Mi amigo no había visto las fotografías, pero me encaminó hacia la Sra. Scatcherd, una dama a la que yo respetaba mucho por su erudición y sus opiniones. Conseguí verme con ella. Tampoco había visto las fotografías, pero una amiga suya, la Sra. Gardner, había tenido conocimiento de su existencia. El 13 de mayo, la Sra. Scatcherd me escribió diciéndome que se acercaba al final, y adjuntaba a su carta el extracto de una carta de la Sra. Gardne, del que adjunto copia. En este punto de mi testimonio prefiero dar los documentos tal cual, porque pienso que muchos lectores preferirán encontrar aquí informaciones de primera mano sobre tan espectacular aventura. Hablando de su hermano, el Sr. Gardner, dice:

“Ya sabe usted que Edward es teósofo desde hace muchos años y que pasa la mayor parte del tiempo dando conferencias y haciendo otros trabajos para la Sociedad Teosófica. Hacía años que yo lo consideraba un hombre tan sumido en el error que no podía serle de ayuda ninguna oración por la salvación de su alma, pero ahora tengo con él relaciones muy exaltantes. Doy gracias al cielo por haberme encontrado presente en Willesden cuando se puso de luto, pues pude comprobar  hasta qué punto lo sostenía y lo reconfortaba su fe. No cabe duda de que va a dedicar cada vez más tiempo y energías a dar conferencias por todos los países, etc.

Me gustaría muchísimo que pudiese ver usted una foto que tiene mi hermano. Él cree en las hadas, los duendes y los tragos. Ya sabe usted que a veces los niños pueden verlos de verdad y jugar con ellos. Mi hermano ha entrado en contacto con una familia de Bradford cuya hija Elsie y su prima Frances suelen ir al bosque para jugar allí con las hadas. El padre y la  madre no les hacen caso y no quieren saber nada de esas “pamplinas”, como dicen ellos, pero una tía con la que ha hablado Edward, en cambio, cree en lo que cuentan las niñas. Hace poco, Elsie dijo que quería fotografiar a estas hadas y le suplicó a su padre que le prestase su aparato de fotografía. Durante mucho tiemo se negó, pero finalmente la niña consiguió que le dejase la cámara y una placa. Y he aquí que, junto con Frances, se fue al bosque, cerca de una cascada. Frances las “captaba”, como dicen ellas, y Elsie estaba preparada con la cámara. Pronto aparecieron tres hadas y un duendecillo danzando en el aura de Frances. Elsie pulsó el disparador rogando al cielo que todo saliese bien. El padre  se lo tomó con mucha clama antes de revelar la fotografía, pero finalmente se puso manos a la obra y, para gran estupefacción suya, las cuatro adorables pequeñas formas aparecieron maravillosamente bien.

Edward llevó el negativo a un especialista en fotografía capaz de reconocer de inmediato un cliché trucado. Muy escéptico antes de estudiarlo, el experto le propuso de inmediato cien libras al contado. Afirmó que era una fotografía totalmente auténtica y notable. Edward la ha hecho ampliar y la tiene colgada en la pared del recibidor de su casa. Este cliché le interesa mucho, y piensa ir a Bradford a ver a las niñas lo antes posible. ¿Qué le parece a usted? Dice Edward que las hadas están en la misma línea de evolución que los insectos alados, etc. me temo que no soy capaz de comprender todos sus argumentos, pero estaba segura de que a usted le interesaría enormemente. ¡Cuánto me gustaría que pudiese ver usted esa fotografía, y también otra de una de las niñas con el más adorable duendecillo que pueda imaginarse.”

Esta carta me llenó de esperanzas, y redoblé los esfuerzos para conseguir las fotografías. Supe que había dos, y que se habían enviado a una amiga de la familia, la Sra. Blomfield, para un peritaje. Así que, mi investigación prosiguió en esa dirección, y he aquí la respuesta que obtuve a mi carta pidiendo información.

Los Mirtilos, Beckenham,
21 de junio de 1920

Muy señor mío,

Aquí tiene las fotografías de las hadas; son muy intersantes. ¿no le parece?

Estoy convencida de que mi primo se alegrará mucho de que usted las conozca. Pero me dijo (y lo confirmó posteriormente por escrito) que por ahora no desea verlas difundidas. Pienso que tiene proyectos respecto a ellas, y que están sometidas a derechos de copia, pero no en beneficio suyo, por lo que sé. Todavía no ha terminado su investigación. Le he preguntado si podía hacer un contratipo de las fotos con objeto de tener unos cuantos chichés para amigos que pudiesen estar interesados, pero me ha escrito para decirme que prefería que no nos movamos por ahora. Creo que mi primo no está en casa estos días, pero se llama Edward L. Gardner y es presidente de una rama de la Sociedad Teosófica (la lógica Blavatsky) y suele dar conferencias en la sala Mortimer, en Mortimer Square de Londres. Hace unas cuantas semanas dio allí una conferencia y proyectó en una pantalla las fotografías de hadas mientras contaba lo que sabía de ellas.

Sinceramente suya,
E. BLOMFIELD


Dentro del sobre había dos fotografías notables que se reproducen en este libro, la del gnomo que baila y la de las hadas en corro. Lar reproducciones iban acompañadas de una nota técnica. Ni que decir tiene que quedé absolutamente encantado con aquellas  maravillosas fotografías, y respondí a la Sra. Blomfield para agradecerle su amabilidad y sugerirle que se emprendiese una investigación profunda con el fin de probarme la autenticidad de los clichés. Agregué que, si quedaba claramente sentada, estaría encantado de tener el privilegio de ayudar a l Sr. Gardner a dar resonancia pública a su descubrimiento.

Obtuve la siguiente respuesta:

Lor Mirtilos, Beckenham,
23 de junio de 1920

Apreciado Sir Arthur,

¡Qué feliz me siento de que le hayan gustado las hadas! Me gustaría ayudarlo a usted al máximo, pero no hay gran cosa que yo pueda hacer. Si las fotografías me perteneciesen (me refiero a los negativos), estaría encantada de que se informase al público a través de usted, pero de momento es mi primo quien debe dar su aprobación. Yo creo que él desea realmente difundir la información, pero , como le dije, no estoy al corriente de sus proyectos y no estoy segura de que sea el momento adecuado.

Después de mi primera carta, pensé que sería preferible darle la dirección de su hermana. Es una persona sensata, que tiene los pies en el suelo; está inmersa en el voluntariado social, y su naturaleza abierta y práctica hace le salga bien todo cuanto emprende.

Ella cree realmente en la autenticidad de las fotografías de las hadas. Edward es un hombre inteligente y bueno. Quienes lo conocen saben que todo testimonio que venga de él es auténtico, tanto en el plano de la veracidad como en el del juicio. Espero no molestarle con estos detalles, pero he supuesto que saber un poco más de las personas que han descubierto las fotografías le permitirán a usted remontarse a las fuentes. No veo nada que indique uan estafa ni una broma. Dicho esto, la primera vez que vi las copias, pensé que tenía que haber otra explicación distinta de la que creía ver. ¡Era demasiado bonito para ser verdad! Pero hasta los menores detalles de que he ido teniendo conocimiento me confirman que las fotografías son auténticas, aun sabiendo que Edward es mi único informador. Él mismo espera obtener más información de las propias niñas.

Sinceramente suya,
E. BLOMFIELD


Casi en el mismo momento, recibí una carta de otra dama que estaba al corriente de este asunto:

29 Croftdon Road, Highgate Road, N. W.
24 de junio de 1920


Apreciado Sir Arthur,

Me alegra saber que se interesa usted por nuestras hadas. Si las fotos son auténticas, y es lo que creo, lo que está en juego es ni más ni menos que el descubrimiento de un mundo nuevo. No carece de interés el mencionar que, cuando examiné las fotos con lupa, la artista que soy advirtió que las manos de las hadas no son del todo como las nuestras. Estos pequeños personajes tienen en todo apariencia humana excepto en las manos, que se parecen a algo así (un croquis describía una especie de palma). Me parece que la barba del pequeño gnomo evoca una especie de apéndice de insecto, pero sin duda un vidente diría que es una barba. Me parece además que la blancura de las hadas tal vez se deba a la ausencia de sombra, cosa que explica su aire artificial y sin relieve.

Sinceramente suya,
MAY BOWLEY


Después de haber visto las fotografías y de que me hubieran dicho que el Sr. Gardner era alguien digno de confianza, sano de espíritu y de buena reputación, me sentí más seguro de mí mismo. De modo que le escribí, valiéndome de las recomendaciones de unos y otros, y le expliqué lo mucho que me interesaba el asunto, hasta qué punto me parecía esencial que se revelasen los hechos al mayor público posible y que podía efectuarse una investigación imparcial antes de que fuese demasiado tarde. He aquí la respuesta que recibí a mi carta:


5 Craven Road, Harlesden, N.W. 10
25 de junio de 1920


Apreciado señor,

Acabo de recibir su interesante carta del 22 de junio y estoy a su total disposición. Por lo que se refiere a las fotografías, el asunto es bastante largo y no he podido reconstituirlo más que avanzando paso a paso. Las niñas en cuestión  son muy tímidas y reservadas…

Son las hijas de la familia de un obrero de Yorkshire y, desde su más tierna infancia, según dicen, han jugado con hadas y duendes en el bosque, cerca de su pueblo. No le cuento aquí toda la historia – tal vez podríamos vernos para ello - , sin embargo, cuando finalmente pude ver las copias, demasiado malas, quedé tan impresionado que insistí para que me dejasen los negativos. Los sometí a dos expertos de primer orden, uno en Londres y otro en Leeds. El primero , que nunca había tenido delante este tipo de temas, ¡afirmó que las placas eran totalmente auténticas pero inexplicables! El segundo, que conocía el problema y que había hecho varias veces de experto para demostrar trucajes parapsíquicos, también estaba convencido. Así pues, proseguí mi investigación. Espero obtener otras fotografías, pero de momento es difícil reunir a las dos chicas. Tienen once y diecisiete años, han empezado a trabajar y viven a varios kilómetros la una de la otra. Espero poder conseguirlo, sin embargo, y obtener así fotografías de otras variedades de hadas. Estos espíritus de la naturaleza pertenecen a una variedad no individualizada y me gustaría mucho obtener una huella de seres superiores. Pero unas niñas como esas son raras de encontrar y temo que intervengamos demasiado tarde, pues sin duda llegará lo inevitable; quiero decir que una de ellas se enamorarán y entonces …¡todo se esfumará!

Añado que deseo enormemente evitar todo aspectos económicos en este asunto. Tal vez no lo conseguiría, pero en todo caso no seré yo el primero que hable de ello. Busco la Verdad, y nada enturbia más su camino que el dinero. En todo caso, puede usted contar conmigo para darle toda la información posible.

Sinceramente suyo,
EDWARD L. GARDNER


Esta carta me animó a trasladarme a Londres para conocer al Sr. Gardner, un hombre tranquilo, equilibrado, reservado, ni excéntrico ni iluminado. Me mostró bellas ampliaciones de las dos maravillosas fotografías y me dio muchas informaciones que iré proporcionando aquí posteriormente. Ninguno de los dos habíamos conocido a las dos chicas y nos distribuimos los papeles; él se encargaría de los contactos personales, mientras que yo daría forma literaria a los resultados de nuestra investigación. Acordamos ir al pueblo en cuanto pudiésemos para ver a todas las personas implicadas. Entretanto, mostré las copias y a veces también los negativos a varios amigos cuyos conocimientos en materia de parapsíquica me inspiraba confianza.

Entre ellos ocupa un papel eminente Sir Oliver Lodge. Me parece ver todavía su mirada asombrada e interesada mientras contemplaba las fotografías que yo había puesto ante él en el salón del Atheneum Club. Prudente como siempre, se negó a juzgarlas por las apariencias y emitió la hipótesis de que se había sacado una foto de los danzantes del Californian Classic y se había sobreimpreso sobre un paisaje rural inglés. Yo repliqué que teníamos la certeza de que la fotografías las habían sacado las dos chicas de clase obrera y que ese trucaje estaría fuera de sus posibilidades, pero no logré convencerle y, por lo demás, todavía actualmente se pregunta al respecto.

Las críticas más graves salían de los espiritistas , para quienes la existencia de los nuevos seres, tan alejados de los espíritus  como de los humanos, no eran demasiado plausibles y temían – sin duda con razón – que su aparición en este mundo complicase el debate parapsíquico en curso tan crucial para muchos de nosotros. Uno de los espíritus críticos era alguien a quien llamaré aquí el –Sr. Lancaster, que – y esto es una paradoja bastante frecuente – combinaba considerables poderes de vidente, tanto en el plano de la clarividencia como en el de la clariaudiencia, al tiempo  que ejercía con gran competencia un oficio muy prosaico. Afirmaba que a menudo había visto hadas con sus propios ojos, y por consiguiente su opinión era muy valiosa para mí. Este caballero tenía un espíritu guía (puede usted sonreír, lector escéptico), y le preguntó a él. Su respuesta me demostró tanto la fuerza como la debilidad de las investigaciones parapsíquicas. En respuesta a mis preguntas, me escribió en julio de 1920:

“Sobre las fotografías: cuanto más pienso en ello, menos me gusta (me refiero a la fotografía de las hadas con cofia a a la pariense). Me dice mi guía que la foto fue tomada por un hombre rubio, de baja estatura, con el pelo peinado hacia atrás; tiene un estudio con un montón de cámaras fotográficas, de las que algunas funcionan “con manivela”. No sacó la foto para engañar a los espiritistas, sino para complacer a la chica; ésta escribía cuentos de hadas que él ilustraba de este modo. Tampoco él es espiritista, y le divertiría mucho si fuese si dijesen que lo es. No vive cerca de nosotros, y el lugar donde vive es muy distinto, es decir, las casas, en vez de estar bien alineadas, están colocadas de cualquier manera. Parece que no es inglés. Por la descripción, tengo la impresión de que eso sucede en Dinamarca o en Los Ángeles. Esa es mi opinión, si le vale.

Me gustaría mucho tener la lente que capta a la gente en movimiento rápido con la nitidez de esa foto. Debe ser del F/4, 5, debe de costar cincuenta guineas como mínimo; no el tipo de lente que tendrían las hijas de un obrero en una cámara de aficionado. Dicho esto, dada la rapidez con que se ha tomado la cascada en segundo plano, ésta se encuentra suficientemente movida para justificar una exposición de un segundo como mínimo. Soy incrédulo como santo Tomás, ¿verdad? El otro día me dijeron que, si por si la mayor de las casualidades , subiese al cielo, sería preciso:

- que insistiese en clasificar a los ángeles por fichas;

- que montase una caseta de tiro con vistas a una posible invasión procedente del infierno.

Dada la lamentable reputación que me ha dado la gente que pretende que me conoce, no se tendrán demasiado en cuenta mis puntillosas críticas, que se tomarán por trapacerías; al menos hasta cierto punto.”

Estas reflexiones y mensajes parapsíquicso suelen parecerse a los de las personas que tienen esas visiones oscuras en un espejo que contiene una extraña mezcla de verdad y falsedad. Cuando le mostré esta carta al Sr. Gardner, éste me confirmó que estas palabras reflejaban realmente , a grandes rasgos, al Sr. Snelling y su entorno, el mismo caballero que había tenido en sus manos los negativos, los había sometido a peritaje y había sacado ampliaciones. Así pues, era este incidente pasajero, y no el inicio del asunto, lo que había impresionado al guía del Sr. Lancaster. Todo ello, por supuesto puede no parecer evidente al simple lector, pero, como he dicho, juego con las cartas sobre la mesa con todos los testimonios posibles.

La opinión del Sr. Lancaster era tan importante para nosotros, y estábamos tan persuadidos de que había que poner todos los medios para alcanzar la verdad, que sometimos las placas al examen de otros expertos. Los detalles se encuentran en la siguiente carta:

5Craven Road, Harlesden, N.W. 10
12 de julio de 1920

Apreciado Sir Arthur,

Sólo unas palabras para contarle en qué estado nos encontramos y para agradecerle su amable carta, así como el envío de la casa Kodak.

Hace una semana, tras haber tenido conocimiento de la opinión del Sr. Lancaster, decidí obtener un peritaje todavía más a fondo de los negativos, si es que eso es posible. Así pues, fui a ver al Sr. Snelling en Harrow y hablé largamente con él, insistiendo en la importancia que yo concedía a un juicio definitivo. Creo que ya le dije que el Sr. Snelling está desde hace treinta años en relación continuada, en varios planos, con la Compañía Autotype y la gran fábrica de fotografía Illingworth. Tiene hechos excelentes trabajos tanto en exterior como en estudio. Hace poco se instaló por su cuenta en Wealdstone (Harrow) y tiene bastante éxito.

El peritaje el Sr. Snelling sobre los dos negativos es categórico y totalmente decisivo. Dice que está perfectamente seguro de dos cosas:

1.    No hay más que una sola toma;
2.    Todas las forma de hadas se movían durante la toma, que era “instantánea”.

Cuando lo presioné sobre la posible utilización de siluetas de papel o de cartón, de fondos reconstituidos o pintados y todos los artificios realizables en un estado moderno, confirmó su opinión mostrándome otros negativos y copias que le daban la razón. Añadió que todo aquel que tuviese gran experiencia en este campo podía detectar de inmediato un fondo negro y una sobre impresión en un negativo. Lo mismo ocurre en el caso de un objeto en movimiento, me dijo ojeando fotografías d aviones. No es que yo esté de acuerdo con todos  sus argumentos, pero reconozco que me convenció totalmente en cuanto a los dos puntos mencionados más arriba, que , tomados simultáneamente refutan todas las objeciones posibles. El Sr. Snelling está dispuesto, sin titubeos, a certificarlas y a poner en juego su reputación en cuanto a la exactitud de lo que asegura. Estaré ausente de Londres desde el próximo miércoles hasta el día 28 fecha en que iré a Bingley para una investigación de uno o dos días en aquel lugar. Propongo enviarle los dos negativos, que puede usted conservar durante unos quince días. Están cuidadosamente empaquetados y pueden enviarse por correo con total seguridad. Si no desea usted tenerlos, los enviaré o los haré llevar al Sr. West de la casa Kodak para que dé su opinión. Cómo usted, pienso que eso vale la pena, dado que es un gran experto en la materia.

Tengo realmente muchas ganas de llegar hasta el final; pese a que yo ya estaba seguro, tengo ahora más confianza que nunca tras la entrevista del otro día.

Sinceramente suyo
EDWARD L. GARDNER


Tras haber recibido esta carta y los negativos, yo mismo los llevé a las oficinas de la compañía Kodak en Kingsway, donde vi al Sr. West y a otro experto de la casa Kodak. Estudiaron cuidadosamente las placas y ni uno ni otro encontraron huellas de sobreimpresión ni de ningún otro artificio. En cambio, eran de la opinión de que, poniéndose manos a la obra con toda su técnica y todos sus recursos, podrían producir fotografías comparables de manera natural. De modo que no podían afirmar que nuestras fotografías fuesen de origen sobrenatural. Por supuesto, si las fotografías se examinan solamente en el aspecto técnico, es un punto de vista razonable, pero eso se parece un poco al viejo razonamiento antiespiritista, totalmente desacreditado, según el cual,, puesto que un prestidigitador puede producir ciertos efectos, una mujer o un niño que produzcan efectos semejantes también utilizará técnicas de prestidigitación. Me parecía evidente que la investigación , a fin de cuentas, tenía que llevarse a cabo alrededor de la personalidad y el entorno de las chicas, más que sobre las fotografías. Yo ya había iniciado este contacto con la mayor, mandándole un libro, y había recibido en respuesta estas pocas líneas de su padre:

31 Main Street, Cottingley, Bingley
12 de julio de 1920


Apreciado Sir Arthur,

Espero que nos perdonará no haber respondido antes a su carta y no haberle agradecido el bonito libro que tan amablemente le ha mandado a Elsie. Está encantada y puedo asegurarle que apreciamos el honor que le ha hecho usted. El libro llegó el último sábado por la mañana, una hora después de que hubiésemos salido a pasar unos días de vacaciones en el mar, y no supimos de su existencia hasta ayer por la noche. Hemos recibido al mismo tiempo una carta del Sr. Gardner y nos propone venir a vernos a finales de julio. ¿Sería para usted un problema esperar hasta entonces? En esa fecha podríamos contarles todo cuanto sabemos.

Muy cordialmente
ARTHUR WRIGHT


Nos parecía evidente que debíamos ver las cosas más de cerca, y con este objeto se fue al Norte el Sr. Gardner para entrevistarse con toda la familia y llevar a cabo una investigación detallada sobre el terreno. El resultado de su viaje se encuentra en el artículo que publiqué en el Strand Magazine, que cubre todo el asunto (véase p. 43). Incluyo aquí simplemente la carta que me mandó a su regreso de Yorkshire.

5 Craven Road, Harlestden, N.W. 10

31 de Julio de 1920

Mi apreciado Conan Doyle,


Ya estoy aquí a su disposición, y como tan sólo he tenido una hora para poner en orden las cosas, le escribo inmediatamente para que reciba usted el paquete lo antes posible. Como debe usted de tener prisa, le hago un resumen de lo más sencillo, y dejo a su albedrío el tomar en consideración lo que le parezca necesario. Se lo mando todo, los negativos, las pruebas de 8,2 cm x 10,8 cm y de 12 cm x 16,5 cm, las ampliaciones, así como las diapositivas para su proyección.

Por otra parte, el martes tendré las copias de mis propias fotografías de los paisajes del pequeño valle, incluidos los dos lugares que se ven en los clichés de las hadas, así como unas pruebas de las chicas tomadas en 1917, descalzas, mientras juegan en el arroyo que hay detrás de su casa. También tengo una fotografía de Elsie, que muestra la mano.

Para responder a sus preguntas:

1.    Tengo la autorización formal para utilizar estas fotografías como me parezca. Se autoriza su publicación con la única condición de que no se incluya ni nombre ni dirección alguna.


2.    Hay preparadas copias para Inglaterra y los Estados Unidos.


3.    La gente de la casa Kodak, así como los de la compañía Illingworth, no desean manifestarse sobre las fotografías. Sobre los primeros, ya está usted al corriente. En cuanto a los de la casa Illigworth, argumentan que son capaces de producir en estudio un negativo semejante empleando con destreza maquetas y telas pintadas. El experto de otra compañía insistía en la construcción de una “maqueta”, y sus afirmaciones se derrumbaron solas cuando estuve en el lugar de los hechos. Peor nadie ha aceptado que se publiquen sus dictámenes. Aparte del punto de vista de Snelling, está claro que las fotografías hubieran podido producirse en estudio, pero que en los negativos no hay ningún indicio que permita afirmarlo con certeza. (Agregaré que Snelling, a quien volví a ver anoche, rechaza  con menosprecios que puedan producirse artificialmente unos negativos como esos. Afirma que reconocería de inmediato uno falso.)


4.    Le adjunto mi informe. Puede usted utilizarlo como mejor le parezca.


El padre, el Sr. Arthur Wright, me causó buena impresión. Lo encontré totalmente abierto y disponible. Me explicó su punto de vista sobre todo el asunto, a saber, que no entendía nada, pero asegura con firmeza que la placa que sacó de la cámara fotográfica Midg es realmente la misma que había introducido él aquel mismo día. Es electricista en una finca de los alrededores. Es preciso y muy inteligente, y se muestra abierto y honesto. Comprendí por qué la familia me trataba con gran consideración. Hace unos años, la Sra. Wrigth se interesó por el pensamiento teosófico y cuenta que le resultó muy benéfico.

Conocía mi relación con la Sociedad Teosófica y eso le dio confianza  en mí. De ahí la acogida tan calurosa de la familia, que me había asombrado.

¡De hecho, creo que el guía de L. se topó con el pobre inocente de Snelling! Anoche me di cuenta de que corresponde al retrato esbozado. Es realmente él quién reveló los negativos de los que están sacadas las pruebas que tiene usted en su poder, y trabaja realmente en una habitación llena de máquinas extrañas con manivelas, y objetos que se usan para la fotografía…

Sinceramente suyo,
EDWARD L. GARDNER


Espero que el lector reconocerá que hasta ahora no hemos sido demasiado irreflexivos o crédulos y que hemos tomado todas las medidas juiciosamente requeridas para verificar este asunto. Si queremos buscar la verdad, sin ideas preconcebidas, no tenemos más remedio que proseguir nuestra investigación y someterla al público para que otras personas, llegado el caso, puedan descubrir el error que se nos haya escapado. Debo rogarle al lector que me disculpe si algunos pasajes del siguiente artículo del Strand se han tratado ya en este capítulo introductivo.


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