PRESENTACIÓN
POST-PREFACIO
El
profesor Fontana es uno de los tres principales autores del Informe de Scole. Aunque los firmantes
de este documento estaban ampliamente de acuerdo sobre muchos de los elementos
que surgieron durante la investigación que les llevaron a redactar el Informe, inevitablemente, hubo opiniones
diversas en relación a lo que podía deducirse y concluirse en relación a los
acontecimientos producidos. El profesor Ellison expuso su comentario en el Prefacio,
y Montague Keen contribuyó de forma especial a la redacción del capítulo 9.
Aquí exponemos a continuación el punto de vista del profesor Fontana.
Nuestro agradecimiento al
grupo de scole
Es mi
deber comenzar manifestando nuestra gratitud como investigadores al grupo de
Scole. Sin su colaboración y su inagotable cortesía, no habríamos podido desarrollar
nuestro trabajo. Muchos de los que dedican tiempo y energía al desarrollo de
las facultades psíquicas son muy sospechosos en relación a los científicos,
viendo en ellos solamente personas que tratan de disminuir sus esfuerzos y de
explicar cualquier resultado como el fruto de una ilusión, en el mejor de los
casos, y como fraude en el peor. Por el contrario, el grupo de Scole era más
que favorable a obtener un juicio científico objetivo. Después de asegurarse de
nuestra buena fe, acogieron de buen grado nuestro interés y, dentro de sus
posibilidades, nos dieron toda clase de facilidades y nos animaron a
desarrollar nuestras observaciones. Compartieron libremente sus experiencias
con nosotros, ofreciéndonos una generosa hospitalidad, sin pedir nada a cambio.
Y al que piense que su generosidad fue un intento de ganarse nuestro
beneplácito, dejadme que subraye el hecho de que para nosotros estaba claro que
esta no era su intención. En efecto, aunque el grupo de Scole tiene todo el
derecho a hablar por sí mismo, nuestra impresión fue que habríamos perdido su
respeto si, por un lado, hubiéramos interpretado tan mal su cortesía como para
considerarla un intento de corrupción, y por otro, si hubiéramos sido tan
débiles en nuestra determinación científica como para consentir que la
hospitalidad nos privase de la objetividad que es de rigor para un científico.
Ciencia e investigación
psíquica
Lo
esencial de la ciencia es una buena observación. Sea en laboratorio sea en campo,
el científico tiene el deber de observar los datos sometidos a estudio con toda
la atención de que es capaz, de controlar sus observaciones de la forma más
completa y diligente posible y, finalmente, de publicar tales observaciones
para que sean examinadas por sus colegas. Después de la publicación, debe
escuchar las críticas que los demás puedan hacer a sus observaciones, y si es
capaz, rebatirlas, y si no es capaz, admitirlas. Claramente, la observación
llevada a cabo en laboratorio, donde los científicos pueden aplicar rígidos
controles para asegurar que los efectos observables no sean distorsionados por
circunstancias extrañas, y donde las metodologías pueden perfeccionarse
progresivamente y desarrollarse a la luz de los resultados, es notablemente más
segura que las observaciones en el campo. Por esta razón, entre otras, muchos
científicos reducen su trabajo a su laboratorio, y tienen en menor estima los
resultados obtenidos en otro lugar.
Sin
embargo, el trabajo en laboratorio y en campo deberían realizarse, en lo
posible, de forma paralela. Efectos que son observados por primera vez en
laboratorio pueden luego ser verificados sobre el campo, mientras que los
efectos identificados por primera vez en el campo pueden ser estudiados
siguiendo rígidas condiciones de laboratorio. No obstante, desde los años
Treinta, cuando el profesor J.B. Rhine y sus colegas desarrollaron por primera
vez métodos para estudiar los fenómenos psíquicos (bajo la nueva denominación
de «parapsicología») en laboratorio, se ha dado la tendencia a concentrarse en
el trabajo de laboratorio a expensas del trabajo de campo. Indudablemente, en
lo que se refiere a la parapsicología, el trabajo de laboratorio nos ha sido
muy útil, en cuanto que ha demostrado sin dejar ninguna duda a los numerosos
sagaces investigadores, que los fenómenos psíquicos se verifican de hecho y se
explican con nuestros paradigmas científicos (para una reciente y excelente
síntesis de los resultados de laboratorio, ver The Conscious Universe de Radin). Pero los fenómenos circunscritos
al laboratorio tienen una importancia limitada para nuestra comprensión de la
experiencia normal.
Es el
reconocimiento de este hecho el que nos ha movido, a mis colegas y a mí, a
realizar investigaciones sobre lo que estaba sucediendo en Scole. Y al hacer
esto nos hemos planteado siempre la exigencia —esencial en todos los campos de
la investigación científica— de no tener prejuicios. Si los científicos deciden a priori que los
efectos que están buscando existen o no existen, sus observaciones,
inevitablemente, resultarán gravemente influenciadas. Y en ningún otro campo es
esto más cierto que en la metapsíquica, en aquel área de la metapsíquica que
investiga sobre la posible supervivencia del hombre después de la muerte.
Porque, a despecho de las argumentaciones contrarias, la ciencia no ha sido
capaz —en un sentido generalmente aceptable— de «demostrar» o «refutar» tal
supervivencia.
Se
puede observar la pérdida irreversible de todas las funciones vitales en el
momento de la muerte y concluir que no hay supervivencia, o bien se pueden
examinar las llamadas comunicaciones post-mortem
y concluir que tal supervivencia es una realidad. Ninguna de estas dos suposiciones
puede ser considerada como plenamente científica. Los signos vitales clínicos
cesan realmente en el momento de la muerte, pero la vida cerebral puede también
no depender enteramente de estos signos y, por tanto, podría no extinguirse con
ellos. Las comunicaciones después de la muerte pueden sin duda parecer
impresionantes, pero se prestan a explicaciones alternativas como una interpretación
errónea o la acción de la super-PSI. En consecuencia, en los rígidos términos
de la actual comprensión científica, simplemente ignoramos la respuesta. Lo que
sabemos sin embargo es que, en ausencia de una prueba definitiva, en un sentido
o en otro, la ciencia debe continuar buscando datos mejores y de mayor cantidad.
El informe de scole
El Informe de Scole, que Grant y Jane
Solomon citan en este libro, es el resultado de nuestras investigaciones. Hemos
explicado nuestras observaciones de la manera más atenta y cuidadosa posible,
teniendo en cuenta no sólo la experiencia adquirida en nuestras precedentes
investigaciones de fenómenos de este tipo, sino también nuestro conocimiento de
las innumerables investigaciones llevadas a cabo por otros y nuestra
familiaridad con los diversos métodos que médiums deshonestos han utilizado en
el curso de los años para engañar a los que habían confiado en ellos. Nuestro Informe ofrece una relación de estas
observaciones y examina del modo más exhaustivo, la posibilidad de que los
fenómenos a los que hemos asistido fueran el resultado de un fraude. Y, estad
seguros, el fraude es la única explicación alternativa que pueda atribuirse a
estos fenómenos. Está fuera de discusión que nuestra imaginación nos haya
engañado o que hayamos exagerado los fenómenos observados para defender
nuestros prejuicios.
La
función de la ciencia no es la de engañar a la mente de las personas, sino la
de presentar pruebas y permitir que los demás saquen sus conclusiones. Hemos
expuesto detalladamente estas pruebas en nuestro Informe y los lectores interesados pueden estudiarlo. No obstante,
como el fraude es la única alternativa a la autenticidad de los fenómenos
objeto de nuestra investigación, es justo decir que en los dos años en que
hemos participado en las sesiones, no hemos encontrado nunca indicio alguno que
pudiera hacer pensar en un fraude, ni hemos tenido motivo para sospechar que
hubiera podido darse. Sin embargo, no hemos logrado crear condiciones tan
inexpugnables como para hacer prácticamente imposible cualquier tipo de fraude.
En más de una ocasión hemos andado increíblemente cerca, pero se nos ha
resistido el último paso.
Hemos
recurrido a un protocolo en cuatro fases que implicaba, durante las sesiones,
la utilización de nuestra película, de nuestro contenedor de seguridad donde
guardar la película, el control por nuestra parte del contenedor y el control
de los sucesivos pasos de revelado de la película. Era necesario un protocolo
de este tipo, si queríamos disipar completamente las dudas de los críticos no
presentes en las sesiones. En ausencia del protocolo, los críticos han centrado
la atención en aspectos de las imágenes impresas en las películas que
consideraban sospechosas, por ejemplo, el hecho de que algunas de estas
imágenes estén sacadas de libros que fácilmente se pueden encontrar, y de que
la reproducción, en algunos casos, sugiera la intervención de manos humanas. La
sospecha se ha extendido también a la «caja de Alan» en cuanto se impugna que
el portacandado puede ser apartado y la caja abierta sin romper los sellos de
seguridad.
Por
inverosímil que fuera perpetrar un fraude, dadas las condiciones en las que se
desarrollaban las sesiones, el hecho de que, en teoría, hubiera podido
perpetrarse es suficiente para que estos críticos sostengan que subsistía
la posibilidad. Y esta sucede a pesar del hecho de que semejantes acusaciones
no se plantean contra la mayor parte de los fenómenos observados en otros
campos menos controvertidos de la investigación científica, aunque la mistificación
podría, con toda probabilidad darse también allí (y a veces con bastante
facilidad). La misma inverosimilitud de las facultades psíquicas y/o
mediúmnicas es suficiente para que muchos críticos prefieran optar por una
acusación de fraude por muy difícil que sea demostrarla. Y se debe admitir que
la presencia de lagunas, por pequeñas que sean, es motivo de insatisfacción en
cualquier sector de investigación. En lo que se refiere a la investigación
psíquica nos sentimos inclinados a preguntarnos por qué los llamados
comunicantes no son capaces de presentarnos pruebas irrefutables. ¡Tal vez
William James, uno de los padres fundadores de la moderna psicología, y hombre
profundamente interesado en la metapsíquica, tenía razón cuando sugirió que el
Omnipotente debió decretar que el campo paranormal conservase para siempre su
elemento de misterio!
Si los
lectores deciden que, en igualdad de probabilidades, los fenómenos de Scole
eran auténticos, entonces tal vez quieran reflexionar sobre cómo pueden
interpretarse. ¿Avalan los fenómenos la idea de que la personalidad sobrevive a
la muerte física y es capaz de comunicar con los que todavía se encuentran en la Tierra , o bien es posible
que hayan sido el resultado de las facultades psíquicas del grupo de Scole, que
se hubieran implicado de modo consciente o inconsciente?
Examinemos
en primer lugar la segunda de estas dos posibilidades. Si volvemos por un
momento a la demostración en laboratorio, tenemos que decir que no hay pruebas
de que los efectos macroscópicos observados en Scole puedan ser productos de la
mente humana. En realidad hay una demostración llevada a cabo en laboratorio (The Conscious Universe de Radin ofrece
detalles) de la que se deduce que la mente humana es capaz de influir en el comportamiento
de objetos inanimados, pero de momento estos efectos siguen siendo muy
limitados y mucho menos que evidentes, y no resiste la comparación directa con
los efectos macrocósmicos de Scole. Si los componentes del GES fueran capaces
de producir de modo constante tales efectos con la actividad de su mente,
habrían hecho ciertamente mejor demostrándolo en laboratorio. En menos que se
dice, se habrían convertido en super estrellas psíquicas. En efecto, a juzgar
por el currículo de al menos algún famoso, aunque discutible, sensitivo, se
habrían hecho rápidamente famosos como hombres de espectáculo, ganando,
entretanto, mucho dinero.
En
ausencia de pruebas que demuestren de modo fiable que el hombre posee la
capacidad de producir los efectos psíquicos macrocósmicos del tipo de los
observados en Scole, la primera de las susodichas posibilidades, es decir, que
se hayan podido deber en parte a la acción de individuos que sobrevivieron a la
muerte física y son capaces de interactuar con este mundo, exige una cierta
consideración. Debemos aclarar que, durante nuestra investigación, no hemos
recibido nunca informaciones de ningún presunto comunicante que pueda convencer
a los escépticos empedernidos de que estaban verdaderamente hablando con nosotros
desde el otro mundo (aunque otros implicados en el trabajo de Scole pueden
haberlo hecho). Oigo informaciones sumamente oscuras sobre sus existencias terrenas,
que no aparecen en libros o en periódicos y que los presentes ignoran, pero que
luego en un segundo tiempo resultan correctas.
Con
toda honestidad, está claro que nunca hemos pedido similares informaciones,
sobre todo porque esperábamos que la investigación continuara, dándonos la
posibilidad de proceder a un trabajo de este tipo una vez completa la
investigación sobre los demás fenómenos. Lo que recibimos (es decir, las dos
películas de Ruth y varios enigmas e
indicios transmitidos a través de los médiums), aunque fue fascinante, es
improbable que satisfaga a todos los críticos, dado que, salvo una o dos
excepciones, está ya disponible en obras publicadas, y en consecuencia podía
ser fácilmente recuperado por la super-PSI o por otros medios.
A falta
de tales informaciones, ¿qué otras pruebas podrían indicar la supervivencia
después de la muerte? Grant y Jane Solomon han formulado una argumentación
sobre la validez de una serie de ejemplos sacados de los relatos ofrecidos por
numerosos investigadores que han trabajado con el grupo de Scole, y no es mi
intención ponerla en duda. Pero debemos preguntarnos también: si los fenómenos
eran auténticos y si es improbable, por
lo que parece, que hayan sido producidos por la acción directa de las mentes
del grupo de Scole sobre su ambiente, ¿qué agente o poder era responsable de
ello? ¿Podían ser entidades del más allá? Una manera de intentar responder a
esta pregunta es la de analizar la personalidad de los diversos presuntos
comunicantes. ¿Parecían distinguirse, de alguna forma significativa, de la
personalidad de los componentes del grupo de Scole?
En el
pasado, en muchos casos los investigadores avanzaron la hipótesis de que los
comunicantes pudieran ser personalidades secundarias de los médiums más que individuos
por derecho propio. Lo único que se puede decir con cierta seguridad es que
durante toda nuestra investigación los comunicantes de Scole mostraron, cada
uno a su manera, características significativas en el modo de hablar, en las
preocupaciones, intereses, inteligencia, recuerdos y rasgos de la personalidad
(es decir, grado de extroversión, de reserva, de sentido del humor, de
talante). La investigación psicológica no sugiere que las personalidades secundarias
—en las raras ocasiones en que se han observado que sustituyen a la
personalidad reinante del individuo— muestren este tipo de coherencia. Ellas,
al contrario, tienden a ser fuertemente idiosincrásicas y emocionalmente inestables,
raramente capaces de mantener un discurso racional, con el resultado de que
parecen más cercanas a fragmentos acentuados de la vida interior reprimida del
individuo que seres humanos íntegros. Ninguno de los comunicantes de Scole se
ajusta a este estereotipo. Que hablasen a través de los médiums, o través de lo
que continuamente se nos citaba como «voces directas o indirectas», ellos recordaban
a elementos de la clase media instruidos, eruditos y reservados. Es interesante
notar que a excepción de Emily Bradshaw —que aparecía gran parte del tiempo y
hablaba exclusivamente a través de Diana— todos eran hombres y comunicaban o
bien a través de Alan o mediante la voz directa.
Naturalmente,
los críticos pueden sugerir que sí se pueden aceptar como verdaderos los
fenómenos físicos, las voces por el contrario fueron todas falsas. Admitido que
los médiums estuvieran sólo simulando el trance, habrían podido tomar la
personalidad de varios comunicantes (con una buena dosis de capacidad teatral).
Esta sigue siendo una posibilidad aunque improbable. Si los fenómenos físicos
eran auténticos, ¿por qué tomarse la molestia de enriquecernos con voces
artificiosas, sobre todo si, para sostener la farsa del trance, los médiums
tenían que poner mucha atención para no dejarse escapar —durante las largas
discusiones sobre fenómenos físicos que ocupaban nuestras sesiones— algún
indicio de que ellos mismos habían observado estos fenómenos? Pero algo todavía
más importante: durante las sesiones, las voces comentaban frecuentemente de
forma detallada los fenómenos antes de
que se verificasen. Esto no habría podido suceder si los primeros fueran falsos
y los últimos auténticos. Y si las voces hubieran sido falsas y los fenómenos
auténticos, nos encontraríamos, una vez más, ante el problema de cómo explicar
estos últimos.
Llegamos
a la conclusión de que, a menos que se excluya a priori la posibilidad de la
supervivencia humana, la explicación más simple y racional es que, si se
admiten la autenticidad de los fenómenos físicos, es entonces razonable sacar
la conclusión de que fueron auténticas también las voces, donde estas últimas
se muestran en cierto sentido responsables de los primeros. En caso de que
hubieran sido auténticos, teníamos la esperanza, si nuestra investigación se
hubiera continuado, de investigar si pertenecían a individuos o eran
representativas de alguna forma de alma de grupo.
Mis
colegas y yo quisiéramos concluir formulando al grupo de Scole nuestros mejores
votos para el futuro. Los componentes del grupo se han distinguido por su abnegación
en el trabajo, por el deseo de servir a los demás, y por su notable calidad
como hombres y mujeres. Haber tenido la posiblidad de analizar su trabajo ha
sido para nosotros un privilegio, y deseamos poder continuarlo un día. A pesar
de la actual pausa de los trabajos en Scole, confiamos en que ese día no
tardará.
POSDATA
La
investigación científica llevada a cabo en los cinco años de la experiencia de
Scole ha sido única. Sin embargo, a medida que avanzaba el proyecto, resultó
evidente que otros grupos estaban comenzando a obtener resultados similares a
los obtenidos en los primeros días en Scole. Esto nos lleva al aspecto tal vez
más convincente de la experiencia de Scole: la transferibilidad. Cientos de
grupos en todo el mundo han comenzado a experimentar siguiendo directivas
similares, siguiendo las instrucciones propuestas en la Guía de base del GES. Como ya se ha dicho,
muchos de estos nuevos grupos hablan de continuos resultados. Si sólo alguno de
ellos consigue despegar, entonces, en los próximos dos años, habrá un número
significativo de personas que llevarán a cabo este trabajo en el mundo. Queremos
invitar a los que llevan a cabo estos experimentos a que cuenten sus experiencias.
También
nosotros hemos comenzado nuestros experimentos y, si logramos resultados
positivos, invitaremos a los investigadores de la Society for Psychical
Research a participar en las sesiones. Tal vez, con estos nuevos experimentos y
la investigación por parte de investigadores serios como los de la Society for Psychical
Research, todos logremos dar un pequeño paso hacia adelante para presentar
otras sólidas razones científicas que apoyen la hipótesis de la supervivencia
después de la muerte.
¡Permaneced
sintonizados!