LAS PRUEBAS CIENTÍFICAS
DE LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE
Capítulo 1
Una invitación a investigar
Es completamente posible que más allá de la
percepción
de nuestros sentidos se escondan mundos
para nosotros desconocidos.
ALBERT EINSTEIN
Es
octubre de 1993 en la perdida aldea de Scole, en Norfolk. Las hojas, brillantes
por los colores de otoño, crujen con la primera brisa de la tarde. Algunas,
arrugadas y descoloridas, caen ondeando de los árboles seculares que rodean una
construcción del siglo diecisiete, Street Farmhouse. Un coche recorre
lentamente el pequeño paseo de grava deteniéndose delante de la casa.
Descienden de él Alan y Diana Bennett. Llegan serenos y relajados a su cita bisemanal
con Robin y Sandra Foy.
Sandra
ha tenido un día duro con el dentista, por eso se disculpa y se retira a su
habitación. Los otros tres esperan con impaciencia su «trabajo vespertino» en
la «cueva de Scole».
Recorren
un estrecho corredor y descienden, a través de una escalera de caracol, hasta
la bodega débilmente iluminada. Mide cinco pasos por diez, y las paredes, el pavimento
y el cielo raso están pintados de azul cobalto. La única vía de salida y de
entrada está representada por una sólida puerta de madera de encina que chirría
terriblemente cuando se abre. En el centro de la estancia hay una mesa redonda
de un metro de diámetro y cerca de ochenta centímetros de alta. Alrededor de
ella hay siete sillas, una para cada componente del grupo. En esta ocasión, sin
embargo, cuatro componentes están ausentes y sus sillas permanecen vacías.
Robin
saca cintas fosforescentes que han sido activadas anteriormente exponiéndolas a
la luz artificial, para asegurar una claridad difusa y constante en la
oscuridad total de la estancia. Ellas permitirán controlar constantemente los
movimientos del grupo. Son controlados también los instrumentos para grabar la
sesión. Alan controla los termómetros y cuelga de las paredes los micrófonos.
Diana coloca en la mesa la grabadora y un opturador de aluminio —utilizado
comúnmente en las sesiones mediúmnicas—. Cada uno se pone la cinta y se sienta
en el lugar propio cubriéndose con una manta —normalmente durante la sesión,
«hace frío como el Polo Norte». Se apagan las luces.
Ahora
se sientan en la oscuridad más absoluta Sólo son visibles las cintas
fosforescentes y las etiquetas luminosas colocadas sobre los distintos objetos
utilizados en el experimento. Robin se ha convertido en un experto en el manejo
del magnetófono en la oscuridad. Este aparato, que contiene una cinta virgen,
es encendido para registrar los acontecimientos de la tarde como prueba.
Para
establecer las condiciones necesarias para el trabajo, y para enviar pensamientos
rectos con el fin de indicar al mundo espiritual que el grupo se ha reunido,
Robin recita la plegaria de apertura: «Espíritu infinito, fuente creadora de
todas las cosas, acompáñanos y guíanos en nuestro trabajo hacia el bien supremo...».
Concluida
la oración, se enciende un segundo magnetofón y la oscuridad se llena con una
música viva. Los tres se sientan con paciencia, esperando —como hace ya muchos
meses— que suceda algo «tangible y fidedigno».
Casi de
inmediato, Diana entra en un estado de trance. En este estado se «elevan sus
vibraciones», de modo que pueda ser utilizada como «un instrumento de comunicación».
Una voz andrógina comienza a hablar por primera vez a través de ella, aunque
muy pronto resulta claro que el comunicante es un hombre:
Mi nombre es
Manu. Seré el guardián entre las dimensiones. En mi última existencia en la
tierra, viví en lo que ahora llamáis Sudamérica. El grupo de seres que
represento está formado por varios miles de mentes que pertenecen a muchos
otros planos de existencia. Trabajaremos con vuestro grupo para proporcionar
una prueba tangible de que estos planos de existencia son una realidad. Nuestro
proyecto es abrir el camino para importantes métodos de comunicación entre las
dimensiones, utilizando «la energía» en lugar de los métodos más tradicionales,
como el ectoplasma. Precisamente esta tarde, es el momento de comenzar el nuevo
trabajo.
Mientras
habla Manu, Alan entra también en un estado alterado de conciencia. Ahora las
entidades espirituales tienen un segundo instrumento de comunicación, en caso
de que lo necesiten. Manu continua durante algún tiempo, transmitiendo mensajes
importantes a través de Diana. La grabadora capta fielmente sus palabras. Éstas
terminan con esta frase: «A lo que vais a asistir es a una anticipación de lo
que sucederá en el futuro...».
En
esto, se siente un fuerte ruido, como un batacazo, mientras un objeto cae sobre
la mesa y rueda por algunos segundos antes de detenerse. «¿Qué ha sucedido?» se
pregunta Robin. Está impaciente porque concluya la sesión para ver qué es lo
que ha provocado aquel ruido. Manu habla de nuevo, como si respondiese a su
pregunta: «Nuestro grupo sólo os ha hecho un regalo».
Poco
después termina la sesión experimental. Diana y Alan recuperan la conciencia.
Se encienden las luces y sobre la mesa hay una moneda. Robin la toma: «Mirad,
es una corona inglesa con la imagen de Churchill... ¡y está flamante!».
Sabiendo que la mujer estaría impaciente por oír la noticia, grita desde el
fondo de la escalera: «¡Sandra! Es absolutamente necesario que bajes».
Sandra
se reúne con ellos, para ver qué es lo que ha provocado todo aquel jaleo.
Examinan juntos la moneda, como incrédulos ante lo que acaba apenas de suceder.
La moneda, su primer objeto tangible, es depositada con cuidado en un pequeño
cofre cerrado con llave.
Esto
era sólo el comienzo del extraordinario trabajo del grupo de Scole.
«Estáis
invitados a participar en la presentación del trabajo del grupo experimental de
Scole... ».
La
invitación se dirigía a nuestro amigo Harry Oldfield, el docto e inventor
protagonista de nuestro último libro, Harry
Oldfield's Invisible Universe. Harry sonrió con ademán socarrón mientras se
la entrega.
«¿De
qué se trata?», preguntamos.
«Todo
está escrito aquí», responde Harry, enseñando la carta, mientras la vuelve a
leer. «Pan para vuestros dientes, diría yo».
«¿Tienes
intención de ir?».
«Intentad
pararme. Este trabajo está en los confines de la ciencia. Es importante para
todos nosotros. Podría cambiar nuestra visión colectiva de la naturaleza de la
vida misma».
La
carta explicaba que un grupo de experimentadores estaba en contacto con
personas «traspasadas» y convertidas en «espíritus», que afirmaban haberse
despertado en otro mundo después de la muerte. En la carta se sostenía que los
seres espirituales se manifestaban en la bodega donde se hacían los
experimentos. Además, las comunicaciones sucedían utilizando tecnologías
modernas, como máquinas fotográficas y grabadoras.
Estudiábamos
desde hacía ya tiempo fenómenos similares —obtenidos con y sin instrumentos— y
estábamos impacientes por comprobar personalmente esta historia. ¿Realmente
habían grabado estos experimentadores contactos con otra dimensión en un equipo
moderno?
Nuestro
interés por la posibilidad de la vida después de la muerte se había
intensificado después de los duelos que nos habían afectado en primera persona.
Cuando Grant era todavía estudiante universitario, su padre, de apenas cuarenta
años, había muerto de repente, golpeado por una hemorragia cerebral; mientras
la mejor amiga de Jane había desaparecido recientemente, con sólo treinta años,
después de una larga lucha contra el cáncer.
La
muerte física es algo que todos debemos afrontar, y muchos se preguntan si ésta
es realmente el «fin». A través de la historia la muerte se ha visto por muchas
civilizaciones como una transición «hacia otro lugar». Al igual que muchas
personas querríamos conocer enseguida la respuesta a la pregunta sobre la
supervivencia, sin tener que esperar hasta nuestra desaparición para
descubrirlo... o no, según el caso.
Por
esto, el domingo 3 de mayo de 1998, dejamos nuestra casa en Essex dirigiéndonos
hacia Lyng, en Norfolk, para participar en un seminario organizado por el grupo
experimental de Scole (GES). Después de un viaje marcado por la lluvia y el
viento, llegamos al seminario y pronto descubrimos que la invitación había
despertado curiosidad en otra treintena de personas. Después, nos enteramos de
que muchas de éstas seguían desde hacía ya mucho tiempo los progresos de GES.
Algunas habían formado también su propio grupo experimental bajo la dirección
del GES, y a su vez comenzaban a experimentar fenómenos insólitos.
Se
presentó Robin Foy, uno de los fundadores del grupo de Scole. Explicó que el
grupo se había formado a comienzos de 1993 y actuaba de modo totalmente independiente
del movimiento espiritualista o de cualquier otra organización. No era
religioso ni sectario. El trabajo desarrollado pretendía ser universal e
implicaba a individuos de todas las clases sociales, cualquiera que fuera su
credo. Todos los componentes del grupo estaban implicados en una investigación
científica seria en el campo de los fenómenos paranormales, donde se utilizaba
una aproximación totalmente nueva y única. Se reunían dos veces por semana en
sesiones experimentales para el desarrollo de fenómenos paranormales físicos
objetivos y tangibles, en la bodega de la casa de Scole, cerca de Diss, en el
Norfolk. Esta cueva se había transformado en un «laboratorio de ciencia
experimental», pero ellos preferían llamarla afectuosamente «el cubil de
Scole».
Muchos
de los experimentos eran realizados simultáneamente. El grupo estaba en
disposición de efectuar grabaciones audio, video-grabaciones y experimentos
fotográficos en el mismo mes y casi durante la misma sesión.
Poco
después del comienzo del experimento de Scole, algunas entidades habían
empezado a manifestarse durante las sesiones experimentales. Abriendo el camino
a formas totalmente nuevas de fenómenos paranormales tangibles, su propósito
era demostrar, de una vez por todas, que la muerte no existe y que existen
otras dimensiones de existencia. Estas dimensiones se ocultan a nuestra normal
percepción de los límites de nuestros sentidos y de los actuales instrumentos
científicos. Se le explicó al grupo que los espíritus guías eran «miles de
mentes» que trabajaban al unísono para obtener esa prueba tangible de la
existencia de otras dimensiones. Otros equipos de espíritus se estaban
preparando para trabajar con grupos similares. Algunos ya habían comenzado.
El
mundo espiritual sabía que una demostración convincente debía incluir una
prueba tangible que pudiera ser controlada y llevada fuera del lugar del
experimento para ulteriores estudios. Por lo que parecía, los espíritus guías
estaban en disposición de crear «acontecimientos» en nuestra dimensión,
utilizando el poder del pensamiento para influir en los átomos y moléculas «de
nuestro mundo». Todo el trabajo giraba en torno a aquello que definían como
«energía creativa». Se trataba de un conjunto de tres tipos distintos de
energía que podían manipular para producir los resultados que deseaban.
Aparentemente, no había sido posible activar esta técnica hasta el presente
estadio de desarrollo de la Tierra.
Los
científicos y técnicos del mundo espiritual desarrollaban gran parte del
trabajo más duro detrás de los cinco. Se trataba de personalidades que se
habían interesado por la tecnología y por los experimentos científicos durante
su existencia en la Tierra ,
interés que también habían mantenido después de haber entrado en los reinos
espirituales. En octubre de 1993, lograron producir el primer fenómeno real:
una moneda tele-aportada. En los dos meses siguientes, los componentes del
grupo de Scole fueron testigos de luces que se agitaban, campanillas que
sonaban, objetos que se levantaban, crujidos y fuertes golpes. En enero de
1994, los participantes fueron rociados con agua, y luces inquietas comenzaron
luego a tocarlos. Comenzaron también a oír palabras pronunciadas a media voz. Esta técnica de
comunicación fue conocida con el término de «voz difusa». Estas voces llegaban
desde toda la estancia y hasta del
interior de las paredes.
Inmediatamente
después de estas manifestaciones, comenzaron los experimentos de fotografía
espiritual. A petición de los espíritus guía, el grupo de Scole llevó a la
bodega máquinas fotográficas. Éstas se levantaban y disparaban fotos solas. Una
vez reveladas, las películas mostraban imágenes sorprendentes. Después los
guías pidieron al grupo poner sobre la mesa películas Polaroid y las «influyeron».
Este trabajo continuó hasta la fase en que el reparto fotográfico de los
espíritus guía fue capaz de impresionar rostros, luces, palabras y frases
escritas a mano, y diagramas en películas todavía envueltas en el rollo que era
colocado simplemente sobre la mesa durante los experimentos, sellado todavía en
la preparación original.
Durante
los experimentos tenían lugar notables e inexplicables cambios de la
temperatura ambiental, un fenómeno que, a partir de abril de 1994, incluyó
ráfagas frías.
El
trabajo progresó rápidamente en pocos meses. Las entidades espirituales
comenzaron a escribir en un bloc de papel con un lápiz que era dejado en el
suelo. Al interruptor de la toma eléctrica, se le hacía disparar varias veces,
provocando la interrupción del magnetofón. Después el grupo asistió a la
proyección de imágenes de seres espirituales. Hubo un arranque de aplausos
cuando se manifestaron los primeros visitantes sólidos. De hecho, ellos se
transportaban a sí mismos desde su dimensión y se unían «físicamente» a los
componentes del grupo de la bodega.
Los
espíritus guía decían con frecuencia que aceptarían de buena gana la
colaboración de los hombres y mujeres de ciencias y letras, y que esto
sucedería en el futuro. Sin embargo, a los componentes del grupo nunca se les reveló
con exactitud cuando sucedería esto. Ellos se sintieron por eso
comprensiblemente complacidos cuando el 2 de octubre de 1995, acogieron a tres
ilustres componentes de la
Society for Psychical Research (SPR) en una sesión experimental.
Estos investigadores científicos, que incluían profesores de diversas
disciplinas como ingeniería electrónica, psicología, matemáticas y astrofísica,
tuvieron muy pronto ocasión de asistir y controlar personalmente algunas de las
pruebas fotográficas y otros experimentos. Su investigación terminó con un
informe científico exhaustivo, el Informe
de Scole, publicado en 1999.
Con el
correr de las horas, oímos declaraciones y declaraciones en relación a las
experiencias del grupo que habrían desafiado la credulidad de algunos. Oímos hablar de los magnetófonos
utilizados para transmitir las voces de los espíritus, de comunicación directa,
de imágenes tomadas en vídeo, de la construcción de un aparato especial en base
a las instrucciones de los espíritus guías, de aportes de objetos y de
sorprendentes exhibiciones de luces. Pero había algo realístico y razonable en
torno a estas personas, un hecho que, para nosotros, añadía valor a su presentación.
En el largo viaje de vuelta a Essex coincidimos en que una cosa era cierta:
teníamos que saber más. Apenas llegamos a casa, nos pusimos en contacto con el
grupo, proponiendo escribir un libro sobre su trabajo. Algunos días después
recibimos la respuesta. El grupo había consultado con los espíritus guía, los
cuales pensaban que los tiempos eran «perfectos» para que fuera escrito tal
libro.
Lo que
sigue es el resultado de largas conversaciones con el grupo de Scole, con los
miembros de la Society
for Psychical Research y con muchas otras personas que han asistido a los
experimentos. Se nos ha permitido examinar las cintas utilizadas para grabar
los acontecimientos, y frecuentemente transcribimos directamente lo que las
voces espirituales comunicaban y los diálogos con el grupo.
Es
importante que un público más amplio llegue a conocer el experimento de Scole,
porque esta historia tiene implicaciones de largo alcance para todos nosotros.
Como dice Harry, podría cambiar nuestra visión colectiva de la naturaleza de la
vida misma. Sin embargo, como primer paso, sólo podemos pediros aparcar por un
momento vuestros prejuicios.
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