Fotografía 37, 38, 39, 40. M. Frondoni Lacombe


M. Frondoni Lacombe

Fotografía 37, 38 ,39 ,40


Sesión del 16 de marzo de 1914, a las nueve de la noche .- La condesa, la señora Pousa y yo celebramos una nueva sesión, en la que se produjeron los siguientes fenómenos:

La mesa nos presentó por medio de la tiptología un nuevo personaje, que nos serviría para obtener fotografías. Dijo que se llamaba Tedim. Pregunté al espíritu Lemos si podía trazar su firma auténtica, y me contestó afirmativamente.

Como de costumbre, había yo registrado antes todos los rincones y cerrado herméticamente todas las puertas. Coloqué un papel y un lápiz, traídos por mí, sobre la gran mesa del centro, esperando, aunque sin creer en ello, que se realizara el fenómeno que yo acababa de solicitar. Apagamos, formamos la cadena y el experimento tuvo lugar a la luz roja.

Apenas habían transcurrido unos instantes, cuando oímos un golpe en la habitación contigua (B).

- Si es la señal para el magnesio, repetidla – dije yo.

Como la repetición fue muy débil, la condesa insistió para que golpeara más fuerte, pues no reconocíamos el vigor habitual. Entonces se produjo un golpe formidable. Cuando hice estallar el magnesio no vi imagen alguna ante el objetivo. Al efectuarse la explosión oímos sonar el violín, como si se deslizaran unos dedos por sus cuerdas. Seguidamente vimos aproximarse una silueta a la gran mesa, y oímos de una manera muy clara el rasgueo del lápiz. El fantasma se alejó primero, y luego se aproximó a la biblioteca, cuya puerta oímos abrir.

Mis amigas afirman haber visto de una manera precisa la silueta de Lemos. Yo también la vi, pero no tan claramente, a causa sin duda de mi vista, que es deficiente.


Mientras discutíamos si era o no Lemos, la habitación contigua (B) se iluminó por tres veces con una luz blanca muy pálida, proyectada sobre Lemos, lo ue nos permitió verle perfectamente cerca de la biblioteca.


Algunos segundos después algo pasó rozando a la condesa, y  fue a depositarse en el respaldo de la silla que ocupaba la señora Pousa. Seguidamente, y lejos de nosotros, oímos el golpe indicador de que la sesión había terminado.


Dada la luz, vimos una hermosa rosa artificial de largo tallo, en la silla de la señora Pousa y detrás de ésta. Ninguna flor parecida había entre las que se encontraban en los jarrones de la habitación. La rosa en cuestión era completamente nueva, y las otras viejas. En el papel que yo había colocado sobre la gran mesa, apareció escrita esta frase: “Tanto amor Ihe consagro” (“Tanto amor le consagro”), y la firma auténtica de Lemos, que puede observarse en la parte inferior de la lámina V, comparando esta firma con la que el personaje empleaba en vida y que también figura en la parte superior de la misma lámina.

Debo decir que Lemos se había enamorado de la condesa con una pasión tan fuerte, que al no ser correspondida le produjo la locura. La condesa es casada, como ya he dicho , y no compartía aquel amor. El pobre Lemos tuvo que ser encerrado en un manicomio, en donde murió bajo la impresión intensa de su amor.

Al revelar en mi casa las placas fotográficas aparecieron en ellas las imágenes de las láminas VI y VII.

El anciano se parece, en efecto, al que era en vida, al que nos anunció la mesa, y mi querido amigo el profesor Oliveira Feijao, de la Facultad de Medicina, personaje muy importante en Lisboa y del cual tendremos ocasión de hablar con frecuencia en el curso de esta obra, confirma el parecido entre el fantasma y el vivo, al cual conoció.

Idéntica afirmación sostienen otras personas. Desgraciadamente, no he podido procurarme ninguna fotografía para demostrar al lector lo que digo.

Por lo que se refiere al fantasma de la lámina VII que la mesa nos aseguró ser Lemos, el lector podrá juzgar comparando la fotografía de la aparición figura A con la figura B y apreciar el parecido perfecto. Por lo que se refiere a la firma no es posible la menor duda. Examínese la lámina número V y se verá que si no hubiésemos indicado cuál es la firma del vivo y cual la del fantasma, sería imposible encontrar diferencia alguna, pues son idénticas.

Sin embargo, si a causa de la identidad absoluta de las dos firmas se sospecha que la una pudo ser calcada sobre la otra, téngase en cuenta que he medido y hecho medir ambas con un compás, y hemos descubierto algunas diferencias de espacio ,como son frecuentes entre las diversas firmas de una misma persona, y como yo misma he observado en las mías propias.

Madeleine Frondoni Lacombe - Maravillosos Fenómenos del Más Allá-