M.
Frondoni Lacombe
Fotografía 33
Sesión del 21 de
febrero de 1914, a las nueve de la noche- Continuamos siendo los mismos; es
decir, la condesa, la señora Pousa, el doctor Souza Couto y yo.
La vigilancia es rigurosa, como de costumbre, y las puertas han
sido cerradas herméticamente.
Esta noche tampoco quieren las entidades que empleemos la
luz roja; pero nos prometen una buena sesión y así sucede en efecto, según
podrá juzgar el lector.
Según costumbre, nos colocamos cerca de la chimenea con las
manos formando cadena sobre el velador. Por medio de la tiptología se presenta
un nuevo personaje. Dice llamarse Remigio y asegura que producirá fenómenos
porque posee mucha fuerza. También se presenta el espíritu A. y me da las
gracias por las mimosas que traje pensando en él.
- Serán para ti – me dijo.
Le pregunto si esta noche podremos obtener su fotografía.
- Esta noche sólo enfocamos mi aparato fotográfico en la
dirección en que había aparecido el fantasma en la última sesión. Colocamos el
magnesio detrás del aparato y convinimos que sólo lo encenderíamos cuando
oyésemos un golpe que darían lejos de nosotros.
Apagadas las luces y colocados según costumbre, distinguimos
al otro lado de la gran mesa del centro una forma blanca que la condesa supuso
ser Lemos.
Se oyó el golpe convenido para encender el magnesio, y
animosamente la condesa lo enciende, cuidando
tanto ella como nosotros de observar hacia la habitación B, hacia la
cual estaba enfocando el aparato. Apenas tuvo tiempo de sentarse de nuevo,
cuando el magnesio hizo explosión.
Una vez más estábamos persuadidos de que nada había
registrado la placa, puesto que a la claridad de la cerilla nada habíamos visto
ninguno de nosotros. Sólo después de la explosión observamos en la habitación
en que debía producirse el fenómeno una forma blanca vaporosa que avanzaba unas
veces y retrocedía otras hasta llegar a la habitación en que nos encontrábamos.
Oímos ruidos en los que reconocimos que se habían esfuerzos para abrir la
biblioteca cerca de la puerta e. se sucedieron otros rumores y proyectaron algo
hacia mi derecha; oro objeto fue lanzado por el lado de la señora Pousa, la
cual exclamó muy nerviosa que sentía el contacto de una mano en su espalda y
que tocaban la silla en que estaba sentada. También oímos otra especie de ruido
del que en un principio no podíamos definir la naturaleza, pero que más tarde
reconocimos ser la rotación del disco de un fonógrafo que se encontraba en la
mesa del centro del salón. Este fonógrafo tenía dada la cuerda, estaba parado;
pero comenzó a funcionar durante la sesión y conservó le movimiento hasta que
se le acabó la cuerda. Oímos la señal de terminar, y , encendida la luz,
observamos lo siguiente:
Sobre la gran mesa del centro del salón había colocado la
condesa, junto a mi ramito de mimosas, otro idéntico que se había
proporcionado. El ramito que yo recibí era el mío, que estaba intacto, mientras
el de la condesa había sido deshecho y arrojado parte de él a los pies del velador
y parte sobre la silla que ocupaba la señora de Pousa. La biblioteca, que
habíamos cerrado con llave, aparecía abierta, y una biblia sacada de ella yacía
por el suelo. Una placa ahumada, traída por el doctor Souza Couto, y colocada
en la gran mesa del centro, aparecía con una cruz que a simple vista se veía
estar hecha rápidamente con el dedo meñique. Esta placa tenía también una
pequeña huella en uno de los lados
producida por la punta del mismo dedo, según puede verse en la lámina número 1.
Ninguna de nuestras manos aparecía sucia de tizne.
Madeleine Frondoni Lacombe - Maravillosos Fenómenos del Más Allá-
Fotografía 34, M. Frondoni Lacombe