El capítulo 9: El Despertar y la Salvación de las Almas Perdidas de los Muertos - Nandor Fodor


El capítulo 9: El  Despertar  y la Salvación de las Almas Perdidas de los Muertos

Historia de Doctor y Sra. Carl A. Wickland

- Nandor Fodor-


U
n doctor puede recibir muchos sobresaltos en la ejecución de sus deberes profesionales, pero ninguno podría imaginarse que de repente fuera dirigido por un cadáver, al cual estuvo  a punto de diseccionar.

El doctor no era el caso de alguien que bebiera o tuviera alguna adicción insana, era el solemne Dr. Carl A. Wickland, miembro de la Sociedad Medica de Chicago (Chicago Medical Society), de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (American Association for the Advancement of Science) y director del Instituto Nacional de Psicología de los Angeles, california (the National Psychological Institute of Los Angeles)

Él estaba cortando el brazo y el cuello del cuerpo de una mujer que llevaba siete meses en hielo. Apenas oyó a la distancia una voz que decía claramente:

“¡No me asesine!”

Él concluyó que las palabras vinieron de un niño de la calle, aunque no se oía ningún niño jugando.

A la siguiente tarde oyó un sonido como el crujido de un periódico arrugado que estaría en el suelo, pero no le prestó atención.

Unos días más tarde tuvo algunos experimentos estando en trance en su casa y con su esposa. Hacia el final, en una condición en semi-coma, su esposa se elevó y le golpeó con ira, diciendo:

“Tengo algunos huesos para que usted escoja.”

Un periodo de lucha siguió. El Dr. Wickland tenía el conocimiento suficiente de fenómenos de control de un supuesto espíritu, así no se alarmó. Él le preguntó a la voz que hablaba por boca de su esposa, cuál era el problema.

“¿Por qué quiere usted matarme?” la entidad exigía conocerlo.

El Dr. Wickland contestó que él no mataba a nadie.

“Sí, usted a sido. Usted ha cortado mi brazo y mi cuello. Grité para que no me asesinara y golpee aquel papel en el suelo para asustarle, pero no prestó ninguna atención.”

El Dr. Wickland lo entendió. La entidad control creyó que ella era el muerto al que diseccionaba. Al parecer ella no comprendió que estaba aparte, que no había ninguna parte adherida al “rollo mortal”.

Él suspiró para intentar hacerle comprender la horrible verdad, de que estaba en su casa y su interlocutora estaba muerta.

Éste no era su primer caso y lejos estaba de ser el peor de esta naturaleza. Él luchó cuerpo a cuerpo con ello, porque ninguno de los experimentos sobre la tierra tuvo tanta cola como el siguiente.

Hace un tiempo, su esposa se descubrió que era lo que se llamaba una médium de trance. No le gustó esto. Ella tuvo miedo “de molestar a los muertos”. Con lo cual las voces que hablaron por su organismo durante su estado de inconsciencia explicaba el Dr. Wickland es que había un concepto penosamente incorrecto entre los mortales sobre las condiciones que prevalecen después de la muerte.

Ellos le dijeron que en realidad no había ninguna muerte, pero sí una transición simple y natural al otro mundo: aquellas almas avanzadas humanas del otro lado de la vida, alguna vez se esfuerzan en comunicarse con los mortales para ilustrarlos en cuando a las posibilidades más altas que esperan al espíritu progresivo, pero que debido a la terrible ignorancia predominante una gran mayoría de los muertos nunca comprenden el cambio que ocurrió en estas condiciones y siguen permaneciendo en sus lugares predilectos de la tierra; ellos son causa de incalculables travesuras y miserias; que a menudo producen inmoralidad, minusvalías, crímenes y locura, al parecer, ellos dan vueltas por aquellos cuya armadura pueden perforar e ignorantemente o maliciosamente , intentan compartir su existencia terrenal.

También fue revelado que el mayor trabajo de la misión sobre la tierra es esperar que sean ayudadas esta almas equivocadas, que están más cerca de la tierra que del cielo, que ellas pueden influir más fácil que los espíritus más avanzados que están más arriba. En este caso un intermediario psíquico tendría que ser encontrado. Las almas avanzadas verían que los muertos quienes no encontraron ningún equilibrio en su nueva vida y las entidades que se obsesionan, ejercen un control viscoso sobre el cuerpo de los mortales, deberían ser atraídas por el intermediario culto en cuanto a su verdadera posición. La Sra. Wickland debía ser el intermediario psíquico y el Dr. Wickland les permitía usarla para demostrar su situación y la salvaguardaba de cualquier daño.

El Dr. Wickland dio su consentimiento. Comprendió que la criminología, la psicopatología y el pensamiento humano en general tendría que sufrir una revisión revolucionaria si las reclamaciones de las entidades en el trance fueran demostradas.

Seguía el consentimiento de que los dueños muertos de los cadáveres que él diseccionaba lejos de su casa y desconocidos para su mujer, volvieran para contar su historia.

La mayor parte de estas entrevistas “sobrenaturales” comenzaban más bien violentamente. Los poseedores temporales del cuerpo de la Sra. Wickland no admitían que estuvieran muertos. Si ellos eran hombres, un espejo era sostenido delante de ellos para mostrarles que estaban en un cuerpo femenino. Entonces ellos decían que estaban hipnotizados. De vez en cuando se ponían violentos y tuvieron que ser expulsados.

Esta expulsión ocurría utilizando una máquina de electricidad estática. Porque los choques eléctricos debía tener el efecto deseado y no era fácil. Pero los visitantes no podían aguantarlo.

La violencia también fue tratada en “ el otro lado”. Una vez liberados para que aprendieran otra lección, estos espíritus refractarios se quejaron de que habían sido encerrados en una mazmorra. Al parecer, conforme a ciertos espíritus psíquicos inteligentes de la ley, podían imponer una condición de restricción alrededor de un espíritu ignorante, similar a un encarcelamiento, un recinto impenetrable, parecido a una celda de la que no se puede fugar. En cuanto ellos mostraban un arrepentimiento y buena voluntad de adaptarse a sus nuevas condiciones entonces eran liberados y ayudados en un largo camino del progreso. Ésta es la historia resumida de cómo el Dr. Wickland y su esposa se hicieron misioneros de los muertos. Ellos fundaron el Instituto  Psíquico Patológico de Chicago, (Psycho-Pathological Institute of Chicago) y más tarde el Instituto Nacional Psicológico de California (National Psychological Institute of California), en donde la unión de los dos mundos todavía continua, un trabajo heroico.

Pero ellos no están solos en su empresa. Esto no era ningún nuevo y único descubrimiento. Los círculos de rescate espiritualistas continúan, con misiones similares en todo el mundo. Con casos muy difíciles en los cuales ellos no son capaces de resolverlos, pero enseñan y predican, dialogan con los muertos y con frecuencia traen luz y entendimiento a su vida. De vez en cuando limpian casas atormentadas y de vez en cuando tienen éxito en las curaciones de casos de obsesión.

El problema de la obsesión ha estado sujeto a un especial estudio científico durante los pasados 20 años por James Hyslop del Instituto de Nueva York. El instituto fue fundado por el profesor James J. Hyslop, de la Universidad de Columbia, un pionero americano de la investigación psíquica. En un capítulo sobre la obsesión en su Vida después de la muerte (Life After Death), escribe:

“Luché contra ello durante 10 años después me convencí que la supervivencia después de la muerte corporal fue demostrada. Pero varios casos me hicieron resolver la pregunta.”

Antes de la muerte del prof. William James, el mayor psicólogo de América se rindió a esta misma creencia.

“ El rechazo de la moderna aclaración “escribió “ al plantear la obsesión como otra hipótesis, es posible , a pesar de la masiva tradición humana basada en la experiencia concreta que está a favor de la nueva hipótesis, siempre me pareció un ejemplo curioso del poder de fascinación de las cosas científicas. Que la teoría del demonio  ( no necesariamente una teoría de diablo) tenga influencia en turnos en mi mente es absolutamente cierta.”

El pasado año, el Dr. Titus Bull, Director del Instituto de James Hyslop, publicó un pequeño libro: Análisis de insólitas experiencias de curación. En relación con las mentes de los enfermos y los resultados del materialismo anunciado (Analysis of Unusual Experiences in Healing Relative to Diseased Minds and Results of Materialism Foreshadowed). Bajo este modesto título, de una manera fría y desapasionada, explica los asombrosos descubrimientos que dejan estupefactos de que estamos sometidos a un mundo negligente.

Las experiencias del Dr. Wickland fueron publicadas pronto, en 1924, bajo el título Treinta años entre los muertos (Thirty Years Among the Dead). Este libro está abarrotado de sentimientos, incidentes dramáticos y emociones conmovedoras. Unas de sus revelaciones concierne  a Harry Thaw, el millonario excéntrico americano, quien, sin ninguna razón lógica  asesinó a  Stanford White, el famoso arquitecto de Madison Square Gardens, en Nueva York. Según el Dr. Wickland, Thaw era un psíquico sensible “incuestionablemente obsesionado con ayudar a vengar a los espíritus por la verdadera injusticia caída sobre ellos o en algún pariente.” Esta es la conclusión que se llegó:


“El día 15 de julio del año 1906, o sea varias semanas después de ocurrida la tragedia, durante la celbración de un círculo psíquico, y mientras la señora Wickland se hallaba caída en el suelo, se sintió dominada por un espíritu desconocido.

Colocamos entonces a la forma visible de mi mujer en una silla y empecé yo a interrogar a la inteligencia que la dominaba.

El espíritu desconocido se opuso vigorosamente a que lo tocasen, y pidió de  pronto que lo dejasen solo. Luego gritó:

-¡Eh, mozo, eh! ¡Sírvame de beber!

-¿Qué clase de bebida desea?

- Tráeme “Whisky” y soda. ¡Pero pronto!

-¿Quién es usted?

-Eso no le importa.

-¿Dónde cree que se encuentra?

- En el Mádison Square Roof Garden.

-¿Y cuál es su nombre?

-Stanford White, ya que tiene usted tanta curiosidad en saberlo.

Luego, apretándose con una mano la parte posterior de la cabeza hacia el lado derecho y encogiendo el pecho y el abdomen con muestras de gran dolor, gritó:

-¡A ver si me trae un mozo ese “whisky” y soda!

Cuando yo iba a dirigirle algunas preguntas, se vio atraída la atención  del espíritu hacia algo invisible, y empezó a temblar de miedo. Yo le pregunté entonces:

-¿Está usted viendo algún espectro?

Asintió, con un gesto violento de la cabeza, y gritó con todas sus fuerzas:

-¡Que me persiguen!

Al mismo tiempo saltó de la silla, y en un esfuerzo por escapar corrió hasta un rincón del cuarto.

Era tal su agitación que perdió el dominio del intermediario psíquico y se escapó.

Casi en seguida se apoderó del cuerpo del intermediario psíquico otro espíritu y empezó a caminar muy excitado hacia adelante y hacia atrás, gritando alegremente:

-¡Le he matado a ese perro! ¡Le he matado a ese perro! ¡Ahí está ese perro caído por tierra!

Y al decir esto apuntaba hacia el lugar en donde While había perdido el dominio del intermediario psíquico.

-¡Perro! ¡Años enteros he andado buscando la ocasión de matarlo, y al cabo lo he conseguido! ¡Perro!

Obligué al espíritu a que tomase asiento, y supe que su nombre era Johnson.

-¡Yo he matado a Stanford White!- exclamó como quien se vanagloria de una cosa que le enorgullece-. Mereció la muerte. Durante demasiado tiempo venía jugando con el porvenir de nuestras hijas.

El espíritu empezó entonces a acusar con saña a los hombres de sociedad.

 …

Acto seguido entró en posesión del intermediaro psíquico una tercera entidad; pero ésta se daba perfectamente cuenta de que era un espíritu y de que posesionaba temporalmente a un cuerpo que pertenecía a la tierra.

-Yo soy el padre de Harry Thaw. ¡Salvad a mi hijo!¡Salvad a mi hijo! Harry no es culpable. Harry fue electrocutado.’ (Acontecimientos posteriores demostraron que esto fue verdadero)...’ él estuvo obsesionado por espíritus vengativos cuando mató a Stanford White. He intentado alcanzar el mundo exterior en cada ocasión para decirle a la gente que Harry no estaba enfermo, sino que era un psíquico sensible.’”

Razonablemente pueden esperar que nadie acepte sin la experiencia personal las implicaciones de tales cuestiones aplastantes del susodicho, pero el Dr. Wickland no es un maniaco. Él gastó 30 años en esta investigación y por los mismos canales de acercamiento muchas mentes brillantes alcanzaron unas propias conclusiones similares.

¿Puede ser que una cantidad inmensa de la experiencia humana debería considerar nada más que “farsa”?

El prof. William James contestó a la pregunta de esta forma:


“ Los espíritus, si es que están allí, deben trabajar de hecho bajo complicaciones increíbles y engaños, pero por lo menos,  está presente, una cierta honradez, que existe en una parte entera del universo que funciona de otra manera al puro engaño. Cuanto más comprendo la solidez cuantitativa del fenómenos y su complejidad, más increíble me parece ese mundo de características más extensas, que éste en el que hábito considerando que hay una parte por lo menos sincera, pero brutal, esta característica no debe ser considerada enteramente como falta de sinceridad.”


PortadaIntroducciónC1C2C3C4C5C6C7C8C9C10C11C12,C13C14C15C16C17,C18C19C20C21C22C23C24C25