Un caso conmovedor de telepatía
En febrero de 1904, el señor B., de 31 años, se
comprometió con la señorita D. Los dos jóvenes se querían apasionadamente, pero
serias divergencias de familia retardaron sus proyectos y adquirieron tal
importancia, que el matrimonio, que debía celebrarse a mediados del mes de
mayo, se rompió el día 4 de ese mes.
Desolados, los
jóvenes se separaron y emprendieron un viaje para atenuar sus penas. La
señorita D. pensaba sin cesar en su novio y creía que se casaría con él una vez
que hubiese terminado aquella enojosa cuestión de familia. En septiembre de
1904 recibió una carta del joven, la última que éste le dirigió. En diciembre
de 1905 supo que su novio cediendo a las apremiantes instancias de su familia,
se había casado.
El 5 de julio de 1906, la señorita D. se casó a su vez
y fue a vivir con su esposo en una propiedad situada en los alrededores de
Burdeos. En marzo de 1907, hallándose su esposo de viaje, la señora quedó sola
en la casa, acompañada de los criados. Una noche, el 17 de marzo, estaba durmiendo,
cuando se despertó sobresaltada, habiendo oído que la llamaban tres veces por
su nombre. Eran las 2 de la mañana. Pareciéndole que habían gritado junto a la
puerta, que estaba casi al lado de su cabecera y que daba a un corredor, se
levantó y fue a abrir creyendo que su marido había vuelto de improviso.
Grande fue la sorpresa al no ver a nadie. Preguntándose
quién podría haberla llamado, fue a despertar a la empleada, que dormía en una
habitación cerca de allí. La mujer le dijo que nada había oído. Vestidas las
dos, recorrieron toda la casa y el jardín sin encontrar a nadie. La empleada
dijo que lo mejor sería volverse a acostar.
La señora D., muy impresionada, se dejó convencer, y se
metió nuevamente en cama, pero sin poder conciliar el sueño. Al cabo de algún
tiempo volvió a oír su nombre, pronunciado dos veces por una voz angustiada.
Emocionadísima, corrió a llamar a la empleada y Ie dijo: —Es imposible que no
lo hayáis oído. Han llamado dos veces: iJuana! ... iJuana!... La empleada
afirmó no haber oído nada, a pesar de hallarse despierta. Ambas, muy intrigadas,
recorrieron de nuevo la casa, sin hallar el rastro de persona alguna.La señora
D. se acostó en un estado de emoción bien comprensible. Media hora más tarde,
por tercera vez, oyó gritar: ¡Juana!», con acento aún más angustioso que en las
anteriores.
Pocos días después, una parienta de la señora D., que
venía de Noyon, le contó que su ex novio había muerto de tisis galopante en la
noche del 17 al 18 de marzo. Muy conmovida, la señora D. pidió detaIles del
suceso y le contaron que el fallecimiento había sido particularmente trágico,
pues había muerto en brazos de su esposa en su agonía había llamado varias
veces a su antigua novia, Juana, con acento desgarrador. Como dato curioso
puedo agregar que es la primera vez en su vida que la señora D. se ha visto
mezclada a un fenómeno de telepatía.
Doctor Stephen Chauvet.
17-junio-1920 - Atlántida