Historia de Florencia Elisa Cook
Florence Eliza Cook
A finales de 1871 tuvieron lugar las primeras
manifestaciones de la Srta. Florencia Elisa Cook, una jovencita miembro de la Association Spirite de Dalston, en
Londres. La historia de esta médium es muy interesante. Sus principales
detalles han sido recogidos y publicados por Epes Sargent, en cuyo libro,
impreso en Boston en 1875, constan los detalles que la Srta. Cook dio de ella
misma al señor Harrison, y son los siguientes.
“Tengo diez y seis años de edad. Desde mi infancia he visto
a los espíritus y les he oído hablar. Tenía la costumbre de sentarme a solas y
conversar con los que me rodeaban, y que yo tomaba por personas vivientes. Como
nadie más los veía ni oía, mis padres trataron de hacerme creer que todo era
producto de mi imaginación, pero lo lograron que cambiara mi modo de pensar acerca
de este asunto; así, pues, fui considerada como una niña muy excéntrica. En la
primavera de 1870 fui invitada a ir a casa de una amiga de colegio: ésta me
preguntó si había oído hablar alguna vez del Espiritualismo, añadiendo que sus
padres y ella se reunían alrededor de una mesa, que habían obtenido ciertos
movimientos, y que si yo quería, ensayaría aquella tarde también conmigo.
Volví a mi casa, asombrada de lo que había visto; algunos
días después volví con mi madre para tener una segunda sesión. Los espíritus
nos dieron algunas pruebas de identidad, mas no llegamos a tener confianza
plena en ellos; por último, obtuvimos por medio de golpes una comunicación , en
la que se nos decía que, si dejábamos la habitación a obscuras, se me
transportaría alrededor de la sala. Me eché a reír, no creyendo que eso fuese
posible. Sin embargo, apagamos la lámpara; pero, a pesar de ello, la luz que entraba
por la ventana no dejó la sala completamente a obscuras. De pronto sentí que
alguien me quitaba la silla, y al instante me vi elevada hasta el techo, lo que
pudieron ver y apreciar todos los presentes a la sesión. El mismo espanto que
experimenté privóme de gritar, y en este estado pasáronme por encima de las
cabezas de los presentes, y fui depositada luego sobre una mesa, situada a un
extremo de la sala. Mi madre preguntó después si podríamos obtener estos
fenómenos en nuestra propia casa. La mesa respondió que sí, puesto que yo era
un médium. Al día siguiente, por la tarde, nos reunimos en nuestra casa. Los espíritus
nos rompieron una mesa y dos silla, además de otros estragos.
En vista de esto, declaramos que no queríamos, en modo
alguno, volver a celebrar sesiones; pero los espíritus empezaron a atormentarme
arrojando contra mí libros y otros objetos; las sillas se paseaban solas por la
habitación; la mesa se levantaba con violencia durante la comida, y ruidos
terribles sembraron el espanto en nuestros corazones durante la noche. En fin,
nos vimos obligados a ceder, volviéndonos a reunir alrededor de las mesa y
conversar con ellos. Los espíritus nos dijeron que fuéramos a la Vía Navarino,
número 74, en donde hallaríamos una sociedad espiritista. Fuimos allí mi madre
y yo, más por la curiosidad que por otra cosa; la dirección resultó exacta.
Allí encontramos al Sr. Tomás Blyton, quien nos invitó a asistir a una sesión:
en ella trabamos conocimientos con el Sr. Harrison, quien pidió asistir a
nuestras sesiones. Entonces ya no nos quedó duda alguna de la realidad de la
comunicación de los espíritus con
nosotros. Desde la primera sesión entré en trance, haciéndome hablar un
espíritu que anunció a mi padre que si yo celebraba sesiones con los señores Herne
y William, obtendríamos voces celestiales en la sala.
Nos reunimos varias veces con dichos señores y , finalmente,
pudimos obtener los fenómenos anunciados. El espíritu que dirigió estas
sesiones dijo llamarse Katie King.
William Crookes
Fui a casa del Sr. W. Crookes sin prevenir a mis padres ni a
mis amigos; me ofrecí como un sacrificio voluntario ante el altar de su
incredulidad.
Hacía poco había tenido lugar el desagradable incidente de
M. Volckmann, y los que no lo comprendía dirigía palabras crueles contra mí. W.
Crookes, que había ya verificado algunos experimentos, no era de los más parcos
en usarlas.
Había dicho algo que me atormentaba de tal manera , que me
decidió a ir a su casa sin otro pensamiento que el de disculparme ante él y
ante el mundo entero. He aquí lo que le dije:
‘Ya que creéis que soy una impostora, si queréis vendré a
dar las sesiones en vuestro domicilio; vuestra esposa podrá darme los vestidos
que queráis, y quedarse los que llevaré al ir a vuestra casa. Me vigilaréis
tanto como os plazca, y haréis los experimentos que desearéis, a fin de
convenceros completamente y finalmente en uno u otro sentido. Sólo pongo una
condición: si justificáis que soy agente de una mixtificación, denunciadme
públicamente y tanto como gustéis; pero si encontráis que los fenómenos son
verdaderos, y que yo no soy más que un instrumento de los invisibles, decidlo
franca y públicamente para disculparme ante los ojos del mundo’
W. Crookes cumplió su palabra como perfecto caballero que
rea, y aunque le costó mucho hacer la confesión, la hizo francamente y sin
vacilación alguna.
Y sigue relatando la médium:
“Cuantos han leído algo de espiritualismo moderno, saben lo
que pasó. W. Crookes me oyó primeramente respirar y suspirar dentro del gabinete,
mientras Katie era visible fuera del mismo. Más tarde nos vio juntas, y muchas
veces también a toda su familia, mientras nos alumbraba una potente luz
eléctrica.
1874, William Crookes ve a Katie King independiente de Florence Cook
Katie, el fantasma, se prestó voluntariamente a los
experimentos, y cuando vio que podía confiarse enteramente la profesor Crookes,
cumplió sus menores deseos e hizo todo lo posible para secundarle en sus
planes. Se tomaron muchas fotografías de Katie, sola y en mi compañía. Cuando Katie
estaba materializada, el profesor Crookes se aseguraba de que tenía la
aparición de una mujer viva, de carne y hueso, cuyo pulso y corazón latían,
respiraba como nosotros, y , a pesar de esto, aparecía y desaparecía ante él.
W. Crookes asistió a la última escena en que Katie se
despidió de mi tiernamente; las lágrimas afluyeron a mis ojos. El profesor Crookes ha narrado ya
todo esto en su libro; en fin, me ha rendido un homenaje completo más de lo que
era posible hacerlo.
Cito este testimonio no porque se trate de mí, sino porque
justifica plenamente la existencia de Katie, el espíritu que se sirvió de mi
durante tres años para producir los maravillosos fenómenos espiritistas que
tanto llamaron la atención en Londres.
Mr. Harrison refirió en el periódico Spiritualist, fecha de mayo de 1874, la sesión de despedida de la
princesa india, que durante tres años, con el nombre de Annie Morgan, fue
motivo de la preocupación de muchos curiosos y del mundo científico.
Mr. Harrison describe esta sesión de la siguiente manera:
“Las personas que presenciaron esta sesión fueron W.
Crookes, Mme. Corner, madame Ross Church (Florence Marryat), M. Harrison, M. G.
R. Tapp, M. y Mme. Cook, sus hijos y una criada llamada María.
A las siete y veinticinco minutos de la noche, Crookes
acompañaba a la Srta. Cook, al gabinete obscuro.
Una vez allí, se acostó la médium en el suelo, poniéndosele
una almohada debajo de la cabeza. A las siete y veintiocho minutos se oye la
voz de Katie, y a las siete y treinta ésta se presenta fuera de la cortina
completamente materializada. Su vestido era de un blanco puro, de cuello
escotado y corto de mangas. Katie tenía los cabellos muy largos y de color
castaño dorado, que caían formando graciosos bucles por detrás de la espalda
hasta el talle. Llevaba un largo y blanco velo, con el cual cubrió el rostro
una o dos veces durante la sesión. (Obrando así podía resistir por más tiempo
el calor de la sala.)
La médium llevaba un traje de merino azul claro. Durante casi
toda la sesión, y mientras Katie permanecía delante de nosotros, la cortina del
gabinete estuvo levantada y todos pudimos ver perfectamente a la médium en
trance y tal como había quedado al empezar la sesión, es decir, acostada en el
suelo y cubierta con un chal rojo para preservarla de los rayos luminosos. Durante
toda la sesión hubo bastante luz.
Katie king, fotografías de William Crookes
Katie nos habló de su partida y aceptó un bouquet que Mr. Tapp había llevado y un
ramo de azucenas que le ofreció Crookes.
Todos los asistentes sentáronse muy cerca de ella. Katie
pidió a Mr. Tapp que deshiciese el bouquet
y que esparciese las flores por el suelo, delante de ella; sentóse en el suelo,
a la usanza oriental, y pidió a todos los asistentes que formasen un círculo en
torno suyo; la mayor parte sentáronse también en el suelo, y Katie formó con
las flores otros tantos bouquets como
personas había en la sala y los ató con cintas de color azul.
Escribió algunas palabras de despedida a sus amigos,
firmándolas con el nombre de “Annie Morgan”, nombre que, según ella, había
llevado en la tierra. Escribió también algunas palabras para su médium y
escogió un bonito capullo de rosa, que dijo guardaría como recuerdo.
Katie pidió unas tijeras y cortó un mechón de sus cabellos,
repartiéndolos entre los asistentes. Después se cogió del brazo de W. Crookes y
se aseó por la sala, estrechando las manos a todos. Sentóse de nuevo y cortó
varios trozos de su velo y de su vestido, que distribuyó también entre los
asistentes y cuando había distribuido bastantes trozos se le pidió volviese a
reunirlos, tal como había hecho en otras sesiones. En este momento, Katie se
encontraba con William Crookes, y Mr. Tapp cogió el trozo que le quedaba, lo
sacudió con viveza e instantáneamente el velo y el vestido quedaron como al empezar
la sesión: todos los agujeros habían
desaparecido. Los que estaban sentados cerca de la puerta del gabinete
examinaron inmediatamente el velo y afirmaron que allí donde antes habían visto
agujeros de algunas pulgadas de diámetro, no había ahora ni agujeros ni
costuras de ninguna clase. Katie dio enseguida sus últimas instrucciones a
Crookes y a sus amigos sobre la conducta que debían seguir en cuanto a
ulteriores manifestaciones prometidas por ella por medio de su médium. Estas instrucciones
fueron anotadas y entregadas a Crookes.
Katie parecía fatigada y dijo con sentimiento que estaba
obligada a partir, pues su poder disminuía. Dijo adiós a todos de la manera más
amable, y le dimos las gracias por las maravillosas manifestaciones que nos
había dado.
Katie miró afectuosamente a cada persona por última vez y
con aire muy triste; después dejó caer las cortinas del gabinete; ya no se la
volvió a ver. Se la oyó despertar a la médium, que le suplicaba, llorando, se
quedase todavía un rato, pero Katie le contestó: “Querida mía, no puedo más, ha
terminado mi misión. Dios os proteja”. Enseguida se oyó el ruido de un beso de
despedida.
La médium apareció en seguida fuera del gabinete, y vino a
encontrarnos , muy abatida y profundamente confusa. Katie nos dijo que no se
presentaría más en la tierra, que había pasado tres años muy tristes y penosos,
purificándose por estas pruebas, produciendo manifestaciones psíquicas, y que
por esto merecía vivir en otra esfera espiritual más elevada.
Como se habla con los muertos - Sciens