Capítulo 5
Investigación
científica
Política y religión están obsoletas.
Ha llegado el
momento de la ciencia
y de la
espiritualidad.
Pandit Jawaharlal Nehru
Una de las características más
sorprendentes de la experiencia de Scole fue la disposición del grupo a someter
los propios experimentos a un examen científico riguroso. Personas con
conocimientos científicos, especialistas y académicos honorables eran
bienvenidos a las sesiones. Algunos de estos investigadores pertenecían a
organizaciones como la Society
for Psychical Research (S.P.R.).
La S.P.R. es una institución de
tipo conservador, sin una teoría común dedicada a una búsqueda científica
objetiva. La sociedad ha visto en sus filas a representantes del gobierno,
lores, caballeros, profesores, médicos y estudiosos de distintas disciplinas.
Gran parte del trabajo inicial se basaba en la comprobación de la «hipótesis de
la supervivencia», el tema según el cual la conciencia humana sobrevive a la
muerte física. Sus métodos son necesariamente escrupulosos.
Algunos miembros ancianos de la
sociedad participaron en numerosas sesiones del GES (Grupo de Experimento
Scola), aunque se subraya que lo hicieron como individuos, no como
representantes oficiales de la sociedad. Los principales investigadores fueron
Montague Keen, funcionario de la
Sociedad durante muchos años, y dos ex presidentes, el
profesor Arthur Ellison y el profesor David
Fontana.
Montague Keen comenzó a hacer
investigaciones sobre fenómenos paranormales en 1946, cuando entró a formar
parte de la Sociedad. Se
ocupaba de las relaciones con los órganos de información y era secretario y
vicepresidente del Survival Committee (el comité que se ocupaba de comprobar
las hipótesis sobre la supervivencia). Ex portavoz parlamentario, administrador
agrícola, redactor técnico y agricultor, se responsabilizaría de gran parte del
minucioso trabajo vinculado a la investigación y a la preparación del Informe de Scole, informe completo y
exhaustivo de algunos de los investigadores independientes, que recomendamos a
los lectores interesados en los entresijos particulares de la investigación
científica.
La experiencia de Scole había
despertado el interés de Montague en 1994, después de leer el primer numero de Spiritual Scientist. Hasta entonces
nunca había oído hablar del grupo, y decidió trasladarse a Scole para llevar a
cabo investigaciones. En febrero de 1995 tuvo una conversación de dos horas con
los componentes del grupo. Mantenía que era importante mantener una relación
con ellos aunque inicialmente se mostraron cautos y un poco sospechosos. Por su
parte, Montague se mostró sorprendido por el hecho de que estuvieran dispuestos
a someter sus experimentos a una investigación seria e imparcial. Esto los
hacía distintos de los demás grupos que había encontrado anteriormente, y obviamente
hacía el trabajo de ellos más interesante. Por ésta, y otras muchas razones, la
experiencia de Scole fue para él única.
Durante nuestro primer encuentro,
me mostraron muchas fotografías fascinantes. Mi interés, en aquel caso, se
centraba en el hecho de que, una vez admitida su autenticidad, existían objetos
físicos concretos con los cuales experimentar. Esto aumentaría la posibilidad
de controlar las circunstancias en las que se producían los fenómenos. Como
investigador, tengo el deber de observar de modo objetivo y de tomar todas las
precauciones que los demás investigadores esperan de mí, aunque pueda considerar inútiles tales precauciones.
He tenido la impresión de que estas personas eran sinceras —y ciertamente no
tenían el aire de estafadores profesionales. Naturalmente, siempre es deseable
ser cautos, independientemente del hecho de que nos fiemos de los demás o
creamos en ellos. Hice una primera relación detallada para aquellos colegas que
estaban también implicados en este tipo de búsqueda. Conseguí ponernos de acuerdo
en una serie de seis encuentros, a partir de octubre de 1995.
Los primeros investigadores eran
todos ellos miembros, desde hacía mucho tiempo de la S.P.R. Uno era Ralph
Noyes, que participó en las dos primeras sesiones experimentales y desarrolló
tareas de consulta. Un analista desapasionado pero prudentemente escéptico
—como lo describían sus colegas—, tenía a sus espaldas una larga carrera en el
servicio civil como subsecretario en el Ministerio de Defensa, donde estaba al
frente de un departamento responsable del seguimiento de los informes sobre los
OVNIS.
La investigación sobre este tema
lo introdujeron de modo gradual a la investigación psíquica. En la época de
investigación sobre el grupo de Scole, su estado de salud era precario, y al
final de la segunda sesión en la que participó, anuncio su intención de
retirarse, manteniendo al mismo tiempo que estaba convencido de la autenticidad
de cuanto había tenido ocasión de observar.
Otro importante investigador fue
el profesor Arthur Ellison, doctor en ciencia y profesor emérito en ingeniería
electrónica en la
City University. El profesor Ellison había sido dos veces
presidente de la Sociedad ,
y había desarrollado un papel activo y competente en numerosos comités de la
misma institución. Tenía en su activo muchos años de experiencia directa en
casi todos los tipos de fenómenos físicos y mentales en el campo de la
investigación psíquica. Era también miembro de la Asociación de
parapsicología, y vicepresidente y miembro fundador de la Scientific and Medical
Network. Había tenido experiencias extracorpóreas y de sueño lucido directas, y
mantenía un interés especial por los estados alterados de conciencia, sobre
todo la posibilidad de la supervivencia del hombre después de la muerte física.
El tercer investigador era
Montague Keen.
Hacia finales de 1996 se acordó
que ilustres investigadores, sobre todo aquellos que formaban parte del Consejo
del la Sociedad ,
pudieran ser invitados como huéspedes después de haber recibido instrucciones
por parte de Montague Keen. Otros miembros del Consejo del S.P.R. que
participaron luego en las sesiones fueron los profesores Robert Morris, Donal
West, Archie E.Roy, Bernard Carr, y los doctores Alan Gauld y John Beloff. Dos
miembros del S.P.R., que no formaban parte del Consejo, presenciaron una sola
sesión: el profesor Ivor Grattan-Guinness y el Doctor Rupert Sheldrake. Ingrid
Slack, una psicóloga de la
Open University , miembro de la S.P.R y experta investigadora
en el campo de los fenómenos mediúmnicos, participó tres veces.
También muchos otros
investigadores de distintas disciplinas y del background[1] cultural
participaron en las sesiones experimentales. Entre estos, los doctores Ernst Senkowski,
Hans Schaer, Kurt Hoffman, Russell Targ, la doctora Marilyn Schlitz y el doctor
Bernard Haisch. Muchos de estos investigadores independientes tienen una
notable experiencia en materia de investigación de lo paranormal.
Las investigaciones implicaron
personas de distintas organizaciones, como la NASA , el Instituto Noetic Sciences, y el
Scientific and Medical Network. El trabajo fue explicado en numerosos foros
internacionales, entre ellos Alemania, Irlanda, Países Bajos, España (Ibiza),
Suiza y EEUU. Aquí otros investigaciones han valorado y analizado el trabajo,
entre ellos figuran los doctores Ulf Israelsson, Hans-Peter Stüder, Theo
Locher, Andreas liptay-Wagner y Pal Kurthy.
En muchos aspectos, algunos
investigadores sostenían que los fenómenos del grupo de Scole constituían el
más importante avance jamás alcanzado hasta aquel momento, en el largo esfuerzo
por demostrar la existencia y la continuidad del alma y la supervivencia de la
conciencia humana. Nos dice Montague que la consideraba una oportunidad que no
había que perder. Todos los investigadores sentían la gran responsabilidad de
examinar esta prueba de modo objetivo y profundo. Se sentían también honrados
por haber tenido tal oportunidad.
También el grupo se sentía
honrado de que testigos tan ilustres estuvieran presentes en los fenómenos que
se producían durante la experiencia de Scole. Fue así como profesores
procedentes de ámbitos tan diversos como la psicología, la ingeniería
electrónica, la matemática, la astronomía, la física, la parapsicología, la
astrofísica e incluso la criminología, tomaran parte y colaboraran de alguna
manera en las investigaciones.
El doctor Hans Schaer, miembro de
la S.P.R., llegó a conocer bien al grupo de Scole y la experiencia que allí se
realizaba. Abogado y hombre de negocios suizo, residente en Kusnacht, cercano a
Zurich y propietario de una residencia veraniega en Ibiza, el doctor Schaer
participó en trece sesiones del grupo de Scole tenidas en varios sitios: en su
casa cerca de la Sociedad
de Parapsicología de Zurich, en la homónima ciudad, y en Scole. En octubre de
1995 los componentes del grupo de Scole fueron huéspedes en su casa de Ibiza,
donde fueron invitados en el verano siguiente (ver foto 14 de la serie).
Opiniones – DOCTOR HANS SCHAER
Soy una persona con los pies en
la tierra, un obstinado realista y hombre de negocios con una mentalidad muy
crítica y analítica debido a mis estudios jurídicos. No soy un sensitivo.
Siempre he tratado de descubrir —en la medida de lo posible— si hay vida
después de la muerte física.
Mi búsqueda me ha llevado a
visitar al grupo de Scole en varias ocasiones y he participado en algunos
experimentos fotográficos y con la videograbadora. He llevado a cabo
personalmente algunos experimentos en base a condiciones de prueba. He sido
testigo de una serie de fenómenos sumamente interesantes.
Invité al grupo de Scole a mi
vieja casa de campo en la isla de Ibiza. Si alguna vez hubieran falsificado
alguna cosa en su bodega no tenían
ninguna posibilidad de hacerlo en mi casa...
Poco antes de una sesión
experimental tuve la idea de preguntar a los guías espirituales si podían
ofrecer una «prueba» tocando un instrumento musical. Los componentes del grupo
no tuvieron ni la oportunidad ni el tiempo de prepararse antes de que comenzase
la sesión.
El resultado de esta petición fue
fantástico. La trompeta que había puesto sobre la mesa comenzó a sonar, aunque
había sido quitada la boquilla y más tarde algún otro comenzó a tocar un solo
de batería sobre la mesa de madera, a pesar del hecho de que alrededor no había
ni baterías ni otros objetos aptos para este fin.
Organizamos también una sesión en
Zurich en la casa donde se reunía normalmente la Sociedad de
Parapsicología. Para la ocasión fue ofrecida una gran habitación en el sótano
la cual, sin embargo, no era completamente oscura. El numero de huéspedes
presentes era superior al admitido normalmente (veintidós). Encima de nosotros
había una treintena de apartamentos, todos con varios aparatos eléctricos como
televisores, computadoras, grabadoras, líneas telefónicas etc. A pesar de todas
estas circunstancias desfavorables, las comunicaciones en trance se
desarrollaron sin problemas y fueron transmitidos mensajes personales a algunos
de los presentes, muchos de los cuales sintieron que les tocaban manos materializadas.
En ninguna de estas ocasiones,
tuvo el grupo la más mínima posibilidad de instalar aparatos que pudieran ser
utilizados para producir fenómenos adulterados. Puedo por tanto garantizar que
los resultados del grupo de Scole son, en todos los aspectos, auténticos al
cien por cien.
En la evaluación de los fenómenos
paranormales Montague ha destacado que no son aplicables los estándares normales.
Los fenómenos paranormales deberían juzgarse de acuerdo con el estándar
paranormal. Una cosa muy difícil de aceptar en personas con una predisposición
científica. Los espíritus afirman no encontrarse ni en un «lugar» ni en un
«tiempo» y esto, fundamentalmente, es muy difícil de comprender. Nosotros seres
humanos no tenemos la capacidad de concebir una cosa al margen de las nociones
familiares de tiempo y espacio de nuestro mundo físico. Este es el motivo de
que los fenómenos paranormales físicos sean tan interesantes para el
investigador psíquico: el hecho de que entidades desencarnadas puedan influir
en la dimensión física es una prueba de que existen.
Para avalar esta hipótesis de la
supervivencia, la prueba recogida durante la experiencia de Scole tenía que
refutar todas las demás interpretaciones que llamaremos «hipótesis
anti-supervivencia». El primer grito de alarma de los escépticos es, normalmente:
«¡Fraude!». Para contrastar esta afirmación, los investigadores consultaron a
un psicólogo, el doctor Richard Wiseman. Además el mismo grupo de Scole invitó
a un miembro del Círculo Mágico para que supervisase el trabajo.
James Webster, pedíatra, es un ex
ilusionista y miembro del Círculo Mágico. Él y su mujer Shirley fueron
invitados como huéspedes a una de las sesiones del grupo de Scole en octubre de
1994.
[1] Background: Conjunto de conocimientos o experiencias que contienen el
bagaje intelectual de una persona.
Movimiento al margen de la cultura
oficial (N. del T.)
Opiniones - JAMES WEBSTER.
Las sesiones experimentales
tuvieron lugar en la bodega, que tenía una única puerta de entrada y de salida,
con una luz central que, una vez apagada, dejaba la bodega completamente a
oscuras. Una pelota de ping-pong con etiquetas fosforescentes fue colocada en
el centro de la mesa sobre un pequeño pedestal. Un cubo de madera de balsa, con
contraseñas de modo análogo, se encontraba en el suelo al lado de la mesa. Los
dos médiums formaban parte del grupo.
Después de las oraciones de
apertura, se difundió una música pegadiza para crear la atmósfera adecuada. Muy
pronto los dos médiums entraron en trance y sus guías se manifestaron para
comunicar con nosotros. Hubo una conversación viva y llena de humor.
Recibí una comunicación muy digna
de consideración —a través de la señora Bradshaw— de un miembro de mi familia
que desde hacía muchos años (en base a nuestro sentido del tiempo) se
encontraba en el mundo etérico. Me fueron revelados su nombre e informaciones
relativas a hechos que yo solo conocía.
Siguió luego una hermosa
demostración de luces espirituales que nunca había visto antes. Un par de luces
dieron vueltas en torno a mi cabeza, después se detuvieron a pocos centímetros
de mis ojos, como si me estuvieran mirando intensamente. Irradiaban un gran
sentimiento de amor y de inteligencia.
Shirley, que estaba sentada a mi
izquierda, sintió varios golpecitos firmes aunque delicados sobre su pierna y
su mano. Observé una luz que me tocaba delicadamente la pierna izquierda y
después la mano izquierda, que percibí sin ninguna duda.
La pregunta antigua es: ¿Cómo
comunicar estos fenómenos para convencer a los críticos y a los escépticos? Como
ex miembro del Círculo Mágico y después de haber sido durante algunos años
prestidigitador de profesión, he logrado una cierta experiencia de cómo el
engaño puede ser utilizado por los individuos sin escrúpulos. Cosa que nunca he
infravalorado en los largos años de mis estudios e investigaciones.
Con la tecnología de la que hoy
disponemos, es fácil para un prestidigitador profesional presentar, con la
ayuda y el auxilio de expertos en electrónica, un «espectáculo de luces» muy
convincente con tantos efectos de pseudo-sesión espiritista y, como siempre ha
sucedido, los crédulos nos aplaudirán.
Este modus operandi podría implicar la utilización de largos cables de
fibra de cristal, sobre los que se proyecta una luz láser. Pero esto requiere
preparativos por parte de profesionales y la puesta a punto de dispositivos en
la estancia y/o en las mismas personas que se centrarían inmediatamente menos
en las condiciones de prueba que los médiums honestos y los participantes están
obligados a respetar.
Shirley y yo conocíamos a Sandra
y a Robin Foy bastante bien como para saber que su deseo de encontrar y compartir
la prueba que demuestre la supervivencia de la vida después de la «muerte
física» es sincero. No malgastarían su tiempo precioso en juegos de sociedad y
con personas cuyos fines no sean honestos.
En cuanto se refiere a nosotros,
los fenómenos a los que hemos asistido hasta ahora con el GES han sido
concretos, y observaremos con gran interés todo desarrollo ulterior.
Si el fraude no puede ser
demostrado, entra entonces en juego la clásica explicación de que los fenómenos
aparentemente paranormales son el resultado de las facultades psíquicas
individuales o colectivas de los participantes, el llamado efecto de la
«super-PSI». Algunos comentaristas podrían sostener por ejemplo que las
imágenes recibidas en películas fotográficas durante el experimento de Scole
son tal vez el resultado de la «transmisión del pensamiento» realizada por los
mismos miembros del grupo. Si se demostrase que esto es verdad sería una señal
de algún poder de la mente desconocido anteriormente, pero no hablaría necesariamente
de la hipótesis de la supervivencia. Probablemente es justo decir que, según opiniones
iniciales de los críticos, es posible una interpretación distinta de la misma
prueba, y esta podría ser utilizada para defender o poner en duda la hipótesis
de la supervivencia.
Otra explicación, menos aparente
a primera vista, es la de la esquizofrenia o «hipótesis del alter ego» que
sugiere que el médium sufre trastornos de personalidad (personalidad doble o
múltiple). En esta situación, el alter ego (o los alter ego) del médium toma la
delantera y responde a las preguntas sobre diversos temas que la personalidad
manifiesta o dominante «normalmente» ignora. En el caso de la experiencia de
Scole, sin embargo, es difícil, si no imposible, mantener esta hipótesis. Había
dos médiums implicados, que trabajaban en pareja, y estaban en disposición de
responder a preguntas muy concretas en los campos técnico, científico,
histórico y hasta filosófico, en un diálogo directo con investigadores externos
expertos en varias disciplinas. La probabilidad de que sus alter ego lograsen
pasar de la complejidad de la mecánica celeste (tema sobre el que en Gran
Bretaña hay tal vez cinco estudiosos que pueden ser definidos como verdaderos y
propios expertos) a la sutil interpretación de los clásicos en el contexto de
acontecimientos históricos poco conocidos es, por decirlo así, remota. Para
citar las palabras de un investigador: «Es mucho más verosímil que sean las
entidades desencarnadas las que se comuniquen a través del médium». No
obstante, cuando se trata de dar una explicación a los fenómenos paranormales,
es necesario examinar todas las posibilidades.
Con frecuencia ha sido difícil
comprobar las afirmaciones de los médiums debido a su ostracismo en las comparaciones
de un estudio científico prolongado. Ha habido famosas excepciones pero, si
bien se han recogido muchas pruebas, numerosos críticos han mantenido que eran
insuficientes para desmentir las hipótesis del alter ego, del fraude y de la
super-PSI; En consecuencia, la teoría de la supervivencia ha permanecido sin
explicación. En rigurosa lógica, naturalmente, la probabilidad de que se pueda
sobrevivir o no a la muerte física es idéntica. Los críticos no tienen el monopolio del sentido común, como se da muchas veces por
descontado por la que podríamos definir «la opinión general». Esta es la razón
de que el GES y sus guías espirituales se hayan comprometido a fondo para
conseguir un protocolo científico y refutar por tanto las hipótesis de los
adversarios.
Ahora volvamos a
nuestro relato de los primeros días de octubre de 1995. Ralph Noyes, Arthur
Ellison y Montague Keen se citaron por primera vez en la bodega del grupo de
Scole. Los miembros del grupo estaban «comprensiblemente un poco nerviosos».
Estábamos preocupados de que su
presencia pudiera influir en la sesión, dado que la armonía del grupo es
fundamental. El otro problema era que los guías tendrían que gestionar las diversas
energías aportadas por los científicos, y nos preguntábamos como afrontarían
este aspecto. Inútil decir que nuestras preocupaciones eran inútiles, porque a
los cinco minutos llegó Manu y se desarrolló todo como de costumbre.
Manu dio la bienvenida a los
huéspedes invitándoles a relajarse y a abrir el corazón y la mente al trabajo
para permitir que se unieran las energías de todos. También se manifestaron
Patrick y la señora Bradshaw, ambos con su acostumbrada dosis de humor.
Contrariamente a los temores del grupo, los guías consiguieron dirigir sus
demostraciones: tintineo de las campanillas, estrellas fugaces, iluminación de
los pies, luces que atravesaban la mesa, golpes que se oían, un arco de luz, un
círculo de luz, una luz que penetraba en un cristal, una luz que atravesaba la
mano de un investigador, sensaciones de ser tocados, voces de energía, y
efectos de electricidad estática.
Durante esta primera sesión
«viva» un espíritu científico discutió ampliamente una serie de temas con los
investigadores. Los guías propusieron un programa regular de experimentación
que los investigadores aceptaron.
Durante todo el tiempo de la
experiencia de Scole, Montague actuó en calidad de organizador y «anfitrión».
La tarde antes de la sesión, reunía en su casa a los colegas para ponerlos al
corriente de todos los detalles; y allí se volvían a encontrar, después de cada
encuentro, para discutir hasta avanzada la noche de aquello que habían observado.
Después de esto, Montague escribía un resumen detallado de cada encuentro,
integrándolo con la transcripción de las grabaciones de la sesión que Diana
Bennett le proporcionaba y a la que él añadía comentarios. Todos los
investigadores eran perfectamente conscientes del alcance de lo que el grupo de
Scole venía sosteniendo. Montague afirmó que, si no era sólo una alucinación
colectiva entonces habían descubierto algo que tenía realmente un gran valor.
En el informe de la primera
sesión se afirmaba que la respuesta de los comunicantes espirituales habían
sido «inmediatas, pertinentes, claras y humildes». La naturaleza de la luz era
«definida, deliberada y dirigida de modo inteligente». La luz se desplazaba y
viajaba a una velocidad muy superior a lo que habría sido posible si hubiera
sido movida manualmente.
La primera sesión permitió a los
investigadores familiarizarse con los fenómenos. A medida que tomaban confianza
con las personalidades espirituales, éstas podían poner mayor atención en la
producción de aquellas pruebas físicas que trataban de examinar los investigadores.
No hubo en realidad una
experiencia lineal. No todas las expectativas originales fueron satisfechas.
Los guías tenían la idea clara de lo que querían hacer, pero también los investigadores
tenían la idea clara de lo que querían de los guías. No siempre se conciliaban
las dos exigencias. Los investigadores comprendieron muy pronto que los mismos
guías estaban en una fase de aprendizaje, por tanto sujetos a pruebas y a
errores.
Una cuestión central para los
investigadores era la ausencia de luz. Habían pensado en la eventual
utilización de una videocámara o de aparatos de rayos infrarrojos que les
habrían permitido observar en cualquier momento los movimientos de todos los
participantes, pero se tuvieron que contentar con la garantía del grupo de que
la intención de los guías era «crear su sistema de iluminación». Para remediar
este inconveniente, los investigadores tomaron otras medidas contra eventuales
fraudes que fueron discutidas libremente con el grupo y los guías.
En la segunda sesión, que tuvo
lugar el 16 de diciembre, la atmósfera cambio después de los acostumbrados
preliminares, y comenzó inmediatamente un espectáculo de luces. Joseph, uno de
los espíritus científicos, explicó que la energía era utilizada para crear un
fenómeno óptico. De pronto, apareció una lámpara de luz. Poco después la cúpula
de vidrio sobre la mesa se iluminó, y un rostro y una mano de tamaño natural
fueron iluminados por esta luz. La mano cogió la bolita de tenis que se
encontraba sobre la mesa haciéndola rebotar en el tazón que seguía
encontrándose sobre la mesa. Luego tomo un cristal de cuarzo y se desplazo
entre los presentes.
Joseph dijo que los guías querían
hacer un experimento. Pidió que todos apoyasen las manos sobre las rodillas haciendo
una ligera presión hacia el suelo. Todos se dieron cuenta de la sorpresa,
cuando esta acción conjunta hizo aumentar notablemente la intensidad de la luz.
Los investigadores preguntaron si
un espectrómetro (que mide la longitud de onda de la luz) habría registrado las
luces espirituales, dado que penetraban en el espectro visible del ojo humano.
El espíritu científico respondió que habría sido posible. Sin embargo, añadió
que gran parte de la luz espiritual no era emitida en forma de fotones. Estaban
sólo los fotones que eran necesarios para permitir a los investigadores humanos
verla y fotografiarla.
En base a un artículo publicado
en el Spiritual Scientist, los
investigadores que observaron la luz espiritual afirmaron lo que
sigue:
Al parecer es imposible que pueda
ser generada con medios normales; ateniéndose a pruebas anteriores parece que
puede ser fotografiada; no parece tener un punto focal de irradiación, sino que
puede pasar de un punto bastante concentrado a una claridad difusa; parece
dirigida de un modo inteligente; y parece asociada a alguna forma de poder
psicocinético.
Pero volvamos a la sesión donde
con Joseph se afrontó también el tema de las «vibraciones negativas». Todos coincidieron
en el hecho de que un reducido porcentaje de científicos habría mostrado
abiertamente su propia sospecha y una profunda hostilidad hacia todo lo que
fuese clara e intencionalmente paranormal, como el trabajo del grupo de Scole.
Los investigadores se preguntaron si
el escepticismo de algunos visitantes habría podido evitar los fenómenos y si
sería factible producir un objeto paranormal permanente, por ejemplo dos
anillos entrelazados hechos con dos tipos distintos de madera y sin juntura.
Desde el momento en que no hubiera manera de crear tal objeto con los
instrumentos a nuestra disposición, habría sido la prueba irrefutable de la
paranormalidad. Siguió una discusión sobre la dificultad que habrían tenido los
guías para crear un objeto de aquel tipo y mantenerlo en el tiempo. Los guías
pensaron que tal vez habrían podido crear un objeto paranormal permanente en
las condiciones ideales de la bodega, pero sería difícil conservarlo más allá
de los confines de laboratorio experimental. (El objeto habría sido distinto de
los aportes, dado que estos ya existen en la dimensión física y son
transportados a la bodega, por tanto no hay necesidad de «conservarlos» físicamente).
Sin embargo, los espíritus guía destacaron el hecho de que estaban decididos a
crear una prueba aplastante que demostrase la existencia de las dimensiones espirituales.
Joseph continuó diciendo que los
experimentos habían sido pensados atentamente por un equipo de seres espirituales,
pero hasta aquel momento habían pensado siempre que serían suficientes para
demostrar la existencia de la vida después de la muerte. Los investigadores
tenían que tratar de comprender que el hecho de sugerir otros experimentos plantearía
algunas dificultades a los espíritus. Y añadió que, probablemente, habría sido
necesario discutir profundamente cómo llevar a cabo tales experimentos. Además,
el primer objetivo de cualquier experimento era obtener resultados satisfactorios,
exactamente lo que querían hacer los guías. Ellos querían perfeccionar los
experimentos hasta tal punto que pudieran producirse resultados satisfactorios
y repetibles.
Los investigadores tuvieron la
impresión de que las demostraciones ópticas, como las luces y las levitaciones,
aun siendo interesantes, no constituían el mejor argumento para una investigación
científica. El trabajo fotográfico era sin embargo más adecuado. Los guías
dijeron que su intención era producir algunas fotografías excepcionales para
las cuales no fuera fácil encontrar una explicación.
Piers Eggett, científico al
servicio del gobierno, fue invitado a una
sesión.
Opiniónes – PIERS EGGETT
Aunque he dedicado gran parte de
mi vida a los fenómenos psíquicos soy un científico de solo 28 años. Sin embargo,
en este tiempo que he pasado estudiando la propagación de las ondas de radio a
través de la atmósfera terrestre, he tropezado con muchos aspectos de la
ciencia y de la tecnología, entre ellos radiofonía, electrónica, acústica,
ultrasonidos, mecánica, láser y óptica, que atañen al espectro visible,
infrarrojo y ultravioleta. Me agrada pensar que esta experiencia me ha dado la
capacidad para comprender cómo funcionan las cosas y como se pueden obtener
distintos efectos, situándome así en la posición ideal para observar tranquila
y honestamente los fenómenos psíquicos.
He sido invitado a participar en
una sesión del grupo de Scole y he recogido las siguientes reflexiones sobre
algunos aspectos técnicos de los fenómenos a los que he asistido. La sesión en
sí ya ha sido descrita, por tanto, no la volveré a describir, y aunque no tengo
problemas para admitir que creo firmemente en el Espíritu, confío en el hecho
de que cualquier ingenuidad haya sido superada por mi natural curiosidad y
mentalidad abierta.
Para concluir, quisiera decir que
ha sido un encuentro muy estimulante durante el cual he tenido ocasión de observar
muchos fenómenos diversos, cada uno de los cuales debería bastar para convencer
a cualquier persona inteligente. Deseo que otros grupos se animen pronto a
emprender este trabajo innovador, para ofrecer la prueba de la existencia del
Espíritu del que tenemos tanta necesidad en este mundo nuestro.
Haces
de etiquetas fosforescentes.- Todos los objetos de la
habitación estaban dotados de etiquetas de este tipo, y todos lo miembros del
grupo llevaban haces fosforescentes en las muñecas. Pero aquí me refiero en
especial a cuatro etiquetas fijas en la superficie de la mesa. Éstas eran
visibles claramente cuando eran oscurecidas por algo opaco.
Como por motivos obvios, eran
pequeñas, estas etiquetas irradiaban una luz más bien débil, pero no tan débil
como para poder ser vistas solamente con una visión periférica —una técnica
ampliamente utilizada por los astrónomos para observar las estrellas lejanas—.
La visión periférica o «mirar por el rabillo del ojo» es más sensible respecto
a la visión directa de un objeto, a esto se debe que objetos lejanos a veces se
pueden ver de esta manera, mientras son invisibles si se los mira directamente.
Como consecuencia, las luces débiles pueden dar la sensación de aparecer y
desaparecer cuando se corre la mirada por la habitación. Las etiquetas
fosforescentes utilizadas en Scole eran demasiado luminosas para que esto
sucediera.
Además, un control comprobó que en
la mesa no habían sido escondidas luces. El fenómeno parece ser perfectamente
autentico.
(Foto añadida por esta web, no
pertenece al libro)
Luces espirituales.- Se trataba de una
pequeña esfera de luz blanca que se movía por la estancia en todas las direcciones,
a veces a gran velocidad, dejando una estela como la de los fuegos artificiales
mediante la permanencia de la imagen– la duración del tiempo en que una imagen
permanece sobre la retina después de que la luz que la ha generado ha
desaparecido. (Es esta característica del ojo humano lo que permite ver las
imágenes en una pantalla, sea televisiva o cinematográfica, sin parpadear, y el
motivo por el que un punto luminoso que se aleja rápidamente deja una estela).
A veces la luz permanecía suspendida a media altura, después tocaba a uno de
los participantes que notaba una pequeña
descarga eléctrica.
No había un rayo de luz (que se difunde de las partículas
suspendidas en el aire) procedente de una fuente fija; la esfera de luz era la
fuente. No sé encontrar una explicación para estos fenómenos, salvo la ya dada,
o bien que era producida y controlada por el Espíritu. Desafío a cualquier
prestidigitador a reproducirlo.
(Foto añadida por esta web, no
pertenece al libro)
Voces
de energía.- Desde la parte central de la estancia se oía
claramente que venía la voz de un hombre. Naturalmente, todos estamos
familiarizados con los sonidos estereofónicos producidos electrónicamente, que
se alejan de izquierda a derecha y viceversa, entre un altavoz y otro, pero es
un asunto mucho más difícil situar un sonido en tres dimensiones.
Estoy convencido de que no había
altavoces escondidos en la estancia, y, en todo caso, esta voz tenía una
vivacidad y una nitidez que sería difícil reproducir.
Además, por lo que se había
dicho, era evidente que el orador estaba con nosotros en la estancia. No tengo dudas
sobre la autenticidad de este fenómeno.
Levitación.-
Sobre la mesa se encontraba una taza blanca de pírex que contenía una pelota de
tenis. La pelota tenía pegada una etiqueta fosforescente. A veces la luz
penetraba en la taza iluminándola, y se podía ver claramente que se alejaba con
la pelota que daba vueltas dentro. En cierto momento, la pelota fue elevada por
la luz y mantenida parada cerca del techo, de donde luego volvió a caer a
tierra para quedarse allí hasta el final de la sesión.
La pelota no mostraba señales de
haber sido pegada a cosa alguna. No me parece que estos fenómenos puedan ser
explicados con la física, y creo que son auténticos.
Aporte.-
Hacia el final de la sesión apareció sobre la mesa una tarjeta. Se la oyó
claramente caer sobre la mesa, por tanto alguien tuvo forzosamente que hacerla
caer. El único lugar donde una tarjeta habría podido ser escondida era, por
tanto, en el techo; pero no había mecanismos en el techo en disposición de
producir este resultado.
De todos modos, si una tarjeta
fuera lanzada desde aquella altura nadie podría decir dónde iría a posarse;
podría caer en cualquier lugar. No tengo dudas sobre la autenticidad de este
fenómeno.
(Foto añadida por esta web, no
pertenece al libro - Aportes)
Como hemos visto antes incluso de
que llegaran los investigadores, el grupo había adoptado ya determinados métodos
y pruebas. Todos los miembros llevaban tiras fosforescentes en el brazo de modo
que fueran vistos si trataban de desplazarse en la oscuridad. Al principio, las
tiras se fijaron con alfileres, pero luego se aseguraron con Belcro, porque en
caso de que se hubieran caído se habría sentido el ruido. Se fijaron micrófonos
planos muy sensibles en las paredes y en el suelo para recoger y grabar hasta
el menor ruido. La temperatura era medida y controlada por el grupo en un
aparato sofisticado, para comprobar si los cambios se correspondían con el
momento en que se realizaban los fenómenos. Fueron colocados termómetros en el
suelo y en el techo de la bodega, y sobre la puerta al exterior de la casa para
hacer comparaciones.
(Foto
añadida por esta web, no pertenece al libro)
A partir del 26 de junio de 1995
se conservaron las grabaciones de la temperatura de cada sesión. Al principio y
al final de cada sesión se registraba la temperatura a nivel del suelo y en
conexión con el sensor. Gracias a un instrumento sensible, el grupo fue capaz
de establecer en cada momento las temperaturas máximas y mínimas y los cambios.
Las variaciones de temperatura eran mínimas, más o menos de un grado
centígrado. Cuando llegaban los aportes por el contrario, el grupo observó que
la temperatura, a 1'82
metros de altura aumentaba 2'5grados centígrados, y
también el sensor a nivel del pavimento aumentaba 1'3ºC .
El grupo tuvo la impresión de que
el mejor método para los críticos sería llevar a cabo un número cada vez mayor
de experimentos controlados. A tal fin, un científico les prestó «un
instrumento de precisión sumamente sofisticado», un anemómetro. La función
principal de este instrumento consiste en medir el movimiento del aire en una
zona determinada. Como sabemos, en el curso de numerosas sesiones experimentales
los miembros del grupo notaron corrientes y hasta ráfagas de aire frío, las que
se definen a veces como «brisas psíquicas». Para determinar si estas
experiencias eran subjetivas u objetivas, se aconsejó a los miembros del grupo
colocar el instrumento en el punto en que a su juicio eran más intensas las
brisas. Durante las sesiones en que no se comprobaba este fenómeno, el anemómetro
no registraba ningún movimiento del aire. Sin embargo, en una ocasión especial
en que un espíritu guía estaba activamente presente y cerca del instrumento,
éste registro un notable movimiento de aire. Los instrumentos contribuyen a
confirmar que una determinada condición es un dato de hecho y no el resultado de la fantasía o del deseo de que
tal condición se realice.
Por tanto, la importancia del
registro de los datos se reconoció durante la experiencia de Scole, y es
probable que este sistema sea adoptado por otros grupos distribuidos por el
mundo.
Cuando los investigadores
científicos independientes fueron implicados por primera vez, se comprometieron
a fondo para garantizar que el protocolo científico fuera respetado. Atrancaron
todas las puertas exteriores, registraron la bodega y las estancias adyacentes,
controlaron que no hubiera entradas secretas ni aparatos escondidos. No
obstante lo cual, como sucede con frecuencia en el ámbito científico, los
colegas de estos investigadores hicieron algunas críticas de los procedimientos
adoptados. Por ejemplo, una de ellas se refería al hecho de que antes de las
sesiones los miembros del grupo no eran sometidos a una detallada inspección, incluso
en las partes más íntimas. En el pasado, con el método del ectoplasma, el
médium podía ser acusado de ocultar en un
orificio del cuerpo muselina o material similar, el cual, una vez expulsado,
sería semejante al ectoplasma. En consecuencia, era necesario un registro muy
detallado, realizado normalmente por una enfermera, dado que los médiums eran
mayoritariamente mujeres. En el Informe
de Scole se afrontan estas y muchas otras críticas. En relación a este tipo
de registro, en el Informe se lee que
no se había considerado necesario en el caso del grupo de Scole debido a que no
había en él producción de ectoplasma, y la mayor parte de los fenómenos físicos
observados no podían ser asociados o atribuirse directamente a miembros del
grupo.
Esto
nos lleva a un punto importante de la investigación científica durante el experimento
de Scole. Todos los que estaban comprometidos en la experiencia, en la
investigación y en la crítica, fueran defensores, críticos o investigadores
desapasionados, estaban limitados por la falta de un vocabulario común y de
anteriores experiencias con las que valorar los nuevos fenómenos de la ciencia
espiritual. Los nuevos experimentos basados en la energía eran únicos y, como tales,
no existían antecedentes procedimentales. Las críticas aparentemente
racionales, como la exigencia por parte de los críticos de registros
personales, tal vez ponen de manifiesto una comprensión muy lejos de ser
completa de la naturaleza innovadora del trabajo emprendido en Scole.
Naturalmente,
hasta cierto punto todos somos científicos, en cuanto examinamos toda prueba de
la «realidad» que la vida pone en nuestro camino. Tenemos a nuestra disposición
distintos instrumentos, naturales o creados por el hombre, así como un bagaje
de conocimientos y experiencias. Sin embargo, «la opinión pública» es influida
normalmente por descubrimientos realizados por personas con preparación
científica (y, por tanto «cualificadas»). La mayoría de nosotros necesita de
estas personas cualificadas porque investigan en provecho nuestro. Para el GES
era, pues importante que investigadores independientes llevaran a cabo procedimientos
científicos aceptables, de modo que la experiencia de Scole fuera tomada
seriamente en consideración, tanto por la comunidad científica como por la
profana.
Inicialmente,
el primer fin de los investigadores consistió en establecer un control sobre
ciertos parámetros de los experimentos, sobre todo los tiempos y los métodos de
producción de las películas fotográficas. Montague Keen explicó sus intenciones:
Ante
todo queríamos comprender si los fenómenos, en las condiciones en que se
producían, podían ser explicados con medios «naturales» creados por el hombre.
En caso contrario, queríamos comprobar si alguna fuerza paranormal aparente era
producida por el psiquismo del grupo o de las entidades desencarnadas.
La
explicación de las «entidades desencarnadas» avalaría naturalmente, la tesis de
la supervivencia, aunque, en teoría, podía sin embargo tratarse de seres que
nunca hubieran vivido en la
Tierra , sino que habían experimentado algún otro tipo de
existencia. Sin embargo, sumado todo, si hubiera sido posible desmentir todas
las demás interpretaciones a través del cuidado en los procedimientos
adoptados, alguno podría decir que se trataba de un paso importante hacia la
confirmación de que las imágenes sobre películas debían ser una prueba de la
supervivencia.
Los
escépticos, que no quieren aceptar
prueba alguna de la supervivencia, han tratado de insinuar que la prueba no es
paranormal. Si todos los fenómenos únicos que los investigadores tuvieron
ocasión de observar durante la experiencia de Scole hubieran sido «normales»,
esto implicaría que el grupo de Scole había construido una elaborada
maquinación y mentido deliberadamente a las muchas personas que habían
participado en las sesiones y a los expertos venidos a comprobar lo que estaba
sucediendo. Hasta ahora, los investigadores no han sido capaces de elaborar
prueba alguna de la existencia de un fraude semejante. El Informe de Scole trata de responder de modo exhaustivo a todas las
críticas.
A falta
de un objeto paranormal permanente (dado que los guías espirituales habían
programado su propio recorrido), los investigadores (y, al parecer, los mismos
guías) creyeron que, de todos los fenómenos producidos en Scole, las
fotografías constituyeron la mejor prueba física repetible —y potencialmente
«inquebrantable»— puesta a disposición para su investigación científica.
Piers
Eggett escribió el siguiente artículo para Spiritual
Scientist sobre la cuestión de la fiabilidad de la prueba.
Opiniones – CONVENCER A LA MENTE CIENTÍFICA
Las
personas con las que me encuentro se quedan con frecuencia sorprendidas cuando
se enteran de que, a pesar de ser un científico soy también un espiritualista
convencido. En cierto sentido, las dos cosas parecen incompatibles, pero no soy
ciertamente el único. Pienso en mí mismo como en alguien que sigue las huellas
de los pioneros, algunos de cuyos científicos son desde hace algún tiempo
mejores de lo que yo seré nunca, como William Crookes y Oliver Lodge, por citar
sólo a dos. Los científicos, sin embargo, son notablemente escépticos, por
tanto ¿qué se puede hacer para convencerles de la verdad?.
Confiamos
en nuestros sentidos para adquirir informaciones sobre el mundo que nos rodea,
y aunque sé que puedo engañarme, diré que si nuestros sentidos —la vista, el
oído y el olfato— nos indicasen al unísono que alguien se encuentra en la
habitación con nosotros, entonces es que debe ser cierto. Después de todo,
aceptamos comúnmente la presencia de una persona con menos estímulos
sensoriales. No tenemos que tocar a alguien para demostrar que está realmente
delante de nosotros. Esta prueba, sin embargo, afecta exclusivamente al
receptor, siendo realizada con prudencia específicamente por sus especiales
exigencias y, naturalmente, no constituye una prueba para ningún otro.
De
manera análoga, los pequeños regalos aportados sea en el círculo, sea
directamente en nuestras casas son más bien insignificantes para aquellos que
no han asistido al hecho, independientemente de lo preciosos que puedan ser e
indudablemente queridos para aquellos que los han recibido. He tenido el
privilegio de recibir una serie de regalos de esta manera, y mis amigos
científicos se muestran siempre entusiasmados cuando pueden observarlos y
examinarlos de cerca, pero, al final, cuentan sólo con mi palabra en lo que se
refiere a su origen. En todo caso, ¿qué es lo que demuestran exactamente?
Demuestran que es posible materializar un objeto en un lugar y volverlo a
materializar en cualquier otra parte; pero ¿demuestran la existencia del Espíritu?
Uno de
los métodos más normales con el que un científico comprueba una teoría consiste
en someterla repetidamente a pruebas con un experimento adecuado. Cuando
sometemos la espiritualidad a un test así, tropezamos inmediatamente con una
dificultad. En primer lugar, son muchos los fenómenos observados, pero ¿tenemos
realmente una idea del por qué y de cómo suceden estas cosas? En segundo lugar,
los resultados no son coherentes.
Es
importante, por consiguiente, tener experimentadores que tengan al menos una
cierta experiencia en el trabajo. Pero también en este caso es probable que los
resultados sean poco uniformes, en cuanto que nunca se dan dos círculos
idénticos. Sucede también que se tiene cuidado para no influir en los
resultados. Me di cuenta de esta eventualidad cuando velaba mis primeras armas,
hace ahora más de veinte años, cuando solía pedir que no se me dijeran los
resultados que esperábamos, porque sabía que si estábamos buscando un mínimo
efecto, a veces podría influirlo sólo con pensarlo.
¿Cómo
hacer entonces para convencer a mis colegas escépticos? La mejor prueba sin
duda alguna es, naturalmente, el tipo de prueba personal que yo he tenido, y
estoy seguro de que el que busca honestamente una prueba definitiva al final la
obtendrá. Entretanto, debe existir algo que puedo hacer para estimular la
curiosidad de la mente científica.
Un día
plateé esta cuestión a los espíritus, y me fue mostrado de repente el interior
de una biblioteca. En todas las paredes había estanterías que llegaban hasta el
techo, y en primer plano se veía un grupo de científicos del pasado. Un par de
rostros me eran familiares, pero los demás me eran desconocidos en su mayoría.
Un hombre se adelantó y explicó que comprendía mi deseo de ayudar y los problemas
que tendría que afrontar. Siguió diciendo que de vez en cuando imprimiría en mi
mente pensamientos relativos a distintos experimentos y medidas que podrían
resultar útiles. Me han transmitido ya algunas ideas que estoy deseando poner
en práctica. Creo que es muy importante trabajar con los espíritus si se nos da
la posibilidad de hacerlo, dado que su tarea es ya difícil sin que estemos en
contra de ellos.
Uno de
los principales problemas con los fenómenos físicos, al menos para la mente
escéptica, es el de la luz, o, tal vez debería decir, el de la falta de luz.
Trabajos de este tipo se desarrollan, en la mayoría de los casos, en la
oscuridad más absoluta, y se ha dicho que si no hay total confianza en la
honestidad del médium y de los participantes, esta condición puede ser muy
sospechosa para un investigador que tenga una actitud crítica. Nos dicen los
espíritus que son muy conscientes de este problema y que desearían tanto como
nosotros trabajar con luz. La dificultad está en el hecho de que para ellos es
mucho más sencillo trabajar en la oscuridad, mientras que acostumbrar a un
médium a trabajar con la luz requiere mucho más tiempo. En el pasado se ha realizado
y tengo confianza de que, dentro de no mucho tiempo, tendremos de nuevo médiums
físicos que trabajarán, si no a la luz del día, sí ciertamente con una luz
difusa. Cuando las personas tengan la certeza de no ser engañadas, gran parte
del actual escepticismo habrá desaparecido. Temo no obstante, que muchos
científicos continuarán manteniendo dudas...
No
podemos obligar a nadie a creer como nosotros, pero si logramos inducirlos a
reflexionar sobre nuestras palabras y sobre las pruebas ofrecidas por una
clarividencia de alta calidad, les haremos entonces un enorme favor. Si logran
aceptar que la existencia de los espíritus es una posibilidad, entonces, cuando
estén preparados para su prueba personal, será menos probable que la vuelvan la
espalda o busquen señales de engaño. Con toda probabilidad se dirán a sí
mismos: «¡Esto es verdad!».
La
tercera sesión en la que participaron los investigadores, el 13 de enero de
1996, fue en muchos sentidos distinta de las dos primeras. Por motivos de
salud, Ralph Noyes, secretario honorario de la S.P.R., se había retirado,
pidiendo a David Fontana que lo sustituyera. El profesor Fontana ejercía la
profesión de psicólogo en el campo educativo y
como consultor, era profesor invitado en una universidad británica,
docente en dos universidades en Portugal. Había escrito más de veinte libros de
psicología y materias afines, traducidos a veintitrés lenguas. Miembro del
comité de la
British Psychological Society y presidente de la sección de
psicología transpersonal de la misma sociedad, en el período de la
investigación era también presidente de la S.P.R. Había publicado trabajos en
el campo de la investigación psíquica y presidido el Survival Committee de la S.P.R.
Desde hacía muchos años, se ocupaba de los fenómenos psíquicos y de los métodos
de anotación, y había desarrollado investigaciones y tenido ocasión de observar
una amplia gama de fenómenos psíquicos en innumerables sesiones.
También
el grupo había experimentado cambios. Mimi se había ido algún tiempo antes por
motivos personales; mientras Ken y Bernette habían decidido interrumpir su participación
no pudiendo garantizar ya una presencia regular. Fue así como sólo siete
personas —los otros cuatro miembros y los tres investigadores de la S.P.R.—
llevaron a cabo la experimentación fotográfica.
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