El capítulo 20: Gladstone
y su Convencimiento de lo Sobrenatural
Historia de William
Eglinton
- Nandor Fodor-
P
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ocas
personas conocen que W. E. Gladstone tomó un interés activo en al investigación
psíquica. Él lo consideraba “ el trabajo más importante que se ha hecho en este
mundo – como mínimo el más importante-.” Esto es como el primer ministro tuvo
una sesión con William Eglinton, la historia fue contada al mundo entero y a
propósito, le incomodó algo. Ya que fue inundado con cartas de gente piadosa
que estaban horrorizados de que tuviese relación con la “brujería” y por otros
que estaban deseosos de salvarlo de haber sido victima de un engaño o de una
ilusión.
La
sesión ocurrió el 29 de octubre de 1884, en Londres, en la residencia de una
distinguida señora, en Grosvenor Square. La historia fue divulgada primero en
una entrevista que dio Eglinton a Light y
que la prensa diaria rápidamente reimprimió.
Según
esto, en la conversación general que precedió a la sesión, Gladstone declaro
que:
Él
ya estaba convencido de que había fuerzas sutiles que la mente endeble que no
podía controlar y que no se pueden comprender; sostuvo una actitud, no de
burla, pero si de un estudiante quien no tenía ninguna razón para dudar de la
autenticidad de los hechos. Sus experiencias con la lectura de pensamiento eran
suficientes para mostrar que había fuerzas en la naturaleza que generalmente no
eran reconocidas.”
Había
cuatro asistentes y el médium. Tomaron sus sitios alrededor de la mesa oval de
las habituales sesiones. Uno de ellos proporcionó dos pizarras normales.
Eglinton trajo su propia pizarra doble cerrada.
“Comenzamos
por pedirle al Sr. Gladstone que escribiera una pregunta sobre las pizarras de
escuela. Él lo hizo así y la pizarra fue sostenida por mí, bajo la mesa con la
pregunta, con la cara donde escribió hacia abajo, para que no pudiese ver lo
que ponía y la otra parte fue presionada en contra del lado de debajo de la
mesa. La escritura comenzó a realizarse.”
“
¿Sr. Gladstone oyó como escribían? – preguntó el entrevistador.
“
Él dijo – y su cara era para verla. Su mirada era intensa de asombro, era algo
divertido para los que han tenido la experiencia con tales fenómenos y fue
intensificado cuando la pizarra fue vista y se habían escrito unas pocas
palabras ‘ como declaración’ , era la pertinente respuesta a su pregunta. La
respuesta fue ‘ el año 1857’ que había sido escrita en la pizarra tumbada y la
pregunta que se había escrito fue ¿Qué año recuerda usted como el más seco que
el actual? Después de esto, el Sr. Gladstone tomó la pizarra cerrada, en una
esquina de la habitación y en el interior escribió una pregunta, la cual desde
luego ninguno de nosotros vimos. Entonces cerró la pizarra y conservó la llave,
la pizarra fue dada a una de las damas y a mí, luego la sostuvimos a la vista
de todos. Mientras estaba en esta posición, se oyó la escritura continuada en
las láminas cerradas de la pizarra y cuando se abrió fue encontrada la pregunta
¿Está el Papa bien o mal?, que fue contestada con tiza roja, las palabras fueron ‘Él está enfermo de la
mente, no de cuerpo’.
Las
preguntas fueron deliberadamente triviales. Gladstone, en la primera etapa
quería probar si era posible obtener la escritura siempre.
“De
los experimentos subsecuentes, “ escribe Eglinton , “ sólo puedo decir que
fueron perfectamente acertados; estas comunicaciones fueron escritas en las
propias pizarras de la Sra. O. que sostuvo bajo la mesa, se produjeron varios
mensajes, no sólo entre las dos pizarras; sino también dentro de una pizarra
cerrada y a la vista de todos; algunas preguntas fueron puestas en Español,
Francés y Griego y fueron contestadas satisfactoriamente en sus mismas
lenguas.”
Eglinton
sabía un poco de Francés, pero nada de Español ni de Griego. Él fue bastante
enfático:
“Las
preguntas escritas eran en cada caso desconocidas para mí; y también las
pertinentes respuestas, como he dicho, fueron escritas entre pizarras
totalmente expuestas para que se vieran o puestas encima de la mesa en una sala
intensamente iluminada, la escritura se oía , mientras que se producía el
proceso real. El Sr. Gladstone tuvo la oportunidad más completa de observar y
no tengo ninguna duda de su capacidad de observación, de sus ojos
penetrantes, con cuidado miró todo lo
que pasaba, asegurándose que todo lo sucedido era genuino. Como indicación
puedo mencionar el evidente interés que tomó con sus mensajes recibidos, los
cuales él apenas hubiera tenido en cuenta, si hubiera sospechado que los
experimentos no eran de buena fe. Lo primero que hizo para recordarlo todo es
hacer un cuidadoso registro de todas las preguntas y todas las respuestas.”
Desde
luego, esta es la versión del propio Eglinton. Aún así esto debe de ser
verdadero, porque Gladstone nunca lo rechazó. Hubo un comunicado desde Downing Street, en respuesta a la pregunta de “Daily News”, firmada por Horace Seymour.
Que decía:
“Señor, el Sr. Gladstone, me ordenó reconocer que recibió ayer su
carta y decir que él no ha podido entrar en detalles todavía, por lo tanto no
ha expresado ninguna conclusión sobre el informe al cual usted se refiere.”
Cualquier remota duda en cuanto a la profunda impresión producida
sobre la mente de Gladstone por esta sesión se disipa por el hecho de que algún
tiempo después de esto, se unió a la Sociedad para la Investigación Psíquica,
que había reclutado a muchos grandes científicos y a hombres del Estado de la
época.
El fenómeno que Gladstone atestiguó, fue una de las
manifestaciones menores del médiumnismo físico del asombroso William Eglinton.
Uno que es ahora anticuado. Los medios hicieron conjeturas sobre la posibilidad
de que los prestidigitadores pudieran duplicar tal funcionamiento, entonces
ellos abandonaron esta fase particular. Pero las pasiones suscitadas en esos
días de Eglinton, aumentó todavía más, sobre todo después de que la Sociedad
para la Investigación Psíquica encontró a un experto prestidigitador, Sr. S. J.
Davey, quien se hacía pasar por médium. El produjo mensajes sobre pizarras
atornilladas, selladas y trabadas, en varios colores e idiomas, con la
respuesta a las peticiones mentales; él hizo que pasara un vaso a través de la
mesa a plena luz, hizo que flotaran cajas musicales y produjo figuras
materializadas. Sus hazañas eran tan maravillosas que cuando él se reveló, los
espiritualistas lo acusaron de ser un médium renegado. La acusación fácilmente
podía haber sido contestada, Davey solo tenía que revelar el truco de su
funcionamiento. Alfred Russel Wallace escribió en 1891:
“A no ser que todos puedan ser explicados, se confirmará lo que
muchos de nosotros creemos, que el Sr. Davey es un médium así como prestidigitador, la imputación de que
todo su funcionamiento era para engañar sería cierta, pero él engañaba a la
sociedad y al público.”
Antes de todo, Eglinton fue un médium de
materialización y muy notable. Nunca dio una sesión en su terreno y cumplió con todas
las condiciones de control, sus mangas fueron cosidas a las rodillas o a la
parte de atrás del abrigo. Un ejemplo típico de lo que ocurría es la siguiente
descripción de la biografía de Eglinton (1):
(1) "'Twixt Two Worlds: A Narrative of the Life and Work of William
Eglinton", por John S. Farmer, Londres, 1886
“ Todo ese tiempo su respiración se hizo cada vez más pesada y
profunda. Entonces, estando de pie, a la vista de todos, por un movimiento
rápido de sus dedos, fue sacando de su abrigo de mañana, una sustancia blanca
deslucida. Fue sacada de él de manera perpendicular y permitió que saliese de
su lado izquierdo. Cuando ésta llegó al suelo empezó a aumentar de volumen y
cubrió su pierna izquierda desde la rodilla hasta abajo. La masa de material
blanco sobre el suelo comenzó a crecer y a latir, moviéndose de arriba abajo
y balanceándose de un lado a otro. Su
altura aumentó y poco después rápidamente se convirtió en una estatua entera,
completamente envuelta en material blanco. El médium terminó de completar la
parte superior de eso, mostrando así una cara con barba, un espíritu
materializado de cuerpo entero, bastante más alto que él. Todo ese tiempo un
eslabón de material blanco fue mantenido entre ello y el médium, pero fue
cortado o se hizo invisible y el espíritu anduvo alrededor del círculo dando la
mano a varios asistentes. El material blanco que lo cubría fue transformado en un traje suelto, sujetado
alrededor de la cintura con faja. Después de unos minutos el médium, todavía en
trance, sacó por delante más material blanco y lo estiró hasta el espíritu que
con impaciencia lo agarró. Finalmente el médium se debilitó, se tambaleó y
terminó por apoyarse en un asistente cercano. (Dawson Rogers, el redactor de Light ) , con lo cual el espíritu fue
arrastrado hasta el gabinete.”
Esta maravillosa descripción está de acuerdo con las observaciones
de los asistentes ante el flujo de “ectoplasmas”. Por otra parte, las
materializaciones al aire libre, a la vista de todos no tienen ningún símil con
algún caso de la historia del espiritualismo. Éste es el sumario de las
experiencias del Dr. Nichol en Malvern:
“El Sr. Eglinton se puso sobre un banco del jardín a la vista de
todos. Nosotros vimos cuerpos de cuatro formas diferentes, visitantes que
aparecían de una nube de vapor blanco y luego andaban, vestidos todos del más
puro color blanco, andaban sobre el césped, donde ningún engaño era posible.
Uno de ellos anduvo bastante cerca de nosotros y se sentó como cualquiera de
nosotros en las sillas encima del césped, hablando tan normal como cualquier
amigo... tomó el sombrero de mi cabeza y se lo puso, entonces se fue con él
hasta donde estaba el médium; después vino y me lo puso otra vez en la cabeza,
luego andando a través del césped y por encima de un camino de grava hasta él
pie del balcón y habló con la Sra. Nichols. Después de una conversación breve,
volvió al médium y gradualmente se fue deshaciendo a la vista de todos.”
La prensa espiritualista de la época se llenó de tales maravillas,
el Sr. W. H. Harrison, el redactor del The
Spiritualist y los de Fleet Street
escribieron sobre ciencia, hicieron un informe del transporte de Eglinton a través
del techo, en un habitación cerrada el 16 de marzo de 1878, en la casa de la
Sra. Macdougall Gregory, en el 21 de Street Green, en Grosvenor Square,
Londres, él fue uno de los asistentes:
“La sesión se realizó en una sala que estaba en la primera planta
por encima de la calle. Los obturadores de todas las ventanas de la habitación
estuvieron cerrados y descubiertos, ellos no podían haber sido abiertos sin
dejar pasar la luz de la calle a dentro. La puerta fue cerrada por el interior y
la llave se dejó en la cerradura. La mesa alrededor de la que los asistentes se
sentaron estaba aproximadamente a 2
yardas de la cerradura y con una posición favorable para permitir a todos los
asistentes mirar claramente el paso de alguien si se hubiera abierto la puerta en
mayor o menor grado... El Sr. George Sutherland uno de los asistentes fue
levantado junto con su silla y colocado en el centro de la mesa, donde fue
visto cuando una luz fue pulsada. Otro asistente y su silla fueron elevados
aproximadamente dos pies de altura. El Sr. W. H. Harrison, preguntó si los
espíritus podían coger al Sr. Colman y llevarlo hasta el techo, por dar una
variedad de manifestaciones, La Sra. Fletcher y el Sr. Colman dijeron
simultáneamente a la vez que el Sr. Eglinton había salido de circulo y a la
izquierda, la Sra. Gregor les dijo que
unieran sus manos. En ese mismo momento, la silla, probablemente del Sr.
Eglinton, se oyó caerse ligeramente a los pies, al parecer a algunas yardas del
círculo. Y se oyó un golpe violento, causado por la caída de un cuerpo pesado
al suelo, esto hizo que pensáramos que había sido el Sr. Eglinton que había
sido llevado al techo. Entonces una luz fue encendida.
“Desde el momento que el Sr. Colman hizo la observación hasta que
se encendió la luz pasó aproximadamente un minuto. En el primer momento el Sr.
Eglinton separó las manos y al poco se oyó como caía, probablemente menos de 10
segundos después, algunos asistentes, unos minutos después del acontecimiento
ocurrido, estimaron que había pasado unos 5 segundos.
“Cuando la luz fue encendida, el Sr. Eglinton no estaba en la
habitación. El Sr. George Sutherland abrió la puerta, después de girar la llave
que estaba puesta en la cerradura y miró el pasillo que fue iluminado por una
lampara. La Sra. Gregory y varios asistentes fueron al piso de arriba y
encontraron al Sr. Eglinton en profundo trance, en el suelo, con los brazos
extendidos. Esto sucedió aproximadamente 2 minutos después de que él se
separara de las manos en la habitación de abajo. En dos o tres minutos después
se reanimó y se quejó de tener un golpe en la parte de atrás de la cabeza,
tenía daño, como si se hubiera dado un golpe; no había ningún material más con
él, estaba como unos minutos antes.
¿Era toda esta gente imbéciles que se estremecían o Eglinton pasó
realmente a través del techo?
Un total de 3.500 sesiones, dieron docenas a universidades
Continentales y escandinavas, sólo tres veces se le acusó de fraude a Eglinton.
Cuando El Arcediano Colley cortó un pedazo del traje y barba de una figura
materializada y encontró una barba de muselina en la maleta del médium. En
Munich su cara y manos fueron encontradas cubiertas de sustancia negra, que en
secreto, los instrumentos musicales habían sido embadurnados. Él más desastroso
fue en una visita a la India.
Él dio sesiones en la residencia del Maharajah Sr. Jotendro Johun
Tagore; él convirtió al Lord William Beresford al Espiritualismo e hizo levitar
a Harry Kellar, el famoso prestidigitador, quien en Calcuta, emitió un desafío
público. Eglinton lo aceptó. En la sesión, mientras Kellar firmemente le
sostenía en su mano izquierda, el médium se elevó en el aire y tiró de Kellar
para soltarse, para que “ su propio cuerpo apareciera por un momento no ser
susceptible de la gravedad”. Kellar reconoció su derrota. “ Fui un escéptico”
declaró él, “ pero debo admitir que soy
incapaz de explicar los fenómenos que atestigüé por cualquier medio natural .”
Tal gloria, al parecer no satisfació a Eglinton. Él se unió a la Sra. Blavatsky en la ingeniería de un milagro teosófico y comprometido con algo sin esperanza. Fue al principio abiertamente escéptico en cuanto a la existencia de Mahatmas. Pero antes de que se marchara, sus mandos de espíritu declararon que “ ellos había sido designados para trabajar en común acuerdo con los Hermanos desde entonces.” El acople podría haber sido una mejor palabra que el acuerdo. A bordo del Buque S. S. Vega, atracado de vuelta, Eglinton declaró haber visto la aparición de Mahatma Koot Hoomi. Él escribió su experiencia en una carta que milagrosamente fue transportada a Bombay y dejada caer del techo, cuando la Sra. Blavatsky estaba allí. La carta fue dirigida a la Sra. Gordon, en Calcuta. En tinta azul, sobre la escritura de Eglinton, había un mensaje de Koot Hoomi. Blavatsky añadió una posdata, con lo cual la carta fue arrebatada inmediatamente por el misterioso cartero y la dejó caer del techo de la Sra. Gordon en su casa de Calcuta.
Este fue el milagro más efectivo. Pero había un problema. Un teósofo, llamado Sr. J. E. O’Conor, pasaba cerca del barco de Eglinton e improviso, le preguntó si podía dar una prueba adicional, llevar una carta suya a la Sra. Blavatsky. Eglinton no podía negarse. Pero como él no podía notificar a la Sra. Blavatsky, la carta de O’Conor no llegó. Y cuando la escritura de Mahatma Koot Hoomi fue encontrada para ser estudiada por expertos, encontraron que fue hecha por la mano de Blavatsky, Eglinton negó que alguna vez viera a ella y profesó el desconcierto por su experiencia.
Los últimos informes sobre Eglinton en la Prensa psíquica conciernen en su visita en 1887 a Rusia y su recepción por Alexander III. Él se casó cuando volvió, habiéndose retirado, jubilado del médiumnismo físico y del espiritualismo. Cortó con sus amigos, pero no fue olvidado por ellos. Ellos lo volvieron a descubrir de nuevo en el pináculo de su nueva vida. Demostraron en Who is Who ( quien es quien) en 1929 ciertos extraños acuerdos y detalles. Esto puede ser un choque para muchos en Fleet Street por descubrir que William Eglington era el principal editor y propietario de British Export Gazette, British South African Export Gazette, The New Age y the Tatler, no era otro el William Eglinton, el famoso médium.
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