Capítulo 1 - Incidentes de mi vida - D. D. Home

Incidentes de mi vida

D. D. Home


Capítulo 1 


Mi infancia - Principio de mi mediumnidad


Encontré en un diario de Marzo de 1851, el relato de los fenómenos acaecidos en una sesión en Wilhmantic, de los cuales he aquí algunos apuntes.

A petición del médium la mesa se movió varias veces en todas las direcciones que él quiso. Todas las personas que estaban alrededor, incluso el médium, tenían las palmas de las manos colocadas sobre la mesa, y varias veces, cuando la mesa producía movimientos rápidos, se nos ocurrió mirar debajo de ella para ver si había algún agente exterior causando los movimientos. La mesa era muy pesada y era físicamente imposible que el Sr. Home, aun haciendo uso de todas sus fuerzas pudiese moverla de aquel modo con las manos apoyadas sobre ella.

Hubo un momento en que la mesa se movió sin el contacto de la mano del médium, a petición nuestra, la mesa cayó sobre nuestras rodillas. La mesa se movió aun, mientras que M. Hayden, uno de los asistentes, probaba a tenerla inmovilizada, agarró primero el cuerpo de la mesa, pero se le escapó de las manos, agarró la pata con todas sus fuerzas. La mesa siguió moviéndose pero con menos libertad que antes. Ella hubiera podido alejarse un poco de M. Hayden, pero entonces el poder invisible hubiera también podido detener de golpe sus fuerzas y ella de repente se habría acercado a M. Hayden.

Tenía entonces diez y ocho años, y a la lectura de este artículo que hacía mi nombre público que me detuve ante la notoriedad tan grande, con una rapidez natural que finalmente, sin ser un acto de mi propia voluntad, sino contra mi voluntad, me hallé embarcado en un tormentoso océano de la vida pública.

Desde aquél día ya no me pertenecí: enfermo o no, noche y día, mi vida privada era asaltada por toda clase de visitantes, unos movidos por la mera curiosidad, otros llevados por altas ideas. Hombres y mujeres de todas clases y de todos los países, médicos, sabios, ministros de todas las sectas, artistas y literatos, todos han buscado ávidamente las pruebas de esta ardua cuestión, es decir: la posibilidad de las causas espirituales obrando directamente sobre el mundo material.

En cuanto a mí, nada tengo que decir sobre la ocurrencia de las manifestaciones extraordinarias, de las cuales fui objeto, así como las han visto, se impusieron a mí con esa especie de incidentes desagradables y penosos que he descrito. No tengo, ni he tenido jamás ningún control sobre ellos, pues me es imposible forzarlos a que se produzcan o no, como me es imposible aumentarlos o disminuirlos en su frecuencia. Cualquiera que sea la ley particular que haya desarrollado en mí, vivo tan ignorante de ellos como todos los demás. Cuando estas fuerzas se producen, no tengo conciencia ni cómo se producen ni la forma en que se van a producir.

Yo describiré lo mejor posible todas las sensaciones extraordinarias que puedo experimentar durante estas manifestaciones y mencionaré las visiones o fenómenos externos. Fuera del hecho de mi organización excesivamente nerviosa, no veo nada en particular en mí; pero continuo teniendo una salud delicada y estoy firmemente convencido que, sin la intervención de estos fenómenos, no hubiera podido vivir hasta hoy. Varios médicos de reputación me han convencido con sus testimonios de esto.

PARTE 2


Frecuentemente, durante los más graves accesos de mi enfermedad, mis sufrimientos han sido calmados repentinamente de una manera misteriosa, y muchas veces cuando me era imposible moverme de la cama, temiendo aumentar mi hemorragia pulmonar, sentía suavemente levantarse mi cabeza, y manos invisibles acomodaban mis almohadas. Este hecho se ha producido en presencia de muchos testigos. No quisiera que por estas y otras manifestaciones se supiese que yo me considero moralmente superior a otros, ni que se crea tampoco que yo y otros debemos la manifestación de estos fenómenos ocultos a cualidades morales.

Al contrario, tomando en cuenta los beneficios que a la Providencia me concede, tomando en cuenta sobre todo las frecuentes pruebas que ella me da de su bondad, me considero inferior a los demás por haber hecho tan poco progreso en la vía del bien. Tengo que agradecer a Dios por haberme dado tan buenos amigos y tan rudos enemigos, que han mantenido mi espíritu en tan perfecto estado de equilibrio, que no me han permitido enorgullecerme por un hecho que, sin duda alguna, no es más que un accidente de mi organización.

Con pocas excepciones, estas manifestaciones extraordinarias se han producido continuamente desde la primera aparición, y el número de ellas ha aumentado de un modo sorprendente. Ellas han dado pruebas tanto para mí como a millares de sabios y minuciosos investigadores, la existencia de las fuerzas espirituales destinadas a revolucionar la profunda ignorancia de las doctrinas filosóficas y teológicas, tales como han salido del cerebro humano. Las excepciones arriba mencionadas pertenecen a un periodo de mi vida durante la cual mis facultades mediúmnicas me habían abandonado completamente, esto tuvo lugar, por ejemplo, desde el 10 de febrero de 1856 hasta el 10 de febrero de 1857; aunque, en distintas ocasiones, tuve varias visiones una de las cuales me hizo asistir a la muerte de un hermano. Él murió en los mares Polares; mientras cazaba osos con el capitán y varios oficiales del buque, cayó en una hendidura que había en el hielo y no fue descubierto hasta el día siguiente.

Vi todos los detalles de esta muerte, en el mismo momento en que acaeció y di informes de esto a mi familia cinco meses antes de que esta noticia fuera confirmada por el conducto oficial.

Mi poder mediúmnico cesó por varias veces, en periodos más cortos, pero de antemano tenía conocimiento de que cesarían así como también cuando volverían. Jamás he podido señalar ninguna causa física a estas interrupciones temporales, ni constatar ninguna modificación notoria en mi salud, ni de mis sentimientos; sin embargo, mi salud ha sido generalmente la causa principal de mis interrupciones mediúmnicas. Y en varias ocasiones se me dicho que esta facultad me ha sido retirada por haber hecho algo mal sabiendo que estaba mal. 

PARTE 3


Al cabo de algún tiempo, mientras estaba en estado de éxtasis, el espíritu compareció y me reveló que, varios papeles buscados por espacio de muchos años por mi familia y considerados ya como perdidos, estaban ocultos en una casa que dice hallarse situada cerca de Cleveland, Ohio.

Dichos papeles eran los títulos de propiedad de un terreno cuyo valor había crecido con motivo de los proyectos de construcción, y cuya tercera parte correspondía a una señora; pero por la pérdida de estos títulos, esta señora había perdido sus derechos y vivía en consecuencia en una situación bastante humilde. Él escribió a través de mí en qué lugar del edificio se hallaban y la forma de la caja que los contenía. Se escribió al hijo de aquella señora todos los detalles, se hicieron las diligencias y se encontraron los papeles en el sitio indicado.

Durante la segunda semana de mi permanencia en Lebanon fui a pasar uno o dos días en casa de una familia que residía como a tres millas de distancia. Estando allí una tarde perdí repentinamente el conocimiento: es decir, quedé en un estado de éxtasis y al volver en mí, la señora de la casa me dijo que mientras estaba en aquel estado, un espíritu me había ordenado que fuese inmediatamente a casa del Sr. B….

Hacía ocho días que había visto por primera vez al Sr. B… y a un hermano suyo, pero como solamente los conocía de vista, no me pareció propio o mejor dicho, me pareció verdaderamente singular presentarme en su casa diciendo que me habían enviado mis amigos invisibles. Ellas vivían a seis millas de distancia del lugar donde me hallaba, y tenía que viajar la mitad del camino a pie. Sabía que dirigiéndome a casa de mis amigos en Lebanon, ellos me facilitarían el carruaje, pero yo no tenía intención de hacer la visita en cuestión. Tan pronto como tomé esta resolución, perdí de nuevo el conocimiento y cuando volví en mí se me dijo que el espíritu había hecho observaciones sobre el asunto, y me había dicho que debía partir inmediatamente, aunque no me dio ninguna razón para que así lo hiciera.

Comprendí entonces que debía cumplir esta orden y me dirigí a mi cuarto para vestirme. Allí mis facultades de razonar tomaron más peso y deduje que desde que se me ordenó que fuese debería al menos saber la causa de por qué me enviaba. Sin embargo tuve que obedecer a una fuerza altamente superior a la mía, y a la cual hubiese sido inútil oponer resistencia. Al abandonar la casa, la fuerza misteriosa también me abandonó y seguí el viaje a Lebanon intentando siempre averiguar cuál era la causa del tan extraño mensaje.

A mi llegada relaté a mis amigos lo sucedido y ellos acordaron conmigo que al menos debería de haber sabido el motivo del viaje, convencido por esta conformidad de ideas determiné quedarme; pero apenas hice esta determinación quedé insensible, es decir, en estado de éxtasis y al volver de nuevo al conocimiento supe que habían dado orden de que me ensillasen un caballo y se me dijo también que había sido dulce pero firmemente reprendido por la falta de fe y por mi presuntuosa curiosidad del mismo modo que un niño obedece a su profesor o a su indulgente padre.

Antes de ponerme en camino, el Sol se había puesto y negras nubes cargadas de vapor se amontonaban en el cielo. El camino estaba desierto y el tiempo excesivamente frío, pues era el mes de abril. Conviene que los espíritus me habían dado una buena lección, y resolví intentar en adelante, esquivarme de sus designios; en este estado de excitación percibí una casa que parecía por la descripción que me habían dado la casa de M. B…; al momento de bajar del caballo, una gota de lluvia cayó sobre mi mano, y con esta sensación me vino a la mente la señora madre de M. B… que estaba gravemente enferma. Golpee, y M.B… que me había visto, vino en persona a abrir la puerta. Cuando hube entrado le dije: “Vuestra señora madre está enferma y yo soy enviado aquí para prescribir lo que le aliviará”. El aire de sorpresa que manifestó es indescriptible: “Cómo”, replicó él, “podría usted saber que ella está enferma, desde que no hace ni una hora que lo está, ¡y hemos mandado llamar al médico por una dirección opuesta a la que usted ha venido!”

Una vez en el interior de la casa, esperé por momentos alguna impresión: mientras estaba de pie, caí de repente en un estado de éxtasis y M. B… me relató que en este estado me dirigí al cuarto de la enferma, allí, después de haber hecho sobre ella algunos pases magnéticos, sus agudos dolores se calmaron y pocos instantes después dormía tranquila. El médico llegó una hora después, para ver a la enferma ya fuera de peligro, y después de haberla examinado, dijo: Que según su naturaleza y la violencia del ataque, sus consecuencias serían probablemente fatales, si no hubiesen tomado las medidas tan inmediatas para combatir los síntomas. Una carta escrita, algunas semanas después por M.B… a uno de sus amigos contenían las siguientes palabras: “Mi madre desde hace dieciocho años hasta ahora jamás se ha encontrado tan bien, ella sigue estrictamente las instrucciones dadas por Daniel, y el efecto es mágico”.

Permanecí en Lebanon hasta el mes de junio, y daba sesiones casi todos los días, mi poder mediúmnico se extendía sobre las visiones, los movimientos de mesa y de muebles sin contacto mío, y los golpes por medio de los cuales se recibían comunicaciones inteligentes. En esta época, hacia el principio de junio, todas las manifestaciones exteriores cesaron completamente, y abandoné Lebanon a mediados de junio, para ir a hacer una nueva visita al Sr. G… en Boonton, Nueva Jersey. Allí tuve varias visiones de espíritus amigos, de personas que me eran enteramente desconocidas, con la descripción de su fisonomía, los espíritus me dieron sus nombres, la fecha del día que abandonaron la tierra, y respondieron a todas las preguntas que como prueba, propusieron los presentes.

Continuará


*****************


Daniel Dunglas Home