MIS EXPERIENCIAS DE MATERIALIZACIONES CON EL SR. FRANEK KLUSKI
Dr. Gustave Geley
Biografía.
Generalidades
El Sr. Franek Kluski, de Varsovia, tiene cincuenta años; es
hombre de estatura mediana, algo delgado, de temperamento neuro-artrítico. Su salud
general es buena. No manifiesta tara orgánica ninguna. El examen del sistema
nervioso no revela más que una gran excitabilidad. Los reflejos son muy
exagerados y se encuentran zonas de hiperestesia acentuada en la nuca y en la
extremidad superior derecha, especialmente en el antebrazo. El campo visual y
las reacciones pupilares son normales.
Está aún más señalada la hiperestesia moral que la física.
Franek es extraordinariamente impresionable y emotivo. Por lo
demás, su psicología es la de todos los médiums superiores, y no insistiremos
ahora en particularidades tan conocidas de los metapsiquistas.
Es evidente que las característica, las cualidades, las
originalidades, los defectos o las taras, sean orgánicas o psíquicas, que se
observan en los grandes artistas y en los grandes médiums, son sencillamente el
acompañamiento inevitable o el precio de su genio o su mediumnidad. Estas particularidades
no podrían , en ningún modo, hacernos comprender la naturaleza esencial o el
mecanismo del genio o de la mediumnidad.
Franek Kluski ejerce una profesión liberal y además es
escritor y poeta. Es muy simpático y atrayente, de gran inteligencia, muy
instruido y políglota. Con el desinterés más completo y por amor a la ciencia,
ha consentido en poner sus dotes maravillosos al servicio, primero, de sus
compatriotas más eminentes; después al servicio del Instituto Metapsíquico. Ejerce
regularmente su mediumnidad solamente desde hace unos diez y ocho meses.
Las facultades de Franek Kluski son netamente hereditarias,
su padre tenía las mismas facultades, aunque nunca ha dado sesiones. Se manifestaban
los fenómenos espontáneamente alrededor suyo, y Franek ha conservado desde su
infancia recuerdo exacto de episodios característicos. Por ejemplo, cuenta que
un día “el espíritu de su abuelo se irguió de pronto ante su padre, que se
había embriagado, y le dio una fuerte represión. ¡ El padre perturbado por la
borrachera, contestó de modo irrespetuoso, y recibió del Espíritu una tremenda
bofetada, de la que, durante muchos días, le quedaron señales!
El tío paterno de Franek, sacerdote católico, estaba dotado
igualmente de facultades mediúmnicas y frecuentemente tenía visiones
telepáticas verídicas.
La infancia de Franek discurrió así arrullada por el relato
maravilloso de sucesos que eran habituales en la familia. Estos relatos
producían en él tanta más impresión cuanto que su salud era muy frágil. Todos sus
hermanos, varones y hembras, murieron de corta edad, y él mismo padeció en sus
primeros años el sarampión, la escarlatina, las viruelas y fiebre tifoidea,
complicada con una violenta neumonía.
Era un niño de carácter soñador y contemplativo. No compartía
los juego de su edad y buscaba la soledad.
Desde aquella época estaba sujeto a presentimientos: tenía
la visión exacta de sucesos lejanos y la percepción de “fantasmas” que
presentaban para él la apariencia de vivos. Hacía los cinco o seis años se
hicieron estas visiones muy claras y frecuentes. Encontraba el niño la cosa lo
más natural del mundo y jamás tuvo el menor miedo ni la menor emoción por ello.
Hablaba familiarmente con sus “fantasmas”, siempre benévolos y acogedores con
él.
Hemos pensado que sería interesante para nuestros lectores
el tener de Franek mismo la narración de sus primeras impresiones mediúmnicas y
compararlas con las de otros médiums célebres como la Sra. D’Esperance.
Desgraciadamente, esta narración es un poco extensa. Publicamos
íntegro el pasaje siguiente, que tanta originalidad e interés tiene y haremos
el resumen de lo demás.
“Durante el día – Dice Franek hablando de sí mismo – estaba el
niño en un rincón recostado o tumbado, con la mirada en el vacío. Por la noche,
cuando se encendían las luces, se animaba. En el cuarto donde estaban sus
padres cogía dos sillas, las cubría con una gran chal y se escondía bajo esa
tienda de campaña improvisada con algunos libros aunque no sabía leer todavía”.
“Estaba quietecito, y cuando le preguntaban sus padres qué
hacía , invariablemente contestaba que iba a ver el ‘topo’.” “¿Sabes tú,
siquiera, lo que es un topo” – le preguntaba su madre- . ¿Cómo quieres ver un
topo en la ciudad?”
“Sus amiguitos le envidiaban el haber visto el topo, porque
los niños no dudaban de la veracidad de sus palabras.”
“Una vez que sus padres habían salido y él jugaba con los
otros niños, hizo una tienda de campaña más grande que de ordinario, con ayuda
de sillas cubiertas de una gran colcha, e invitó a los niños y a la niñera de
su hermanita la más pequeña a entrar bajo aquella ‘tienda’ para ‘ver el topo’”
En la calle helaba terriblemente. El cuarto donde se
hallaban estaba caldeado por una gran estufa de loza que en aquel momento
empezó a crujir fuertemente. La niñera, creyendo que se había calentado
excesivamente la estufa, quiso abrir la portezuela, pero como se acentuaban los
crujidos tuvo miedo y no se movió. Los niños tampoco se movieron por miedo. Nuestro
pequeño se levantó entonces, salió de debajo de la tienda y se dirigió a la
estufa. Pero en el momento mismo la lámpara que alumbraba la habitación se
apagó súbitamente y por la portezuela de la estufa salió una a modo de niebla
azul que rodeó al niño y flotó por la habitación. Los otros niños lazaron
gritos de espanto, pero nuestro héroe les dijo que no tuvieran miedo porque
precisamente acababa de llegar el topo. Les invitó a reunirse bajo la tienda
para contarles la historia del topo. Era otra su voz entonces; aquella voz
contaba que el camino que conduce al topo es muy largo; se atraviesan largos
corredores sombríos, después hay que pararse y esperar a que se disipen las
tinieblas; luego el camino se hace más claro.”
“Contaba él que entierran a los niños muertos porque una vez
enterrados pueden llegar más fácilmente al topo”.
“Recomienda a los niños otra vez que estén tranquilos y
juiciosos para llegar al topo sin enfurecerle. Los niños consintieron en ello y
para estar más quietos se cogieron de las manos. Había en el cuarto un reloj de
pared que daba las horas cuando se tiraba de un cordoncito enganchado al
mecanismo. Nadie había junto a este reloj y, sin embargo se le oyó dar horas
sin parar. El pequeño dijo a su público que siempre ocurre eso cuando se va a
ver el topo. Oyóse rumor de pasos tenues en el cuarto; creyeron los otros niños
que había entrado el gato, pero nuestro protagonista les dijo que era el topo
quien se aproximaba.”
“A pesar de que el cuarto estaba completamente a obscuras,
la tienda estaba en su interior iluminada a media luz y los niños vieron con
gran asombro un hermanito y una hermanita muertos; comprendieron que entraban
en el reino del topo y manifestaron más asombro que temor”.
“Poco a poco se desvanecieron las imágenes de los niños
muertos. Rogaron al pequeño que prosiguiera su viaje hacia el topo. Les dijo él
que era imposible, pero les señaló una rendija luminosa y les pidió que miraran
por aquella rendija. Ante sus ojos desfilaron las más variadas imágenes. Vieron
una fila de salas y corredores iluminadas como por reflejos de piedras
preciosas. Estaban aquellas salas llenas de formas humanas diáfanas y luminosas
que flotaban en el aire. Miraban los niños este espectáculo con admiración y
todos se preguntaban: “¿Es ésta la primera vez que estoy aquí?”
“La niñera estaba en actitud extraña. Besaba al niño en las
mejillas, en las manos, le estrechaba contra su corazón, como si quisiera
fundirse con él”.
“Pero los paisajes comenzaron a desvanecerse; se diría que
un golpe de viento había barrido las salas y las formas flotantes y después
todo desapareció”.
“Se oyeron ruidos en la casa. Ladró un perro. Era que los
padres volvían del teatro”.
“Salieron los niños de debajo de la tienda y corrieron hacia
sus padres: ‘Mamá, hemos ido a ver al topo.’ Pero el efecto fue desastroso,
porque la mamá se enfadó por encontrarse los niños levantados; riñeron a la
niñera, y el héroe de esta sesión, después de recibir unos cuantos pescozones,
se fue a acostar.”
“Pero el pequeño no le importaba gran cosa; sabía que cuando
todos se hubieran acostado podría tranquilamente ir con el topo. Ni aun tendría
para ello necesidad de ponerse bajo la tienda: dejará su cuerpo en la cama y él
se irá.”
“Sabe bien que eso es doloroso al principio: tiene la sensación
de que se ahoga o se sofoca; pero al fin se arranca el lecho, se mira acostado
bajo las sábanas estando él de pie junto a la cama y entonces puede ir sin
obstáculo hacia el topo. Pasara por la rendija luminosa, no contará lo que vea;
por lo demás, eso no se puede contar; eso se siente, como se perciben los
perfumes, o como él notaba el aliento de su madre en la cara en su última gran
enfermedad.”
“Cuando regresó de con el topo se sintió muy fatigado, no
del viaje que acababa de hacer, sino por la idea de volver. Sabía que aquel que
permanecía en la cama y en el cual había que entrar, no estaba a su medida y
que padecería mucho para ‘llevarle’; tenía que dislocarse para llenar los brazos,
las piernas y la cabeza.”
“Sabía que una vez vuelto al cuerpo que descansaba en su
cama había terminado sus viajes al topo, y ello le producía gran disgusto y le hacía
llorar mucho tiempo en silencio.”
“En una ocasión, al regreso de su expedición nocturna,
habitual entonces, le pareció estar en el campo y ver una casa que no conocía y
en aquella casa a su madre enferma en la cama. Al lado de la cama de su madre
veía una aparición horrible que decía era una neumonía.”
“Apenas vuelto a su cuerpo, lanzó gritos desgarradores. Acudieron
sus padres, asustados. Les suplicó que arrojaran de allí al horrible fantasma. Vieron
sus padres que tenía mucha fiebre y creyeron que estaba muy malito. Más poco a
poco se calmó el niño y se durmió. La mañana siguiente despertó completamente
bien.”
“Pues bien, en el verano se fue al campo toda la familia y
la madre cogió una grave neumonía. Pensaron entonces que el niño había tenido
el presentimiento del suceso.”
“Otra vez, al volver de su expedición nocturna, vio una
extensión de agua, negra y profunda, hacia la cual trataba de empujar a su padre
un obrero llamado Martín Slawuta. En cuanto volvió a su cuerpo se puso a
gritar, presa de fiebre intensa, diciendo que Martín Slawuta quiere ahora a su
padre. Luchaba de tal modo en su lecho, que costó trabajo sujetarle; llamado el
médico a escape, comprobó la existencia de una fiebre muy alta. Al día
siguiente el niño estaba bueno; pero unas semanas después Martín Slawuta
presentó una denuncia falsa, a consecuencia de la cual faltó poco para que su
padre perdiera su puesto. De nuevo comprendieron que el niño había tenido un
presentimiento.”
“Poco a poco se espaciaron los viajes al topo y se hicieron
más y más fatigosos. Pero no puede precisar el autor cuándo tuvieron fin. Tampoco
puede decir cuando ocurrió el primer
viaje.”
Más adelante Franek se complacía en pasear por cementerios y
bosques. Se tendía sobre la yedra y venían “los fantasmas” a su alrededor. Veía
entonces a sus padres, a sus amigos fallecidos y con frecuencia también
fantasmas animales, perros, gatos y lobos que hacían corro alrededor suyo. Los amiguitos
que a veces llevaba en su compañía veían, según él nos ice, el mismo
espectáculo y lo seguían con gran interés. Por la noche se agolpaban alrededor
de su cama idénticas apariciones y siempre con el mismo carácter amistoso.
A los doce años abandonó Franek, sin motivo serio, la casa
paterna y en los días que duró esta fuga injustificada ganó la vida como pudo.
Continuaron y
aumentaron las visiones en la época de la pubertad.
A los diez y seis años Franek se enamoró de una joven. Ésta murió
y desde entonces él la ve en todos momentos importantes de su vida. Pero esta
visión es dolorosa porque siempre aparece la joven en su féretro, es decir, en
el momento que se desgarró el alma el joven y que dejó en él huella indeleble.
¡Franek afirma que su novia apareció en algunas sesiones materializadas en su
caja de muerto!
Una vez – según dice – pudo verla de nuevo, no muerta sino
como viva; era una noche en que, abrumado por un gran disgusto, pensaba con
gran intensidad en su amiga, muerta
hacía cuatro años. De repente apareció ella sonriente, sentada en la cama a su
lado. Ella le besó en la frente y en los labios, le habló largamente y le recitó
versos, como cuando estaba viva. Luego desapareció. Franek apuntó sus palabras.
Desde los veinte a los cuarenta años muy ocupado, casado y
padre de familia, ha prestado Franek poca atención a sus visiones.
A finales del invierno de 1918 a 1919, asistía una noche con
varios amigos a una sesión del médium Guzik. Cuando éste se fue les ocurrió a
sus amigos la idea de probar a que siguiera la sesión para ver si obtenían
ellos algunos fenómenos sin médium. Con gran sorpresa suya, se manifestaron
unas visiones luminosas alrededor de Franek. A su lado había una joven que fue
unánimemente declarada como médium y a la cual suplicaron que se prestara a nuevas
experiencias. Pero ella rehusó. Otra sesión con Guzik produjo los mismos
resultados que la anterior, después de retirarse aquel evolucionaron los
fenómenos alrededor de Franek. Comprendieron entonces los presentes que éste
era el que actuaba de médium. Franek no quiso creerlo y se enfadó por esta
causa con sus amigos. Hasta varias semanas después no consintió en probar
nuevas sesiones, las cuales dieron resultado completo.
Durante el verano y el otoño de 1920 cesó Franek de
ejercitar su mediumnidad. Alistado como voluntario en la guerra contra los
bolcheviques, combatió en las avanzadas de los heroicos ejércitos que
deshicieron las hordas asiáticas que habían llegado a las puertas de Varsovia.
Desmovilizado hace poco y muy fatigado, no ha vacilado, sin
embargo, Franek en responder al deseo del Instituto y en imponerse penosos
sacrificios para que podamos estudiar su mediumnidad.
Debemos también señalar un suceso extraordinario en su vida:
a la edad de veintisiete años le atravesaron el pecho de parte a parte por un
pistoletazo en un desafío.
La cicatriz de entrada de la bala está en el cuarto espacio
intercostal, a cuatro dedos del esternón, cerca de la tetilla. Una reciente
radioscopia indica que la bala ha ido descendiendo un poco hacia fuera y ahora
está al nivel de la décima costilla.
Cuenta Franek humorísticamente las peripecias de aquel duelo
y el estupor del cirujano, que le creyó muerto, cuando le vio volver a la vida
unos momentos después. No obstante, desde aquella época está sujeto a violentas
palpitaciones que le atacan durante las sesiones o inmediatamente después.
Nos ha parecido interesante pedir a Franek que nos cuente
las impresiones personales de su mediumnidad. Como la Sra. D’Esperance, con la
cual tiene muchos puntos de semejanza, Franek se interesa apasionadamente por
los fenómenos, y, lo mismo que aquella, es capaz de observarlos conservando, no
siempre, pero si con frecuencia, conocimiento y lucidez completa mientras se
desarrollan las materializaciones. El relato se publicará en nuestra crónica de
la Revue Metapsichique.
Antes de terminar este prólogo diremos algo del método que
nos hemos creído obligados a adoptar para la exposición de los resultados de
nuestras experiencias.
Sábese cuál es el método corriente, casi clásico, en este
terreno¸ consiste en publicar memorias in
extenso, tan completas y tan fieles como se pueda, de cada sesión. Los
sucesos se narran en el mismo orden en que se presentan. Cada acta lleva al pie
meticulosamente la firma de todos los presentes.
Tiene este método la gran ventaja de no costar trabajo
alguno a los narradores, los cuales no tienen que hacer sino copiar las actas. Pero
tiene esto dos grandes inconvenientes: en primer lugar, es pesado; nada tan
monótono, tengamos el valor de decirlo, como los centenares de observaciones de
este género y los libros que las contienen. El aburrimiento inseparable de la
lectura de esas memorias analíticas supera casi a su interés, al menos para
muchos lectores.
Otro inconveniente más grave es que no se reúnen los hechos
en orden lógico, que nada tiene que ver con el orden cronológico. Claro es que
un hecho particular alcanza toda su importancia cuando se le compara con hechos
análogos, aunque no sean simultáneos, mucho mejor que cuando se presenta entre
hechos de distinta naturaleza. la impresión se completa, se precisa o se
corrige con esta comparación indispensable.
Es, por tanto, un completo error el creer más sincero y más
riguroso el método de presentación analítico y cronológico que el método de
síntesis lógica. En realidad, el primero no se presta al rigor científico más
que en apariencia, y se presta más a ilusión o a error.
Hay que hacer notar a propósito de esto, que el más ilustre
de los metapsiquistas, William Crookes, no rindió tributo a este prejuicio y
empleó el método de agrupación lógica de los hechos en la exposición de sus
experiencias. La lectura de su libro (así como la de los libros de metapsíquica
compuestos según este método, como los de Aksakof, Delanne, la Sra. D’Esperance)
es singularmente más atractiva, más fecunda, más instructiva que la de las
obras de estricto análisis de que hemos hablado antes.
Por lo demás, esto no ocurre sólo con la metapsíquica, se
puede aplicar a todas las ciencias; mas e las otras ciencias no hay que sufrir,
como en ésta, el prejuicio de la descripción analítica y de la cronología. En realidad,
todo sabio tiene el derecho (y el deber) de exponer los hechos como juzgue más
útil para su comprensión.
De todos modos son defendibles ambos métodos, y lo mejor ,
en opinión nuestra, es combinarlos. He aquí, pues cómo hemos concebido nuestro
trabajo:
En primer lugar, no utilizaremos el derecho legítimo de todo
investigador de hacer, en los resultaos obtenidos, una selección destinada al
público. Daremos a conocer todo lo que hemos obtenido.
Empezaremos el método sintético, agrupando los casos de la
misma índole, como exige la lógica, mas para dar satisfacción a los partidarios
del orden cronológico y a los fieles el análisis, tendremos cuidado a la vez de
situar nuestros documentos en el tiempo y de decir a qué fecha y sesión
corresponde tal o cual importante caso.
Además, y muy principalmente, intercalaremos amplio resumen
de las memorias analítica; memorias que se han escrito inmediatamente después
de cada sesión. De este modo tendrán nuestros lectores al mismo tiempo el
análisis y la síntesis.
Podrán de este modo formarse una idea muy exacta de las
sesiones y al mismo tiempo adquirir una visión de conjunto, clara y completa,
de los resultados obtenidos.
Las experiencias del Instituto Metapsíquico con el médium
Franek Kluski se han hecho en colaboración íntima del profesor Richet, el Sr.
A. de Gramont y nosotros.
Preparábamos el trabajo de común acuerdo, discutíamos los
resultados obtenidos y nos esforzábamos en sacar el mejor partido posible de la
mediumnidad de Franek. En esta tarea difícil hemos recibido la preciosa ayuda
de nuestro amigo el conde Julio Potocki. Su experiencia en los fenómenos de
materialización, que ha estudiado con diversos médiums desde hace veinte años,
nos ha prestado grandes servicios, que le agrademos efusivamente.
También damos las gracias al coronel Okolowicz, miembro de
la Sociedad de Estudios psíquicos de Varsovia. Estaba por entonces en comisión
en París el coronel Okolowicz, y ha tenido la bondad de colaborar con nosotros
para el mayor éxito de nuestros estudios.
La Sociedad de Estudios psíquicos de Varsovia, donde tenemos
la fortuna de contar con amigos seguros, nos ha dado toda suerte de
facilidades.
Nos ha conmovido profundamente la simpatía que han
despertado en Varsovia nuestros esfuerzos. Han comprendido nuestros amigos polacos,
como igualmente nosotros, que la amistad secular de Francia y Polonia debe
producir sus frutos, no sólo en el terreno político, sino en el ideal y en el
científico.
Lo mismo ha pensado el gran patriota Sr. Franek Kluski,
cuando ha venido a París a ofrecer los medios de estudiar científicamente su
maravillosa mediumnidad.
¿Cómo manifestarle nuestra gratitud? El servicio que ha prestado
al Instituto Metapsíquico y a la ciencia no puede expresarse con una fórmula de
agradecimiento.
Hemos dicho antes que emplearíamos en la exposición de
nuestras experiencias con Franek Kluski el orden de presentación lógica de los
hechos. Este orden es como sigue:
Organización general de las sesiones.
Substancia primordial y fenómenos luminosos.
Materialización de miembros humanos.
Materialización de rostros humanos
Materialización de formas animales
Movimiento de objetos sin contacto aparente y raps.
Fenómenos de orden intelectual.